Hablar salva: la historia de Isthar Saldaña, la ‘coach’ que convirtió su dolor en esperanza en ‘Habladurías’

Del silencio a la palabra
“Yo soy sobreviviente de un intento de suicidio cuando tenía 18 años”, cuenta sin rodeos. Durante años, esa vivencia permaneció oculta bajo capas de culpa, vergüenza y miedo al juicio ajeno. Todo cambió cuando, en 2018, comenzó a colaborar de manera voluntaria con una asociación dedicada a enseñar herramientas de gestión emocional a adolescentes.
“Ahí sentí que tenía sentido poner mi granito de arena. Cuando María de Quesada lanzó el proyecto La Niña Amarilla, me animé a contar mi historia por primera vez en su libro. Verbalizarla me ayudó a sanar, pero también me hizo descubrir que podía ayudar a otros”
“Ahí sentí que tenía sentido poner mi granito de arena. Cuando María de Quesada lanzó el proyecto La Niña Amarilla, me animé a contar mi historia por primera vez en su libro. Verbalizarla me ayudó a sanar, pero también me hizo descubrir que podía ayudar a otros”, explica.
Desde entonces, Isthar recorre centros educativos, acompaña a jóvenes y adultos y comparte su experiencia en charlas, talleres y proyectos comunitarios. “Transformé la peor etapa de mi vida en una fuente de aprendizaje y acompañamiento para otras personas. Fue como reconstruir mi historia desde la esperanza”.
Romper el tabú del suicidio
Aunque cada vez se habla más de salud mental, Isthar advierte que el suicidio sigue rodeado de silencio. “Los adolescentes no tienen problema en hablar del tema, pero los adultos sí. Hay miedo, incomodidad, incluso rechazo. A veces, cuando menciono la palabra ‘suicidio’, noto cómo se remueven las personas adultas”.
Relata una anécdota: “En un instituto, una profesora sustituta me preguntó de qué iba la charla. Cuando le dije ‘prevención del suicidio’, se quedó paralizada y me dijo que quizás era mejor que no estuviera en clase. En realidad, era ella la que se sentía incómoda, no el alumnado”.
Para Isthar, la prevención empieza por poder hablar, sin miedo y con responsabilidad. “Hablar de suicidio no lo provoca. Lo que provoca el silencio es la soledad”
Para Isthar, la prevención empieza por poder hablar, sin miedo y con responsabilidad. “Hablar de suicidio no lo provoca. Lo que provoca el silencio es la soledad”.
La metáfora de la granada
Uno de los momentos más impactantes de sus talleres llega cuando explica a los estudiantes cómo funcionan las emociones con una metáfora sencilla y poderosa: “En la vida, las cosas que nos suceden —un problema, una pérdida, una frustración— son como la anilla de una granada. Pero si dentro no hay pólvora, la granada no explota. ¿Y qué es la pólvora? Todo ese diálogo interno negativo, la autoexigencia, la comparación constante, la culpa. Cuanto más nos maltratamos por dentro, más riesgo hay de que explotemos por fuera”.
El objetivo, dice, no es eliminar los detonantes de la vida, sino aprender a vaciar de pólvora la granada: cuidar la autoestima, aprender a pedir ayuda, hablar de lo que duele. “El mayor acto preventivo es pedir ayuda antes de llegar al límite”
El objetivo, dice, no es eliminar los detonantes de la vida, sino aprender a vaciar de pólvora la granada: cuidar la autoestima, aprender a pedir ayuda, hablar de lo que duele. “El mayor acto preventivo es pedir ayuda antes de llegar al límite”, resume.
Escuchar sin minimizar
Isthar Saldaña señala que los adultos —familias, docentes, profesionales— tienen un papel crucial. “Muchas veces no vemos las señales porque no queremos verlas. Nos incomoda el malestar ajeno”, afirma. “No todo el mundo que pide ayuda lo hace llorando. A veces es una persona irritable, callada, que se aísla o cambia de humor. Si aprendemos a mirar de verdad, a no minimizar lo que vemos, podemos evitar mucho sufrimiento”.
Para ella, la prevención pasa por construir redes de escucha y comprensión. “Decir ‘no es para tanto’ o ‘tú lo tienes todo’ no ayuda. Lo que necesitamos es presencia, empatía y disponibilidad”
Para ella, la prevención pasa por construir redes de escucha y comprensión. “Decir ‘no es para tanto’ o ‘tú lo tienes todo’ no ayuda. Lo que necesitamos es presencia, empatía y disponibilidad”.
