'In Memoriam' de Ignacio Ruiz Prieto, presidente de la Sociedad Obrera 'La Federal' de Moclín
A las faldas de la sierra de Moclín y custodiado por el río Velillos, en el paraje conocido como Corcuera, nacía en 1890, en el seno de una familia humilde, Ignacio Ruiz Prieto. Sus padres, Francisco Ruiz Hernández y Josefa Prieto Angulo, como tantas familias de trabajadores del campo, habitaron una pequeña casa –todavía hoy se conservan sus ruinas- que albergó a otros cinco hermanos. Demasiadas bocas para tan poco beneficio. Ignacio supo desde pequeño lo que era ganarse el indigesto pan diario, la necesidad de sobrevivir de los que habían nacido con el yugo para el cuello y, por ello, aunque nació para los golpes destinado, como jornalero, también supo que la pertenencia a una clase contenía valores sociales de compromiso social que les llevaba a rebelarse contra aquella aparente maldición bíblica que los hincaba a la tierra sin más destino que la pobreza eterna. Allá por 1920 conocerá a la que será su mujer, Francisca García Morales, “La Rubia de Mingandres”, así conocida porque vivía en el cortijo del mismo nombre, cercano al paraje de Corcuela. Con ella se casará, se instalarán en una pequeña casa de la calle San Sebastián de Moclín y tendrán dos hijas, Paquita y Josefa. Mientras él sigue de jornalero y ella con el oficio de las mujeres de la época, que entonces se llamaba eufemísticamente “sus labores” o “su sexo”, los acontecimientos políticos previos a la proclamación de la II República envolverán sus vidas, como a la de tantos trabajadores y trabajadoras de la época, que habían iniciado años antes duros enfrentamientos sociales de los que fueron protagonistas los obreros agrícolas.
El apoyo a la República fue inequívoco entre las clases populares y, como muestra, la donación económica, que, junto con otros muchos vecinos, hizo Ignacio para la compra de material escolar y mobiliario de la nueva Escuela, que se instauró allá por octubre del año 1932 en Moclín
Y es que la conflictividad social que se produce en España, especialmente desde 1917, derivada de la creciente integración de su economía capitalista en el contexto internacional, generará un progresivo descontento entre los sectores populares y las clases trabajadoras que expandieron conflictos huelguísticos con una virulencia que hasta entonces no era conocida. Los pueblos de Moclín no fueron ajenos a esos movimientos sociales cuyos conflictos fueron protagonizados por obreros agrícolas, los más desfavorecidos. No es de extrañar que la llegada de la II República el 14 de abril de 1931 fuera saludada como el inicio de una etapa esperanzadora para los sectores menos privilegiados de la sociedad, formados en este término, en su mayoría, por obreros agrícolas. Las transformaciones que se proponían a nivel nacional con el nuevo régimen en sentido democrático y social, intentaban modificar las relaciones de producción, siempre en beneficio de la clase trabajadora, lo que provocó en esta clase la concienciación de que sus derechos deberían ser reconocidos. El apoyo a la República fue inequívoco entre las clases populares y, como muestra, la donación económica, que, junto con otros muchos vecinos, hizo Ignacio para la compra de material escolar y mobiliario de la nueva Escuela, que se instauró allá por octubre del año 1932 en Moclín.
