'Habladurías' 11+1 con Susi de León, presidenta UBUNTU, una explosión de optimismo y solidaridad, siendo mujer y hermana de dos personas que se suicidaron
Y eso es, con sus hechos, nos ha enseñado en este HABLADURÍAS, Susi de León, la presidenta de UBUNTU. La contacté a través de nuestro amigo común Miguel Guerrero. Susi de León, María Jesús de León, es una persona muy abierta, profesora de geografía e historia en un instituto en Grazalema y después de hablar con ella, entendí esa visión de servicio público y de ayuda que tiene en su corazón. Antes, su hermano se suicidó hace 26 años. Hace 14, su marido. Y de esos recuerdos, su participación en UBUNTU.
“Somos personas que hemos perdido a familiares por suicidio y bueno en mi caso he perdido a dos personas, primero a mi hermano Juan de la Cruz cuando tenía 30 años en el año 98 y luego tuve que pasar otra vez desgraciadamente por esta experiencia que nunca lo hubiera imaginado, pero lo viví de nuevo con mi marido, con Alberto, cuando él tenía 50 en el 2010, en una experiencia durísima"
Empezó contando qué es Ubuntu y quienes forman parte de la asociación: “Somos personas que hemos perdido a familiares por suicidio y bueno en mi caso he perdido a dos personas, primero a mi hermano Juan de la Cruz cuando tenía 30 años en el año 98 y luego tuve que pasar otra vez desgraciadamente por esta experiencia que nunca lo hubiera imaginado, pero lo viví de nuevo con mi marido, con Alberto, cuando él tenía 50 en el 2010, en una experiencia durísima. Realmente en esa época donde prácticamente no había nada en forma de ayuda, me vi sola, siendo mi duelo muy duro, muy devastador, pero tuve fuerza, quizás porque también había visto a mi madre vivir ese duelo cuando murió mi hermano y ella fue para mí un espejo, porque realmente no se salió del mundo, aunque es lo que te dan ganas”.
Y añade: “Tuve la gran suerte de poder encontrar herramientas y salir adelante por mí misma con ayuda también profesional, pero hice un libro, mi salida, mi herramienta fundamental fue escribir, a mí siempre me gustó mucho escribir y bueno pude volcar todo ese dolor y ese sufrimiento que llevaba dentro, en diarios, en cuadernos, en una historia larga de la que hice ese libro que se llama Amazonas en la Centella, que es un verso de Pedro Salinas. Gracias a ese libro me puse en contacto en el año 2019, justo antes de empezar el Covid en Cádiz con una gran persona que es el presidente de la asociación Papageno, Daniel López (con la que hicimos un podcast HABLADURÍAS), y bueno, él quiso crear un grupo de ayuda mutua para personas supervivientes, personas que hubiéramos perdido a familiares por suicidio. Y yo me acerqué a ese grupo para poderles regalar mi libro, porque me había hecho una autoedición y tenía unos cuantos ejemplares, y con esa idea de que les sirviera, me acerqué. Cuando llegué y me encontré con el grupo humano tan precioso que era ese grupo de ayuda mutua, con gente que estaba todavía muy al principio de sus duelos, me veían a mí que ya llevaba un tiempo, y me convertí sin querer en referente para esas personas. Y ahí me quedé. Y con el tiempo, al año ya de llevar ese grupito, fue cuando Daniel y nosotros mismos también nos decidimos a crear esa asociación, un poco para luchar frente a la Administración, para poder tener más entidad a la hora de expresar nuestro deseo y nuestra lucha de cara a la Administración, ese es el origen y nacimos hace ahora cuatro años, en diciembre justo de 2020”.
Es una situación que relatan algunos especialistas como como lo más devastador que te puede ocurrir en la vida. Es el duelo y la situación más dura a la que una persona se puede enfrentar, un duelo por suicidio. Porque realmente te deja fuera del mundo
Hablando de querer desaparecer, de huir de este mundo, se pregunta ¿Cómo se supera eso? Y se responde: “Pues muy difícilmente, la verdad. Es una situación que relatan algunos especialistas como como lo más devastador que te puede ocurrir en la vida. Es el duelo y la situación más dura a la que una persona se puede enfrentar, un duelo por suicidio. Porque realmente te deja fuera del mundo, quiero decir que te arranca las ganas de vivir (y lo repite) Porque realmente al no haber podido evitar la muerte de mi marido, él cae en una depresión, pero a raíz de un medicamento, que le dieron al detectarle el virus de la hepatitis C y el tratamiento que le ponen provoca depresión e intento de suicidio (lo pone el prospecto, matiza). Era una persona absolutamente normal, nunca jamás había tenido un problema mental. Y en ese momento pues lo desarrolló y desgraciadamente, no lo pudo superar y no encontró otro camino que ese. Y claro, yo, primero porque ya lo había vivido con mi hermano, no podía imaginar que pudiera volver a vivir en una situación tan devastadora, tan traumática, porque realmente te deja en shock. Y bueno, yo no es que quisiera quedarme fuera del mundo, es que me deja fuera del mundo”.
