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Bondades del pensamiento positivo

Blog - La buena vida - Ana Vega - Jueves, 7 de Mayo de 2015

"Sólo existen dos días al año en que no se puede hacer nada. Uno se llama ayer y el otro mañana. Por lo tanto hoy es el día ideal para AMAR, CRECER Y PRINCIPALMENTE VIVIR" ( Dalai Lama ). Esto es lo que me ha regalado el día, lo encuentro en el sobre de azúcar que acompaña mi café. Una invitación a disfrutar del momento y centrarme en el aquí y ahora, lo único de lo que soy realmente dueña; deleitarme en el aroma de mi café, agradecer el solecito que me calienta, el sonido de la risa de los de la mesa de al lado…complicado pero reconfortante. Sería estupendo que nos enseñasen a hacerlo desde nuestros años de colegio…Ser capaces de ver lo que de bueno tiene la vida.

La preocupación por el futuro parece endémica de nuestra sociedad; perdemos una cantidad increíble de momentos únicos en cada día preocupándonos por lo que ocurrirá en el futuro y no caemos en la cuenta que ni un solo segundo de preocupación servirá para mejorar la situación; es más, ni siquiera es seguro que aquello que tanto nos atormenta vaya a suceder realmente.

Y, en el caso de que ocurriera, un pensamiento positivo favorecería la elaboración de respuestas más creativas a las situaciones temidas y más acertados y sensatos los juicios y las decisiones adoptadas; como ponen de manifiesto numerosos estudios experimentales. Así, Bárbara Fredrickson sostiene que las emociones positivas (alegría, entusiasmo, satisfacción, complacencia,...) tienen la facultad de ampliar el repertorio de pensamientos y comportamientos disponibles para desarrollar en momentos futuros de crisis; los momentos placenteros y agradables de hoy tendrían efectos beneficiosos duraderos y nos prepararían para sobrellevar mejor los momentos duros a los que tendríamos que enfrentarnos mañana.

Las emociones negativas como la ira, el enfado, la culpa, la angustia,…disminuirían el número de respuestas posibles a futuros problemas, las soluciones que se nos ocurrirían además de menores en números, serían más cristalizadas, menos originales, fijas y poco hábiles socialmente. No sólo eso, también influirían en nuestra forma de procesar la información que llega a través de nuestros sentidos y en lugar de ver el bosque nos quedaríamos simplemente con los árboles.

¿Necesitamos más motivos para esforzarnos en procurarnos emociones positivas todos los días? Pues las emociones positivas además de elevar el nivel de bienestar y felicidad, están relacionadas con la prevención de enfermedades, y la menor intensidad y duración de las mismas ya que deshacen  los efectos negativos que sobre el sistema cardiovascular tienen el estrés , el miedo, la tristeza y todo el arsenal  que las emociones negativas suponen para la salud.

Así mismo, las emociones positivas aumentan la resiliencia de las personas, favorecen la recuperación de experiencias traumáticas y contribuyen a aumentar nuestras herramientas de afrontamiento de situaciones difíciles, haciéndonos más fuertes ante la adversidad  y menos proclives a caer o recaer en una depresión.

Por todo esto se hace necesario el aprendizaje del optimismo; dejemos de preocuparnos por todo, la enfermedad, el trabajo, la economía, la muerte, la seguridad, … y tendremos más herramientas y energía para pasar de la preocupación a la acción cuando la situación lo requiera. No hablamos de negar la realidad cuando esta es complicada sino de una gestión inteligente de nuestras emociones para que no se conviertan en un obstáculo más en los momentos difíciles.

Y recordemos, las emociones positivas facilitan el pensamiento flexible y las soluciones creativas, instrumentos imprescindibles para superar los problemas.

Imagen de Ana Vega

Licenciada en Filosofía. Experta en Género e Igualdad de Oportunidades y especializada en temas de Inteligencia Emocional. Con su blog, La buena vida, no pretende revelarnos nada extraordinario. Tan solo, abrirnos los ojos un poquito más y mostrarnos que la vida puede ser más llevadera.