La República nacía en una sociedad polarizada donde el amplio espectro de las burguesías –un dilatado segmento de las clases medias- respondería al avance espectacular de las izquierdas desde el boicot a un régimen que ponía en entredicho sus privilegios seculares
Aún así, la República nacía en una sociedad polarizada donde el amplio espectro de las burguesías –un dilatado segmento de las clases medias- respondería al avance espectacular de las izquierdas desde el boicot a un régimen que ponía en entredicho sus privilegios seculares. Y es que la patronal agraria confrontó, desde el inicio, con la tibia Reforma Agraria y las reformas legislativas en materia laboral. Así, las gestiones para la aplicación de la Reforma Agraria en Moclín fueron infructuosas; las grandes fincas, donde otrora había trabajo, se restringieron las faenas o no se abonaban los jornales de varios meses; muchas fincas quedaron improductivas; no se respetaban las bolsas de trabajo y los patronos contrataban a trabajadores fuera del término municipal o discrecionalmente con tratando a los “paniaguados” o “pegaos” o, en fin, las fincas arrendadas aumentaron las rentas con diversos pretextos. En fin, el paro endémico –en muchos casos se llegaba a hambre física- llevó a muchos trabajadores a entrar en tierra ajena a buscarse el sustento y que recibió el nombre, en el sur, de trabajos al tope, y que viene a significar imposición a la superficie cultivada (y a su dueño) del máximo de trabajo que ésta puede asumir. Consistía en entrar en una propiedad privada, hacer labores no solicitadas por el patrono (pero que no hacía nadie) y luego solicitar el jornal (como los alojados forzosos o los jayaos extremeños). Se prodigaba en los meses donde disminuían las faenas agrícolas, y en particular, cuando no había recolección. Era mucho más eficaz en grupos, porque la presión sobre el patrono (y el altercado subsiguiente) era mayor.
En los anejos de Moclín se crearon varias de ellas y en este pueblo, el 13 de septiembre de 1932, se constituyó la Sociedad Obrera “La Federal” de Moclín en la que Ignacio se integró desde el comienzo y en la que llegó a ser su Presidente en algún momento indeterminado durante la II República
En ese contexto social se crearon diversas sociedades obreras campesinas que fueron, en su mayoría, afectas a la UGT. Así, en los anejos de Moclín se crearon varias de ellas y en este pueblo, el 13 de septiembre de 1932, se constituyó la Sociedad Obrera “La Federal” de Moclín en la que Ignacio se integró desde el comienzo y en la que llegó a ser su Presidente en algún momento indeterminado durante la II República. Y eso, ser la máxima representación de la Sociedad Obrera que confrontó directamente con la patronal agraria de Moclín sería, a la postre, la causa directa de su fusilamiento, de su asesinato. Porque ese era uno de los motivos esenciales del golpe de estado de 1936: la eliminación física de todos aquellos que osaron cuestionar los privilegios de los poderosos de siempre.
Allí permanecieron toda la noche y al día siguiente, en una primera saca –sin que mediase más que una acusación oral- fueron llevados a un paraje cercano y fusilados. Por la tarde, en una segunda saca, se llevaron al resto a otro lugar cercano donde corrieron la misma suerte que los primeros
Sin entrar en los diversos conflictos que protagonizó dicha Sociedad –que va más allá de este artículo-homenaje, la tragedia personal y familiar de Ignacio se inicia con la entrada de las tropas franquistas, es decir, las tropas rebeldes contra la legalidad republicana, en Moclín, a las 11 de la mañana del 4 de octubre de 1936. Inicialmente, esos momentos de confusión entre la población, llevó a muchos habitantes del pueblo a esconderse junto a la ladería del río. Y, aunque a las pocas horas comenzaron a regresar a sus casas, el miedo seguía estando presente por el desconocimiento de las verdaderas intenciones de ese ejército enemigo. Sus dudas comenzaron a disiparse esa misma tarde cuando se producen las primeras detenciones de personas no adictas a la rebelión militar. Bastaba solo la acusación de alguna persona de derechas para que fueran detenidas. Con mucha rapidez, hombres y mujeres, fueron llevados hasta la Plaza del Ayuntamiento, a plena luz del día, y, al poco, conducidos en un camión y trasladados al colegio de Puerto Lope. Allí permanecieron toda la noche y al día siguiente, en una primera saca –sin que mediase más que una acusación oral- fueron llevados a un paraje cercano y fusilados. Por la tarde, en una segunda saca, se llevaron al resto a otro lugar cercano donde corrieron la misma suerte que los primeros.
