'Viva el cine español'
Harto estoy ya de tonterías, de mentiras de políticos que solo buscan su beneficio particular. Aquí cualquiera hace un panfleto propagandístico, lo llama periódico y se considera con la potestad de contar las mentiras sin temor a ser rebatido. No voy ni a hacer publicidad de ese pastiche absurdo que habla en titulares de una película española que ha recibido 700.000 euros de subvención pública y ha recaudado en cines poco más de 6.000 euros. Me indigna que relacionen la noticia con el protagonista, Juan Diego Botto, cuya función ha sido la de trabajar en un proyecto donde le han contratado, probablemente por haberse significado alguna vez con la izquierda y porque el citado libelo fue comprado hace un par de años por el partido más a la derecha con significación pública en este país.
La noticia se escuda en que la película solo la vieron 1.267 personas unos párrafos antes de señalar a Juan Diego Botto como «progre que se ha posicionado en contra de Vox»; además, la formación liderada por Santiago Abascal considera que las subvenciones «se utilizan como medio de control ideológico, con lo que ese cine que producen no se convierte en representativo de la sociedad»
La noticia se escuda en que la película solo la vieron 1.267 personas unos párrafos antes de señalar a Juan Diego Botto como «progre que se ha posicionado en contra de Vox»; además, la formación liderada por Santiago Abascal considera que las subvenciones «se utilizan como medio de control ideológico, con lo que ese cine que producen no se convierte en representativo de la sociedad».
Lo que no cuenta ese sucedáneo de periodicucho es que el filme que se presentó en plena pandemia, cuando los cines habían sufrido un cierre casi total durante buena parte del año, se estrenó oficinalmente en Orange TV, por lo tanto ese número de espectadores es mucho mayor y su fuente de amortización no fue la taquilla sino la venta de derechos a esta plataforma.
Claro que teniendo en cuenta que Espinosa de los Monteros hace un par de años ya reconoció que «me cuesta creer que el cine sea cultura», es evidente hacia dónde se dirigen todas estas críticas de la ultraderecha: a fabricar la opinión de que las películas españolas no atraen ni al público del país y que deben eliminarse todas las subvenciones a estos progres del cine.
Se trata de mentir y seguir mintiendo hasta que la mentira se convierta en verdad. El último boletín informativo del Instituto de la Cinematografía y de las Artes Audiovisuales ICAA especifica que la industria recibió en España 48 millones de euros, pese a que la recaudación global ascendió a 92,19 millones, eso en un año atípico. Así que no se puede afirmar que viva de las ayudas del Estado, más bien contribuye a sus arcas. Y si nos vamos a la cifra más alta recibida, para lo cual deberíamos retrotraernos hasta 2009, cuando el cine español obtuvo 137,3 millones, una cantidad muy inferior a los 177,9 millones recaudados en taquilla. La cifra, que puede parecer abultada, se queda en raquítica si la comparamos con 731 millones de subvenciones que recibió el cine francés, los 570 del italiano o los 500 millones del cine británico.
Es como una conspiración continua para arremeter contra los sectores culturales más cercanos a la izquierda, procedente desde la derecha más retrógrada
Es como una conspiración continua para arremeter contra los sectores culturales más cercanos a la izquierda, procedente desde la derecha más retrógrada.
Es realmente penoso para un aficionado al cine de toda la vida escuchar a alguien denigrar nuestras películas, al tiempo que se ensalzan otras procedentes del extranjero cuyo valor creativo es dudoso hasta en ese país.
Estamos en la España de Los santos inocentes, Palma de oro en Cannes; de Mujeres al borde de un ataque de nervios, premiada por todo el mundo y una de las películas no norteamericanas más vistas en ese país; Mar adentro, dos nominaciones al Óscar y ganadora de uno de ellos; El laberinto del fauno, tres Óscars y decenas de otros premios. Tenemos a directores como Benito Zambrano, que nos conmociona con películas como Solas o La voz dormida; Juan Antonio Bayona, que produce taquillazos como Lo imposible; Javier Fesser, que encandiló al mundo con Campeones. Contamos con el diseñador de producción Gil Parrondo, ganador de dos Óscars; con uno de los directores de fotografía más apreciados en Hollywood, Nestor Almendros, nacido también en nuestro país. Nuestra industria triunfa en Netflix con Loco por ti, uno de los filmes más vistos en todo el mundo o El Hoyo, que pasó sin pena ni gloria por los cines y se encumbró como una película de culto en la citada plataforma.
Es ya cansino eso de escuchar que el cine español no vale, que no debería recibir subvenciones, que no es una industria, que no gusta ni al público de nuestro país
Es ya cansino eso de escuchar que el cine español no vale, que no debería recibir subvenciones, que no es una industria, que no gusta ni al público de nuestro país. Son falacias repetidas ad infinitum, porque lo cierto es que algunos de los actores más venerados en el mundo son españoles como Antonio Banderas, Javier Bardem, Carmen Maura o Maribel Verdú. No tiene ningún sentido que aplaudamos el mérito de Sergio Ramos como futbolista, pero hundamos en la miseria a Penélope Cruz por ser una mala actriz, pese a que en el país donde trabaja, Estados Unidos, la han encumbrado como una de las grandes.
La pandemia ha reducido el número de cines abiertos, la cifra de espectadores de pantalla grande, pero todos hemos consumido muchísimas más películas, solo que ahora lo hacemos en casa, a través de plataformas. Y muchas veces elegimos un filme sueco porque tenemos la posibilidad de hacerlo y nos congratulamos de acertar con un producto interesante. De la misma manera, muchos espectadores, me consta, están descubriendo un cine español que merece la pena solo porque lo eligen sin siquiera saber que dispone del sello patrio.
El teatro, la literatura, la música, la danza o la cinematografía son patrimonio de la cultura que producimos nosotros mismos, a través de nuestras costumbres, tradiciones y formas de interpretar el mundo. No tiene sentido que tratemos de destrozarlos solo por un fin político o por intentar manipular a las masas a través de esa cultura. Precisamente la libertad es lo que define al creador y la forma de cortarle las alas es evitar que se extienda.
Como cinéfilo y amante de la cultura tengo que decir que estoy aburrido de que unas u otras tendencias políticas se esmeren tanto en seleccionar a quiénes dar voz y a quienes silenciar en función de si convergen con sus propias ideas. Y me siento orgulloso del cine de este país y también de ser espectador de tantas buenas películas que se producen en todo el mundo. Y si alguna no me gusta, la evito, que no es necesario verlas todas.