Eneros
Enero como inicio o reinicio, como nuevo impulso o nueva fase, tras completar el ritual de la evaluación, del análisis de los nuevos objetivos, de los propósitos de enmienda y de la fijación de los nuevos retos, que a veces no son tan nuevos, ni son tan retos. Incluso, algunas veces, además de no ser nuevos ni retos, ni siquiera vienen acompañados de algún resto de espíritu navideño, ese que dicen que es conciliador, pacificador o amable. Me refiero a quienes establecen todo su empeño a partir de enero en "no admitiré, no toleraremos, no permitiré o no consentiremos", pero eluden establecer algún "si" a algo, ni siquiera un aventurado "veremos a ver", sea en lo individual o en lo colectivo. Pobre manera de afrontar el nuevo enero, sin duda.
Más pobre y desoladora es, aún, la manera que se basa en el viejo adagio de "hacer lo que yo diga, pero no lo que yo haga", pues traslada hipocresía e incoherencia, conceptos más bien alejados de lo que se supone un renovador ánimo propio de todos los eneros
Más pobre y desoladora es, aún, la manera que se basa en el viejo adagio de "hacer lo que yo diga, pero no lo que yo haga", pues traslada hipocresía e incoherencia, conceptos más bien alejados de lo que se supone un renovador ánimo propio de todos los eneros. Más aún, cuando tal dicho se sitúa en el campo de la dialéctica política, incluso post electoral, y vemos a "los nuevos" hacer exactamente igual que "los viejos", y a "los viejos" indicarle a "los nuevos" que es lo que han de hacer, justamente lo contrario de lo que ellos hicieron o dejaron de hacer.
Debe ser la paradoja que produce sentirse "nuevo" por el mero hecho de enunciarlo. O de ser "viejo" pese a no querer serlo. Como en el caso anterior, y como se ha señalado, pobre manera de afrontar el nuevo enero.
Tal vez Enero sea buen momento para ensanchar los campos de visión, agrandando la comprensión de la realidad y abriéndola a nuevas perspectivas. Eso es siempre de agradecer, sobre todo si va acompañado del hecho de ganar espacios de libertad
Tal vez Enero sea buen momento para ensanchar los campos de visión, agrandando la comprensión de la realidad y abriéndola a nuevas perspectivas. Eso es siempre de agradecer, sobre todo si va acompañado del hecho de ganar espacios de libertad. Ganar que es mucho más que recuperar, pues este segundo concepto implica que alguna vez se perdieron, o simplemente se dejaron correr, no se defendieron o no se fue consciente de su valor.
Todo para perfeccionar el análisis de cómo, dónde y cuando mejor emplear todo lo aprendido, compartido y vivido desde el anterior enero, que siempre es mucho, y siempre ha de servir para esa nueva fase del nuevo enero. Así es siempre y seguramente así será siempre, pues para eso es Enero, y conviene, en lo individual o en lo colectivo, fijar bien el objetivo y saber hacerse acompañar, que el siguiente enero no tardará en llegar.