Una de las primeras fusiladas fue María Encarnación, hermana de Ignacio. Tenía 53 años, estaba casada y dejaba huérfano a un hijo. Parece ser que su culpa, su gran delito, fue que bordó, por encargo, el escudo sobre una bandera de la II República
Una de las primeras fusiladas fue María Encarnación, hermana de Ignacio. Tenía 53 años, estaba casada y dejaba huérfano a un hijo. Parece ser que su culpa, su gran delito, fue que bordó, por encargo, el escudo sobre una bandera de la II República. Entraría en la primera saca y fue obligada a caminar campo a través a un paraje alejado del colegio y, sin testigos, fusilada. Allí fueron enterrados en sendas fosas comunes y nadie pudo recuperar sus cuerpos a pesar de que en todo momento se sabía dónde quedaron enterrados. Hubo que esperar hasta 1980 en que, accidentalmente, tras los movimientos de tierra para la construcción de una almazara en el término de Puerto Lope, se hallaron restos óseos –sin poder determinar el número exacto-, que pertenecían a los fusilamientos de la primera saca en la que salió María Encarnación. Los restos de los vecinos de la segunda saca fueron enterrados en lo que se ha conocido como “La fosa del almendro” y es que, tras el enterramiento de los cuerpos, el dueño de esas tierras plantó un almendro justo encima, para que no se labrara esa zona y se pudieran recuperar los cuerpos en un futuro. Tuvieron que esperar hasta noviembre de 2014, después de78 años, para que fueran exhumados los cuerpos, a través de un equipo técnico formado por Andrés Fernández Martín, María Isabel Brenes Sánchez y Cristóbal Alcántara Vegas, en colaboración con el Ayuntamiento de Moclín.
El peso de su conciencia, junto al miedo de las posibles represalias a su familia, fue mayor y, al día siguiente de su marcha, volverá a su casa pensando –como tantos otros dirigentes obreros- que era inocente porque lo único que había hecho era defender los intereses de los de su clase
Los días siguientes, y tras nuevas delaciones sobre presuntos “izquierdistas”, se sucedieron nuevas detenciones que eran trasladados a las prisiones de Iznalloz y Granada. Ignacio, tras el asesinato de su hermana y en vista de los acontecimientos, quedó sobre aviso, pensando que en cualquier momento vendrían por él, más habiendo sido Presidente de la Sociedad Obrera. Circunstancialmente, una vecina, Adela, que servía en casa de unos “señores” de derechas pudo escuchar cómo, reunidos en la misma, las nuevas “autoridades” locales junto a otros vecinos afines a la rebelión, daban los nombres de quienes serían detenidos en los días siguientes. Y uno de ellos era el de Ignacio. Avisada la familia, terminaron de convencer a Ignacio para que huyese. Y, discretamente, y con solo un pequeño petate salió del pueblo, refugiándose en el paraje de Corcuela, donde había pasado su niñez e infancia. Solo un día, porque su pensamiento lo ocupaba su mujer y sus hijas. Y si el nuevo “régimen” no había tenido contemplaciones con su hermana, ¿por qué su huida no iba a perjudicar a su mujer y sus hijas? El peso de su conciencia, junto al miedo de las posibles represalias a su familia, fue mayor y, al día siguiente de su marcha, volverá a su casa pensando –como tantos otros dirigentes obreros- que era inocente porque lo único que había hecho era defender los intereses de los de su clase.
