El Trato Andaluz.

Abstracción y aventura: sobre el hip hop “alternativo”

Blog - Un blog para melómanos - Jesús Martínez Sevilla - Miércoles, 10 de Diciembre de 2025
Earl Sweatshirt, Danny Brown y billy woods.
Fuente: The Quietus
Earl Sweatshirt, Danny Brown y billy woods.

Creo que es evidente para quien controle un poco de hip hop y me lea con frecuencia que tengo un gusto bastante particular en cuanto a este género. Por un lado, le doy bastante importancia a las letras; por otro, tiendo a inclinarme más por los sonidos considerados “clásicos” (todo el revival de los noventa que se está produciendo desde hace algo más de una década) o los más experimentales y cerebrales. Así pues, presto menos atención a los subgéneros más recientes como el trap, el drill o, sobre todo, el rage. No hay más que comprobar que, en mi extenso repaso en tres partes del estado del hip hop en 2025, no he hablado del disco de Playboi Carti y sí del de McKinley Dixon para entender mis filias y fobias. Así pues, tampoco sorprenderá que dedique este último artículo de 2025 antes de empezar con el repaso a lo mejor del año a hablar de tres discos obra de artistas que, en términos amplios, se podrían enmarcar dentro de la etiqueta de “rap alternativo”.

Se trata de artistas con bastante en común, a los que sigo con atención y de los que hablé por última vez hace justo dos años

Se trata de artistas con bastante en común (de hecho, este artículo de The Quietus de abril los comparaba expresamente), a los que sigo con atención y de los que hablé por última vez hace justo dos años. En noviembre de 2023 ya analicé conjuntamente los discos de Armand Hammer y Earl Sweatshirt con The Alchemist, dos de los lanzamientos más importantes del abstract hip hop de ese año. Ahora, se ha producido una inversión: el productor californiano ha colaborado en esta ocasión con el dúo neoyorquino, reeditando su alianza de hace unos años en el influyente Haram (2021), mientras que Earl ha lanzado el que técnicamente es su primer LP en solitario desde su ya lejano disco pandémico, SICK! (2022). Obviamente, quería aprovechar la oportunidad de volver a hablar a la vez de estos proyectos que comparten tanto terreno artístico; no obstante, esta vez mis sensaciones son menos positivas que con sus trabajos anteriores, por lo que he decidido añadir un tercer disco que me ha gustado más: el último LP de Danny Brown, Stardust.

La sensación es que no terminas de aterrizar en el disco hasta pasado el ecuador

Pero vayamos por partes: ¿qué onda con Armand Hammer y Earl? Sus discos han sido recibidos de forma bastante positiva, tanto en el nicho de fans del abstract hip hop como por el público más amplio. De hecho, Live Laugh Love, el álbum de Earl, está siendo considerado su mejor trabajo desde su obra maestra, Some Rap Songs (2018). A mí, en cambio, me ha dejado algo descolocado. El comienzo, con “gsw vs sac”, me resulta de lo más hostil, con sus mareantes samples, su letra impenetrable y ese chistoso monólogo final cuyo humor no conecta conmigo, dado lo extraño que es todo lo anterior. Tras esta extraña bienvenida, se suceden los cortes breves marca de la casa, pero aquí me parece por primera vez que su brevedad es un hándicap, ya que no terminan de desarrollar las ideas musicales y líricas que pretenden aportar. Así pues, la sensación es que no terminas de aterrizar en el disco hasta pasado el ecuador. La parte final, en cambio, está llena de canciones brillantes que expanden las reflexiones más positivas en las que Earl lleva trabajando estos últimos años, tras superar lo peor de su depresión. En particular, “TOURMALINE” es una de las canciones más bellas que ha firmado el californiano jamás, iluminado por el amor que siente por su esposa y el reconocimiento al cuidado que esta le proporciona.

