Sierra Nevada, Ahora y siempre.

Envidia o hambre espiritual

Blog - La buena vida - Ana Vega - Sábado, 26 de Mayo de 2018
Cristina Vega

Hace unos días hablando con mis hermanas sobre las fotos y vídeos que me habían enviado del último de los viajes al que no pude acompañarlas y en el que se las veía disfrutar, les dije algo que solemos repetir con frecuencia: “Me estáis dando mucha envidia; pero envidia sana, eh! “. Al colgar el teléfono, pensé si acaso la envidia podía ser en alguna ocasión sana….

En el Diccionario de la Real Academia Española, este sentimiento se define como tristeza o pesar del bien ajeno; emulación, deseo de algo que no se posee. En fin, en otros diccionarios se refiere al deseo de hacer o tener lo que otra persona hace o tiene y con esto alude a ese sentimiento de tristeza o enojo que experimenta la persona que no tiene o desearía tener para sí algo que otra posee.

Sería un pobre concepto de uno mismo el que nos haría creer que necesitamos lo que otros poseen o vivir las mismas experiencias para ser felices.  Esta creencia deja al descubierto la inexistencia de unos objetivos propios, de un proyecto de vida genuino en la mayoría de los casos. Es mucho más cómodo vivir en la queja por no tener la misma suerte que los otros que trabajar y poner empeño en alcanzar lo deseado

La envidia sería una emoción compleja que estaría conformada por sentimientos y conductas que son provocados por desear lo que otros tienen o disfrutan y este malestar por el bien ajeno es para Antonio Marina fruto de compararse con los demás y de una baja autoestima.

Sería un pobre concepto de uno mismo el que nos haría creer que necesitamos lo que otros poseen o vivir las mismas experiencias para ser felices.  Esta creencia deja al descubierto la inexistencia de unos objetivos propios, de un proyecto de vida genuino en la mayoría de los casos. Es mucho más cómodo vivir en la queja por no tener la misma suerte que los otros que trabajar y poner empeño en alcanzar lo deseado.

Culpar al destino nos exime de volver a mirarnos por si lo que ocurre es producto de nuestra falta de voluntad o determinación. Mucho más productivo sería reconocer en el otro un modelo y acercarnos con la intención de aprender y descubrir si podemos aplicarnos el cuento. No digo que esto sea siempre posible o la solución a todos los males pero, por lo menos, si nos ayudaría a no malgastar la vida con estos sentimientos inútiles.

Querer vivir la vida de otros nos hace sufrir un "hambre espiritual" que diría Unamuno. Y esta hambre no lo soluciona ir al supermercado y comprar o comer de forma compulsiva. Esta hambre requiere  del esfuerzo de pararse a pensar dónde queremos llegar para después elegir el camino, sin intentar aligerar por atajos eludiendo esfuerzos. Una búsqueda personal de metas que den sentido a tu vida y dirigir todos tus recurso a alcanzarlas.

Y sería el camino lo importante, donde no estaría mal encontrar personas en las que reconocer un modelo a seguir; una fuente de inspiración para nuestro proyecto personal; alguien de quien aprender en lugar de alguien a quien envidiar. Sin perder de vista que cada uno y una de nosotras es irrepetible, maravillosas por diferentes. Estoy segura de que ganaríamos tiempo y salud si nos centráramos en eso, en nuestro propio recorrido.

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Y la recomendación musical de la semana:

Copa de Europa (Los Planetas)- J con el coro de la UGR

Imagen de Ana Vega

Licenciada en Filosofía. Experta en Género e Igualdad de Oportunidades y especializada en temas de Inteligencia Emocional. Con su blog, La buena vida, no pretende revelarnos nada extraordinario. Tan solo, abrirnos los ojos un poquito más y mostrarnos que la vida puede ser más llevadera.