Fue todo muy rápido pues, sin mediar palabra, lo subieron al camión. De nada sirvieron sus explicaciones sobre su inocencia, ni los lamentos de su mujer, ni se preocuparon de que la escena la viesen sus propias hijas –de 13 y 10 años- y que las dejaría marcadas de por vid
Pasaron unos días sin que sucediera nada hasta que en los últimos días de octubre, un camión militar fue recogiendo nuevos prisioneros en otros anejos y, al llegar a Moclín, procedieron a la detención en su propia casa de Ignacio. Fue todo muy rápido pues, sin mediar palabra, lo subieron al camión. De nada sirvieron sus explicaciones sobre su inocencia, ni los lamentos de su mujer, ni se preocuparon de que la escena la viesen sus propias hijas –de 13 y 10 años- y que las dejaría marcadas de por vida. Sería la última vez que vieran a su padre. El camión se perdió en el horizonte y atrás quedaban su mujer y sus hijas entre la zozobra que les podía deparar el futuro. Se enteraron, poco después, que había sido conducido a la Prisión Provincial de Granada, hacinada de presos políticos. Pero como la esperanza nunca se pierde, a los pocos días, su sobrino Julián, marchó a pie hasta la cárcel provincial, cargando un petate y un colchón para aliviar la estancia en prisión de su tío. Al llegar, se encontró un aluvión de otros familiares que querían hacer lo mismo y, tras una larga espera, el funcionario de la garita, cuando comprobó los datos del preso, le espetó: “¡Puedes marcharte por donde has venido porque el individuo que buscas ya no va a necesitar lo que has traído” y, sin más explicación, dijo: “¡El siguiente”.
Y, al final, solo el silencio. Nunca sabremos cómo se vive ese fatídico trance entre la vida y la muerte. Luego, maniatados, el enterrador sacaba el papelito con su nombre de su bolsillo y los echaba, como animales, a la fosa común
Y es que, efectivamente, había sido ejecutado en las tapias del cementerio de San José un 31 de octubre de 1936, junto a otros diecisiete presos republicanos. Tenía 46 años. (Inscrito en registro civil de El Campillo (Granada) por el juez Fernández como muerto por “Heridas de armas de fuego” –eufemismo de fusilado- el 31 de octubre de 1936). (www.granadamemoriahistorica.es). Podemos imaginar que los pocos días que estuvo preso, como tantos otros, esperaba con terror, cada noche, que su nombre no saliera de entre la lista que los asesinos daban cada vez que se producía una saca. Y que, una vez que ocurría el fatídico acontecimiento, sin dar crédito a sus oídos, sus últimos pensamientos fueran hacia su mujer y sus hijas… ¿qué sería de ellas? Difícil ponerse en el lugar de quienes, como él, pasaban por la capilla ante un confesor con más oficio que empatía, luego metidos en un camión camino al cementerio y, al alba, mientras contemplaban el inmenso olivar que se extendía ante su última mirada, maniatados y mirando hacia la tapia donde contemplaban salpicaduras con agujeros de rojo apagado, oían el ruido del sable del oficial saliendo de la funda y sonaba un clic del pelotón de ejecución. Luego, la nada. Solo ellos se llevaron a la tumba sus miedos, su esperanza hasta el último instante de permanecer con vida pensando que todo era un error. Y, al final, solo el silencio. Nunca sabremos cómo se vive ese fatídico trance entre la vida y la muerte. Luego, maniatados, el enterrador sacaba el papelito con su nombre de su bolsillo y los echaba, como animales, a la fosa común.
Mas la crueldad de los rebeldes, esos que luchaban por Dios y la Patria -¡qué grandes palabras para corazones tan fríos- no tenía límites. Si habían dejado a dos niñas huérfanas y a una madre sin marido, ahora debían aplicarles otro castigo: dejarlos sin bienes, por pocos que fueran
Mas la crueldad de los rebeldes, esos que luchaban por Dios y la Patria -¡qué grandes palabras para corazones tan fríos- no tenía límites. Si habían dejado a dos niñas huérfanas y a una madre sin marido, ahora debían aplicarles otro castigo: dejarlos sin bienes, por pocos que fueran. Y es que, en el caso de Ignacio, como en el de otros doce o trece mil granadinos, además de ser asesinados o encarcelados, se les llevaba al recién creado Tribunal de Responsabilidades Políticas para proceder a la incautación de sus bienes. Se le abre expediente de responsabilidades políticas por ser miembro del Frente Popular. Un informe de la Guardia Civil de Moclín de noviembre de 1936, a los pocos días de ser fusilado, afirma que “se le considera militante del Frente Popular por haber ejercido el cargo de Presidente de la Sociedad Obrera “La Federal”. El 7 de noviembre de 1936 el Guardia Civil Antonio Jiménez Jiménez se personó en su domicilio, junto a dos testigos, y en presencia de su esposa, procedieron a levantar acta de sus “bienes”. El 10 de diciembre de 1937 aparecen en el mismo expediente número 5 de 1937 los vecinos Alfonso Campos Morales, Ramón Macías Caba, Pedro Prieto Hernández, Antonio Lucena Aguilera, Francisco Rodríguez Sánchez, Ignacio Ruiz Prieto, Juan Sánchez Villodres y José Macías Caba. Según el juez de instrucción “existen indicios racionales de ser culpables de los hechos perseguidos” y se decreta el embargo de sus bienes. Ese mismo día, en la providencia judicial, se afirma que “tenemos en nuestro poder como Depositarios los granos y ganados” de los [vecinos] arriba indicados que están “en paradero desconocido” y que han sido “incautados” porque “existe el peligro de que éstos granos se piquen o deterioren”, sobre todo el trigo, que procede de la cosecha de 1935. Y es que, además, eran cínicos.
