Sierra Nevada, Ahora y siempre.
Debate sobre menores trans (I)

Andalucía registra un incremento del 136% de menores trans desde la aprobación de la Ley del 2014

Ciudadanía - Cristina Prieto - Sábado, 4 de Junio de 2022
Cristina Prieto firma este reportaje en el que indaga en el aumento de menores de 14 años atendidos en las Unidades de Personas Transexuales en Andalucía, con el apoyo de profesionales sanitarios, que discuten el suministro de bloqueadores de la pubertad y tratamientos con hormonas cruzadas en niños y niñas sin diagnósticos exhaustivos sobre las causas de su disforia de género, a pesar del riesgo que entraña.
Banderas trans
E.P.
Banderas trans

El número de casos de menores que manifiestan sentirse del sexo contrario no para de incrementarse desde 2005 y registra ya cifras llamativas desde que en 2014 se aprobara en Andalucía la Ley integral para la no discriminación por motivos de identidad de género y reconocimiento de los derechos de las personas transexuales. El texto legal, que contó con el voto afirmativo de los tres partidos con representación en el Parlamento andaluz en aquel momento –PP, PSOE e IU- dio lugar a la creación de cinco unidades de menores transexuales en nuestra comunidad que atienden a niños y niñas menores de catorce años en Almería, Cádiz, Córdoba, Granada y Sevilla.

Aunque las cifras oficiales aseguran que, en el periodo 2014-2021, un total de 291 niños y niñas menores de 14 años han solicitado ser atendidos en estas unidades, la percepción de varios profesionales de atención primaria, que han preferido ocultar sus nombres por miedo a represalias, indican que hay un número mucho más elevado de casos

Desde 2014, según los datos aportados por la Junta de Andalucía a través de su Portal de Transparencia, entre los años 2015 y 2021, se ha registrado un incremento del 136% con un leve descenso en 2017. Aunque las cifras oficiales aseguran que, en el periodo 2014-2021, un total de 291 niños y niñas menores de 14 años han solicitado ser atendidos en estas unidades, la percepción de varios profesionales de atención primaria, que han preferido ocultar sus nombres por miedo a represalias, indican que hay un número mucho más elevado de casos. El propio responsable de la unidad de Granada, en un primer contacto vía email con El Independiente de Granada, aseguró que en nuestra provincia se atiende una media de 140 menores de 16 años al año, aunque la Consejería de Salud y Familias asegura que Granada ha dado entre 2015 y 2021 un total de 86 primeras citas a menores de 14 años de Granada, Málaga y Jaén, las tres provincias que cubre la unidad granadina. Raúl Hoyos, responsable de este servicio no ha accedido a la solicitud de este periódico para mantener una entrevista en la que aclarar estos datos.

Se elimina el diagnóstico psicológico o psiquiátrico para pasar, directamente, a un tratamiento farmacológico consistente en bloqueadores de la pubertad y hormonas cruzadas si así lo decide el menor

La aprobación de leyes de identidad de género, la presión de los colectivos transactivistas, el apoyo de gran parte de los medios de comunicación y la difusión masiva en redes sociales de la ideología cuir (queer, en inglés) que promueve la creencia de que tanto el sexo como el género son una creación cultural y por ello el sexo puede elegirse a voluntad porque la importancia reside en la identidad de género que cada persona siente, empujan a niños y niñas a manifestarse del sexo contrario ante la sorpresa de sus familias y a comenzar tratamientos farmacológicos con graves consecuencias para su salud. “Se están suministrando hormonas y bloqueadores de la pubertad a quienes los demandan, sin valoración psicológica” apunta el endocrinólogo A.B.C. (nombre supuesto) quien asegura que “la puerta de entrada a las unidades de transexualidad es la endocrinología porque la Ley andaluza así lo establece, y los y las menores, aleccionados ya a través de las redes sociales, llegan con su propio autodiagnóstico y con un perfecto conocimiento de lo que tienen que pedir”. A ello hay que sumar el protocolo de atención recogido en el Proceso Asistencial Integrado (PAI) del Servicio Andaluz de Salud para la atención a la transexualidad que, atendiendo a lo recogido en la Ley de 2014, insiste en el derecho de la persona a “no verse obligada a someterse a tratamiento, procedimiento médico o examen psicológico que coarte su libertad de autodeterminación de género”. Es decir, se elimina el diagnóstico psicológico o psiquiátrico para pasar, directamente, a un tratamiento farmacológico consistente en bloqueadores de la pubertad y hormonas cruzadas si así lo decide el menor. El propio paciente se autodiagnostica y acude a la unidad de personas transexuales para recibir la medicación sin ninguna otra evaluación especializada mientras profesionales de la psicología y la psiquiatría se ven obligados a seguir los protocolos que les impiden realizar diagnósticos certeros.

Un caso paradigmático. La joven británica Keira Bell, sometida a tratamientos hormonales a los 16 añosy con una doble mastectomía para ser hombre, demandó a la sanidad pública inglesa por este tratamiento sin un diagnóstico psicológico de disforia de género. Demandó a la sanidad pública del Reino Unido y ha ganado el juicio.

