Esperanza de vida
Ray Kurzweil, director de ingeniería del gigante Google y uno de los principales expertos del mundo en inteligencia artificial, ha asegurado recientemente que las expectativas de vida del ser humano en no más de 20 años serán indefinidas, alcanzando el hombre, por fin, ese prístino sueño de inmortalidad con el que ha fantaseado desde la noche de los tiempos. Pronto, asegura el llamado por Forbes "máquina de pensar suprema", podremos imprimirnos con nuestro ADN los órganos que nos fallen o hacer una copia de nuestro cerebro y subirlo a la nube como el que sube el albúm de fotos del último evento familiar. Y si lo dice Kurzweil, con 15 honoris causa, al menos habrá que concederle el beneficio de la duda.
A mí, como a toda persona, esto me fascina por completo. Y me inquieta, claro. Me inquieta porque esta noticia evidencia, al margen de su concreción real, que estamos a las puertas de la revolución más importante que ha experimentado la especie humana desde su nacimiento y da la impresión de que aquí, abajo, en nuestro día a día, se impone la visión del dedo, ese dedo que señala la luna. Ante ese escenario desconcertante, y ya digo que al margen de la traducción real de esa "inmortalidad", resulta palmario que seguimos organizando el futuro sin tener en cuenta el envejecimiento de la población y su incontestable aumento de expectativas de vida. Seguimos sin querer mirar una realidad que avanza a un ritmo vertiginoso hacia no sabemos bien donde, pero estando seguros de que no se están dando los pasos en la dirección adecuada e, incluso, hay quienes se siguen empeñando en darlos en sentido contrario a lo que nos muestra la evidencia.
En Granada, desde el año 2008, tal y cómo publicó El Independiente de Granada hace unos días, -Tenemos muchos más ancianos, pero menos recursos para atenderlos- se ha duplicado el número de ancianos y los que superan los 80 años han crecido un 34 por ciento. Son los datos que más a mano a mano tenemos, pero obviamente no es un asunto local y la tendencia es general. Esa realidad exige repensar completamente el modelo de organización social y de producción que tenemos so pena de que en mucho menos tiempo del que pensamos nos encontremos con millones de personas mayores desamparadas, sin nadie que les cuide, sin sitio donde alojarse, donde vivir con dignidad. Ahora, imagínense si, además, se cumple la profecía de ese genio llamado Kurzweil. Apaga y vámonos.