'El año de gloria del rap canario'

Blog - Un blog para melómanos - Jesús Martínez Sevilla - Martes, 6 de Junio de 2023
El rapero tinerfeño Cruz Cafuné.
IndeGranada
El rapero tinerfeño Cruz Cafuné.

El año 2016 fue bastante decisivo en mi trayectoria como aficionado a la música. Aún recuerdo la emoción que acompañó a mi descubrimiento del trap. Yo que era un aficionado al hip hop más clásico; que me había reído, desconcertado, de mi hermano y sus amigos cuando me enseñaron por primera vez “A.D.R.O.M.I.C.F.M.S.”, de Yung Beef, convencido de que me estaban tomando el pelo al decirme que les gustaba; yo, un old head de manual, comprendí de golpe que el trap era el punk del rap y me subí al carro con entusiasmo. Estaba pendiente de cada nueva canción de la PXXR GVNG, de Kinder Malo y Pimp Flaco, de Cecilio G. La implosión de mis estándares estéticos previos fue electrizante, y aunque rara vez vuelvo a algunos de esos artistas, pues el encanto de su música quizás fue algo efímero, dependiente del contexto, el efecto de esta demolición de lo que consideraba el “buen gusto” sí que fue duradero. De hecho, ahora considero que “A.D.R.O.M.I.C.F.M.S.” es la mejor canción española de la década pasada.

Si pensamos estas innovaciones a nivel geográfico, aparte de los obvios centros de Madrid y Barcelona había un lugar que destacaba claramente sobre los demás: Canarias

Al mismo tiempo que ocurría aquello, y de hecho tan mezclado que en el momento parecía la misma cosa, otros muchos artistas estaban ampliando la paleta de inspiraciones del hip hop y el pop patrio. Desde Bad Gyal a Dellafuente pasando por C. Tangana, estos innovadores miraban no solo a EE.UU. sino sobre todo a Latinoamérica y el Caribe, e incluso a las propias tradiciones locales como el flamenco, creando híbridos diversos entre sí pero unidos por la frescura y la libertad. Ahora bien, si pensamos estas innovaciones a nivel geográfico, aparte de los obvios centros de Madrid y Barcelona había un lugar que destacaba claramente sobre los demás: Canarias. Los colectivos Locoplaya (formado por Bejo, Don Patricio y Uge) y Broke Niños Make Pesos (cuyos miembros eran Ellegas, Indigo Jams, Choclock y Cruz Cafuné), junto a algún colaborador como One Path, se colaron en las conciencias de los aficionados a lo que se dio en llamar “música urbana” a base de rap, trap, R&B, reggaeton y otras músicas latinas. Con el tiempo, Cruz Cafuné, Bejo y Don Patricio se convirtieron en estrellas del rap patrio, con canciones número uno y millones de oyentes mensuales en Spotify.

La culminación de este proceso de asalto del mainstream por los artistas canarios llegó el año pasado, cuando Quevedo, un chaval de Las Palmas que en 2016 apenas tenía 14 años, lanzó la canción más escuchada en España en todo 2022, y la séptima más escuchada en el mundo: “BZRP Music Sessions #52”, más conocida como “Quédate”. Después de aquello, 2023 está siendo una auténtica vuelta de honor. Para empezar, el propio Quevedo lanzó en enero su primer LP, DONDE QUIERO ESTAR, que acumula dos discos de platino y aún a estas alturas de año está en el número 1 de las listas de ventas en España. No en vano, en la canción introductoria aparece Cruz Cafuné explicando que él había soñado con esta dominación musical por parte de artistas de las islas, incluyendo “que un canario sacaba el disco dеl año”. Debo decir que el álbum en sí es algo plano. Es cierto que contiene temazos: “PLAYA DEL INGLÉS” es irresisitible, mientras que “AHORA QUÉ” es un tremendo himno celebratorio (“2021 sembrar, 2022 recoger, 2023 coronar, 2024 desaparecer”). Pero también hay bastante relleno en forma de canciones bailables sin demasiados elementos que las distingan, además de algún desastre como el intento de meter guitarras grunge en “LUCES AZULES”. En cualquier caso, cumple su función.

Sí que es de admirar que el disco sea relativamente coherente a nivel estético, tirando en general de 808s y una misma gama de sintes, pero al mismo tiempo variado en cuanto a la energía de las canciones, que abarcan todos los registros imaginables para Cruzzi

Por otro lado, el disco que más expectación había generado en los últimos tiempos era el de Cruz Cafuné. Cada adelanto venía acompañado de nuevas teorías en Twitter rap España acerca de la fecha en que saldría, y cada vez que pasaba esa fecha había una nueva decepción. Finalmente el tercer álbum del tinerfeño nos llegó el pasado 26 de mayo. Lo primero que llama la atención es que Me muevo con Dios es un auténtico mastodonte de disco, con sus veintitrés canciones y más de hora y cuarto de duración. De hecho, diría que esta duración excesiva acaba siendo uno de sus principales defectos. Abundan las buenas canciones, pero también los temas anodinos y olvidables, y esto hace que la escucha se haga un poco cuesta arriba y entren ganas de seleccionar solo unos cuantos cortes y desechar los demás. Sí que es de admirar que el disco sea relativamente coherente a nivel estético, tirando en general de 808s y una misma gama de sintes, pero al mismo tiempo variado en cuanto a la energía de las canciones, que abarcan todos los registros imaginables para Cruzzi: desde el imparable torrente de flows de “Ja Morant” a la bailable mezcla de influenicas latinas y africanas de “Folelé”, pasando por el tono romántico y melancólico de “Close Friends☆”.

