‘Decepción por la geopolítica’
No dudo de que la candidatura de Granada era, es y sigue siendo la mejor para ser la sede de la Agencia Estatal de Supervisión de la Inteligencia Artificial (AESIA), dado que confío en el criterio de los representantes de las instituciones que han participado en su elaboración.
La fortísima apuesta de Granada y su optimismo exacerbado, absolutamente convencida de su potencial por ser la sede de la agencia estatal, ha generado, proporcionalmente a la inversa, una extrema decepción, por no lograr la ansiada candidatura, tras un año de trabajo, que no olvidó la implicación de la ciudadanía
Por decisión del Consejo de Ministros, A Coruña se impuso a las otras 13 candidatas, entre las que figuraban Granada, Alicante, Ourense, Jerez de la Frontera, Salamanca, Segovia, Barcelona, Guadalajara, Leganés, Palma, Isla de Tenerife y Zaragoza.
La fortísima apuesta de Granada y su optimismo exacerbado, absolutamente convencida de su potencial por ser la sede de la agencia estatal, ha generado, proporcionalmente a la inversa, una extrema decepción, por no lograr la ansiada candidatura, tras un año de trabajo, que no olvidó la implicación de la ciudadanía.
Ha sido injusto, ante la ausencia de explicación por parte del Gobierno, al que se le acusa de agravio. Estamos indignados. Y cunde el derrotismo, -suena a fin de mundo-, que impregna la médula granadina, por no asentar con la sede un ambicioso cambio de modelo productivo, lleno de buenas intenciones, como capital de la Ciencia que somos, ciudad moderna y avanzada, que la realidad, se empeña a desmentir, con sus cifras de desempleados y escenas dantescas, como que barrios enteros en la zona Norte haya aún en pleno siglo XXI vecindad que paga sus recibos y sufra cortes continuados de luz.
Sin disponer de criterios objetivos, lo que tenemos, de momento, son las declaraciones de los implicados, a la espera de conocer una certera explicación sobre la decisión. Las de Granada ya las conocemos sobradamente.
Rebuscando en las reacciones de júbilo gallegas, advierto que la sede elegida, A Coruña, no solo llevaba el respaldo, como la de Granada, de su Gobierno autonómico, Galicia dio un paso más y en su candidatura incluía ayudas a la movilidad para los trabajadores desplazados y sus familias, con apoyo en materia de vivienda
Rebuscando en las reacciones de júbilo gallegas, advierto que la sede elegida, A Coruña, no solo llevaba el respaldo, como la de Granada, de su Gobierno autonómico, Galicia dio un paso más y en su candidatura incluía ayudas a la movilidad para los trabajadores desplazados y sus familias, con apoyo en materia de vivienda. No recuerdo que la apuesta autonómica andaluza contuviera ayudas semejantes. Andalucía, a diferencia de Galicia, tampoco cuenta con un plan estratéigco regional de Inteligencia Artificial, que la Junta se vio obligada a anunciar, cuando la carrera estaba muy avanzada.
Esgrimen desde Galicia su ecosistema empresarial específico, que respaldaba el proyecto, así como la red universitaria y de formación en el campo que acompaña la candidatura. No puedo comparar lo primero, pero en lo segundo, como mínimo, empatamos.
No creo que haya sido un fracaso. Todo lo contrario. Granada salía a competir y no hemos ganado. Y esta derrota debe consolidar y proyectar aún más a Granada como una capital mundial y de referencia en el ámbito de la Ciencia, la Tecnología y la Inteligencia Artificial.
Puede que el fracaso sí alcance a analistas que han telegrafiado una competición en la que se vieron ganadores desde el inicio, pensando en su propio beneficio, y que al tiempo se volverán en contra, jugando a ser pequeños dioses que daban y quitaban la condición de favoritos a ciudades, en las que nunca estuvo A Coruña, y desconocían que era lunes cuando se elegía las dos primeras sedes.
Porque junto a A Coruña también se eligió a Sevilla como sede de la Agencia Espacial. Una cuestión nada desdeñable, no sólo, porque esta sí, fortalece su potencial en este campo, con el desarrollo económico que conlleva para la capital andaluza, que ve como Málaga le cuestiona esa capitalidad, con la inestimable ayuda de la Junta.