17 Fanegas de trigo recio.
16 Fanegas de cebada.
3 Fanegas de veza.
5 Cuadros de dormitorio.
1 Cabra negra.
1 Chota negra.
1 Mulo cerrado capa negra mediano.
3 Fanegas de tierra en el pago de los Añajales.
1 Mesa de camilla con brasero.
1 Casa en calle San Sebastián S/N (Con cocina, cuadra y corral en planta baja, más dos cámaras en planta alta).
Todos los aperos de la caballería citada.
(Inventario en Archivo de la Real Chancillería de Granada)
Pero las autoridades fascistas dejaron sin incautar otros bienes –tal era la riqueza de la familia acumulada durante largos años de trabajo- como dos camas, un arca, una mesa de cocina, 5 cuadros, algunos útiles de cocina y, sobre todo, “cuatro fanegas de trigo y 1,5 fanegas de habas” porque “el citado trigo y habas” lo dejan “para la manutención de dos hijas de corta edad que tiene este matrimonio”. Menuda generosidad.
La primera vez que aparece oficialmente su fusilamiento es en un documento de la Guardia Civil de Moclín el 1 de abril de 1942 cuando afirma que “dicho individuo fue ajusticiado por la fuerza Nacional a raíz de la liberación de este pueblo.”
Pero la maquinaria represiva no paraba y, así, el 6 de abril de 1938 volverán a personarse en su domicilio, por orden del juez Beltrán Aledo, para proceder a un recuento de los bienes que le habían sido incautados. ¿Otra vez? Y eso que, en esos momentos, todavía, su esposa no sabía oficialmente el destino de su marido. El 31 de mayo de 1938 el juez instructor decreta la venta de grano embargado a Pedro Prieto Hernández e Ignacio Ruiz Prieto. Todavía el 6 de febrero de 1942 –seis años más tarde de su fusilamiento- el Alcalde, en otro informe, afirmaba que “se ignora su paradero”. La primera vez que aparece oficialmente su fusilamiento es en un documento de la Guardia Civil de Moclín el 1 de abril de 1942 cuando afirma que “dicho individuo fue ajusticiado por la fuerza Nacional a raíz de la liberación de este pueblo.”
