'Supermanes trans'
La actriz Ellen Page (hoy Elliot Page) que encarnaba a Vanya en la serie de Netflix The Umbrella Academy revolucionó las redes sociales en 2020 cuando se declaró transgénero no binaria (las combinaciones son ya casi infinitas) y desde entonces su imagen ha ido evolucionando para adoptar la apariencia de un hombre. Pelo corto, camisetas amplias, trajes con americana, pantalón y parajita incluidos -para las ocasiones especiales- y, cómo no, instantáneas con el torso descubierto para lucir su doble amputación de mamas. El pack completo para que el mundo entero pueda comprobar que ya es un ‘varón’ que, como todo macho que se precie ‘se viste por los pies’.
Porque, a pesar de su empeño, la estructura patriarcal en la que vivimos siempre va a ocuparse de recordar al protagonista de la película Juno, con la que alcanzó la fama en 2007
Sin embargo y, a pesar de lo que un buen guardarropa pueda aportar un estilismo capilar de primera, aparentar y una excelente cirugía mostrar las bien disimuladas cicatrices de su pecho, el buen trabajo de Ellen, o Elliot, necesita el reconocimiento social que sistemáticamente se niega a las mujeres. Porque, a pesar de su empeño, la estructura patriarcal en la que vivimos siempre va a ocuparse de recordar al protagonista de la película Juno, con la que alcanzó la fama en 2007, que no es un varón. Y, como buen converso, recuerda ahora, quince años después, lo mal que se sintió al tener que llevar vestidos durante la promoción de la cinta.
Los comentarios no se han hecho esperar y muchos de los mensajes encerraban burlas sobre su físico, pero, especialmente contundentes, han sido los que indicaban que un héroe de la talla y la larga trayectoria cinematográfica de Superman debía ser protagonizado por un actor cachas que cumpliera con todos los cánones de un cuerpo masculino
El primer choque con la realidad, después de haber puesto de su parte todo lo posible para conseguir la imagen que necesitaba para “ser feliz” -según sus propias palabras- la ha vivido hace unos días cuando el productor musical OTM Shank tuvo la idea de lanzar en la red social Twitter la posibilidad de que Page pudiera meterse en el papel de Superman después de que Henry Cavill renunciara a enfundarse, de nuevo, el traje azul y rojo.
Los comentarios no se han hecho esperar y muchos de los mensajes encerraban burlas sobre su físico, pero, especialmente contundentes, han sido los que indicaban que un héroe de la talla y la larga trayectoria cinematográfica de Superman debía ser protagonizado por un actor cachas que cumpliera con todos los cánones de un cuerpo masculino. Muchos de estos comentarios eran vertidos a la red social por hombres muy enfadados ante la posibilidad de que el héroe por excelencia, el que les ha acompañado desde su más tierna infancia, el que se vistió tantas veces en la gran pantalla el disfraz que con devoción guardan de sus fiestas infantiles, vaya a ser representado por un hombre trans (mujer).
Este es sólo un ejemplo de que el imaginario colectivo sabe identificar muy bien quién es quién y señalar a aquellos que merecen ser reconocidos como tales, los varones
Este es sólo un ejemplo de que el imaginario colectivo sabe identificar muy bien quién es quién y señalar a aquellos que merecen ser reconocidos como tales, los varones. Se trata de ese reconocimiento que la filósofa Ana de Miguel describe siempre con palabras tan certeras para poner de manifiesto que el valor de una afirmación lleva aparejado el valor de quien la pronuncia. Y si es una mujer, pierde credibilidad y relevancia. Por este motivo, en los medios de comunicación, en las series televisivas y en el mundo de espectáculo, en general, se da voz continuamente a mujeres trans (varones) mientras los hombres trans (mujeres) permanecen en silencio.
El caso de Elliot (Ellen) Page es un ejemplo de lo que ocurre cuando una mujer aspira a ocupar un puesto reservado a un hombre
El caso de Elliot (Ellen) Page es un ejemplo de lo que ocurre cuando una mujer aspira a ocupar un puesto reservado a un hombre. Los espacios de ellos son exclusivos mientras que los de ellas pueden ser compartidos, usurpados o invadidos sin discusión porque su protesta no tiene valor ni será reconocida. Ocurre ya en otros países y está por llegar al nuestro si la Ley Trans logra ser aprobada en el Senado. Y no son únicamente los vestuarios, baños, saunas o probadores los que dejarán de ser espacios seguros para las mujeres. La paridad en las listas electorales que tanto costó conseguir, la cuota representativa en los consejos de Administración de las grandes corporaciones, el equilibrio de sexos en cualquier órgano de representación serán los próximos espacios perdidos para las mujeres. El tiempo lo dirá en España, pero la realidad ha llegado ya a otros estados.
Los gobiernos pueden hacer leyes con las que obligarnos a decir lo que nuestros ojos no ven, incluso podrán multarnos por ello y acusarnos de delito de odio, insultar a las feministas y seguir denominándolas TERF (Feministas radicales transexcluyentes, traducido del inglés) pero la sociedad, en su conjunto, sabrá distinguir porque la realidad siempre estará presente. Por cierto, no se conoce ningún insulto parecido para los hombres que se niegan a obviar la realidad. Esto es un punto para la reflexión.