El Fondo de la Cuestión (IV). La Convivencia en Libertad
Continuo la serie de post llamada "El fondo de la cuestión" en la que ya anuncié que pretendía, sin acritud, reflexionar sobre algunas decisiones y líneas políticas adoptadas por el Gobierno de España, intentando ir al fondo del asunto y procurando esbozar algunas causas y consecuencias de dichas decisiones. Por dos motivos. Porque dichas decisiones existen y afectan a la vida de la gente, aunque haya a quienes les chirríen las mismas. Y porque ya se encargan otros de hacer ruido y vomitar odio y rencor hacia el gobierno de la nación, obviando las decisiones políticas que se están adoptando. En esta ocasión me referiré a la convivencia en libertad entre ciudadanos, opiniones y actitudes.
Todos los modelos se pueden y se deben defender, aunque ello acarree algún que otro rasguño, cosa nimia si la comparamos con las siempre trágicas consecuencias que nos trajo la imposición de un modelo sobre otro. Cualquiera que no tenga puesta la venda del sectarismo y el electoralismo eterno, lo puede ver, y de hecho, lo ve
Un asunto complejo en el cual, pienso, que lo mejor y lo más acertado es lo que le está ocurriendo al gobierno socialista español. Que para unos, se cede a las presiones de otros. Y para otros, se cede a los chantajes de unos. Resulta obvio que si esto fuera así, ni unos ni otros estarían consiguiendo sus objetivos, pues la posición de centralidad que ostenta el gobierno, haría inalcanzables los mismos para ambas partes. Primer éxito para la convivencia: nadie impone a nadie sus modelos. Pero también cabría hacer la siguiente reflexión, que es la que defiendo en estas líneas. Ni presiones ni chantajes, sino reconocimiento y respeto a todas las posiciones, libertad hasta el límite legal para defender y reivindicar las mismas y derecho a hacerlo en plenitud. Nadie vence, ni nadie es derrotado de antemano, todos y todas conviven en la diversidad. Lógica y naturalmente, y tratándose de nuestra querida y sufrida España, nadie está contento ni satisfecho. Segundo y gran éxito para la convivencia en libertad: todos los modelos se pueden y se deben defender, aunque ello acarree algún que otro rasguño, cosa nimia si la comparamos con las siempre trágicas consecuencias que nos trajo la imposición de un modelo sobre otro. Cualquiera que no tenga puesta la venda del sectarismo y el electoralismo eterno, lo puede ver, y de hecho, lo ve.
Por tanto, el avance producido respecto a la etapa del PP es abismal. Cada cual defiende sus posiciones como mejor considera, normalmente procurando "fastidiar" al máximo al adversario (en formas, fondo, tono, escenificación y verborrea), el cual, por supuesto, pone el dedo en todas las llagas y tampoco se recata de procurarle el máximo fastidio posible. Infinitamente mejor y más democrático que los silencios y penumbras anteriores. Y el gobierno del PSOE, entre tanto, calmando y apaciguando, haciendo los oídos más sordos posibles al exceso de ruido, pero procurando el libre desenvolvimiento de todos y cada uno, que, lejos de mostrar agradecimiento ante la distensión, ahondan en los calificativos ya reseñados, "cede al chantaje de fulanito", "se arrodilla ante menganito". Y la sociedad,. mientras tanto, avanza, valora, contrasta, y pese a los intentos de tirios y troyanos, separa el grano de la paja y las voces de los ecos. Asigna responsabilidades a quienes crispan, otorga parabienes a quienes destensan y se forma su propia opinión, que para eso, todas las posturas y posiciones se expresan libremente.
Es ni más ni menos que la plena expresión del derecho a la libre expresión, democráticamente vehiculada, en una sociedad plural y diversa, que hace tiempo dejó atrás caducos clichés de temores, miedos y prejuicios absurdos
Es ni más ni menos que la plena expresión del derecho a la libre expresión, democráticamente vehiculada, en una sociedad plural y diversa, que hace tiempo dejó atrás caducos clichés de temores, miedos y prejuicios absurdos. Una sociedad que tolera, muchísimo mejor que algunos de sus actores políticos, incluso aprecia enormemente su pluralidad y su diversidad, y que cada vez más, hace el vacío político a quienes pretenden dar monsergas y moralinas, disfrazadas de golpes de pecho huecos, que ya apenas estremecen a los muy devotos o muy convencidos.
La convivencia, reconocida constitucionalmente, y que tanto parece atemorizar a los supuestos y fraudulentos defensores de la Constitución, que parece que la leyeron hace ya demasiado tiempo y no la han repasado. Esa convivencia por la que en otras partes del mundo se sigue derramando sangre. Esa convivencia que tanto parece molestar a nuestras derechas políticas y a muchos aprendices de progresistas. Esa convivencia en libertad que, como la otra noche relataba en la radio Josep Ramoneda, tolera y ampara en Estados Unidos la quema de la bandera. Pues por mucho símbolo que sea la bandera (que lo es), siempre lo será mucho más la libertad de expresión que supone quemarla, justamente en nombre de ella misma. O como cantaba el gran Loquillo "he modelado una bandera, que como todas, es para quemar".
No cejemos en esa batalla, la de la convivencia en libertad para ser libres. Y no pongamos ningún símbolo por encima del valor de la libertad, pues ésta es el mayor símbolo.
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