Esos cuatro últimos temas casi redimen el álbum, pero honestamente prefiero escucharlos aislados, como un EP, y ahorrarme ese inicio tan confuso

Por su parte, “CRISCO” es un análisis mucho más maduro, con la perspectiva que da el tiempo, de las experiencias y emociones que lo llevaron al pozo en su adolescencia, incluyendo su complicada relación con su padre y cómo su propia paternidad ha cambiado sus percepciones al respecto. En “Heavy Metal aka ejecto seato!”, emplea imágenes de lo más poéticas y efectivas para explicar el papel que su arte ha tenido en su recuperación; en particular, me encanta el doble sentido de ese estribillo repetido como un mantra, “I released it” (“lo he lanzado”, en referencia al propio disco, y “lo he dejado ir”, en referencia a su enfado). Por último, “exhaust” es directamente una expresión de agradecimiento y apoyo a sus fans, un intento de que su música nos sirva al escucharla para lo mismo que le ha servido a él componerla (“More power to you, but it's no flowers in your vase/No amount of sugar gon' help with the taste/At the end of the day/It's really just you and whatever you think/I'm air mailing you strength”). Esos cuatro últimos temas casi redimen el álbum, pero honestamente prefiero escucharlos aislados, como un EP, y ahorrarme ese inicio tan confuso. Me alegro mucho de que Earl se encuentre mejor, pero a mí, al menos, Live Laugh Love no me transmite esa calidez que intenta enviarnos.

En cuanto a Mercy, el álbum de Armand Hammer con The Alchemist, me sorprende lo deslavazado que ha quedado, viniendo de un dúo que tiende a cuidar muchísimo sus discos como experiencias completas

En cuanto a Mercy, el álbum de Armand Hammer con The Alchemist, me sorprende lo deslavazado que ha quedado, viniendo de un dúo que tiende a cuidar muchísimo sus discos como experiencias completas. Estamos hablando de dos de los MCs más interesantes de todo el panorama, y desde luego no se les ha olvidado rapear. En particular, woods sigue creando estrofas tan fascinantes como las de “Calypso Gene” o “Dogeared”. La primera es un ejercicio narrativo de cualidades oníricas, que avanza por ideas aparentemente desconectadas hasta revelar que, en realidad, woods está recordando quedarse dormido en el asiento de atrás del coche de su padre (“The hum of the engine, the thrum of the seat/Father lift me out the car half dead, carry me in to sleep/That's still what love feel like to me”). La segunda empieza con una pregunta de una interlocutora anónima: “What's the role of a poet in times in like these?”. El neoyorquino no sabe qué contestar, pero describe su siguiente semana en detalle: cada verso recoge un diminuto pedazo de lo que le pasa mientras se queda dándole vueltas. Cuando ella vuelve a plantear la pregunta, su humilde réplica (“I'm still grappling”) esconde que la verdadera respuesta está en esa forma de reflejar la belleza de la vida cotidiana. Por su parte, ELUCID sigue destacando como una de las voces más características del rap actual. Sus flows en “Crisis Phone” o “Longjohns” son expresivos, mutantes, hipnóticos, y los ejecuta con la precisión y fluidez de un saxofonista de jazz.

El problema del disco, no obstante, es su inconsistencia. Su anterior álbum, We Buy Diabetic Test Strips, fue su LP más experimental; quizás incluso lo era en exceso, pero había una idea de conjunto. En cambio, este tiene canciones perezosas, que recuerdan demasiado a proyectos pasados: “Nil By Mouth” parece una versión menor de lo que hicieron en We Buy..., mientras que “Glue Traps” suena como un descarte de Haram y “Scandinavia” como un descarte del fantástico GOLLIWOG. También hay temas que no se desarrollan lo suficiente, como “u know my body” y “longjohns”, o que directamente descarrilan: el uso excesivo de efectos en la voz de ELUCID en “No Grabba” la convierte en la peor canción que le recuerdo al dúo. Los mejores temas están concentrados al inicio y al final: “Laraaji” impresiona con sus samples atronadores, “Peshawar” plantea una interesante letra sobre el arte creado por I.A., “California Games” es otra excelente colaboración con el propio Earl Sweatshirt (y ya van tres) y “Super Nintendo” es una nostálgica oda a la libertad de la adolescencia. Pero The Alchemist no ha hecho su trabajo como productor: no ha limado lo suficiente el fluir del tracklist, y se nota.

