Sierra Nevada, Ahora y siempre.
TRES MUJERES SOBRESALIENTES DE LA UGR EN LOS AÑOS VEINTE

Dos “rusas” y una manchega, brillantes universitarias antifascistas a la sombra de Fernando de los Ríos

Cultura - Gabriel Pozo Felguera - Domingo, 14 de Noviembre de 2021
Gabriel Pozo Felguera nos descubre la historia de tres mujeres brillantes y poco conocidas, que dieron luz a la Granada del final de los años veinte: las hermanas Julia y Elena Rodríguez Danilevsky y la arabista Manuela Manzanares López. Intelectuales, formadas bajo la influencia de Fernando de los Ríos, relacionadas entre ellas y con Isabel García Lorca o Laura de los Ríos, dejaron un recuerdo imborrable en la Universidad de Granada, con los mejores expedientes académicos, pero la Guerra Civil les obliga al exilio, donde toman rumbos diferentes. Un reportaje excepcional de un maestro del periodismo. En su memoria.
  • Julia Rodríguez Danilevsky: nombrada profesora antes de acabar la carrera de Letras; traductora de De los Ríos, guerrillera y espía al servicio de la URSS

  • Elena Rodríguez Danilevsky: tras licenciarse en la UGR estuvo trabajando en el espionaje y universidades rusas hasta que fue repuesta en un instituto de Madrid tras morir Franco

  • Manuela Manzanares López: la brillante arabista, discípula predilecta de García Gómez y Asín Palacios, que acabó en universidades de Colombia y EE UU

Julia y Elena Rodríguez Danilevsky y Manuela Manzanares López. Facultad de Letras de Granada, finales de los años veinte. Tres estudiantes de opuesta procedencia social brillan y destacan sobradamente sobre el resto de compañeros. Influenciadas por la metodología de Fernando de los Ríos. Forman grupo de teatro dirigido por Gloria Giner de los Ríos. Se relacionan y dan luz y brillo a la Granada en blanco y negro. También están cercanas a ellas Isabel García Lorca y Laura de los Ríos. Son las que presentan mejores expedientes académicos y se les augura un futuro de éxito. Durante la II República todas se van a Madrid, aunque dejan un indeleble recuerdo en la Universidad granadina. Se van de la mano del matrimonio De los Ríos-Giner, también con el apoyo de Emilio García Gómez. Hasta que la guerra las lleva al exilio: las “rusas” se ponen al servicio de Stalin; la manchega acaba de profesora en EE UU. Lo que sigue son retazos de sus complicadas y poco conocidas existencias.

¿Quiénes fueron aquellas famosas “rusas” que encandilaron a los granadinos en los años 20, de las que tanto hablaron nuestros abuelos?

Destacaban mucho en la gris y marrón sociedad granadina. Eran liberales y no practicaban la religión católica

Su historia empezó un día del otoño de 1925. Llegó a la Capitanía un teniente coronel de Estado Mayor llamado José Rodríguez Ramírez. Con él traía a su esposa y a sus dos hijas. La consorte era rusa, de origen aristocrático; las hijas habían salido a ella, especialmente la mayor, de quien dijeron que era la más hermosa criatura de Granada. Venían vestidas con ropas modernas, cortes de París, en tonos claros y coloridos. Destacaban mucho en la gris marrón sociedad granadina. Eran liberales y no practicaban la religión católica.

Primera foto que se hizo la familia Rodríguez Danilevsky al llegar a Granada en 1925. Julia (17 años) es la de la izquierda y Elena (14) la de la derecha. BLOG DE EKATERINA DEEVA

El teniente coronel José Rodríguez Ramírez era el secretario de Capitanía y hacía funciones de gobernador militar. Pronto comenzó a acudir al Casino de los ricos a echarse sus partidas. Era un campeón en el juego del tresillo. Vino a desbancar a veces a Federico García Rodríguez, padre de Federico García Lorca, que por entonces era el campeón local. Sus partidas eran un espectáculo sobre el que se arremolinaban los demás asistentes. Militar de las Descalzas y terrateniente de Fuentevaqueros entablaron amistad.