Cuidar a quien cuida
Escuchar tantas historias difíciles exige también cuidarse. “No podría sostener todo lo que escucho si no tuviera mis rutinas de autocuidado”, confiesa. En su día a día incluye el ejercicio físico, la meditación, la alimentación consciente y, sobre todo, el contacto humano. “Los abrazos me recargan. La oxitocina es medicina pura”, dice sonriendo.
Y añade: “He aprendido a hablarme bien. Cuando me sorprendo tratándome con dureza, me digo: ‘Isthar, no te mereces hablarte así’. Lo que enseño a otros lo practico en mí”
Y añade: “He aprendido a hablarme bien. Cuando me sorprendo tratándome con dureza, me digo: ‘Isthar, no te mereces hablarte así’. Lo que enseño a otros lo practico en mí”.
Un mensaje de esperanza
Antes de despedirse, Isthar lanza un mensaje a quienes trabajan con adolescentes: “Educar en emociones no es un lujo, es una necesidad. En cada aula hay alguien que lo está pasando mal. Si aprendemos a mirar y a escuchar, podemos salvar vidas”.
A los jóvenes, les recuerda: “Tu vida tiene valor, incluso cuando no lo ves. Pide ayuda, habla, comparte. Nadie se salva solo, pero entre todos sí podemos sostenernos”
A los jóvenes, les recuerda: “Tu vida tiene valor, incluso cuando no lo ves. Pide ayuda, habla, comparte. Nadie se salva solo, pero entre todos sí podemos sostenernos”.
Frases destacadas para recordar:
Sobre salud mental y prevención
- “Hablar de lo que duele es la mejor manera de prevenir que el dolor se convierta en silencio”
- “La prevención del suicidio empieza mucho antes de una ideación: empieza cuando alguien aprende a pedir ayuda”
“No hay nada peligroso en hablar del suicidio si se hace desde la responsabilidad y la empatía. Lo peligroso es callarlo”
- “No hay nada peligroso en hablar del suicidio si se hace desde la responsabilidad y la empatía. Lo peligroso es callarlo”
- “Educar en emociones no es un lujo, es una necesidad. En cada aula hay alguien que lo está pasando mal”
Sobre su historia personal
- “Transformé la peor etapa de mi vida en una fuente de esperanza para otras personas”
- “Durante años viví mi intento de suicidio con vergüenza y culpa, pero cuando empecé a contarlo descubrí que hablar sana”
- “Verbalizar mi historia me ayudó a cerrar heridas y a convertirme en la persona que necesitaba cuando era adolescente”
- “No soy ni más ni menos que nadie. Solo alguien que sobrevivió y quiere ayudar a otros a hacerlo también”
Sobre su trabajo con adolescentes
- “A los adolescentes no hay que hablarles desde la teoría, sino desde la experiencia y la autenticidad”
“Cuando les cuento que pedir ayuda es un acto de valentía, muchos se dan cuenta de que no están solos”
- “Cuando les cuento que pedir ayuda es un acto de valentía, muchos se dan cuenta de que no están solos”
- “El mayor acto preventivo es reconocer que no puedo con todo y permitirme pedir ayuda”
- “Ellos no necesitan que les demos sermones, sino que les miremos sin juzgar”
Sobre el autocuidado y el acompañamiento
- “No puedo cuidar a otros si no me cuido a mí misma. El autocuidado no es egoísmo, es supervivencia”
- “Hacer ejercicio, meditar, abrazar y hablarme bien son mis medicinas diarias”
“He aprendido a decirme: ‘Isthar, no te mereces hablarte así’. Ese es mi primer acto de salud mental”
- “He aprendido a decirme: ‘Isthar, no te mereces hablarte así’. Ese es mi primer acto de salud mental”
- “Cuidar el lenguaje interno es la base para vaciar de pólvora nuestra granada emocional”
Sobre esperanza y comunidad
- “Nadie se salva solo, pero entre todos sí podemos sostenernos”
“Las personas que sobrevivimos aprendemos a amar la vida con una profundidad distinta”
- “Tu vida tiene valor, incluso cuando no lo ves. Pide ayuda, comparte, habla”
- “Las personas que sobrevivimos aprendemos a amar la vida con una profundidad distinta”
- “Hablar de lo que duele no debilita: conecta, une y salva”
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