El papel soporta estos protocolos pero, en la práctica, desde los centros de salud se deriva a niñas y niños directamente a las unidades de personas transexuales de referencia a las que pertenezca su provincia, según los dos médicos de familia consultados, sin una historia clínica sobre una posible disforia de género

El PAI específico para la atención a personas transexuales en la infancia y la adolescencia indica que en los centros de atención primaria se realizará una entrevista para conocer sus demandas, se le informará de la evolución de la identidad sexual y los distintos tratamientos y se solicitarán pruebas complementarias para descartar procesos que contraindiquen la terapia hormonal. El papel soporta estos protocolos pero, en la práctica, desde los centros de salud se deriva a niñas y niños directamente a las unidades de personas transexuales de referencia a las que pertenezca su provincia, según los dos médicos de familia consultados, sin una historia clínica sobre una posible disforia de género. “Hormonarse es el espíritu del PAI” asegura el endocrinólogo A.B.C. y se está sometiendo a niños y niñas a tratamientos farmacológicos, que pueden tener consecuencias muy graves, para atender un sentimiento como la identidad de género. La administración de hormonas cruzadas y bloqueadores pueden producir esterilidad, impotencia, osteoporosis, alopecia en las mujeres y “nadie sabe las consecuencias a largo plazo en el cerebro que necesita hormonas sexuales para su desarrollo” asegura este endocrinólogo.

Espectacular aumento

Andalucía contaba desde 1999, con una Unidad de Transexualidad e Identidad de Género (UTIG), que cubría la demanda de nuestra comunidad autónoma y de otros territorios que no ofrecían atención especializada para este colectivo. El Hospital Carlos Haya de Málaga era el centro de referencia para toda España (excepto Cataluña) hasta que en 2014 se crean siete unidades de adultos (en todas las provincias andaluzas menos Huelva) y cinco para menores hasta los 14 años. En un artículo científico publicado en la Revista Clínica Española en junio de 2011 por el equipo de la unidad malagueña donde se recogían los datos de los pacientes atendidos, se reseñaba que en casi una década (entre 2000 y 2009) habían pasado por consulta 75 adolescentes (56 varones y 19 mujeres) y un niño procedentes de varias provincias españolas. En la actualidad, la unidad malagueña ha tratado sólo en el año 2021 a 48 personas de 14 a 18 años pertenecientes exclusivamente a la provincia de Málaga, lo que denota un espectacular aumento de casos. A esta cifra habría que sumar los menores de 14 años que son atendidos en la unidad de menores de Granada.

La curva de pacientes en las unidades de atención a menores transexuales muestra una clara tendencia al alza con un elevado crecimiento el pasado año 2021 una vez superados los peores momentos de la pandemia provocada por la COVID 19 como puede observarse en el gráfico 1. De 38 en 2020 se ha pasado a 78 en 2021, un incremento superior al 100% en sólo 12 meses.

En datos globales, el número de primeras citas en las cinco unidades de atención a menores transexuales de Andalucía en el periodo 2015-2021 se eleva a 291. De ellas, 23 corresponden a Almería, 72 a Cádiz, 14 a Córdoba (la Junta de Andalucía no ha facilitado en esta provincia las cifras de los años 2017, 2019 y 2020), 86 a Granada y 96 a Sevilla, como puede observarse en el gráfico 2.

Especialistas en endocrinología aseguran que los tratamientos con hormonas y bloqueadores de la pubertad deberían suministrarse con más rigor porque comprometen la corporalidad de los menores, su sexualidad y su fecundidad. Sin embargo y hasta el momento, los colegios de médicos de España permanecen en silencio y las familias de estos niños y niñas piden que se aplique el principio ‘primum non nocere’ (‘lo primero es no hacer daño’) que debe guiar las intervenciones de sus profesionales.

La disforia de género en mujeres aumenta un 2.800%

Si preocupantes son las cifras de la disforia de género entre menores en su conjunto, los datos relativos a las niñas y adolescentes pueden ser considerados alarmantes. Según la serie completa a la que ha tenido acceso El Independiente de Granada en una de las provincias andaluzas (omitimos especificar en cual para preservar la identidad de la fuente ante posibles represalias) entre los años 2000 y 2021, el incremento de casos de disforia de género atendidos en consulta ha registrado un incremento del 2.800% entre menores de 14 a 18 años, franja de edad en la que se concentran la mayoría de casos. Andalucía no es el único territorio donde se ha observado esta tendencia ya que la unidad de género de Madrid registró una subida del 500% entre 2007 y 2019 mientras que, fuera de nuestras fronteras, en el Reino Unido este incremento en niñas y adolescentes se sitúa en el 4.000% entre 2009 y 20018.

¿Qué ocurre con las niñas? Es la pregunta que se formulan especialistas en psicología y psiquiatría que han comenzado a manifestar tímidamente sus opiniones ante el suministro de hormonas y bloqueadores de la pubertad a personas que no los necesitan porque sus problemas pueden situarse en los cambios físicos derivados del desarrollo corporal y la confusión que caracteriza esta etapa de la vida. Países como Suecia ha prohibido ya la hormonación a menores de 18 años y ha reconocido la naturaleza experimental de los tratamientos, Finlandia también ha puesto freno a esta deriva, el colegio de psiquiatras y psicólogos de Australia y Nueva Zelanda afirma que la psicoterapia es una buena alternativa sin medicamentos mientras el informe independiente de la doctora Cass para el servicio público de salud del Reino Unido asegura que la clínica Tavistok ha operado fuera de los estándares clínicos y de protección a los menores.

