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'Juego limpio para las deportistas'

Blog - Punto de fuga - Cristina Prieto - Jueves, 21 de Abril de 2022
Gabrielle Ludwig, transfemenino del equipo de baloncesto Lady Saints del Mission College de Santa Clara (California, EEUU).
Gabrielle Ludwig, transfemenino del equipo de baloncesto Lady Saints del Mission College de Santa Clara (California, EEUU).

Es indudable que la práctica de cualquier deporte mejora la salud y, especialmente entre los jóvenes, fomenta valores como el compañerismo y la solidaridad, principalmente en las disciplinas por equipos. Tampoco desvelamos nada nuevo si afirmamos que acercar el deporte a las niñas ha sido un gran esfuerzo. Esta fue, durante mucho tiempo, una actividad reservada para ellos. La implicación de los colegios, los clubes y las políticas diseñadas desde algunos gobiernos han conseguido, poco a poco, que las niñas empiecen a acercarse a ciertas prácticas deportivas como el fútbol en el que los equipos femeninos eran residuales. Los medios de comunicación también han aportado su granito de arena incluyendo, tímidamente, noticias sobre algunas competiciones, más allá de la gimnasia rítmica que tan bellos espectáculos ofrece.

"...Ha puesto sobre la mesa un debate que debe resolverse al más alto nivel si no queremos que el deporte femenino desaparezca ante el juego sucio que supone la inclusión en categorías de mujeres a hombres autoidentificados como personas del sexo contrario"

Sin embargo, la irrupción de las personas transgénero en el deporte está poniendo en serio peligro el esfuerzo que han realizado las mujeres por situarse en los podios. El caso de la nadadora Lia Thomas (hasta hace sólo tres años William Thomas) ha suscitado reacciones en todo el mundo y ha puesto sobre la mesa un debate que debe resolverse al más alto nivel si no queremos que el deporte femenino desaparezca ante el juego sucio que supone la inclusión en categorías de mujeres a hombres autoidentificados como personas del sexo contrario. Deportistas de élite como Michel Phelps –considerado el mejor nadador de todos los tiempos- las tenistas Martina Navratilova o Christ Ever y la también medallista olímpica en natación Sharon Davies no han dudado en calificar esta situación como dopaje.

Thomas, de 22 años y 1,90 de estatura, compitió durante tres años en la categoría masculina antes de realizar su transición y, entonces, no pasó de ser un deportista mediocre situado en el puesto 462. Ahora, como integrante del equipo femenino de la Universidad de Pensilvania, pulveriza todas las marcas y se muestra imbatible en la piscina. Además de la impotencia de sus compañeras de equipo, las nadadoras han denunciado también la intimidación que supone para ellas la presencia de Thomas en los vestuarios quien no tiene problema alguno en mostrar sus genitales masculinos.

Es decir, la reducción de los niveles de testosterona no afecta a las diferencias fisiológicas de quienes se han desarrollado como hombres

La controversia por la presencia de hombres autoidentificados como mujeres en los equipos femeninos está servida y tendrá que ser abordada con todo el rigor ante el flagrante juego tramposo que supone. Aunque los cuerpos masculinos se sometan a tratamientos farmacológicos para reducir los niveles de testosterona, las diferencias fisiológicas entre hombres y mujeres no desaparecen. Una investigación sobre mujeres deportistas transexuales llevada a cabo en 2020 por Emma Hilton (Universidad de Manchester), y Tommy Lundberg, (Universidad de Estocolmo) especifica que “la ventaja biológica, más notablemente en términos de masa muscular y fuerza, conferida por la pubertad masculina y por lo tanto disfrutada por la mayoría de los transfemeninos se reduce mínimamente cuando se suprime la testosterona según las pautas deportivas actuales”. Y no sólo eso. Las mujeres tienen entre un 15% y un 20% menos de consumo máximo de oxígeno –un parámetro que marca el rendimiento deportivo de casi cualquier disciplina-, presentan un menor contenido de hemoglobina que implica menor aporte de O2 a músculos activos, tienen un menor tamaño pulmonar, menor flujo respiratorio y menor superficie de difusión pulmonar. Es decir, la reducción de los niveles de testosterona no afecta a las diferencias fisiológicas de quienes se han desarrollado como hombres.

“Una futbolista de 25 años no podría competir en un equipo de alevines aunque se sintiera muy joven ni un boxeador de 95 kilos de peso podría formar parte de la categoría mosca por muy delgado que se sintiera”, señala Aguiar

Irene Aguiar, experta en derecho deportivo, explica que la ‘identidad sexual sentida’ (el sexo con el que quieren reconocerse algunas personas, independiente de la realidad biológica) no puede tener presencia en la categorización deportiva que debe garantizar la igualdad de posibilidades y, para ello, se utilizan parámetros materiales y objetivos como la edad, el sexo y, en algunas disciplinas, el peso. Los sentimientos no son una realidad tangible y, por eso, “una futbolista de 25 años no podría competir en un equipo de alevines aunque se sintiera muy joven ni un boxeador de 95 kilos de peso podría formar parte de la categoría mosca por muy delgado que se sintiera”, señala Aguiar.

Recientemente, la Junta Directiva de British Cycling (Federación británica de ciclismo) ha votado a favor de la suspensión inmediata de su política transgénero. Los transfemeninos no podrán participar en competiciones de mujeres de élite organizados por esta federación después de la denuncia hecha pública a través de una carta suscrita por centenares de atletas y personalidades del mundo del deporte alertadas por la participación de deportistas como Emily Bridges que rompió el récord nacional juvenil de 25 millas como hombres y tenía previsto competir en un campeonato de ciclismo femenino.

Ha costado un gran esfuerzo acercar a las niñas al deporte de élite y, ante casos como los ya reseñados, sólo queda pedir equidad y justicia para las mujeres en las competiciones porque de sus marcas y sus triunfos, conseguidos con mucho esfuerzo y un gran sacrificio personal, dependen patrocinios y becas. La inclusión de hombres en categorías femeninas no es más que otro asalto del patriarcado para continuar dominando el tablero.

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Imagen de Cristina Prieto

Madrileña afincada en Andalucía desde 1987, primero en Almería y posteriormente en Granada donde he desarrollado mi carrera profesional como periodista. Me licencié en Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid, cursé mi suficiencia investigadora en la Universidad de Granada dentro del programa Estudios de la Mujer y leí mi tesis doctoral en la Universidad de Málaga.