Y sigue contando la historia de su marido: “Fue una muerte por precipitación, yo me quedé totalmente traumatizada, no me podía ni asomar a una ventana. Muy duro de vivir. Pero bueno, ¿qué te queda? Yo tenía dos hijos y realmente no me podía morir con él. Yo estaba viva, me costó entender eso, me costó entender y superar sobre todo la culpa. Yo creo que hay dos partes dentro de nuestros duelos, que son las más difíciles de asumir y de encajar: una es la culpa, porque tú sientes que no tienes derecho a vivir, de alguna manera, aunque no los hagas conscientemente y que incluso detalles como comprarte ropa o tomar alimentos, yo los dejé sin darme cuenta”.
“Era como un autocastigo inconsciente, por ejemplo, no tomar cosas dulces, chocolate, jamón, una copa, cosas así, es como que sientes como que no tienes derecho a disfrutar de la vida. Y eso no eres consciente realmente cuando te está ocurriendo"
“Era como un autocastigo inconsciente, por ejemplo, no tomar cosas dulces, chocolate, jamón, una copa, cosas así, es como que sientes como que no tienes derecho a disfrutar de la vida. Y eso no eres consciente realmente cuando te está ocurriendo. Y eso por una parte y por otra, dentro del suicidio, toda muerte repentina que es devastadora, que cuando encima es por suicidio, hay un componente que es la voluntariedad, que es una falsa voluntariedad y yo a estas alturas ya lo entiendo. Porque realmente la persona que coge ese camino es porque realmente está sufriendo tanto que a veces lo hacen incluso por amor a nosotros mismos. Porque ellos se sienten incapaces de superar ese sufrimiento y ese dolor y piensan que nos están arrastrando a nosotros también. Yo creo que esa voluntariedad de que esa persona no ha pensado en nosotros cuando ha dado ese paso es muy dolorosa porque te están rompiendo ese proyecto de vida que podríamos tener juntos y todas esas circunstancias que suponen el perderlo así de esa manera tan brusca y tan repentina”.
Y sigue explicando: “Pero bueno, como se supera, pues muy poquito a poco, la mayoría con ayuda especializada, por eso es tan importante la situación que estamos viviendo en este país con la sanidad pública y la falta de recursos y es uno de nuestros puntos de reivindicación. En mi caso, bueno, yo tuve la fortuna de una persona que estoy trabajando, soy profesora, tengo mi sueldo y me pude pagar una especialista que me ayudase en ese camino, pero no todo el mundo tiene esa suerte y sobre todo a mí me ayudó mucho, escribir y refugiarme en la naturaleza. Para mí fueron mis grandes herramientas, necesité mucho tiempo a solas, vivir mi dolor a solas, no quería arrastrar tampoco a nadie y lo conseguí por suerte, porque no todo el mundo lo consigue. De hecho, por eso tenemos la asociación y los grupos de ayuda mutua, porque realmente los familiares de personas que se han quitado la vida por suicidio se convierten a su vez en uno de los grandes grupos de riesgo. Yo tuve la suerte de poder, entre una cosa y otra, ir encontrando herramientas y me ayudó mucho mi trabajo. El recuperar mi trabajo y el hablar con mis propios alumnos, que son adolescentes, me encontré tanto dolor y tanto sufrimiento callado en los mismos chavales, que bueno, compartir con ellos también fue para mí una herramienta de sanación y descubrir que había tanto sufrimiento escondido también en gente tan joven”.
“Me coincidió también el tsunami de Japón. Y como yo sentía ese tsunami en mí misma, pues fue como una metáfora de la vida que es mi vida y vi a una señora muy mayor que había perdido a toda su familia y ella lo buscaba entre los escombros. Ella se había salvado porque había ido a comprar al mercado"
Seguimos conversando Susi y yo sobre las vivencias que tuvo ella alrededor del suicidio de su marido: “Me coincidió también el tsunami de Japón. Y como yo sentía ese tsunami en mí misma, pues fue como una metáfora de la vida que es mi vida y vi a una señora muy mayor que había perdido a toda su familia y ella lo buscaba entre los escombros. Ella se había salvado porque había ido a comprar al mercado. Y de alguna manera conecté con su dolor tan fuerte, que sentí como una revelación, pues que el sufrimiento y la tragedia también forman parte de la vida, igual que la alegría y todo lo bueno. Y entonces en ese momento es como que la mano o el corazón se me abrió y acepté. Y yo creo que en el momento en que aceptamos es cuando realmente nos salvamos de caer en ese pozo y en esa oscuridad, porque vamos poco a poco ya como saliendo a la superficie”.
