¿Una corona para un virus?

Blog - El ojo distraído - Jesús Toral - Viernes, 28 de Febrero de 2020
Tele 5

En el siglo XXI y en la llamada sociedad de la información tecnológica, muchos usuarios encontramos que nunca hemos estado más confundidos, más desinformados. Los canales de televisión no dejan de hablar de él, los periódicos y emisoras de radio le dedican especiales, las redes sociales arden de chistes y fakes news sobre el tema y solo un pequeño porcentaje de los medios de comunicación inciden en el hecho de que esta nueva enfermedad llegada de China no representa un peligro superior para nuestras vidas que una gripe común.

Nos aturden con cifras escalofriantes de pacientes aislados, con datos sobrecogedores de la paralización de la actividad en esos países donde está empezando a afectar con intensidad. Y, cuando ya estamos aterrados, nos sueltan que no hay tanto peligro, que el índice de mortalidad es muy pequeño y que con la llegada del verano muy posiblemente acabará disipándose

Nos aturden con cifras escalofriantes de pacientes aislados, con datos sobrecogedores de la paralización de la actividad en esos países donde está empezando a afectar con intensidad. Y, cuando ya estamos aterrados, nos sueltan que no hay tanto peligro, que el índice de mortalidad es muy pequeño y que con la llegada del verano muy posiblemente acabará disipándose.

Nos reenvían por WhatsApp mensajes sobre cómo hacernos una mascarilla casera teniendo en cuenta que se han agotado y que no se pueden comprar en ningún sitio, como si fuera la única manera de protegernos del aterrador virus; más tarde, nos explican que esas mascarillas no sirven de nada, que solo evitan que los enfermos diagnosticados contagien, no que el resto se infecte. Eso sí, Ana Rosa Quintana tras escuchar de boca de la directora de salud pública de la OMS que no son necesarias, asegura en su programa sin ningún pudor que «si las llevan los médicos, yo también».

Hemos conocido a un nuevo virus llegado de China que nos invade, que no es ni Samsung ni la telefonía móvil ni los establecimientos donde se vende de todo a un precio más que asequible. Primero, así, sin más, lo coronamos, lo convertimos en rey de virus y lo llamamos Coronavirus. Y cuando ya nos habíamos aprendido el nombrecito, nos explican que la Organización Mundial de la Salud ha decidido denominarlo COVID-19. No me pregunten por qué, habrá una razón, pero estoy seguro de que no es lo que más nos interesa a ninguno de nosotros.

Total, que nos encontramos lidiando con un virus que está claro de que va a afectar a millones de personas en el mundo, como ocurre con la gripe común, pero que eso no significa que vaya a devastar la humanidad al estilo de Walking Dead, pese a que muchos anden ya tratando de buscar negocio en la sociedad postapocalíptica que presuntamente surgirá tras la invasión de esta enfermedad.

Y antes de escondernos bajo las sábanas de nuestras camas, que desde pequeños por alguna extraña razón hemos considerado inexpugnables ante ruidos inexplicables y terrores varios, como si en vez de estar hechas de tela lo estuvieran de acero, también nos enteramos de que si este bichito oriental ha afectado a cerca de 100.000 personas y ha acabado con la vida de cerca de tres mil en el mundo, solo la gripe común se llevó en España en la última campaña a 6.300 personas y causó 525.300 enfermos.

De forma que está claro que no se trata de la histórica gripe española ni de la peste; sin embargo, todos los medios de comunicación se han puesto a su servicio, como si obedecieran órdenes superiores.

Es lo que ocurre en una sociedad en la que el cúmulo de información que nos bombardea por doquier se transforma en manipulación, en ignorancia, en falta de rigor. Y a ello contribuyen los gobiernos especialmente, porque vamos a ver, si no se trata de un virus tan extremadamente grave por qué se pone en cuarentena a hoteles completos, por qué se aísla a cada uno de los pacientes como si del ébola se tratara, por qué se van actualizando datos a cada hora…

Siempre, en estos casos, aparecen las teorías conspirativas y, seamos realistas, motivos para sospechar hay. La tensa relación entre China y Estados Unidos para ostentar la supremacía tecnológica mundial se ha puesto de manifiesto en los últimos años de la forma más férrea. Y después de que ese sucedáneo de presidente norteamericano no haya tenido objeciones para jugar con las vidas de medio mundo, tampoco me parece disparatado que él haya tenido algo que ver.

La propia Federación de Asociaciones en Defensa de la Sanidad Pública ha alertado esta misma semana de que la infección por coronavirus se está magnificando por intereses económicos. Desgraciadamente, no han querido ser más valientes y especificar a qué intereses se refieren concretamente.

Es lo que ocurre en una sociedad en la que el cúmulo de información que nos bombardea por doquier se transforma en manipulación, en ignorancia, en falta de rigor. Y a ello contribuyen los gobiernos especialmente, porque vamos a ver, si no se trata de un virus tan extremadamente grave por qué se pone en cuarentena a hoteles completos, por qué se aísla a cada uno de los pacientes como si del ébola se tratara, por qué se van actualizando datos a cada hora…

Así que os animo a reducir el consumo de redes sociales y de televisión para informaros de este asunto, a mantener la calma y a olvidaros de estúpidas mascarillas que no podrán evitar que enferméis, por más que Ana Rosa Quintana esté empeñada en ponérsela

Entiendo que se trata de una enfermedad nueva y que hay que extremar precauciones, pero no me cabe en la cabeza que intenten aterrarnos por un lado con «que viene el coco» y por otro señalar que no hay por qué asustarse.

Hablan de consecuencias en el turismo, como si este virus se conformara con el sol de España o Italia y no fuera a viajar al resto del mundo. Es obvio que dado el nivel de contagio actual, acabará afectando a toda Europa y por tanto evitar viajar a España o a Italia no va a impedir que él haga el desplazamiento contrario.

Así que os animo a reducir el consumo de redes sociales y de televisión para informaros de este asunto, a mantener la calma y a olvidaros de estúpidas mascarillas que no podrán evitar que enferméis, por más que Ana Rosa Quintana esté empeñada en ponérsela. Y, eso sí, si notáis síntomas no llaméis a Antena 3, La Sexta o Telecinco para contar vuestro testimonio; es mejor que os trasladéis a un centro sanitario y que allí os traten porque casi con total seguridad acabaréis dejando atrás a este virus coronado y volveréis con normalidad a vuestra vida.

 

 

 

 

 

Imagen de Jesús Toral

Nací en Ordizia (Guipúzcoa) porque allí emigraron mis padres desde Andalucía y después de colaborar con periódicos, radios y agencias vascas, me marché a la aventura, a Madrid. Estuve vinculado a revistas de informática y economía antes de aceptar el reto de ser redactor de informativos de Telecinco Granada. Pasé por Tesis y La Odisea del voluntariado, en Canal 2 Andalucía, volví a la capital de la Alhambra para trabajar en Mira Televisión, antes de regresar a Canal Sur Televisión (Andalucía Directo, Tiene arreglo, La Mañana tiene arreglo y A Diario).