El tiempo de después
Hoy toca ser agradecido. A la gente que, llena de ilusión, ha trabajado en este periodo electoral, convencida de la necesidad de implicarse en la política y por la política. A la gente que ha debatido, argumentado, contrastado opiniones, en un contexto con mucho (demasiado) ruido mediático, que a veces ha dificultado la traslación de los mensajes.
A la gente que se ha dejado la piel en las calles, las plazas, los mercados, los bares y los colegios electorales; los lugares donde se hace la política a pecho descubierto, cara a cara. A la gente que ha hecho grande la democracia, que ha ejercido la libertad, que ha practicado la solidaridad.
A la gente que, con su voto, ha dibujado un panorama nuevo, abierto, diferente, plural y complejo. No sé si para siempre, pero si para ahora. A la gente que nos exige. A la gente que nos critica. A la gente que nos ayuda. A la gente que nos impulsa y nos motiva.
Hoy empieza el tiempo de después. No es una frase, es una realidad. Tiempo que no excluya nada de lo de antes, sólo por ser de antes. Y tiempo que no acoja todo lo de después, sólo por ser de después. He ahí el reto.