'Black Country, New Road siguen en transformación'

Para quien descubra este blog ahora, un poco de contexto: soy muy, muy, MUY fan de Black Country, New Road. Los llamé “el nuevo único grupo que importa” en 2021, antes incluso de que lanzaran Ants From Up There (2022), que no me he cortado de calificar como mi disco favorito de todos los tiempos. La marcha de Isaac Wood del grupo me dejó emocionalmente tocado; la idea de que nunca veré “Concorde” tocada en vivo me entristece a niveles difíciles de expresar con palabras. En fin, que para mí un nuevo trabajo de estos seis (ay) músicos de Cambridge es siempre un evento marcado con colores fluorescentes en el calendario. Lo fue su último proyecto, Live at Bush Hall (2023), un disco en directo que constituyó la primera pista seria de hacia dónde se encaminaba el grupo sin Isaac. Se había acabado definitivamente el post-punk oscuro e inquietante de su debut: a partir de ahora se inclinaban más por la diversidad de tonos y cantantes, introduciendo como gran novedad un folk barroco colorido y costumbrista. Para mí, fue un disco esperanzador: se veían caminos posibles para el futuro de un grupo que había vivido un shock.
Descubrir que las tres integrantes mujeres iban a repartirse la labor como vocalistas me pareció un acierto
Mis expectativas para el tercer álbum de estudio, por lo tanto, eran muy altas. Descubrir que las tres integrantes mujeres iban a repartirse la labor como vocalistas me pareció un acierto: Lewis Evans, el saxofonista, claramente había sido el cantante menos sólido en Live at Bush Hall, mientras que Tyler Hyde transmitía una gran seguridad y naturalidad en ese rol y las canciones de May Kershaw me habían parecido de las más inspiradas. Por su parte, Georgia Ellery ya había demostrado su habilidad como cantante y letrista en Jockstrap. El marketing del disco había incidido en esa perspectiva femenina y en su contraste con la narrativa fuertemente masculina de Wood en los discos anteriores, y por supuesto ha habido un aparte del insufrible fandom del grupo que ha mordido ese anzuelo, criticando el "exceso de estrógenos" y acusándolos de haberse hecho woke. Huelga decir que me parece una idiotez ese razonamiento. Pero reconozco que el disco ha sido una pequeña decepción, y esto, de forma inevitable, sí que tiene algo que ver con el contraste entre los viejos y nuevos Black Country, New Road.
Compuesta y cantada por Ellery, la letra explora la belleza de la amistad profunda entre mujeres, junto con las tensiones y ambigüedades emocionales que pueden atravesarla
Este contraste es especialmente obvio en la primera canción, que también fue el primer single: “Besties”. Compuesta y cantada por Ellery, la letra explora la belleza de la amistad profunda entre mujeres, junto con las tensiones y ambigüedades emocionales que pueden atravesarla. Es un tema interesante y bien planteado en lo lírico; sin embargo, desde la primera escucha me pareció que algo fallaba. Ya desde ese inicio con un solo de clavecín que estalla de pronto en un gran pasaje orquestal, la sensación es que el grupo está intentando con todas sus fuerzas crear un tapiz instrumental fastuoso y florido, introduciendo requiebros sorprendentes y vistosos. El problema es que esto no lo hacen al servicio de la canción, procurando que esta brille: el preciosismo de la banda aturde al oyente y acaba por opacar la progresión melódica y la historia que cuenta la letra, restándole impacto en vez de aumentarlo. Hay gente que se ha quejado del nuevo estilo del grupo porque le ha parecido buenista, o ñoño; a mí esto nunca me pareció un problema (“Up Song” es de mis canciones favoritas de esta nueva era) hasta que oí este tema. Aquí, la fanfarria acaba por fagocitar al talento.
En general, la primera mitad del álbum padece de este problema, aunque no siempre de una forma tan aguda. Me resulta especialmente evidente en “Salem Sisters”, donde los cambios constantes en los patrones rítmicos, por ejemplo, me parecen gratuitos y me cansan rápidamente, pese a ser una canción bastante corta. Algo más efectiva es “The Big Spin”, el otro corte de duración estándar para una canción pop, gracias a un mejor ajuste entre los arreglos y la propia estructura de la composición y un uso más inteligente de las dinámicas, aunque también deja una sensación de mareo que no es muy halagüeña. Y “Mary”, que de nuevo contiene una letra interesante sobre el bullying, choca sin embargo con sus arreglos sin percusión, rústicos, con gran protagonismo de las armonías vocales, que le dan un aire soñador que no termina de casar con un tema tan crudo. Los mejores momentos de la primera parte del álbum vienen en los cortes más largos, “Socks” y, sobre todo, “Two Horses”, y en mi opinión no es casualidad. Estas composiciones más largas dan espacio para que los arreglos de la banda se desarrollen lentamente, en lugar de abrumar todos de golpe.