El de Detroit se dedica a rapear sobre bases de música electrónica, con especial protagonismo para los sonidos que ha dejado a su paso el hyperpop

Frente a esta sensación de estancamiento que me dejan los dos discos comentados hasta ahora, el de Danny Brown sí que supone una apuesta arriesgada e interesante. Quaranta, el último álbum de Brown, lanzado también hace dos años, había abordado su nueva perspectiva en la vida una vez alcanzada la cuarentena, destacando especialmente su paso por rehabilitación y su nueva vida sobrio. Stardust profundiza en ello, pero frente al tono calmado y algo sombrío del anterior LP, este es una explosión de color. El de Detroit se dedica a rapear sobre bases de música electrónica, con especial protagonismo para los sonidos que ha dejado a su paso el hyperpop. De hecho, doce de las catorce pistas del disco tienen alguna colaboración con un artista de esta nueva ola, con dos apariciones de Quadeca y otras tantas de underscores. Hay digicore en “Starburst”, bubblegum bass en “Baby”, breakbeat en “1L0v3myL1f3!”, hip house en “Lift You Up”, glitch hop industrial en “1999”, cruces de pop Y2K y eurodance en “Copycats”... Aunque muchos fans del hip hop no parecen haber conectado con algo tan poppy como “Green Light”, con ese estribillo de R&B sintético de Frost Children, a mí me parece un ejercicio artístico valiente y divertido.

Además, Brown se muestra aquí reflexivo, pero mucho más animado que en Quaranta, decidido a llevar una vida ordenada tras haber escapado con vida por poco. El álbum está atravesado por la voz de una narradora que habla sobre la creatividad como aquello que mantiene vivo a Danny, algo que acabó asfixiando con las drogas debido a sus miedos, pero a lo que quiere volver a aferrarse. Además, el propio rapero aborda cuestiones como su relación abusiva con las mujeres, los orígenes de la misma y los cambios que está emprendiendo al respecto (“What You See”), siguiendo una tendencia cada vez mayor en el hip hop; su amor por su pareja, que le ha seguido apoyando pese a sus recaídas; o su agradecimiento a sus fans, a quienes, al igual que Earl, se dirige en la última canción, “All4U”, afirmando que son su motivo para seguir haciendo música y mantenerse en el camino recto. Justo antes, en “The End”, aborda todo el arco temático del disco a lo largo de más de ocho minutos y en tres partes diferenciadas, incluyendo un estribillo en ucraniano y una estrofa en polaco de la gran Ta Ukrainka; una canción monumental que demuestra que, en efecto, pese a sus 44 años, Brown sigue siendo un artista creativo y sin miedo a arriesgar.

Lo que hace interesante a Stardust es que mantiene el espíritu de aventura que debería definir a cualquier proyecto musical que se pueda considerar “alternativo”

Así, los defectos del álbum, que los tiene (“Flowers”, “Whatever the Case” y “Right from Wrong” son canciones menores; en algunos momentos Brown no encuentra el flow correcto para estos beats tan peculiares), resultan secundarios. Lo que hace interesante a Stardust es que mantiene el espíritu de aventura que debería definir a cualquier proyecto musical que se pueda considerar “alternativo”. No quiero que se me malinterprete: que las etiquetas y adjetivos dejen de señalar una actitud y deriven en géneros con sonidos definidos no es malo, sino algo de lo más natural. Y los artistas también tienen sus identidades sonoras: no todos los proyectos tienen que reinventar la rueda. Pero, si tengo que elegir entre Live Laugh Love, Mercy y Stardust, me quedo con este último, entre otras cosas, porque me ha sorprendido. A esa sorpresa que provoca lo nuevo se refiere la narradora del álbum en “The End” cuando dice: “The real magic is found in the beginnings of things (...) Maybe we can capture the beginning again”. Es al intento de capturar esa magia a lo que yo llamaría “alternativo”, y eso es precisamente lo que define a Stardust.

 

Imagen de Jesús Martínez Sevilla

(Osuna, 1992) Ursaonense de nacimiento, granaíno de toda la vida. Doctor por la Universidad de Granada, estudia la salud mental desde perspectivas despatologizadoras y transformadoras. Aficionado a la música desde la adolescencia, siempre está investigando nuevos grupos y sonidos. Contacto: jesus.martinez.sevilla@gmail.com