El peculiar y siempre inquietante uso del 'izquierdómetro'

Blog - Reflexiones del Por Venir - Chema Rueda - Jueves, 31 de Octubre de 2019

No es algo de ahora, es algo habitual o crónico en la historia de España y, por supuesto, también ahora. Es algo que existe y de cuya evidencia caben pocas dudas. El hecho de que cierta izquierda se olvida de confrontar con las derechas sobre modelos de sociedad y de convivencia, sobre sistemas de reparto de los recursos escasos, sobre fórmulas de allegar recursos para el gasto público, y, por supuesto de señalar, nítidamente al adversario. Y, en cambio, se dedica a ensanchar hasta la exageración el matiz diferencial con el resto de fuerzas de izquierda, a hiperbolizar el concepto definitivo que las separa cual abismo infranqueable, y lo peor, a usar, indiscriminadamente, el izquierdómetro, el nuevo santo grial laico, el inefable instrumento definidor, no sólo de auténticas y verdaderas propuestas de izquierdas (cuya puesta en práctica siempre requiere de amplios, complejos y transversales acuerdos, y por tanto exige modulación y transacción, incluso en las escasas ocasiones en que las izquierdas puras han tocado poder), sino también de las intenciones que guían dichas propuestas. El espantajo que se agita para aseverar, sin la más mínima duda, ni posibilidad de debate, quien o quienes son de izquierdas, y quien o quienes, no lo son, ni lo serán por los siglos de los siglos.

El uso del izquierdómetro se está acentuando en esta época, basta observar las manifestaciones políticas y mediáticas o repasar los perfiles públicos en las redes sociales de la dirigencia y alguna militancia de la autollamada "auténtica y verdadera izquierda", en cualquiera de las múltiples y dispersas versiones electorales que hoy ofrece, para constatarlo

El uso del izquierdómetro se está acentuando en esta época, basta observar las manifestaciones políticas y mediáticas o repasar los perfiles públicos en las redes sociales de la dirigencia y alguna militancia de la autollamada "auténtica y verdadera izquierda", en cualquiera de las múltiples y dispersas versiones electorales que hoy ofrece, para constatarlo. Ni siquiera se disimula su uso con alguna (esporádica) alusión o comentario, aunque fuera disimulado, a las derechas y sus propuestas políticas. Ni una sola referencia, pero, a cambio, diversas acepciones de la demolición política que pretenden hacer del socialismo democrático, su gestión, sus proyectos y su trayectoria, eso sí, siempre bajo el peculiar, y siempre inquietante uso del citado izquierdómetro. Incluso algunos entrañables vecinos de post se han esmerado últimamente en dicho uso, repartiendo a discreción carnets y marchamos de izquierdismo.

Me resulta inevitable evocar al reciente y tristemente desaparecido Santos Juliá, al hilo de estas reflexiones. Su permanente empeño en obtener una visión de España y sus protagonistas políticos, desde la óptica de analizar qué era lo mejor que se podía hacer por el país y sus gentes en cada momento, en lugar de estar chapoteando y regodeándose todo el tiempo en el tarro de las esencias. Su desconfianza por el relato del fracaso y la derrota permanentes, de la descalificación genérica como método, que no aprecia nada positivo como norma. Aspectos tan similares a la actitud de esas izquierdas que, izquierdómetro en mano (y tal como han señalado destacadas personalidades también de izquierdas) aparecen siempre enamoradas de la derrota, que pierden incluso cuando ganan, que no perciben nunca ningún avance, sino se avanza todo de golpe. Aparentemente ignorantes de que nunca jamás se avanza todo de golpe , que nunca se cambia todo de golpe, y que por tanto, en el afán de desechar, llegan a desechar mucho bueno.

Por supuesto que no pretendo que estemos de acuerdo en todo. Ni siquiera en el seno del PSOE hay que estar de acuerdo en todo. Pero existe una responsabilidad colectiva para con la sociedad y la ciudadanía, que ha de ser compartida. Ha de existir una responsabilidad política en el hacer, que huya de la mera repetición de consignas, y que intente construir razones, acciones, estrategias y argumentos contrastados, sobre la base de la realidad existente, no de la realidad ideal o soñada. Que esa realidad haya que perseguirla, de acuerdo. Pero mientras, hay que ofrecer respuestas, menos ideales y más prácticas.

Parecen preferir la conspiración y el agravio a la cooperación, hasta una victoria final que nunca llega. Y si alguna vez muestran alguna satisfacción o siquiera reconocimiento, es para añadir, inmediatamente (y de nuevo, 'izquierdómetro' en mano) que no es suficiente

Es otro clásico de las izquierdas españolas, quizá sin parangón en otras latitudes, que las dificultades las vence el socialismo democrático, los avances, incluso los pequeños, los hace el socialismo democrático. Las alianzas y estrategias de futuro y de calado las forja el socialismo democrático. Y el resto de la izquierda parece actuar como el perro del hortelano. No saben, o no pueden o no quieren valorar con justicia (desde luego, sin autocomplacencia) la importancia de las pequeñas victorias. Como ya he dicho ( y la idea no es mía), se recrean en las derrotas, incluso cuando se logran pequeñas victorias. Parecen preferir la conspiración y el agravio a la cooperación, hasta una victoria final que nunca llega. Y si alguna vez muestran alguna satisfacción o siquiera reconocimiento, es para añadir, inmediatamente (y de nuevo, izquierdómetro en mano) que no es suficiente.

Considero que más nos valdrá, y mejor nos irá, colectivamente, si se guardan los izquierdómetros en un baúl y caminamos con firmeza por la senda de los pequeños pero irreversibles avances. Como decía un viejo socialista, se trata de saber diferenciar y de saber aplicar, según el contexto, el programa máximo, el programa electoral, el programa de gobierno y el presupuesto anual. El 10 de noviembre es una inmejorable ocasión para ello.

 
 
 
 
 
 
 
 
 
Imagen de Chema Rueda

Nacido en Guadix (Granada) en 1963, por tanto de la generación de "A hard days night" y "Satisfaction". Licenciado en Derecho por la Universidad de Granada y funcionario de Administración Local, grupo A, trabaja en el Edificio de Los Mondragones. Fue concejal del PSOE en el Ayuntamiento de Granada (desde 2003 y hasta junio de 2015. Ha sido Secretario General del PSOE de la ciudad de Granada entre 2008 y 2017 y Miembro del Comité Federal del PSOE desde 2017 a 2021. Actualmente es miembro del Comité Director del PSOE-A. Me apasiona escribir (lo que pienso), debatir y participar en la vida pública, desde todos los ángulos posibles. Me duelen bastantes cosas de la vida y de la política actual, y no pienso dejar de intentar arreglarlas. Me apasiona la vida, la amistad, la Alpujarra y el Atlético de Madrid.