“Socks” ha sido descrita por el propio batería, Charlie Wayne, como un mini-musical en sí mismo, y esto implica que la banda siga la progresión emocional de la historia de manera más paciente
Así, “Socks” ha sido descrita por el propio batería, Charlie Wayne, como un mini-musical en sí mismo, y esto implica que la banda siga la progresión emocional de la historia de manera más paciente. El pasaje en que, tras referenciar a George Harrison señalando que “todo pasa”, la propia Tyler Hyde anuncia que vuelve el estribillo y recuerda que lo único que importa es lo que su pareja y ella han construido es genuinamente conmovedor. En el extremo emocional opuesto, “Two Horses” es una estupenda contribución de Georgia Ellery, que exhibe aquí su habilidad (ya mostrada con Jockstrap en “Glasgow”) para crear temas de folk sencillo en sus formas básicas, pero con un desarrollo complejo y una narración contundente, a lo Joni Mitchell. El violento clímax al que conduce la historia deja al oyente arrebolado y exhausto, aunque quizás la resolución del tema no sea totalmente redonda en lo musical. En cualquier caso, estas dos canciones son versiones bastante bien desarrolladas, si bien imperfectas, de dos caminos posibles para el grupo: la más teatral y la más pastoral.
La segunda mitad del álbum nos muestra mejores versiones de las vías que Black Country, New Road podrían explorar
La segunda mitad del álbum nos muestra mejores versiones de las vías que Black Country, New Road podrían explorar. Empieza con “Happy Birthday”, la canción más directa y transparente del tracklist: un tema de pop barroco con mucha garra en el que Hyde observa con compasión y algo de rabia a un personaje obscenamente rico. Sin necesidad de crear algo trascendental, aquí sí que funcionan a pleno rendimiento el excelente control de las dinámicas y la gran intuición de estos seis como músicos: el resultado es una buena canción de rock, ni más ni menos. A continuación llega “For the Cold Country”, donde May Kershaw compone un relato fascinante sobre un caballero medieval que contempla con fatalismo el fin de sus días como guerrero y busca una conexión que le salve de la prisión de remordimientos que él mismo se ha construido. Esta historia a lo Richard Dawson tiene una fuerza impresionante, sobre todo durante su potente crescendo central, gracias a la convicción en la voz de Kershaw y a un ingenioso truco de producción: mientras que la taciturna primera parte está grabada en mono, en ese momento en que el caballero abre su corazón pasa a estar en estéreo, con lo que el sonido se expande y se llena de color al mismo tiempo que la narración.
Ahora hay más voces, más direcciones creativas, más registros. Y quizás no todos funcionen del todo bien, pero esta variedad es valiosa
Y luego viene “Nancy Tries to Take the Night”, un monumento de canción sobre una mujer que se enfrenta a la decisión de si abortar o no, con un final trágico y sobrecogedor. Este es el tema que más recuerda al grupo de Ants From Up There, con esa primera parte construida en torno al diálogo de guitarras (acústicas en vez de eléctricas en este caso) y esa segunda mitad gobernada por un motivo minimalista de saxofón y piano que tanto recuerda a “Intro”, y donde la entrada repentina de una batería crujiente y fresca propulsa la canción hacia delante. Aquí se puede ver que el grupo no ha abandonado por completo ni el estilo musical ni la dureza emocional de su anterior etapa, que no todo es inocencia y cursilería, como pretenden algunos. La cuestión es que ahora hay más voces, más direcciones creativas, más registros. Y quizás no todos funcionen del todo bien, pero esta variedad es valiosa en sí misma y nos muestra a un grupo inquieto, dispuesto a explorar otras posibilidades.
Después llega “Forever Howlong”, otro tema sin percusión que, en esta ocasión, sí es coherente en su tono: es un retrato de un día gris y rutinario en la vida de una persona deprimida, dominado por unas flautas dulces mortecinas. Quizás no sea lo que mejor le viene al tracklist después de la potencia de los tres temas anteriores, pero el humor que despliega Kershaw en su letra y su interpretación vocal, pese a la pesadez de la temática, me parece meritorio. El último corte, “Goodbye (Don't Tell Me)”, es una nueva y efectiva combinación del romanticismo más optimista y brillante con una sombra de profunda melancolía, especialmente en esos coros a tres voces que tan bien despiden el álbum y que demuestran que esa riqueza en el apartado vocal es uno de las mayores activos de la banda.
En fin, que el cierre es marcadamente mejor que el inicio, y no todo lo que prueban funciona de igual manera
En fin, que el cierre es marcadamente mejor que el inicio, y no todo lo que prueban funciona de igual manera. El grupo ha declarado que, en el fondo, siguen recomponiéndose tras la marcha de Isaac. A fin de cuentas, han cambiado muchas cosas, y llegar a una identidad definida es difícil cuando estás probando diferentes combinaciones y direcciones todo el rato. Pero pareciera a veces que nos olvidamos de lo diferente que fue Ants From Up There respecto a For the first time, e incluso lo diferentes que eran las canciones en ese debut en largo respecto a las versiones en single. Black Country, New Road siempre ha sido una banda marcada por la evolución constante. Quizás aún tengan que terminar de afinar el tiro, pero en Forever Howlong hay tantas muestras de que les falta un poco de trabajo para terminar de asentarse en este nuevo formato como de que siguen siendo el grupo capaz de encandilarnos. Al menos por hoy, yo elijo creer: BCNR, friends forever.
- Puntuación: 7.3/10
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