'DeJazz: de diálogos y rupturas'
Hace ya más de año y medio que comenté el momento dulce que vive la escena musical granadina. En mi opinión, los brotes verdes que veía en ese momento no han hecho más que florecer. Por un lado, en cuanto a lanzamientos de discos, si allí hablaba del debut en largo de Nievla, en 2024 los discos de varios grupos locales han alcanzado distintos grados de relevancia en el panorama nacional: el segundo álbum de Las Dianas y el debut de Amigas! han sido reseñados en Rockdelux, mientras que el primer LP de Ática fue señalado como uno de los mejores discos nacionales del año por Hipersónica. Y por supuesto está lo de Ramper, que firmaron por Humo Internacional y lanzaron al fin su segundo LP, Solo postres, uno de los discos más comentados y aplaudidos del año entre los aficionados al rock underground en España y parte del extranjero. Por otro lado, en cuanto a la música en directo, hablé de la aparición de Los Almendros y meses más tarde surgió también Poder Adolescente, otro colectivo DIY; juntos, han animado la programación musical punk en la ciudad. Los Encuentros Soundbox del Espacio Caja Sonora también han generado un nuevo lugar de encuentro cada otoño en torno a las músicas populares y urbanas. Mientras tanto, la Tuttipari se ha asentado como punto clave de la electrónica en Granada desde su apuesta orgullosa por crear espacios seguros para el colectivo LGTBIAQ+.
Carmen Martínez Alcolea, Miguel de Gemma y Alejandro Tamayo, todos ellos miembros destacados de la asociación, son los impulsores de este proyecto que, según fueron desgranando el sábado, pretende acercar el jazz al público en varios sentidos
Y luego está la escena de jazz. Como comenté en aquel artículo, la asociación Ool Ya Koo viene dinamizando el panorama con series de conciertos y jams semanales. Todo eso dio un salto cualitativo en enero del año pasado, cuando inauguraron su nuevo local en la calle Almona del Boquerón, consiguiendo de este modo tener su propio espacio en pleno centro de la ciudad. Ahora a los conciertos y jams se han sumado cursos, talleres y otros formatos imaginativos que reúnen varias veces a la semana a músicos y aficionados. Y precisamente en esa línea de echarle imaginación al formato va DeJazz, un nuevo proyecto que se presentó el sábado pasado en la sede de Ool Ya Koo. Carmen Martínez Alcolea, Miguel de Gemma y Alejandro Tamayo, todos ellos miembros destacados de la asociación, son los impulsores de este proyecto que, según fueron desgranando el sábado, pretende acercar el jazz al público en varios sentidos. Desde luego, el primero y más fundamental lo cumplieron con creces: el local estaba a reventar, los asientos estaban todos ocupados desde media hora antes del inicio del concierto y en total más de cien personas se reunieron para escuchar la propuesta.
Los otros significados de ese noble propósito son más complejos de precisar, y hubo que esperar al final de la tarde para terminar de hacerse una idea de lo que quieren hacer estos tres. Esa, no obstante, fue gran parte de la gracia
Los otros significados de ese noble propósito son más complejos de precisar, y hubo que esperar al final de la tarde para terminar de hacerse una idea de lo que quieren hacer estos tres. Esa, no obstante, fue gran parte de la gracia. La presentación estuvo dividida en dos fases: una primera, musical, en la que los músicos nos deleitaron con un concierto atípico; y una segunda, discursiva, en la que una mesa redonda de expertos comentaron el proyecto con la participación (y esto es clave) del público asistente. El concierto fue atípico por varios motivos, el más obvio de los cuales fue no contar con percusión: Tamayo tocó el contrabajo y, en un tema, la guitarra, Martínez Alcolea cantó y de Gemma alternó entre su saxo alto y el barítono. Si esto ya era llamativo, más aún lo fue el setlist, que incluyó desde standards tan melódicos como “Mean to Me” a canciones del bebop más ágil como “Farmer's Market”, pasando por composiciones propias como “S.C.”, de Miguel de Gemma, y se despidió con una versión de lo más inesperada: “Rabo de nube”, de Silvio Rodríguez. Esta diversidad les permitió desplegar todo tipo de tonos y energías, desde pasajes de ensoñación melancólica a solos agresivos y desafiantes.
