'Earl Sweatshirt se siente mejor, y se nota'
Los últimos dos años han sido durísimos para todo el mundo. Sin embargo, irónicamente, a Thebe Kgositsile se le oye mejor que nunca. El rapero mejor conocido como Earl Sweatshirt venía de hacer una serie de discos cada vez más sombríos, que reflejaban un estado emocional y mental francamente preocupante. En I Don't Like Shit, I Don't Go Outside (2015) se nos avisaba ya desde el título que Earl no estaba demasiado bien. Tres años después, Some Rap Songs supuso un triunfo estético indiscutible. Para construir sus breves canciones, basadas en samples y loops densos y oscuros sobre los que enlazaba rimas complejas y fascinantes, se inspiró en lo que ya venía haciendo un grupo de raperos underground de la zona de Nueva York. Pero Earl perfeccionó el estilo hasta convirtirse en el modelo a seguir, y su mayor perfil comercial supuso un espaldarazo que ha consolidado la escena. Con el apoyo de uno de los mejores productores del mundo del hip hop, The Alchemist, cuyos EPs del año pasado son una gran introducción al mundillo, hay cada vez más MCs (Navy Blue, Wiki, MIKE, MAVI, Mach-Hommy) y grupos afines (Armand Hammer o la Bruiser Brigade de Detroit) que trabajan en esta línea.
Solo con oír su voz, significativamente más animada frente al punto aletargado y hasta intoxicado de los trabajos anteriores, se puede ver que Earl está en otro momento a nivel personal y artístico
Pero al mismo tiempo las letras daban aún más motivos para la preocupación. Las muertes de su tío y su padre, el trompetista Hugh Masekela y el poeta Keorapetse Kgositsile, dos leyendas del arte sudafricano, ocurrieron al final del proceso de grabación, pero ya antes Earl había escrito esas terribles y poderosas rimas sobre el abuso de sustancias, las heridas emocionales dejadas por sus dos familias, la de sangre y su antiguo grupo Odd Future, y la forma en que le rondaba la idea de quitarse de en medio. Mientras procesaba el duelo, compuso el EP FEET OF CLAY (2019), de sonido aún más apelmazado y con canciones aún más desconcertantes. Muchos fans sintieron que este trabajo era ya demasiado deprimente y arduo, hasta el punto de resultar obtuso. Parece que Earl los ha oído. Su nuevo álbum, SICK!, pese a tratar de forma más o menos explícita sobre la pandemia, es con mucho su disco más luminoso desde los inicios de su carrera. Solo con oír su voz, significativamente más animada frente al punto aletargado y hasta intoxicado de los trabajos anteriores, se puede ver que Earl está en otro momento a nivel personal y artístico.
Y es que en SICK!, según cuenta él mismo, quería recoger una mayor diversidad, tanto en cuanto al rango de emociones sobre las que rima como en lo relativo a la música: que reflejara mejor la totalidad de su vida y la complejidad de su gusto musical. Aunque no lo mencione directamente, la experiencia de ser padre sin duda ha sido fundamental para ese cambio en el trasfondo de su música. El caso es que este cuarto disco de estudio es diferente, más afilado, divertido y variado que Some Rap Songs. También es un álbum menos redondo, menos coherente. La introducción, por ejemplo, es algo desconcertante: “Old Friend” ya presenta las primeras referencias a la pandemia (“The cost of living high, don't cross the picket line and get the virus”), pero tiene una base que desorienta y acaba tan rápido que deja un poco a medias. Quizás por esa forma de ir tan directamente al grano, sin pompa ni concesiones, el disco gana fuerza conforme va avanzando y sus distintas caras se revelan.
