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'Qué significa gobernar a cualquier precio'

Blog - Reflexiones del Por Venir - Chema Rueda - Jueves, 2 de Noviembre de 2023
Imagen del Congreso, durante la sesión de la fallida investidura de Núñez Feijóo.
Prensa Congreso
Imagen del Congreso, durante la sesión de la fallida investidura de Núñez Feijóo.

Es algo de lo que se está hablando mucho últimamente, a veces, con cierto conocimiento de causa, y, otras veces, como un mero mantra (uno más) de los que, sabiamente, coloca la derecha y la ultraderecha mediática en el imaginario colectivo y ahí quedan, para consumo indiscriminado del personal. Vendría a querer decir esta expresión que existen unos límites (normalmente difusos e interpretables y con frecuencia señalados a conveniencia) que no deben traspasarse a la hora de establecer alianzas o pactos de investidura o de gobierno. Que no deben traspasarse por la izquierda, claro. Porque la derecha y la ultraderecha, inventoras del mantra, pueden, incluso deben, traspasar todos los límites imaginables, y los no imaginables también, para gobernar. Porque ellas lo valen y porque sí. Y porque ellas siempre lo hacen en interés nacional, sólo faltaría.

"Quien pretenda negociar políticamente sobre la base de la inamovilidad de sus planteamientos y de lo erróneo de los planteamientos del contrario, puede dedicarse a otros menesteres, pero desde luego, no a la política"

Es cierto que, a veces, la compleja aritmética parlamentaria, obliga en todos los países civilizados del mundo, a que las fuerzas políticas que quieren (o pueden) formar gobierno o desean alcanzar acuerdos políticos que posibiliten dicho gobierno, tengan que renunciar a determinadas propuestas de su programa electoral, o tengan que aceptar determinadas propuestas de otras fuerzas políticas que no figuraban en el mismo, pero sí en el del otro partido. En ambos casos, incluso tratándose de propuestas importantes. Pero es que eso, y no otra cosa, es negociar. Quien pretenda negociar políticamente sobre la base de la inamovilidad de sus planteamientos y de lo erróneo de los planteamientos del contrario, puede dedicarse a otros menesteres, pero desde luego, no a la política. No, al menos, a la política real.

No es menos cierto, en honor a la verdad, que pueden existir asuntos, muy pocos, que, por su magnitud política, por la trascendencia del debate público suscitado en torno al mismo, o por la polarización alcanzada en su expresión, incluso la electoral, que, realmente, sean susceptibles de ser considerados como un verdadero "límite infranqueable" en la negociación política y, por tanto, como un "precio" que no ha de pagarse a la hora de intentar conformar un acuerdo de investidura o de gobierno. No cabe duda de que una posible amnistía a las personas responsables (en todos los niveles) de los hechos sucedidos en Cataluña en los últimos años (yo no me atrevo a señalar cuantos), es uno de esos asuntos. Por esa magnitud política a la que me refería, y también por el alto grado de polarización, real o impostada, alcanzado en el seno de nuestra sociedad. No es el único asunto susceptible de esa consideración, pero es evidente que es uno de ellos.

"Existe una línea de pensamiento que considera que dicha amnistía no se puede negociar y, por tanto, no puede formarse gobierno sobre la base de ningún acuerdo en el que figure. Expresado en términos meramente conceptuales, es respetable esa línea de pensamiento. Me ofrece muchas más dudas el hecho de asumir esa imposibilidad si bajamos, de nuevo, al terreno de la política real"

Ante ello, existe una línea de pensamiento y de reflexión en nuestro país, no necesariamente patrimonio exclusivo de ninguna tendencia política, que considera que dicha amnistía no se puede negociar y, por tanto, no puede formarse gobierno en España sobre la base de ningún acuerdo en el que figure la misma. Expresado en términos meramente conceptuales, comprensivos de las causas y consecuencias que acompañan al hecho de la amnistía y el contexto político en que se producen, es respetable esa línea de pensamiento. Me ofrece muchas más dudas el hecho de asumir esa imposibilidad si bajamos, de nuevo, al terreno de la política real. Porque, sin ambages y sin literatura, si aceptamos que la amnistía es un límite a la negociación y, por tanto, un precio que no se ha de pagar (por el actual candidato a la Presidencia, repito), sólo quedan dos opciones. Que, por supuesto, son tan evidentes para quienes defendemos que, en esta situación, ha de procederse a la amnistía, cómo para quienes consideran lo contrario. Aquí no valen subterfugios ni dobles juegos.

Una opción es la repetición electoral. Incluso una repetición electoral permanente hasta que salga una configuración parlamentaria determinada, lo cual igual puede ocurrir al quinto intento, o al noveno, quien sabe. Dependería, sin duda, del grado de hastío del electorado más progresista. Las derechas y las ultraderechas podrían gobernar de esta manera.