La ignominia no tendrá límites y se le vuelve a abrir otro expediente número 115 en 1942, acusado de nuevo de que “estaba afiliado a la UGT” y que “intervino en robos y saqueos e hizo guardias con armas"
La ignominia no tendrá límites y se le vuelve a abrir otro expediente número 115 en 1942, acusado de nuevo de que “estaba afiliado a la UGT” y que “intervino en robos y saqueos e hizo guardias con armas". Y eso, a pesar de que disponían de otros informes previos que afirmaban lo contrario. Por el ejemplo, el del Ayuntamiento del 20 de abril de 1938, donde se afirma que “observó buena conducta, no fue político, pero perteneció a la Sociedad Obrera de este pueblo” o el que firmaba Antonio Moreno Lucena, Jefe Local de Falange, el 26 de abril de 1938 en el que se puede leer taxativamente que “observó buena conducta” y, aunque reconoce que perteneció a la Sociedad Obrera, afecta a UGT, afirma que “su actuación en ella no fue en ningún momento destacada, sin que interviniese en actos delictivos en este pueblo.” Desde luego, la arbitrariedad del régimen fue una de sus características y los informes contradictorios entre las distintas autoridades franquistas una constante. ¿Qué más daba ya, una vez fusilado y sin juicio alguno, atribuirle posibles delitos a todas luces falsos? Lo único real, que no era poco, es que había sido Presidente de la Sociedad Obrera “La Federal” y que eso fue, en definitiva, su perdición.
Bibliografía:
-
Exhumación de la fosa común en Puerto Lope. Término municipal de Moclín. https://www.juntadeandalucia.es/export/drupaljda/Memoria_Fosa_Puerto_Lop...
-
María Andrade: “El abuelo estaba bajo el almendro”, El Independiente de Granada, 19 de octubre de 2019.
-
María Isabel Brenes Sánchez et all.: Historia y vida en los pueblos de Moclín. 1936-1950, Diputación Provincial de Granada, 2017.
-
Francisco Cobo Romero, “Reforma, revolución y reacción en el campo andaluz. Los condicionantes de la represión franquista”, en El campo andaluz durante el franquismo: de la represión a la lucha por la democracia, en Fundación de Estudios Sindicales y Cooperación, Sevilla, 2020.
-
Francisco José López García, Memoria. Ignacio Ruiz Prieto. Autoedición.
-
Archivo Real Chancillería de Granada, Caja 25848, Pieza 7, Caja 25992, Piezas 21 y 22 y Caja 25829, Pieza 3.
Alfonso Martínez Foronda es licenciado en Filosofía y Letras, profesor de Secundaria e históricamente vinculado al sindicato CCOO, en el que ocupó distintas responsabilidades, como investigador ha profundizado en el movimiento obrero y estudiantil.
___________________________________________________________________
Para que nunca se olvide. Para que nunca se repita.
En colaboración con y las asociaciones memorialistas de la provincia de Granada.
___________________________________________________________________
-
El Raposo, memoria de la resistencia antifranquista
-
En las entrañas de la modélica intervención en el Barranco de Víznar
-
La fosa del cementerio de Padul saca a la luz los restos de tres mujeres y la crueldad de los asesinatos franquistas
-
Los estertores de la dictadura en la Universidad de Granada: del Gobierno Arias a la muerte de Franco
-
Testimonios para salvaguardar la Memoria
-
‘Listas negras’: el seguimiento gubernativo de alumnos y profesores universitarios ‘subversivos’
-
Los hermanos Pleguezuelos Maurell, destinos marcados por la represión franquista
-
Halladas por primera vez mujeres en las fosas de Víznar
-
Eduardo Clemente Linares Fernández, maestro y socialista, fusilado en Víznar
-
Aproximación a Ítrabo durante la II República y la guerra: el alcalde Manuel Calderón Gutiérrez y la represión (y II)
-
Aproximación a Ítrabo durante la II República y la guerra: el alcalde Manuel Calderón Gutiérrez y la represión (I)
-
Memoria frente al olvido en el cementerio de Motril
-
Los trabajos en las fosas del Barranco de Víznar han recuperado ya los restos de 26 víctimas del franquismo
-
Universitarios que lucharon por las libertades democráticas
-
Ángel González Lastra, secretario general de la Federación Provincial de Juventudes Socialistas. De Llanes a Víznar
-
José Palanco Romero, 'el hombre de Azaña en Granada'
-
Recuperados de la fosa de Nigüelas los restos de 20 víctimas del franquismo
-
Una infancia robada por el franquismo
Si no tuviste oportunidad o quieres volver a leerlos, puedes leer aquí los reportajes de la tercera temporada del Foro de la Memoria:
-
'En memoria de Pablo Beltrán Reina, 'Paulino', fusilado por sus ideas de izquierda'
-
"¡Qué pena de mi hermanico, tan bueno siempre para su familia!"