Y con la aceptación, de alguna manera, se sanó, como dice Susi: “Yo ahí decidí porque era lo único que podía hacer por él. El proceso de mi marido fue muy duro y muy injusto, porque como te digo empieza a raíz de un tratamiento médico, pero es que luego él realmente sobrevivió a su intento de suicidio y estuvo dos meses hospitalizado en la UCI, y luego realmente fallece por una negligencia médica. Yo tuve que denunciar al hospital, y frente a todo pronóstico, porque todo el mundo me decía que estaba loca, por denunciar que la vida de una suicida no valía nada, pero yo era lo último que me quedaba por hacer y él se lo merecía, y denuncié y gané. Y entonces, después de ganar ese juicio, me compré una casita en Grazalema, que es esta en la que estoy, es un pueblito de la montaña de la Sierra de Cádiz, donde más llueve toda España, y me vine aquí a refugiarme y a escribir, y estoy aquí dando clases en el Instituto de Grazalema, y muy feliz, la verdad, muy contenta. Un lugar precioso, que me gusta mucho, y es que la naturaleza, la necesitaba, es fundamental”.
Hablamos de lo importante que es escribir como elemento terapéutico para dejar de sufrir el dolor que conlleva la muerte, en su caso, de su marido: “Yo siempre me han ayudado mucho a vaciar y a poner voz a lo que siento por dentro”
Y así hemos ido hablando de diversas cosas como por ejemplo de su madre y su fortaleza “me parezco a ella”, de sus dos hijos y su manera de afrontar el suicidio de su padre. También de situaciones en su vida diaria como: “Yo miraba a los indigentes y realmente quería ser unas más de ellos. Conocí algunas historias realmente brutales”. Hablamos de lo importante que es escribir como elemento terapéutico para dejar de sufrir el dolor que conlleva la muerte, en su caso, de su marido: “Yo siempre me han ayudado mucho a vaciar y a poner voz a lo que siento por dentro”. Y añadió: “Hice un grupo de correo y contaba cómo me sentía y los reenviaba a ese grupo en el que estaba toda mi familia, todos mis amigos. Y mucha gente me decía que a la vez que le iban llegando mis correos, que yo iba de alguna manera contando cómo me sentía, cómo iba evolucionando, a ellos también les servía, porque a lo mejor ellos no eran capaces de poner palabra lo que sentían y se reflejaban en las mías, y eso me ayudó también mucho”. Y comenta sobre escribir el libro: “Es un libro que lo que intenta es ayudar precisamente al duelo, no específicamente al duelo por suicidio, y de hecho ha habido muchas personas que sin ser por suicidio que lo han leído y me han escrito de cómo les ha podido ayudar, y para mí eso es fundamental”.
“El grupo de ayuda es algo realmente curativo, porque no necesitas prácticamente hablar. Cuando llegas, las vivencias son tan comunes, a mí me sorprendía. Yo ya estaba fuera de mi duelo, tuve que caminar hacia atrás, porque yo ya había salido y me decía que para poder ayudar realmente necesitaba ir al principio, andar otra vez los mismos pasos que anduve en ese momento, y con el grupo me pasó exactamente lo mismo"
Hemos hablado también de Ubuntu: “El grupo de ayuda es algo realmente curativo, porque no necesitas prácticamente hablar. Cuando llegas, las vivencias son tan comunes, a mí me sorprendía. Yo ya estaba fuera de mi duelo, tuve que caminar hacia atrás, porque yo ya había salido y me decía que para poder ayudar realmente necesitaba ir al principio, andar otra vez los mismos pasos que anduve en ese momento, y con el grupo me pasó exactamente lo mismo. Cuando yo llegué, escuchaba a la gente de si esto es para siempre, no se puede superar nunca la muerte de un familiar de esta manera, incluso hay especialistas que lo dicen y realmente es evidente que esa cicatriz está ahí para siempre y es una vivencia muy traumática que yo puedo hacer entrevistas ahora y perfectamente hablar del tema, pero a veces cuando termino la entrevista, sin yo darme cuenta, igual estoy temblando todavía. Revivir esa vivencia, te hace contactar de nuevo con la herida. En mi caso, cuando llegué al grupo y con Daniel y Nuria, su mujer, que son personas realmente estupendas, se creó un vínculo tan, tan del alma, que de hecho el nombre de la asociación Ubuntu viene de ahí y que viene a decir que yo soy, como ser humano, yo soy persona, porque juntas somos, las demás. Realmente nos creímos la ayuda mutua, nos dimos cuenta de que la ayuda mutua era lo que realmente curaba y siempre decimos que somos como unos brazos que se abren hacia las personas, desde el primer momento. Se sienten como en casa. Por eso nosotros decimos que somos como una familia elegida. A veces funciona mejor incluso que la propia familia, porque te entiende mejor”.