Aunque el primer gran momento llega en la segunda canción, “2010”. Sobre una base psicodélica y enérgica, Earl encuentra variaciones a un mismo flow básico, examinando su proceso de recuperación tras estos años difíciles
Aunque el primer gran momento llega en la segunda canción, “2010”. Sobre una base psicodélica y enérgica, Earl encuentra variaciones a un mismo flow básico, examinando su proceso de recuperación tras estos años difíciles. “Foot shook ground when I stepped on it/Didn't look back when I broke soil/'Cause every time I did it would hurt more”, concluye, y parece claro que esos pasos que no está dispuesto a desandar lo llevan por buen camino, porque en el resto de la letra habla de triunfos y de tener la mente despejada. Después “Sick!” vuelve a esa estética narcotizada de sus anteriores discos, tanto en la base, que suena como amortiguada, como en sus flows y en la mezcla de su voz, algo sepultada. Aunque el sample final de Fela Kuti hablando de la dimensión política de la música sea un buen toque, se trata de la canción más mediocre del álbum. A continuación, “Vision” solo tiene un defecto: la aparición de ZeeloperZ, que aunque es muy admirado entre sus pares tiene una voz que a mí no me convence. Pero tanto la fantástica base, totalmente envolvente y con una percusión robusta, como la estrofa de Earl empiezan a transmitir la sensación de que el disco se está enderezando.
Esa sensación se confirma en “Tabula Rasa”, con el dúo Armand Hammer. Ya el año pasado Earl apareció en el notable Haram, y aquí ELUCID y billy woods le devuelven el favor con creces. Se trata de todo un despliegue de poderío de parte de tres de los mejores MCs del panorama, y es imposible declarar a un ganador. A continuación el nivel sigue muy alto con “Lye”, producida por The Alchemist, con ese ligero y alegre sample de vientos y guitarra. La letra también está entre las mejores, y parece contener la única referencia medio clara a su hije: “Sometimes the pain sit and fester into hate, beloved/I'm workin' on it/It's worth the time: further down the line/Might realize what's yours obviously mine”. Con ese bonito mensaje pasamos a “Lobby (Int)”, que pese a ser un interludio tiene una fuerza impresionante, gracias a su instrumental amenazante y el preciso flow a contratiempo de Earl.
Tras este chute de energía, el disco se cierra con el tono más relajado de “Fire in the Hole”, que empieza con un loop de sensual R&B y concluye con un extenso y melancólico solo de piano que nos lleva de la mano al final. Eso sí, no sin que antes Earl deje otra vez buena muestra de su talento con unas rimas internas brutales
En “God Laughs” la voz de Earl está como sumergida en la base, que tiene un encanto peculiar gracias a un sonido de xilófono que da una extraña ligereza al instrumental sin percusión, de modo que parece que la canción parece transcurrir bajo el agua. En contraste, “Titanic” es el intento de Earl de hacer un hit de trap agresivo, y lo consigue con cierta solvencia gracias a la agresividad de los flows y la letra; los curiosos ad-libs terminan de darle el toque. Encontramos también aquí algunas de las referencias líricas más claras, como cuando hace un guiño a su admirado MF DOOM al tiempo que habla de la pandemia (“Mask on like a supervillain”) o cuando habla de sus razones para dejar su Los Ángeles natal, dándole otra vuelta de tuerca a la letra de su propia canción “Nowhere2go” (“Home town hold me down like a rock/So you know how I gotta skip it”). Tras este chute de energía, el disco se cierra con el tono más relajado de “Fire in the Hole”, que empieza con un loop de sensual R&B y concluye con un extenso y melancólico solo de piano que nos lleva de la mano al final. Eso sí, no sin que antes Earl deje otra vez buena muestra de su talento con unas rimas internas brutales.
Y eso es el álbum: diez canciones y 25 minutos de rap puro, sin relleno alguno, pero aun así con una gran riqueza de estilos y registros. Es verdad que no tiene el impacto de Some Rap Songs, pero Earl sigue demostrando en SICK! que es uno de los grandes maestros al micrófono de nuestra era. Como plus, parece claro que a nivel personal Thebe Kgositsile se siente mejor que nunca, menos agobiado por sus traumas y adicciones y por el peso de su propia fama, más estable y en control de su narrativa. Creo que no es poca cosa, que no se puede dar por supuesto, porque, además, dado el perfeccionismo de su autor, es probable que no oigamos otro LP suyo en unos cuantos años. Quién sabe qué habrá sido del hip hop (y del mundo) para entonces. A disfrutar lo que tenemos, que es mucho.
Puntuación: 7.9/10