...los brutales despliegues de flow y talento narrativo que son “1€ cada vez” y “Me muevo con Dios” o, en línea con el tema de este artículo, el tremendo flex sobre el rap canario que se marca con Quevedo en “Sangre y fe”

Pero no todos los beats están a la altura de un disco de estas características: el de “LUISAViAROMA” tiene un piano que suena totalmente amateur y arruina la gran colaboración de LaBlackie, mientras que el de “ABAMA Jr. Suite” es francamente anónimo. Por otro lado, Cruz Cafuné parece estar convencido de que es capaz de emplear su voz en más registros de los que realmente domina: cada vez que se pone a susurrar (“s3_e07_theboondocks_dvdrip.mpeg”), a cantar muy agudo (“Cangrinaje”) o que modifican su voz para que suene más grave (“RE-UP”), el resultado es mediocre, cuando no ridículo, como en “FAXXXxxx”, sin duda la canción más molesta del LP. Y de las diez colaboraciones, en torno a la mitad aportan poco a la canción (aunque hay que reconocer que es muy loco que Westside Gunn aparezca en “Corintios 13:12”). Aun así, el disco tiene muchos momentos excelentes, como la divertidísima y minimalista canción de baile “4PREZ”, los brutales despliegues de flow y talento narrativo que son “1€ cada vez” y “Me muevo con Dios” o, en línea con el tema de este artículo, el tremendo flex sobre el rap canario que se marca con Quevedo en “Sangre y fe”. En fin, el disco es imperfecto, pero contiene argumentos más que de sobra para comprender el papel protagonista de Cruz Cafuné en la escena española.

Bejo y Cráneo, autores de El tobogán.

Tiene una vibra fresca, juguetona y algo psicodélica que combina las virtudes de ambos

Lo que quizás sea más sorprendente es que Bejo haya sacado su mejor disco en 2023. Llevo siguiendo al canario desde que lanzó “MUCHO” hace siete años, y siempre he tenido la sensación de que era una promesa nunca confirmada (al menos en formato largo: tiene singles excelentes a patadas). Fuera por intentar tocar demasiados palos o por pura falta de consistencia, sus dos últimos proyectos me habían decepcionado y estaba más o menos convencido de que ese álbum redondo con el que soñaba nunca llegaría. Resulta que me equivocaba: solo hacía falta el socio adecuado. El tobogán, su disco con el madrileño Cráneo, salió a mediados de mayo y es verdaderamente estupendo. Tiene una vibra fresca, juguetona y algo psicodélica que combina las virtudes de ambos. Sus diez canciones apenas suman media hora, pero pese a ello es un álbum de lo más satisfactorio que a buen seguro escucharé a menudo este verano.

Gracias a la amplia variedad de productores, aquí hay un poco de todo, y todo funciona. Estos dos dominan a placer los instrumentales más clásicos, como se ve en “Dry”, “Un clavo” o “Derrapando”, pero también despliegan su talento sobre beats más relajados y táctiles como los de “Nada” o la gran “Atmósfera”

Gracias a la amplia variedad de productores, aquí hay un poco de todo, y todo funciona. Estos dos dominan a placer los instrumentales más clásicos, como se ve en “Dry”, “Un clavo” o “Derrapando”, pero también despliegan su talento sobre beats más relajados y táctiles como los de “Nada” o la gran “Atmósfera”. “Tráelo” es un tema sensual y desenfadado con un gran estribillo de Cráneo (el madrileño está inspirado componiendo ganchos en este disco). Y luego hay algo curioso: tanto “Give me the Kush” como “Resaca” introducen sonidos mexicanos en sus instrumentales, cada una a su manera. La primera es un tema marihuanero en el que los dos MCs entrelazan versos afilados donde hablan de sus hábitos de consumo y los de sus amigos, usando muchos modismos latinos y especialmente mexicanos, mientras de fondo suenan unos requintos que transportan al país azteca. La segunda directamente utiliza elementos musicales de las rancheras y los corridos, y dado el contenido de la letra parece directamente influida por la reciente popularización de los corridos tumbados, que han llegado al top 10 en las listas estadounidenses.

El disco se despide con “El tobogán”, su tema más abstracto, no casualmente producido por el propio Cráneo, y lo deja a uno encantado y con ganas de volver a darle al play de inmediato

El disco se despide con “El tobogán”, su tema más abstracto, no casualmente producido por el propio Cráneo, y lo deja a uno encantado y con ganas de volver a darle al play de inmediato. Así pues, ya sea a través de la dominación comercial, creando expectación entre los fans o sorprendiendo con colaboraciones inéditas; con puro rap, invitando al baile o creando texturas interesantes; el caso es que siete años después, el rap canario está en lo más alto a todos los niveles. Ojalá que sigan creando música de esta calidad o incluso mejor en los próximos tiempos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Imagen de Jesús Martínez Sevilla

(Osuna, 1992) Ursaonense de nacimiento, granaíno de toda la vida. Doctor por la Universidad de Granada, estudia la salud mental desde perspectivas despatologizadoras y transformadoras. Aficionado a la música desde la adolescencia, siempre está investigando nuevos grupos y sonidos. Contacto: jesus.martinez.sevilla@gmail.com