Y sigue contando con esa expresividad que le marca a Susi: “Nosotros siempre decimos todo lo que sientas, está bien. No vamos a forzarte nunca a que salga. Si lo que quieres es estar en casa llorando, llora, es lo que necesitas en este momento. Pero piensa que no tienes que morir con tus muertos, sino que hay un camino por andar. Y que ese camino se te vaya abriendo a tu paso. Siempre hablamos también de las montañas rusas que suponen estos duelos, porque a veces vas avanzando y cuando menos te lo esperas, hay un paso atrás. Pero a veces ese paso atrás es hasta positivo, porque te hace coger fuerza para seguir avanzando y para reaccionar un poco mejor. En mi caso, la asociación me ha servido (dice que es una persona muy activista en lo social). No me ha costado nada el poder estar en la asociación Ubuntu. Sé que me ha tocado tirar mucho, efectivamente esto tiene un desgaste también, porque tienes que poner mucha energía y a veces ir recibiendo a las personas nuevas que van llegando y oír y escuchar los momentos difíciles de cada persona. Y tienes que tener mucha fuerza para poder afrontar el dolor ajeno, porque el dolor ajeno se mezcla con el tuyo propio, y, como te decía antes, te zarandea tus propias heridas”.
“Cuando yo volví a clase, el compartir con ellos como me sentía, les hizo a ellos abrirse y muchas veces contar tú no te puedes imaginar las historias que me empezaron a contar como el de una niña, que su padre, enfermo de cáncer, se estaba muriendo, esa noche la llama a ella para que suba a charlar con él, queriéndose despedir, pero la niña no es consciente porque nadie se lo ha explicado y al día siguiente, esa noche el padre muere y a la niña la mandan a clase"
Y cerramos hablando de los jóvenes, a partir de su alumnado: “Cuando yo volví a clase, el compartir con ellos como me sentía, les hizo a ellos abrirse y muchas veces contar tú no te puedes imaginar las historias que me empezaron a contar como el de una niña, que su padre, enfermo de cáncer, se estaba muriendo, esa noche la llama a ella para que suba a charlar con él, queriéndose despedir, pero la niña no es consciente porque nadie se lo ha explicado y al día siguiente, esa noche el padre muere y a la niña la mandan a clase y cuando llega al instituto es cuando se entera, claro, para quitarla de la casa y que no viera y cuando llega al instituto se entera por los compañeros que su padre ha muerto, imagínate. Como esa, te puedo decir un montón, que claro intentando protegerles que muchas veces es el error, porque el sufrimiento forma parte de la vida y no podemos tapárselo porque está y él lo gana. Entonces, yo ahí me lancé a hacer una actividad en el instituto por las tardes, fuera de horario, que yo lo llamé el Club de la Cicatriz, y era como un grupo, realmente de ayuda mutua entre ellos. El club de la cicatriz es una experiencia que a mí me ha marcado muchísimo. En cuanto escarbabas un poco y le dabas voz a los chavales, en seguida empezaban a hablar, una tenía su madre que a lo mejor era drogadicta, otra que estaba en la cárcel, ese grupo se amplió. Y yo lo que hice fue llenarle la mochila de herramientas, aunque simplemente el hablarlo ya les liberaba”.
De esos jóvenes del instituto, volvimos a Ubuntu y me contó para terminar la actividad que hicieron con jóvenes: Este año hemos hecho una sección joven, porque claro, nosotros... trabajamos con los adultos, pero nuestros hijos están ahí. Y como muchas veces participaban en algunas actividades, pero no tenían un espacio propio, entonces hemos creado dos grupos, uno de 20 años y otro de 30 años. Y tenemos todos los años en noviembre, el día del superviviente, el tercer sábado de noviembre, un encuentro en Cádiz y este año los hemos presentado. Hicimos una mesa redonda de supervivientes, pero jóvenes, dándole voz a ellos. No te puedes imaginar lo rico que fue, la rica que fue esa experiencia. Impresionante escucharlos a ellos y que diferente hablan a nosotros, a los adultos. Todo el mundo salió realmente maravillado de haber escuchado a los jóvenes. Yo creo que hay que darle más opciones a escuchar a los jóvenes”
Gracias Susi por este maravilloso HABLADURÍAS.
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