Escuchar es acoger

Blog - La buena vida - Ana Vega - Sábado, 29 de Abril de 2017
"Al escuchar deberíamos abrazar al otro, arroparlo con nuestros gestos y nuestra actitud".
Hali Marten
"Al escuchar deberíamos abrazar al otro, arroparlo con nuestros gestos y nuestra actitud".

Es demasiado frecuente participar en conversaciones en las que cada uno de nosotros parece ir por libre; en las que se está más preocupado de preparar la respuesta que vamos a dar o esperando turno para contar lo que a nosotros nos interesa comunicar en lugar de escuchar lo que nos están contando.

También es fácil que utilicemos este intercambio de palabras para lanzarnos a exponer nuestras ideas, opiniones, experiencias….En lugar de ponernos en el lugar de la persona que tenemos delante para intentar comprender lo que siente, nos apresuramos a dar consejos sobre cómo afrontar la situación que le preocupa o a traer al caso momentos de nuestras vidas para ejemplificar cómo lo hemos afrontado nosotros.

Dedicar tiempo al otro y escucharle con calma ayuda a crear el clima necesario para sincerarnos y expresar qué o cómo nos sentimos, qué nos preocupa o que nos alegra

Al escuchar deberíamos abrazar al otro, arroparlo con nuestros gestos y nuestra actitud. Expresar emociones y sentimientos es algo lo suficientemente complicado como para además experimentar la decepción de que nuestro interlocutor se muestre poco receptivo o que la pregunta sobre tu estado es una mera fórmula de cortesía, la excusa para empezar a contarte cómo está él.

Dedicar tiempo al otro y escucharle con calma ayuda a crear el clima necesario para sincerarnos y expresar qué o cómo nos sentimos, qué nos preocupa o qué nos alegra; mantener una actitud generosa con el otro es esencial para no convertir una conversación en un monólogo y sólo así nos atrevemos a pedir lo que realmente deseamos.

Debemos escuchar atentamente lo que nos dicen, evitando el run run de nuestros pensamientos y nuestros prejuicios. Recibir lo que con tanto cuidado nos están dando y respetar sus tiempos. No caer en preguntarle cómo se encuentra para pasar inmediatamente a darle un informe completo sobre cómo nos sentimos nosotros. Que el interesarnos por alguien no sea simplemente una excusa para contarle cómo nos va en la vida.

Para empatizar y acompasar nuestro momento emocional con el otro, tendremos que estar atentos a lo que sus gestos nos transmiten, al lenguaje no verbal, a los silencios que a veces nos cuentan más que las palabras.

La asertividad es básica a la hora de expresar emociones o ideas; tendremos que hacerlo siempre sin minusvalorar las del otro aunque no las compartamos y respetando su forma de ver las cosas aunque nos mantengamos firme en la nuestra. Lo más difícil es evitar emitir juicios de valor sobre lo que nos cuentan; opinar no es prejuzgar y evitaremos dar consejos cuando no nos lo pidan.

Aún cuando la persona que tenemos enfrente reclame necesidades que entren en conflicto con las nuestras debemos atender la expresión de su demanda; luego, podemos exponer asertivamente que no estamos en condiciones de cubrirlas o de anteponerlas a las nuestras pero esto no excluye la escucha activa de las mismas.

Afrontaremos los posibles conflictos sin caer en la sumisión o la imposición, defendiendo nuestros derechos y alcanzando acuerdos superando el sentimiento de culpa que esta autoafirmación pudiera provocarnos. Si el acuerdo alcanzado parece justo a ambas partes, el conflicto habrá servido para crecer y mejorar. Promover y practicar la escucha activa favorece la comprensión y abona encuentros futuros.



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Imagen de Ana Vega

Licenciada en Filosofía. Experta en Género e Igualdad de Oportunidades y especializada en temas de Inteligencia Emocional. Con su blog, La buena vida, no pretende revelarnos nada extraordinario. Tan solo, abrirnos los ojos un poquito más y mostrarnos que la vida puede ser más llevadera.