'Se acabó'
Creíamos que los tiempos oscuros en los que la Universidad servía sólo a los intereses de unos pocos situados en la élite habían pasado. Que el advenimiento de la democracia a España tras la muerte del dictador había dejado las imágenes de las cargas policiales en los campus universitarios como recuerdos en blanco y negro para no olvidar que los espacios para el pensamiento deben ser libres y respetuosos con las opiniones contrarias. Creímos que con el marco constitucional que nos habíamos dado teníamos garantizada la libertad de expresión, de opinión y de cátedra. Y ahora, viendo lo que les ocurre a algunas brillantes profesoras que se niegan a corroborar el ideario que nos obliga a llamar mujeres a señores perfectamente socializados como tales y con su biología masculina intacta, volvemos la vista atrás mientras queremos convencernos de que esto es sólo una pesadilla.
Esto está ocurriendo en la Universidad Autónoma de Barcelona donde un grupo denominado Organización Juvenil Socialista de Cataluña (OJS-CAT) ha exigido en un vídeo difundido en redes sociales la “expulsión inmediata de la profesora de Antropología de la Educación [en referencia a Silvia Carrasco Pons] y sus compañeras de departamento por ser abiertamente tránsfobas”
Da la sensación de que ahora todo es más aséptico, más limpio, con menos polvo y humo, pero las intenciones continúan siendo las mismas. Los disparos ya no vienen de las armas portadas por quienes quieren imponer su pensamiento sectario, hoy las balas tienen forma de carteles de diseño a todo color con los que se intentan silenciar los discursos que no gustan. Y quienes realizan los llamamientos para que las masas se movilicen en nombre de la defensa de la libertad son también quienes llenan las redes sociales de vídeos en los que afirman haber sido elegidos para controlar los discursos del resto de los mortales y asegurarse que sólo conseguirán el sello pata negra aquellos que ellos toquen con su varita mágica.
Esto está ocurriendo en la Universidad Autónoma de Barcelona donde un grupo denominado Organización Juvenil Socialista de Cataluña (OJS-CAT) ha exigido en un vídeo difundido en redes sociales la “expulsión inmediata de la profesora de Antropología de la Educación [en referencia a Silvia Carrasco Pons] y sus compañeras de departamento por ser abiertamente tránsfobas”. También reclaman para sí, por el poder del que se han investido, “el control socialista de los contenidos que imparte”, en referencia a esta misma profesora. Lo han leído bien. Ahora, cierren los ojos y trasládense a las purgas universitarias llevadas a cabo por la dictadura franquista. Parece increíble, pero este es el ambiente que se respira en todas las universidades españolas donde cualquier opinión crítica con las identidades de género es vista como una amenaza y quienes las pronuncian pasan a ser fuerzas enemigas a batir. También ocurre en la Universidad de Granada.
Se acabó, ha dicho Silvia Carrasco. Con estas dos contundentes palabras, la profesora catalana se ha unido a este mismo grito lanzado por docentes universitarias feministas allende nuestras fronteras que han optado por la vía de la denuncia judicial para atajar estos señalamientos y rebelarse contra la imposición de la ‘inqueersición’ y sus identidades sentidas
Y, lo peor de todo, no es que un grupito de estudiantes con la vida solucionada, que se llena la boca con consignas a favor de la clase trabajadora y el proletariado mientras sus vidas laborales permanecen sin mácula, pida la cabeza de una profesora, sino que desde el rectorado se tenga conocimiento de estos hechos y se mantenga la más absoluta pasividad. La Universidad parece haber dejado de ser una institución donde se trabaja con el conocimiento para convertirse en una fábrica de cerebros en serie, uniformes y aleccionados, listos para seguir consignas mientras sus responsables aplauden desde sus sillones. Lamentable espectáculo.
Se acabó, ha dicho Silvia Carrasco. Con estas dos contundentes palabras, la profesora catalana se ha unido a este mismo grito lanzado por docentes universitarias feministas allende nuestras fronteras que han optado por la vía de la denuncia judicial para atajar estos señalamientos y rebelarse contra la imposición de la ‘inqueersición’ y sus identidades sentidas. Así lo han hecho en los últimos años las británicas Jo Phoenix, Denise Fahmy y Maya Forstater quienes han ganado sus demandas a los centros docentes que las despidieron. En este momento, la investigadora española en la City University de Londres, Laura Favaro, está pendiente del juicio que tendrá lugar el próximo mes de septiembre tras la denuncia presentada contra esta institución académica tras ser despedida después de presentar los resultados de la investigación para la que fue contratada y donde se concluye que las guerras de género dentro de la propia institución docente están afectando muy negativamente las carreras de quienes se niegan a corroborar creencias anticientíficas. Favaro mantiene abierto un crowfunding aquí para poder costearse el pleito