'Las ocho de AMANDA'
Ocho madres preocupadas por la salud de sus hijas e hijos que, sin ninguna señal previa, un día se presentaron ante ellas y se manifestaron como ‘trans” se han convertido hoy en trescientas desde que en septiembre de 2021 se constituyeran en la Agrupación AMANDA. De ellas, cuarenta y dos son andaluzas. En estos doces meses han buscado investigaciones médicas, han consultado con profesionales de la psicología, endocrinología y psiquiatría para saber qué les está pasando a sus adolescentes, especialmente niñas que, de repente, se identifican como hombres. Su trabajo ha sido exhaustivo y riguroso. Han solicitado entrevistarse con todos los grupos políticos y, algunos de ellos, ni siquiera han contestado a su petición.
Las ocho de AMANDA que ahora son trescientas, organizaron el pasado sábado 8 de octubre una concentración en Madrid en la que gritaron hasta quedarse sin voz ¡Aquí estamos las leonas! para defender con uñas y dientes la salud de su prole
Las ocho de AMANDA que ahora son trescientas, organizaron el pasado sábado 8 de octubre una concentración en Madrid en la que gritaron hasta quedarse sin voz ¡Aquí estamos las leonas! para defender con uñas y dientes la salud de su prole. “No contaban con las madres”, aseguran en todos los foros en los que se presentan porque, a pesar de los oídos sordos que se han encontrado entre alguna representación política, ellas no van a quedarse de brazos cruzados mientras los bloqueadores de la pubertad, los tratamientos con hormonas cruzadas y las cirugías que mutilan a sus adolescentes provocan daños irreversibles en cuerpos sanos cuidados con mucho mimo desde que llegaron al mundo. Conseguir que la conocida como Ley Trans no llegue a ser aprobada es su meta.
Sus hijas e hijos son víctimas de la Disforia de Género de Inicio Rápido por contagio social (DGIR) que está causando estragos entre adolescentes a edades cada vez más tempranas, un término que acuñó la doctora Lisa Littman en 2018.
Las ocho de AMANDA que ahora son trescientas a las que sus retoños sorprendieron con el pie cambiado, saben ya latín. Sus hijas e hijos son víctimas de la Disforia de Género de Inicio Rápido por contagio social (DGIR) que está causando estragos entre adolescentes a edades cada vez más tempranas, un término que acuñó la doctora Lisa Littman en 2018. Sin embargo, la disforia que manifiestan no es más que el síntoma de un padecimiento más profundo que es necesario diagnosticar y que los protocolos médicos en lugares como Andalucía, con leyes identitarias de ámbito autonómico, impiden realizar por considerarlos patologizantes. Una de las conclusiones del estudio de Littman es que el 80% de estos cuadros de disforia desaparecen sin ninguna intervención externa al superar la adolescencia. Y esto es lo que piden las madres, prudencia y espera atenta.
Las ocho de AMANDA que ahora son trescientas se alegraron, a finales del pasado verano, de la noticia que anunciaba el cierre, la próxima primavera, de la clínica Tavistock, el único centro de referencia del servicio público de salud en el Reino Unido para el tratamiento de menores y adolescentes que se identifican como “trans”. El informe independiente de la doctora Hilary Cass y los testimonios de médicos que habían trabajado allí alertaban de que el enfoque clínico y el diseño general del servicio no han estado sujetos a algunos de los controles de calidad habituales y que los tratamientos que se estaban suministrando eran experimentales.
Los binders son fajas muy fuertes para comprimir los senos de las niñas y adolescentes.
Las ocho de AMANDA que ahora son trescientas están siguiendo con interés el juicio a la organización benéfica Mermaids, también del Reino Unido, investigada por enviar fajas compresoras de senos (binders) a niñas de 13 años sin el conocimiento de sus padres
Las ocho de AMANDA que ahora son trescientas están siguiendo con interés el juicio a la organización benéfica Mermaids, también del Reino Unido, investigada por enviar fajas compresoras de senos (binders) a niñas de 13 años sin el conocimiento de sus padres. Esta entidad, que trabaja estrechamente con la clínica Tavistock, aseguraba en sus chats con menores que los bloqueadores de la pubertad eran completamente reversibles y seguros cuando es sabido que los efectos secundarios son demoledores. Alrededor de mil familias preparan, en estos momentos, una demanda colectiva contra Tavistok, lo que convertirá este tema en un escándalo médico sin precedentes, aunque en los medios de comunicación españoles este tema parece no despertar ningún interés. Quizás se enteren cuando la denuncia que estudian ya las familias españolas contra las prácticas realizadas en algunos servicios sanitarios de nuestro país vea la luz.
Las ocho de AMANDA que ahora son trescientas no van a callarse a pesar de las elevadas multas que contempla esta segunda ley mordaza por decir lo obvio, que se nace hombre o mujer.
Las ocho de AMANDA que ahora son trescientas no van a dejar de luchar por sus hijas e hijos a pesar de que el Gobierno de coalición PSOE-Unidas Podemos haya rechazado con sus votos en el pleno del Congreso de los Diputados las enmiendas presentadas para meditar las consecuencias del Proyecto de Ley para la Igualdad real y efectiva de las personas trans y para la garantía de los derechos de las personas LGTBI (conocida como Ley Trans) y permitir un debate sosegado que escuche la opinión de personas expertas en distintos ámbitos. Los votos del Gobierno y sus satélites prefieren tramitar el texto por la vía de urgencia y en comisión con competencias plenas para que la ciudadanía no se entere de lo que quiere aprobarse.
Las ocho de AMANDA que ahora son trescientas no van a callarse a pesar de las elevadas multas que contempla esta segunda ley mordaza por decir lo obvio, que se nace hombre o mujer. Tampoco van a morderse la lengua a pesar de que el texto que pretende aprobarse contempla la pérdida de la patria potestad de sus hijas e hijos si se muestran disconformes con las cirugías o los tratamientos hormonales.