'Sophia Chablau hace indie rock con un inconfundible toque brasileño'
Siento debilidad por la música brasileña. Desde que descubriese a los Novos Baianos y su inmaculado álbum Acabou Chorare (1972), he dedicado más tiempo a investigar y escuchar la música de ese país que la de cualquier otro que no sea España, Estados Unidos o Reino Unido. Pero lo cierto es que me he limitado bastante en el tiempo: he escuchado fundamentalmente la música creada en el país en los años sesenta y setenta, desde el nacimiento de la bossa nova en Rio de Janeiro de la mano de João Gilberto y Tom Jobim hasta los experimentos samba-funk de inspiración religiosa de Tim Maia, pasando por la eclosión del movimiento de vanguardia artística y política Tropicália, liderado por los bahianos Caetano Veloso, Gilberto Gil y Gal Costa pero desarrollado en São Paulo (hasta que Veloso y Gil fueron detenidos y obligados a exiliarse en Londres por la dictadura militar que gobernaba el país desde 1964). Reconozco que, a partir de los ochenta, prácticamente no tengo idea de lo que ha sucedido en la música brasileña. Pero he estado intentando corregir este déficit y de esa forma he descubierto a un par de artistas francamente interesantes.
De hecho, a quienes más me recuerdan es a sus paisanos, con su combinación de juventud insultante (Sophia tiene 21 años, los mismos que Rita Lee cuando salió el debut de Os Mutantes), sentido del humor (no hay más que ver el nombre del grupo) y fusión musical desenfadada y cosmopolita con el rock como género nuclear
Sin duda destaca entre estos descubrimientos Ana Frango Elétrico (literalmente, Ana Pollo Eléctrico), una joven artista carioca que está creando su propia unión de estilos brasileños y extranjeros; el mismo proceso que en su momento se llamó Música Popular Brasileira (aunque ella prefiere hablar de “bossa-pop-rock decadente con pinceladas de punk”). Parece que no es la única: Rio de Janeiro tiene una escena musical vibrante en la que se está creando rock experimental imaginativo y vanguardista. Pero ha sido en otra ciudad donde he descubierto un grupo con el que he conectado de inmediato. Sophia Chablau e Uma Enorme Perda de Tempo (Sophia Chablau y una enorme pérdida de tiempo) son de la otra macrourbe del sudeste del país, São Paulo, como lo fueron Os Mutantes. De hecho, a quienes más me recuerdan es a sus paisanos, con su combinación de juventud insultante (Sophia tiene 21 años, los mismos que Rita Lee cuando salió el debut de Os Mutantes), sentido del humor (no hay más que ver el nombre del grupo) y fusión musical desenfadada y cosmopolita con el rock como género nuclear. Eso sí, donde Os Mutantes eran chic y elegantes, Sophia y los suyos tienen una imagen más cercana al slacker, el haragán ingenioso reivindicado como héroe cultural grupos como Pavement o Beck en los noventa o Mac DeMarco en tiempos más recientes.
El debut homónimo de estos cuatro paulistanos salió en abril y es divertidísimo de escuchar. No sorprende ver que lo produce Ana Frango Elétrico, por quien Sophia dice sentir auténtica devoción. Sus nueve canciones y apenas 22 minutos, de hecho, se hacen cortos. El atractivo del álbum se revela de inmediato: “Pop Cabecinha” es un trallazo de indie rock ruidoso que no deja de evolucionar y sorprender en sus apenas dos minutos, con una magnífica línea de bajo y una gran interpretación vocal por parte de Chablau. Su letra llena de observaciones entre lo prosaico y lo irreverente recuerda a la poesía perspicaz pero dispersa de Kurt Vile o Courtney Barnett. No hay más que ver los primeros versos: “El tiempo que he perdido anotando el ritmo de los intermitentes/intentando descifrar cuántas veces el semáforo parpadea hasta que se apaga/la cantidad de metros que hace que una rueda sea gigante/y la tasa de mortalidad en las bañeras de Japón”. El tono jocoso del álbum se establece desde el principio.