“Relacionarnos con nuestro propio cuerpo es dificilísimo porque no somos animales, no tenemos instinto” asegura Eduardo Velázquez quien sitúa la sexuación como una de las características más complicadas de enfrentar para las que siempre se han buscado soluciones propuestas desde fuera de nosotros. “Durante mucho tiempo fue la religión y ahora se buscan respuestas en las redes sociales”, asegura.

Sin diagnósticos

Los datos no dejan lugar a dudas y el crecimiento de casos de disforia de género se han disparado en los últimos siete años y un gran número de niños y niñas reciben tratamientos hormonales sin ningún diagnóstico previo para conocer su origen a pesar de que varios estudios e informes como los desarrollados por Hillary Cass (Reino Unido) o el de Singh, Bradley y Zucker (Canadá), concluyen que el 80% de los casos de disforia de género en menores desaparece cuando se supera la pubertad y el porcentaje restante serán mujeres u hombres homosexuales que no precisan ningún tratamiento farmacológico.

Eduardo Velázquez, psiquiatra forense en el Instituto de Medicina Legal de Granada y psiquiatra clínico, señala que el término disforia de género “es un término descriptivo de poca utilidad porque, únicamente, hace referencia a una circunstancia, una emoción, pero no explica nada acerca de las causas y sirve de poco porque nunca va solo”

Eduardo Velázquez, psiquiatra forense en el Instituto de Medicina Legal de Granada y psiquiatra clínico, señala que el término disforia de género “es un término descriptivo de poca utilidad porque, únicamente, hace referencia a una circunstancia, una emoción, pero no explica nada acerca de las causas y sirve de poco porque nunca va solo”. La opinión de Velázquez es corroborada por las familias de los y las menores y diversos estudios científicos realizados en Suecia o Reino Unido cuyas conclusiones indican que la disforia de género es el síntoma de otras causas como depresión,  Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC), Trastorno del Espectro Autista  (TEA), Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), abusos sexuales o bullyng que no requieren ningún tratamiento farmacológico ni quirúrgico sino psiquiátrico o psicológico para abordarlas.

También ha constatado un incremento de los casos entre niños ya que, de no tener ninguna situación de estas características ha pasado a evaluar a seis menores en el último año y medio, todos varones que querían figurar en el registro como mujeres

Este experto, en cuyo departamento evalúa a quienes desean rectificar la mención registral del sexo – en cumplimiento de la Ley 3/2007 - también ha constatado un incremento de los casos entre niños ya que, de no tener ninguna situación de estas características ha pasado a evaluar a seis menores en el último año y medio, todos varones que querían figurar en el registro como mujeres. La Ley de 2007 señala como requisitos para el cambio de la mención registral del sexo un diagnóstico de disforia de género mediante informe médico o psicológico y un informe que acredite un tratamiento hormonal durante, al menos, dos años emitido por un médico forense especializado. Desde la óptica de Velázquez, “los niños tienen pocos contenidos mentales y muchas conductas por eso los síntomas son, principalmente, conductuales” como ocurre con la anorexia. Estos comportamientos son siempre observados por otras personas que son los que consideran que “algo está pasando” porque “en la niñez, ningún niño se considera a sí mismo persona trans sino que se produce en la adolescencia cuando sale del entorno familiar y explora el mundo”. Sobre la frase más repetida en el entorno de quienes defienden la ideología cuir, Velázquez es tajante y asegura que “nadie nace en un cuerpo equivocado porque la naturaleza no se equivoca”.

Todos los y las profesionales consultados para la elaboración de este reportaje han coincidido en señalar que, ante las manifestaciones de disforia de género a edades tempranas, lo más prudente es observar y esperar su evolución antes de suministrar cualquier fármaco

Todos los y las profesionales consultados para la elaboración de este reportaje han coincidido en señalar que, ante las manifestaciones de disforia de género a edades tempranas, lo más prudente es observar y esperar su evolución antes de suministrar cualquier fármaco. La misma recomendación solicitan para la denominada Disforia de Género de Inicio Rápido (DGIR) en adolescentes, especialmente niñas, que, sin haber dado muestras con anterioridad de disconformidad con sus caracteres sexuales, se manifiestan como personas del sexo contrario en un espacio de tiempo muy breve.

Cristina Prieto. Madrileña afincada en Andalucía desde 1987, primero en Almería y posteriormente en Granada donde ha desarrollado su carrera profesional como periodista. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, cursó la suficiencia investigadora en la Universidad de Granada dentro del programa Estudios de la Mujer y es doctora por la Universidad de Málaga. En El Independiente de Granada mantiene un blog sobre Feminismo e Igualdad, titulado 'Punto de Fuga' que, cada jueves, nos ofrece un nuevo artículo.