'Un orgulloso negocio'
La gran Rocío Jurado -excelente cantante, artista rompedora y transgresora mujer- decía en una de sus canciones que se le había roto el amor de tanto usarlo y algo así parece estar ocurriendo con las fiestas del Orgullo. Aquellas miles de personas en las calles de medio mundo a finales del mes de junio reclamando poder amar sin esconderse, se ha convertido en una cita cada vez más rara, menos inclusiva y fagocitada por elementos ajenos a gais y lesbianas, a quienes pertenece el protagonismo. Estas últimas cada vez están menos presentes en una fiesta que para ellas, como mujeres, empieza a carecer de sentido. El colectivo abecedario (LGTBIQ+) parece haber perdido la tinta de las letras L, G y B para remarcar con ahínco la T, la Q y el símbolo + perfectamente disfrazados de todos los estereotipos habidos y por haber. Y, por hacer más extensiva la propuesta fiestera, a esta edición se han unido también, ondeando la bandera de la diversidad, las familias compradoras de niños y niñas recién nacidos.
¿Qué pintan en las celebraciones del Orgullo quienes han encargado bebés a mujeres pobres como uno más de sus caprichos? ¿Qué mensaje nos quieren hacer llegar con esas enormes pancartas en las que podían leerse “Familias por gestación subrogada. Diversidad, orgullo y respeto. ¡Basta de acoso institucional!”?
¿Qué pintan en las celebraciones del Orgullo quienes han encargado bebés a mujeres pobres como uno más de sus caprichos? ¿Qué mensaje nos quieren hacer llegar con esas enormes pancartas en las que podían leerse “Familias por gestación subrogada. Diversidad, orgullo y respeto. ¡Basta de acoso institucional!”? ¿Acaso no saben quiénes cruzan la frontera para cumplir sus deseos que la práctica de los vientres de alquiler en España es ilegal? ¿A qué están llamando acoso institucional? ¿Tal vez a la reiterada petición de las feministas de terminar con la instrucción del 2010 por la que se permite la inscripción en el registro de bebés nacidos fuera de nuestro país? ¿De qué respeto están hablando, del que niegan a las mujeres que alquilan para gestar a las criaturas que encargan o del que demuestran por los recién nacidos abandonados cuando presentan algún problema?
En esta edición, la industria farmacéutica también se ha destapado y no ha tenido ningún problema en acudir con sus pancartas como “firmas por la inclusividad y la diversidad”
Las fiestas del Orgullo, que hace años concitaban la simpatía de la población en general, hoy se han convertido en un batiburrillo de proclamas mezcladas con los estereotipos más rancios y un enorme negocio que ya no ocultan. En esta edición, la industria farmacéutica también se ha destapado y no ha tenido ningún problema en acudir con sus pancartas como “firmas por la inclusividad y la diversidad”. Todo esto estaría genial si no fuera porque hay miles de menores en varios países –también en España- a los que esas mismas empresas apoyadas por las legislaciones estatales y autonómicas están convirtiendo en pacientes crónicos dependientes de tratamientos hormonales porque dicen que son transgénero, sin ningún diagnóstico profesional que lo corrobore. Pfizer y Bayer, dos firmas muy potentes en la producción de hormonas, estuvieron en la fiesta con sus pancartas. Para quienes niegan que esto es como las feministas llevan denunciando mucho tiempo, aquí tienen la evidencia.
Y, en medio de este sarao, de banderas multicolor y purpurina, de carrozas con luces y plataformas imposibles, el secretario del colectivo abecedario del PSOE, Víctor Gutiérrez, ha abierto la boca y por ahí puede morir, como los peces. Sin despeinarse, se ha alegrado de que el PSOE se deshiciera de las feministas de primera línea críticas con la Ley Trans, a las que ha calificado de “traspiés”. Estas ‘militantes del traspiés’ fueron las mismas que lucharon, dentro y fuera del partido, para conseguir los máximos apoyos para el colectivo y muchas ellas, feministas lesbianas, han trabajado incansablemente para acabar con la discriminación y el señalamiento de quienes, como ellas, aman a personas de su mismo sexo. La reacción no se ha hecho esperar y las críticas a Víctor Gutiérrez –un recién llegado, por cierto- le han llovido de esas ‘molestas’ compañeras de partido, las mismas que tendrá enfrente defendiendo el feminismo que él no conoce.
La semana pasada, Elena Valenciano, una histórica del PSOE y en la actualidad presidenta de la Fundación Mujeres, destacó en la conferencia pronunciada en la Escuela de Feminismo Rosario de Acuña que el PSOE está perdiendo ese amplio porcentaje de mujeres que votaba sus propuestas en cada proceso electoral
El menosprecio a las feministas va a traer consecuencias, no sólo en el PSOE sino en todos los partidos de la izquierda volcados en conceder, graciosamente, todos los privilegios exigidos por el transgenerismo. El tiempo lo dirá y los resultados electorales también por mucho que pretendan esconderlos con análisis sesudos en los que, muy adecuadamente, se obvia señalar este aspecto. La semana pasada, Elena Valenciano, una histórica del PSOE y en la actualidad presidenta de la Fundación Mujeres, destacó en la conferencia pronunciada en la Escuela de Feminismo Rosario de Acuña que el PSOE está perdiendo ese amplio porcentaje de mujeres que votaba sus propuestas en cada proceso electoral. Las cosas no pintan mejor a su izquierda y la ternura y los abrazos de Yolanda Díaz tampoco parecen aportar muchas soluciones. Incluso el PCE, en la programación avanzada de su fiesta anual, cuenta con la actuación de Samantha Hudson (Iván González) a quien el Ministerio de Igualdad ha distinguido con el Premio Orgullo de País a pesar de tuits en los que llama “putas pesadas” a las mujeres víctimas de violaciones aunque haya quien no se lo crea. Sólo nos queda preguntarnos ¿queda vida inteligente en algún sitio?
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