Es tan buena esta canción que choca mucho la secuencia que la sucede. “Se Você” cambia de registro por completo y suena a música de cantautora indie a lo Lucy Dacus
Es tan buena esta canción que choca mucho la secuencia que la sucede. “Se Você” cambia de registro por completo y suena a música de cantautora indie a lo Lucy Dacus. Este sonido tan tranquilo desinfla un poco el ritmo del álbum, sobre todo porque aunque es realmente bonita, apenas es una canción: la mayor parte de los dos minutos que dura los ocupan esos arreglos de pop barroco del final, y uno se queda un tanto descolocado cuando acaba. A continuación, “Fora do Meu Quarto” es una balada con un estribillo delicado y bello, pero que se repite un poco y no tiene las mejores interpretaciones por parte de los instrumentistas. Toda la energía con la que empezaron ha desaparecido a estas alturas. El siguiente corte no ayuda a recuperarla, porque es en realidad un chiste: “Se eu Fiz pra Você uma Não-Canção eu não Podia” son treinta segundos de guitarra, silbidos y voz que acaban con la enunciación por parte del bajista Téo Serson del título del tema (“Si te hiciera una no-canción, no podría”), y fin. Tiene su gracia, pero como ya he mencionado no es la única canción que se queda a medias.
“Deus Lindo” sí que recupera la energía brutal del inicio: es una pieza de rock ruidista y lo-fi, a lo Sonic Youth, cantada por Theo Ceccato, el batería del grupo. Eso sí, aunque sea un chute muy necesario a estas alturas, tampoco tiene gran cosa como composición. “Hello” es una graciosa bossa nova minimalista, solo guitarra acústica, al más puro estilo João Gilberto; pero otra vez queda la sensación de que ha primado más hacer la broma (Sophia viene a decir en la letra en inglés con palabras sueltas en portugués que se le ha olvidado su idioma por culpa del imperialismo yanqui) que desarrollar la canción un poco para hacerla más rica. Entonces llega el último tercio del disco y recuperamos definitivamente el brío y la calidad compositiva del principio. “Debaixo do Pano” es la otra gran canción del álbum. Tiene una base funky de bajo, batería y guitarra, unos elegantes toques de saxofón y un arreglo de piano muy jazz en el segundo estribillo. El toque final se lo da la chulesca forma de cantar de Sophia. “Moças e Aeromoças” combina pasajes instrumentales más lentos, donde destaca un elegante órgano Rhodes interpretado por el cuarto miembro del grupo, Vicente Tassara, con otros donde unas afiladas guitarras le dan mucha garra a la canción. Por último, despide el álbum “Delícia/Luxúria” con esos sintes tan ochenteros y ese ritmo bailable e intenso.
Uno se pregunta, eso sí, por qué han estructurado así el disco. ¿No habría sido mejor repartir un poco más las composiciones mejor desarrolladas, en vez abrir el disco con una y dejar las restantes para el final? ¿Y por qué poner los dos cortes más lentos y melancólicos seguidos después de “Pop Cabecinha” y cortar así el ritmo? Con otra secuencia quizás este sería un grandioso disco debut. Pero incluso tal como está es un primer trabajo prometedor y entretenido, que merece ser escuchado. Si el grupo sigue creciendo, cuidando más el aspecto compositivo para hacer canciones más robustas, está claro que tienen personalidad y buen gusto de sobra para convertirse en una de las bandas de rock alternativo más destacadas de Brasil. En cualquier caso, me alegro de haber encontrado un grupo que combine tan bien un estilo contemporáneo con lo mejor de la tradición musical brasileña. Esperaré sus siguientes proyectos escuchando una y otra vez ese maravilloso “Pop Cabecinha” e investigando más la música actual de su país.
Puntuación: 6.8/10
- Si quieres escucharlo, pincha en el siguiente enlace: Sophia Chablau e Uma Enorme Perda de Tempo – Sophia Chablau e Uma Enorme Perda de Tempo