-
'Hipólita Molina, la farmacéutica de Padul expoliada por el franquismo'
-
Valentín Pinto Tomás, el ‘distinguido’ comunista fusilado en Víznar
-
Los ‘rusos’ de Gabia Grande’, el sueño roto de la colectividad agraria de la Jara
-
Manuela Canalejo Rubio, asesinada por guardar una bandera republicana
-
Jacoba y 'Cristobicas' de Láchar. La historia de la represión perpetua
-
Rosario 'la Fregenala', la modista republicana del Realejo asesinada en Víznar
-
El comandante Antonio Ramos Herrero, el granadino que dio su vida por ‘salvar’ Madrid
-
Joaquín García Labella, jurista y político, asesinado en las tapias del cementerio de San José
-
La historia y ejecución de José Daniel Miranda Lara, ejemplo de compromiso
-
La fosa de Nigüelas confirma la brutalidad de la represión franquista en la provincia de Granada
-
'Manuel Ruiz Castañeda, el alcalde republicano que nunca pudo volver a Láchar'
-
'Armando Pardo y Antonia González. Del silencio a la reparación de su memoria'
-
Eugenio Ruiz Rueda, luchador por mejorar la vida de los demás
Si no tuviste oportunidad o quieres volver a leerlos, estos son los reportajes de la segunda temporada del Foro de la Memoria:
-
¿Están en el Barranco de Víznar los restos del 'Mellao de Santa Fe'?
-
Nietas de la Memoria, los efectos del franquismo sobre las mujeres españolas
-
'Cambio de Rumbo', II Parte: Por qué perdió la guerra la República, por Francisco Vigueras
-
Arqueología de la Posguerra, patrimonio en desmemoria en la sierra de Loja
-
Antonio García Ordóñez, último superviviente de la Agrupación Guerrillera de Granada
-
En memoria de Torcuato Olivencia Jiménez, fusilado en las tapias del cementerio de Guadix
-
Familia Robles Ramos, tres fusilados y el dolor de no conocer su paradero
-
Así eliminó el franquismo a los periodistas leales a la República
-
Rafael Guervós Cantano, maestro de primeras letras, legado vivo de integridad moral y profesional
-
Concepción Gallardo, de miliciana en Loja a silenciada por el franquismo
-
La familia López Mingorance, símbolo de la masacre del Carrizal
-
José Raya Hurtado, el viejo socialista que proclamó la República
-
Luis Fajardo, el alcalde que escribió una carta desde la cárcel, antes de ser fusilado
Puedes consultar también los reportajes de la primera temporada del Foro de la Memoria en los siguientes enlaces:
-
Antonio García Ordóñez, último superviviente de la Agrupación Guerrillera de Granada
-
La historia de la familia Miranda, masacrada por el fascismo
-
Manuel Valor Cara, de la cuesta del Pino al campo de concentración de Albatera
-
La lucha de un hijo para que no se olvide a su padre, el concejal Juan Fernández Rosillo
-
Depuración de maestros republicanos, uno de los episodios más infames de la represión franquista
-
Jesús Yoldi Bereau, profesor de la Universidad, intelectual y alcalde
-
Recordando a Matilde Cantos Fernández, una feminista 'avant la lettre'
-
Agustina González López, La Zapatera, fusilada por romper moldes
-
José Becerril Madueño, defensor de una avanzada educación pública de calidad, al servicio de Baza
-
Pedro Domínguez Mazo, el escultor bilbaíno fusilado en Víznar
-
Menoyo Baños, semblanza del ingeniero militar comprometido con la República
-
Últimas horas de Federico en el Gobierno Civil, lugar de violencia, terror y represión
-
Dióscoro Galindo, el maestro cojo fusilado junto a Federico García Lorca
________________________________________________________________
También te pueden interesar los siguientes artículos y reportajes: