'Las otras marías'
María Salmerón ya sabe que, en quince días, entrará en la cárcel. El caso de esta sevillana, enredada en distintos procesos judiciales por desobediencia a la autoridad al incumplir el régimen de visitas impuesto por el juzgado para que su hija Miriam viera a su padre, ha sacado a la calle a plataformas y asociaciones para reclamar su cuarto indulto. Los tres anteriores, uno en 2012 y dos en 2016, consiguieron que no ingresara en prisión pero el cuatro parece haberse atascado por un problema de fechas y María, si el Gobierno no lo remedia, se verá entre rejas.
María y su hija Miriam son dos víctimas de la violencia machista pero hay miles de las que no se habla
María y su hija Miriam son dos víctimas de la violencia machista pero hay miles de las que no se habla. Aterradas, sin recursos, sin un medio de vida que les permita sacar adelante a sus hijos, muchas huyeron de sus hogares con lo puesto para salvar sus vidas y confiaron en un sistema que aseguraba poder protegerlas. Pero, en ocasiones, la realidad es muy distinta. La privatización de los servicios de atención a las víctimas de la violencia machista se ha convertido en un negocio y duele encontrarse, cada vez con más asiduidad, llamamientos en las redes sociales para conseguir calefactores con los que caldear en invierno las gélidas casas en las que viven escondidas de sus maltratadores, ropas de abrigo para sus hijos o cochecitos de bebé. Las necesidades de estas víctimas no pueden ser cubiertas por la buena voluntad de gentes que no dudan en responder a la llamada o por marcas comerciales que aparecen como benefactoras. Estas mujeres son ciudadanas de primera y no tienen por qué vivir de la caridad.
Las actuaciones contenidas en el Pacto de Estado contra la violencia machista están bien diseñadas pero, quizás, convendría poner los pies sobre la tierra y reconducir algunas propuestas
Las actuaciones contenidas en el Pacto de Estado contra la violencia machista están bien diseñadas pero, quizás, convendría poner los pies sobre la tierra y reconducir algunas propuestas. Las actividades de concienciación y sensibilización son muy importantes para que la sociedad entienda que es necesario desterrar la violencia ejercida sobre las mujeres por el simple hecho de serlo pero pagar camisetas molonas con el 016 a la espalda mientras las mujeres de las casas de acogida no cubren sus necesidades básicas no parece de recibo. Diferente sería que esas mismas prendas hubieran sido confeccionadas en una cooperativa formada por mujeres víctimas de violencia machista, por ejemplo, porque se cubrirían dos objetivos, la sensibilización y el empleo.
A lo largo de sus batallas judiciales, la mayoría de las denunciantes acumulan deudas con los servicios jurídicos contratados para su defensa
A lo largo de sus batallas judiciales, la mayoría de las denunciantes acumulan deudas con los servicios jurídicos contratados para su defensa. El Pacto de Estado contempla asistencia especializada gratuita pero los y las profesionales del turno de oficio, en ocasiones, no pueden dedicar todo el tiempo necesario a casos tan complejos como los que presentan las víctimas de violencia. Para hacer frente al pago de las minutas se ha llegado a recurrir a campañas de crowfunding aunque no todas pueden hacerlo porque sus casos no trascienden a la opinión pública y el anonimato no es la mejor condición para recabar dinero. Quienes lo consiguen, tienen que dar gracias, de nuevo, a la caridad de las personas de buen corazón.
No hay que olvidar, que las penurias de las víctimas alcanzan también a sus hijos que han vivido, en primera persona y desde edades muy tempranas, episodios de violencia en sus propios hogares. Sus rutinas se ven seriamente afectadas por los cambios de colegio o de lugar de residencia por lo que necesitan apoyo psicológico y educativo que les ayuden a superar estas situaciones.
El Pacto de Estado es una buena herramienta para actuar contra la violencia pero el conjunto de su aplicación debería ser revisada para atender, en primer lugar, las necesidades perentorias de las víctimas
El Pacto de Estado es una buena herramienta para actuar contra la violencia pero el conjunto de su aplicación debería ser revisada para atender, en primer lugar, las necesidades perentorias de las víctimas y, para ello, sería deseable recuperar algunos servicios, en este momento externalizados, para evitar que la desgracia de muchas se convierta en el negocio de unos pocos.
Y no, no cojan el rábano por las hojas, que ya sabemos que en Andalucía estamos en precampaña electoral. El Pacto de Estado es muy necesario, es fundamental, y repensarlo y redirigirlo no significa eliminarlo sino afianzarlo y fortalecerlo para que los recursos lleguen a las víctimas y sus hijos e hijas. Tener viviendas dignas, ayuda docente y psicológica para ellas y sus vástagos y ropa adecuada para los inviernos no son lujos, son necesidades básicas. La caridad no es la solución cuando hay recursos económicos para cubrirlas sin tener que acudir a las redes sociales.
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