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Recuperar la intuición

Blog - La buena vida - Ana Vega - Sábado, 26 de Septiembre de 2015
IndeGranada

Hoy sabemos que sólo una ínfima parte del cerebro se ocupa de regir el consciente y que el resto, salvo la neocorteza cerebral, se ocupa de lo que tiene que ver con el inconsciente intuitivo y emocional.

Ya el psiquiatra Carl Gustav Jung, fundador de la psicología analítica explicaba que la intuición junto con el pensamiento, el sentimiento y la sensación nos permitían tener conciencia del mundo exterior; y que la intuición nos proporcionaba información fundamental para ello que era inaccesible para cualquiera de los cinco sentidos.

Más recientemente, el célebre neurólogo Antonio Damasio ponía de manifiesto con múltiples experimentos cómo la mente es capaz de adelantarse en el tiempo, anticiparse a nuestras decisiones para advertirnos del peligro, y que nuestro sistema nervioso reacciona mandando señales de alarma al tomar decisiones arriesgadas.

Las investigaciones dirigidas por el psicóloga John Barg en la Universidad de Yale han mostrado como la intuición es una gran fuente de conocimiento, tan importante como la razón.

Esto parece lógico si recordamos que, evolutivamente, el inconsciente surgió antes que la conciencia; y que habría cientos de conductas inconscientes y adaptativas al medio que nos habrían permitido sobrevivir y resistir como especie.

Nuestra experiencia diaria nos demuestra que muchas de las cosas que hacemos las hacemos inconscientemente, de forma automática; sobre todo, si las hemos repetido muchas veces…

En la entrevista que Eduardo Punset realiza a John Barg y que aparece recogida en su libro Viaje al Optimismos,  se explica cómo nuestras neuronas toman la decisión diez segundos antes de que actuemos conscientemente.

Sabemos que muchos procesos cognitivos complejos se almacenan en el inconsciente sin que tengamos memoria directa de ello. Y toda esta información almacenada nos ayuda a decidir en momentos cruciales cómo actuar; esto quiere decir que siempre contamos con más información, sabemos mucho más de lo que creemos saber y estos datos juegan un papel fundamental en nuestra toma de decisiones.

Esto también explicaría por qué en numerosas ocasiones la solución a un problema que nos preocupa hace tiempo o la decisión a la que damos vueltas y más vueltas se muestra clara de pronto, justo cuando dejamos de dedicarle atención. Cuando dejo de pensar conscientemente en mi problema se produce una recombinación de datos y un procesamiento inconsciente de toda esa información que decíamos tener almacenada que hacen que afloren soluciones creativas.

Múltiples experimentos demuestran que para que el momento “insight” o de resolución de problemas es necesario que el córtex esté relajado, recogiéndose en el electroencefalograma ondas alfa en el momento de la resolución de problemas planteados de forma creativa; siendo éstas el tipo de ondas que se emiten durante la relajación cerebral.

Después de esto, no parece extraño reclamar un poquito más de atención para la intuición e intentar ejercitarla. Para ello, es fundamental la práctica de la meditación, sea cual sea la técnica adoptada; buscar la calma y escuchar a tu cuerpo, prestar atención a las reacciones fisiológicas; realizar a diario pequeños ejercicios como intentar adivinar quién llama antes de coger el teléfono, si sientes que alguien tiene algún problema, llámalo y a ver qué le pasa…También es útil mantener un diario donde anotar todas las intuiciones espontáneas y las sensaciones que las acompañan para así diferenciar entre intuiciones verdaderas y proyección de tus deseos.

 

   Ahora que sabemos que, en el corazón, también hay neuronas y éstas tienen memoria, perciben, aprenden y recuerdan; expresiones como “déjate guiar por lo que te dicte el corazón” o “tengo una corazonada” empiezan a cobrar sentido.

 

  

 

 

Imagen de Ana Vega

Licenciada en Filosofía. Experta en Género e Igualdad de Oportunidades y especializada en temas de Inteligencia Emocional. Con su blog, La buena vida, no pretende revelarnos nada extraordinario. Tan solo, abrirnos los ojos un poquito más y mostrarnos que la vida puede ser más llevadera.