El Cristo de izquierdas
Hace poco estuve en un pueblo cercano a Granada invitado para que hablara sobre uno de mis libros. Cuando salgo por ahí y hablo con gente, siempre tengo los oídos en alerta amarilla por si algo de lo que me cuentan puede ser motivo para una columna o un escrito.
Muchas veces surgen historias que, pienso, tienen que ser conocidas por mis lectores. Pero a la hora de escribirlas me entra la duda de saber si hago bien contando aquello que me han contado, pues a veces no sé si los que me han referido la historia quieren que se sepa o no. Llegado a este punto uno de los artificios que tengo es narrar la historia pero sin hacer referencia al sitio o a las personas que me la han relatado. Y este es el siguiente caso.
El pueblo, como digo, está cerca de Granada y en él hay una magnífica iglesia del siglo XVI. En ella hay un cristo crucificado que tiene una historia detrás. Resulta que en 1940, recién acaba la guerra civil, los gerifaltes de una cofradía de Semana Santa encargaron a un escultor granadino un Cristo crucificado, pues el que tenían había sido quemado por los ‘rojos’ durante la contienda. El orfebre tardó varios meses en la tarea, a la que se dedicó en cuerpo y alma. Estaba muy ilusionado porque, además, el encargo le sacaría de algunos problemas económicos. Cuando terminó el trabajo y se lo llevó a los de la cofradía, estos se quedaron admirados. Era magnífico: la expresividad del rostro, el realismo del cuerpo, la sangre corriendo por el costado y las rodillas… El escultor estaba totalmente satisfecho de su obra, lo más hermoso que había hecho jamás.
Estaban todos emocionados viendo el encargo cuando un vocal de la cofradía ellos alertó a los demás de que el Cristo tenía, a su parecer, un gran fallo. “¿No os habéis dado cuenta de que el pie izquierdo está encima del derecho? En España nunca la izquierda estará por encima de la derecha”, sentenció. El imaginero se quedó de piedra. En este caso de madera. Él ni siquiera se había dado cuenta al hacer la obra. Lo mismo podría haber puesto la pierna derecha encima. El caso es que la cofradía se negó a recepcionar la obra y, por tanto, pagar al artista, el cual murió al poco tiempo muy triste y completamente arruinado. El Cristo quedó en un desván acumulando polvo, hasta que unos años después lo encontró una sobrina del escultor. Lo vio tan hermoso que lo limpió y se lo regaló a la iglesia del pueblo en el que nació su madre. Y allí está desde hace varios años el Cristo que tiene el pie izquierdo por encima del derecho, supongo que riéndose cada vez que comienza una campaña electoral y se habla tanto de derechas y de izquierdas en este país.