Morirse de frío
Se ve que en los últimos tiempos alguien o alguienes están buscando acabar con la humanidad. No, lo digo en serio: primero una crisis económica pone en jaque a la incipiente clase media de este país; cuando parece que empezamos a recuperarnos, un bichito asesino se ceba más con unos Estados que con otros, más con unos cuerpos que con otros, pero hace tanto daño que de nuevo la economía se tambalea. Antes de acabar 2020 llegó Haim Eshed, ex jefe de seguridad espacial de Israel durante tres décadas y aseguró que los extraterrestres existen y que hay un acuerdo entre Trump y una Federación Galáctica de estos seres de otros planetas. En el inicio de este año hemos visto anonadados como el Capitolio era atacado y pese a que dicha agresión fue sofocada, ya nos anuncian que los seguidores de Trump podrían no haber quedado satisfechos y puede que estén preparando una revancha, bajo el auspicio del propio ex presidente. Por si todo esto no fuera suficiente, llega una tempestad a la que le ponen el nombre de mi pobre abuela Filomena, que falleció con poco más de treinta años cuando mi padre tenía solo doce, por lo que yo ni siquiera la conocí, que digo yo que qué culpa tendrá ella de nada, podrían dejarla descansar. Y para colmo, nos enteramos de que el precio de la luz se triplica por el aumento de la demanda. Uno no sabe ya se cortarse las venas o dejárselas largas, pero que si Orson Welles levantara la cabeza y volviera a representar en una emisora de radio La guerra de los mundos, de H.G. Wells, esta vez no habría Dios que no creyera al instante que nos estaban invadiendo los extraterrestres.
No deja de ser humillante que en una época en la que miles de personas se quedan sin trabajo, en medio de una tercera ola del virus que probablemente nos volverá a confinar en las casas, haya personajes que estén haciendo negocio con la integridad de los ciudadanos
Volviendo al tema de la luz, no deja de ser humillante que en una época en la que miles de personas se quedan sin trabajo, en medio de una tercera ola del virus que probablemente nos volverá a confinar en las casas, haya personajes que estén haciendo negocio con la integridad de los ciudadanos.
La explicación de por qué se ha triplicado el precio de la luz en las últimas semanas es, a priori, muy sencilla, para quienes quieran entenderla: la llegada del temporal ha conllevado una caída de las temperaturas y ha disparado el consumo. Eso ha provocado que el sistema energético haya recurrido a centrales térmicas de gas para cubrir la demanda. Así, se produce una subasta marginal en España que obliga a aplicar a toda la energía que llega a la red el coste de la más cara y, en estos momentos, es el gas. De hecho, como esto sucede a nivel internacional, todavía debemos dar las gracias de no estar en China, donde el precio es muchísimo mayor, claro que en nuestro país la factura de la luz es la más cara de todo el continente, pese a que los salarios son bastante inferiores a la mayoría de estos países.
Lo que ya no recordamos es que antes de que las compañías eléctricas se privatizasen, un españolito pagaba de media el equivalente a unos 46 euros de hoy en día por una potencia de 4,4 kw y 366 kw /hora mensuales de consumo, teniendo en cuenta el incremento del IPC, mientras que en la actualidad destinamos casi 81 euros por el mismo servicio
Lo que ya no recordamos es que antes de que las compañías eléctricas se privatizasen, un españolito pagaba de media el equivalente a unos 46 euros de hoy en día por una potencia de 4,4 kw y 366 kw /hora mensuales de consumo, teniendo en cuenta el incremento del IPC, mientras que en la actualidad destinamos casi 81 euros por el mismo servicio.
Todavía recuerdo a la pobre señora que hace unos ocho años se presentó ante nosotros en Canal Sur para protestar porque le había llegado una factura de 150 euros y decía que vivía sola con su marido y no enchufaba apenas la calefacción. Nos pareció tal barbaridad que decidimos hacer un reportaje sobre el tema y los espectadores nos trasladaron su indignación por semejante cifra. Ahora, cualquier mes de frío es habitual que cualquiera de nosotros nos veamos obligados a hacer frente a unas facturas de semejante calibre, lo cual para los mileuristas supone el quince por ciento de su salario.
Es el gran fraude al que hemos tenido que hacer frente los españoles: ver cómo la energía eléctrica se privatizaba y se consideraba un bien de lujo, pese a que muchos de nuestros mayores siguen muriendo cada año de frío o por braseros que se utilizan como alternativa a una congelación segura, por ser un medio más barato de calentarse
Es el gran fraude al que hemos tenido que hacer frente los españoles: ver cómo la energía eléctrica se privatizaba y se consideraba un bien de lujo, pese a que muchos de nuestros mayores siguen muriendo cada año de frío o por braseros que se utilizan como alternativa a una congelación segura, por ser un medio más barato de calentarse.
Ya lo dijo uno de los principales directivos de una compañía eléctrica hace unos años en una desafortunada aparición pública, donde reconoció que formaba parte de una empresa privada y que su objetivo final era ganar dinero, no ayudar a la gente. Y es totalmente cierto, por desgracia. Vale que el 25% del precio sean impuestos, que el 40% se destinen a los llamados peajes y cargos eléctricos (subvenciones a renovables, transporte, déficit de tarifa, extras por territorios no peninsulares), pero el 35% que va para el mercado libre es el que ha subido más que en los últimos tres años. Y aunque el Gobierno se esmere en hacernos creer que este incremento es puntual y que trabaja para que a finales de año el precio se reduzca más que en el año anterior, sinceramente, no es fácil de creer con una trayectoria de años de sucesivos encarecimientos y con unos beneficios que han ido a parar directamente a manos, entre otros, de dos ex presidentes del Gobierno: José María Aznar, a quién contrató Endesa, y Felipe González, que fue fichado por Gas Natural… Y pese a que Pablo Iglesias se rompió la voz contra las puertas giratorias, todavía en el tiempo que lleva con responsabilidades de gobierno no le hemos visto arremeter contra ellos y, de hecho, la hemeroteca le saca los colores al comprobar que el grito que lanzaba contra las eléctricas se ha transformado en un enmudecimiento absoluto.
Ya lo dijo uno de los principales directivos de una compañía eléctrica hace unos años en una desafortunada aparición pública, donde reconoció que formaba parte de una empresa privada y que su objetivo final era ganar dinero, no ayudar a la gente
Nos encierran en casa y nos suben la luz para que nos tengamos que tapar con mantas y después salen por un lado unos sesudos políticos representando al Gobierno tratando de explicar lo inexplicable y por otro lado, la oposición se esmera en aprovecharse del momento y culpar como siempre a los partidos en el poder, como si sus líderes no hubieran hecho lo mismo cuando gobernaban. Así que volvemos a estar solos, encerrados y metidos en la cama con gorro, guantes y bufanda, para soportar temperaturas nunca antes sufridas en el país; unas temperaturas, por cierto, que han conseguido que los directivos de las eléctricas se froten las manos al tiempo que sueltan la mayor de sus sonrisas porque mientras el pueblo se muere de frío o por el virus, ellos ganan cada vez más dinero.