La otra opción es el desistimiento del actual candidato a la Presidencia, por no estar dispuesto a "pagar el precio” y un nuevo intento de investidura (quedan 26 días de plazo, cuando escribo estas líneas) del anteriormente fallido candidato que, esta vez, veríamos si considerara traspasar o no los límites o si considerara pagar o no el precio, o a que precio traspasar los límites. Puede ser política ficción, dado su matrimonio político con la extrema derecha, o no. Pero son las dos opciones.

"Una opción es la repetición electoral. Incluso una repetición electoral permanente hasta que salga una configuración parlamentaria determinada, lo cual igual puede ocurrir al quinto intento, o al noveno, quien sabe. Dependería, sin duda, del grado de hastío del electorado más progresista. Las derechas y las ultraderechas podrían gobernar de esta manera"

En ambos casos, nobleza y coherencia obligan, creo que lo justo y lo democrático es analizar qué límites se saltan y que precios se pagan. Porque si no hacemos este ejercicio, estamos haciendo trampas al solitario y eso ya no cuela a estas alturas de la película. Porque estamos hablando de lo que significa gobernar a cualquier precio. Y lo que significaría es algo que no hay que inventarse, pues la práctica diaria de los gobiernos de la derecha y la ultraderecha lo muestran a diario. Significaría una merma evidente del derecho a la igualdad entre los seres humanos. Por supuesto, entre mujeres y hombres, eliminando políticas e instrumentos favorecedores de la igualdad y la no discriminación por razón de género. Borrando del mapa la lucha contra la lacra insufrible de la violencia machista y poniendo en el mapa el envalentonamiento institucional del más rancio y cruel machismo. Y, además, significaría la vuelta a las discriminaciones intolerables por razón de raza, religión, condición sexual y capacidad económica. Significaría un retroceso en los derechos y libertades políticas, sociales y económicas planteadas por el actual Gobierno en funciones y que tanto contribuyen a la redistribución de la riqueza y de las posibilidades de vida digna en nuestro país.

Significaría una vuelta a los tiempos tormentosos del conflicto territorial, principalmente en Cataluña, con pérdida de convivencia y de respeto, sobre lo que tanto se ha avanzado en estos años y una quiebra de las relaciones cordiales entabladas entre ambas sociedades. Por no hablar de que, a nivel europeo e internacional, nuestro país volvería a ser anecdótico en dicho contexto. Y a nivel interno, volveríamos al oscuro medievo en cuestiones educativas, culturales y científicas.

"No creo que la sociedad española actual, pese al ruido mediático, considere que esos límites que suponen el programa político de la derecha y la ultraderecha son más fácilmente franqueables que la concesión de la amnistía"

No parece (a mí desde luego que no) que el precio sea menor. Es más, considero que ese precio sí es realmente inasumible de pagar por injusto y por negativo socialmente, por discriminatorio y por romper España de verdad, no de eslogan. Lo inconcebible, para mí, es que esto no sea puesto de manifiesto (no es necesario que se iguale el énfasis) por quienes claman por el precio de la amnistía. No creo que la sociedad española actual, pese al ruido mediático, considere que esos límites que suponen el programa político de la derecha y la ultraderecha son más fácilmente franqueables que la concesión de la amnistía. Por eso votó lo que votó el 23 de julio, esperando una sensata y paciente administración de los resultados electorales. Rechazando el histrionismo altisonante de la derecha y la ultraderecha. La primera de ellas ya lo sabe. Falta que se libere del yugo de la segunda para reiniciar la senda inevitable de saber calibrar, democráticamente, límites y precios. En el tajo, no en el papel. Cómo es la vida y cómo es la política.

Imagen de Chema Rueda

Nacido en Guadix (Granada) en 1963, por tanto de la generación de "A hard days night" y "Satisfaction". Licenciado en Derecho por la Universidad de Granada y funcionario de Administración Local, grupo A, trabaja en el Edificio de Los Mondragones. Fue concejal del PSOE en el Ayuntamiento de Granada (desde 2003 y hasta junio de 2015. Ha sido Secretario General del PSOE de la ciudad de Granada entre 2008 y 2017 y Miembro del Comité Federal del PSOE desde 2017 a 2021. Actualmente es miembro del Comité Director del PSOE-A. Me apasiona escribir (lo que pienso), debatir y participar en la vida pública, desde todos los ángulos posibles. Me duelen bastantes cosas de la vida y de la política actual, y no pienso dejar de intentar arreglarlas. Me apasiona la vida, la amistad, la Alpujarra y el Atlético de Madrid.