Pero no, no es el fin del mundo para Granada, que cuenta con el proyecto más ilusionante de futuro, una envidia mundial, el IFMIF-DONES, que creará empleo y riqueza, desde un recinto, en Escúzar, que se rifan grandes multinacionales, para asentarse
Pero no, no es el fin del mundo para Granada, que cuenta con el proyecto más ilusionante de futuro, una envidia mundial, el IFMIF-DONES, que creará empleo y riqueza, desde un recinto, en Escúzar, que se rifan grandes multinacionales, para asentarse, como centro de plataformas logísticas. Caso de Lidl o de empresas satélites de Amazon. Y fue Europa quien a propuesta del Gobierno español eligió a Granada.
Como comentaba a nuestra noticia uno de nuestros lectores en twitter, Alberto Donaire: “Entiendo que haya frustración, pero no hiperventilen, por favor. Una agencia administrativa por sí misma no es ni el progreso ni creadora de desarrollo. Para eso hay que hacer otras cosas, y la Junta de Andalucía tiene presupuesto y competencias para hacerlo”.
Granada debe seguir hacia adelante y seguir compitiendo y apostar por su futuro. Y si quiere continuar por la senda de albergar sedes estatales, debe concurrir a la de Salud Pública, una a la que muchos pensaban era más idónea, después de que gobiernos autonómicos anteriores impulsaran la marca Granada Salud.
Pero esa era la apuesta del actual Gobierno andaluz, desde el principio. A la carrera por la Inteligencia Artificial se sumó al final, cuando le fue inevitable. Y la sanidad pública andaluza no está, precisamente, al alza, ni el futuro de la Escuela Andaluza de Salud Pública está siquiera garantizada
Pero esa era la apuesta del actual Gobierno andaluz, desde el principio. A la carrera por la Inteligencia Artificial se sumó al final, cuando le fue inevitable. Y la sanidad pública andaluza no está, precisamente, al alza, ni el futuro de la Escuela Andaluza de Salud Pública está siquiera garantizada, pese a Granada es una referencia en salud.
Injustamente, la derrota en la competición le genera un problema político a Paco Cuenca, que deberá afrontar cómo una de sus principales bazas, se convierte en un lastre. Porque la unidad institucional de la que presumía Granada como fortaleza de la candidatura se rompió poco después de conocer la adversa noticia, con declaraciones excesivas, que ponían el foco en el maltrato del Gobierno de Pedro Sánchez.
Había una salida elegante. Felicitar a A Coruña y asumir, con autocrítica o no, la derrota, lo que no hubiera mermado el trabajo de la candidatura. Emprender el camino del agravio y la queja, solo prolonga un debate agónico que solo reportará en el tiempo más críticas al Gobierno, puesto que es impensable que Granada recurra la decisión firme.
Nadie, tampoco en el PP, por supuesto, se ha preguntado por la influencia que en la elección de A Coruña ha podido ejercer el líder de la oposición, Alberto Núñez Feijoó. Porque quien no admita es un ingenuo, en una elección de este nivel, muy a nuestro pesar, como se ha visto, hay un mucho de decisiones estratégicas, fuera del pliego de condiciones y formularios
Nadie, tampoco en el PP, por supuesto, se ha preguntado por la influencia que en la elección de A Coruña ha podido ejercer el líder de la oposición, Alberto Núñez Feijoó. Porque quien no admita es un ingenuo, en una elección de este nivel, muy a nuestro pesar, como se ha visto, hay un mucho de decisiones estratégicas, fuera del pliego de condiciones y formularios.
Claro estaba que, si Sevilla se alzaba con la Agencia Espacial, no llegaría también a Andalucía la de Inteligencia Artificial. Hay tantas otras ciudades de España por reequilibrar, compensar y hasta agradar, que apenas cuenta con una sede de organismo periférico, o un parque tecnológico.
En 1992 Granada quiso ser Capital Cultural Europea. Y apostó internamente con fuerza, hasta que en un Ministerio la cuestión quedó zanjada. Sevilla tendría la Expo, Barcelona, la Olimpiada. Madrid sería Capital Cultural Europea, como así fue.
Bienvenidos a la geopolítica, para bien o para mal.