Porque el otro objetivo declarado que tiene DeJazz es encontrar formas de acercar el jazz a nuevos públicos, especialmente los más jóvenes, empleando para ello las herramientas digitales que están modificando las formas de consumo musical y de comentario cultural
Estaba claro que habían querido subvertir las expectativas, y así lo explicitaron durante la mesa redonda. Según dijeron, DeJazz plantea como uno de sus objetivos dinamizar la idea de concierto tradicional, tratando de “romper la cuarta pared”: en los eventos que van a organizar, al igual que en este, va a haber una parte musical y después una parte de conversación entre músicos y público (no en vano el proyecto se subtitula “Diálogos Sonoros”). Pero es que la propia mesa redonda tampoco respondió a los estándares típicos del formato. El saxofonista Arturo Cid, el pianista y profesor de conservatorio Darío Moreno, la musicóloga y programadora cultural Sara Armada y el profesor de musicología y guitarrista Pedro Ordóñez intervinieron cada uno a su manera, sin seguir un guion preestablecido, apuntando distintos tipos de retos y tensiones que el proyecto se puede encontrar. Porque el otro objetivo declarado que tiene DeJazz es encontrar formas de acercar el jazz a nuevos públicos, especialmente los más jóvenes, empleando para ello las herramientas digitales que están modificando las formas de consumo musical y de comentario cultural. Para ello, en los días anteriores a los conciertos del proyecto, los músicos participantes realizarán entrevistas y otros “contenidos” que se compartirán en redes sociales.
Así, mientras que algunos en la mesa celebraban los esfuerzos por ir más allá de los formatos conocidos y por encontrar un espacio propio para el jazz en el mundo de la divulgación musical en redes sociales, otros señalaron los riesgos de caer en la rueda de la creación de contenido y de pensar el arte desde la noción de consumo
Así, mientras que algunos en la mesa celebraban los esfuerzos por ir más allá de los formatos conocidos y por encontrar un espacio propio para el jazz en el mundo de la divulgación musical en redes sociales, otros señalaron los riesgos de caer en la rueda de la creación de contenido y de pensar el arte desde la noción de consumo. Quizás el comentario más lúcido fue el de Ordóñez, que señaló tres retos esenciales para lograr los objetivos de DeJazz: encontrar un repertorio que invite a un público diverso, que no sea experto en jazz; “deslocalizar” el género, esto es, llevarlo a espacios que no sean los habituales y romper de ese modo las normas no escritas sobre qué repertorios y estilos pertenecen a qué lugares; y conseguir distinguirse en este momento de saturación de oferta, tanto en cuanto a música en directo como en su propuesta en redes. Los gestores del proyecto fueron respondiendo a estas intervenciones y, según reconocieron, aclarándose ellos mismos respecto a sus intenciones en el proceso. En cuanto a su estrategia en redes, propusieron como referentes de divulgación a gente como Jaime Altozano o Rick Beato por su capacidad de generar conversaciones sobre música con contenidos técnicos pero accesibles a públicos muy amplios. Por otra parte, habían elegido el Centro Federico García Lorca como lugar para desarrollar el ciclo de conciertos precisamente con el objetivo de llevar el jazz a espacios atípicos.
En cuanto al repertorio, esta fue precisamente una de las cuestiones que se elogiaron sobre el concierto cuando se abrió la conversación al público
En cuanto al repertorio, esta fue precisamente una de las cuestiones que se elogiaron sobre el concierto cuando se abrió la conversación al público. Y es que esta presentación fue un ejemplo del tipo de cosas que pueden pasar cuando nos salimos de los formatos predeterminados y abrimos la conversación; es decir, la presentación fue en sí misma una instancia de lo que el proyecto persigue. Así, uno de los asistentes, proveniente del mundo del teatro, les sugirió que no pensaran tanto en romper la cuarta pared y se centraran más bien en romper la quinta; mientras que otra mujer del público señaló lo importante que le parecía incorporar el feedback al espectáculo, enriqueciendo así tanto la escucha como la interpretación, e indicó que le había encantado el setlist (“para mí ‘Rabo de nube’ ha sido un regalo”). En esos momentos finales del coloquio, fue como si tomáramos consciencia de pronto de lo que había sucedido. Así lo señaló Sara Armada, que comentó que lo importante de generar espacios de diálogo como estos es que permiten que la música se vuelva más autoconsciente, más autocrítica, en suma, más reflexiva, y por tanto más abierta tanto para quien la ve desde fuera y tiene curiosidad como para quien está dentro y se puede cuestionar convenciones que se dan por supuestas.
El evento terminó con la revelación del cartel con la programación de los conciertos
El evento terminó con la revelación del cartel con la programación de los conciertos. Habrá un concierto al mes entre febrero y junio, todos ellos en el Centro García Lorca. La decisión de a quién traer ha obedecido a dos criterios: se ha querido reflejar la diversidad del jazz como género (otro de los elementos que destacó el público) y al mismo tiempo traer a artistas que, habitualmente, no llegan a Granada. Empezaremos con el gran batería y percusionista vasco Borja Barrueta, el 27 de febrero. Seguiremos con la trompeta del cubano Jorge Vistel el 27 de marzo, mientras que Alba Careta nos visitará desde Barcelona el 24 de abril para aportarnos su visión del mismo instrumento. El 15 de mayo vendrá Julia Sanjurjo, cantante argentina residente en Alemania. El ciclo se cerrará el 12 de junio con el concierto de Dani Pérez, guitarrista argentino afincado desde hace décadas en Barcelona. Sin duda una iniciativa valiente que abre debates interesantes y que se atreve a sostenerlos para ver adónde pueden llevar.