Incivismo ciudadano
Sería perfectamente comprensible para cualquier persona, mínimamente inteligente, que a la vista de los graves problemas en los que se encuentra inmerso el Ayuntamiento de Granada, la acción de los grupos municipales estuviera encaminada, bien a coadyuvar de algún modo en una cierta solución o mejora de dichos problemas, o bien a procurar un cambio drástico de las condiciones de gobierno, sobre la base de una manera radicalmente distinta de afrontar dichos problemas. Ambas opciones tendrían su explicación, su sentido y su razonamiento, pues en ambas encontraría acomodo la lógica política que se desprende de la compleja composición del Pleno municipal, fruto de la decisión de las granadinas y granadinos, así como la lógica política que se desprende de las excepcionales circunstancias políticas vividas en el seno de la Corporación municipal en estos últimos dos años y medio.
Eso es a lo que se dedica el "ciudadano" grupo municipal, cada vez más incívico y menos comprometido con la seriedad y el rigor de una gestión municipal, para la que están acreditando, día a día, su ignorancia además de su falta de preparación política para afrontarla
Sin embargo, y con "la que está cayendo" sobre nuestra sufrida institución municipal en forma de resoluciones judiciales, caos económico debido a una nefasta gestión y dificultades de funcionamiento, alguien ha debido pensar que lo que precisa, de manera urgente, nuestro Ayuntamiento es un (nuevo) circo reprobatorio. Una acción sin consecuencias políticas, como se acreditó en la anterior reprobación producida, para la que incluso, los y las posibles "reprobadores" carecen de capacidad legal según una reciente sentencia, y cuyos únicos efectos prácticos, reconocidos por una de las partes reprobadoras, se asemejan a un tirón de orejas. Eso es a lo que se dedica el "ciudadano" grupo municipal, cada vez más incívico y menos comprometido con la seriedad y el rigor de una gestión municipal, para la que están acreditando, día a día, su ignorancia además de su falta de preparación política para afrontarla.
Para eso deben considerar que está nuestro Ayuntamiento. Para eso y para poco más, pues no deja de resultar un cierto atrevimiento, producto sin duda de la novedad política, considerar cómo gestión pública destacable, la exhibición mediática (siempre legítima), los ataques de celos en busca de protagonismo, o los enfados infantiles por un "cuélgame esa medalla". Por no hablar de los ataques sistemáticos a profesionales de prestigio, como el Jefe de la Policía local, carentes de argumentación o las alertas injustificadas sobre pérdida de financiación para el municipio.
Todo un ejercicio floral e inútil, orquestado además, por alguien que se fue del Ayuntamiento (cierto es que por las buenas), con la clara connivencia de otro que también se tuvo que ir (por las malas). Curiosamente, dos que competirán electoralmente de aquí a no mucho tiempo. Pero que mientras llega ese momento, dilapidan energías muy necesarias para sacar a Granada del pozo, y las emplean en ejercicios fatuos y superficiales. Se diría que la actuación de uno, más que asemejarse a la "marca blanca" del otro, parecería la "alfombra roja" dispuesta para facilitarle el acceso al poder municipal. Insisto, todo legítimo desde la perspectiva de sus estrategias políticas. Pero también legítimamente censurable y criticable en base a una argumentación ciudadana y cívica de responsabilidad con Granada.