Allí pronto se encontraron también con Isabel García Lorca y Laura de los Ríos, que eran amigas desde la infancia. Fue el comienzo de una amistad indeleble entre las dos familias, que intercambiaban visitas domiciliarias. Empezaban los años de popularidad de las Rodríguez Danilevski en Granada

Don Federico recogió las quejas de la aburrida esposa del militar. Se llamaba Alejandra Danilevski  Zamiatina (Aleksandreva Danilevskaya en su país, 1886-1967). No encontraba amigas liberales de su estatus a las que visitar y con las que hablar. Madre e hijas fueron invitadas a visitar la casa de los García Lorca en la Acera del Casino, 31. Allí pronto se encontraron también con Isabel García Lorca y Laura de los Ríos, que eran amigas desde la infancia. Fue el comienzo de una amistad indeleble entre las dos familias, que intercambiaban visitas domiciliarias. Empezaban los años de popularidad de las Rodríguez Danilevski en Granada.

Alejandra, la madre, no era una cualquiera. Rusa blanca de Petrogrado, era hija del noble Grigory Petrovich Danilevsky (1828-1890), afamado escritor de novelas históricas. Había perdido a su madre (Julia Zamiatina) antes de acabar el siglo XIX y enfermó de tuberculosis. El médico la envió a vivir a la isla de Mahón, en 1904. Y allí estaba destinado el joven comandante José Rodríguez Ramírez. Acabaron contrayendo matrimonio civil. El militar había nacido en Zaragoza (1881), en el seno de una familia de emigrantes de Lupión (Jaén), llamados Miguel Rodríguez Montes y Josefa Ramírez Pérez. El oficial se movió por varios destinos en España, especialmente en las Baleares y Madrid.  En la capital nacieron sus dos hijas, en 1908 y 1911.

Julia R. Danilevski: la más hermosa y más lista

Julia Rodríguez Danilevski llegó a Granada con poco más de diecisiete años (nació el 13 de mayo de 1911 en la calle Almagro, 15). Alta, guapa a rabiar, simpática, liberal como su madre, volvía locos a los compañeros del Instituto de Secundaria recién inaugurado en la Gran Vía. Y si su atractivo físico y personal no fuese suficiente, también era la más inteligente y la que mejores notas traía de los tres cursos anteriores en el instituto de Mahón. Acabó el bachillerato en Granada en el curso 1925-26, con nada menos que 22 sobresalientes y premio extraordinario (de 26 asignaturas). No hizo religión y sólo se le resistió gimnasia en dos cursos, donde la calificaron con aprobado.

El dominio del ruso, tanto hablado como escrito, sería lo que finalmente definiese su futura vida profesional

Al año siguiente se matriculó en la Facultad de Letras, con la intención de dedicarse a la enseñanza. No obstante, sus padres se habían preocupado por formarla también en idiomas. Hablaba español y ruso, además de inglés y francés. El dominio del ruso, tanto hablado como escrito, sería lo que finalmente definiese su futura vida profesional, como veremos más adelante.

En la Facultad de Letras hizo su carrera en los cuatro cursos reglamentarios de entonces, desde 1926-27 hasta 1929-30. Ya al hacerle el examen de ingreso, el presidente del tribunal (Fernando de los Ríos) se percató de lo lejos que iba a llegar aquella muchacha. Fue la primera vez en la Universidad de Granada que una mujer sacó todo sobresaliente con premio extraordinario. Su expediente es de vértigo.

Expediente de Julia R. Danilevsky: toda la licenciatura con sobresaliente y premio extraordinario. ARCHIVO UGR.

La reacción inmediata de la junta de Facultad fue proponerle un contrato de profesora. Iba a ser la segunda mujer profesora de la Facultad de Letras, tras Joaquina Eguaras. Julia R. Danilevski se encargó ya desde el 24 de noviembre de 1930 de cubrir las clases dejadas vacantes por dos catedráticos, uno por haberse trasladado a Valencia y el otro por excedencia política. El rector Francisco Mesa Moles le firmó un contrato en calidad de profesora auxiliar temporal, con sueldo de 3.000 pesetas anuales, para impartir clases de teoría y literatura griegas, lógica e historia de la filosofía y lengua latina de primer curso. El contrato tenía una vigencia de cuatro años, prorrogable por otros cuatro.

El equipo de profesores de la Facultad de Letras estaba conformado en el curso 1930-31 por 35 catedráticos y 19 profesores auxiliares; las dos únicas profesoras de Letras eran Joaquina Eguaras y Julia R. Danilevsky, ambas auxiliares

El mismo día que fue contratada Julia en la Facultad de Letras también lo hizo Jesús Bermúdez Pareja. El equipo de profesores de la Facultad de Letras estaba conformado en el curso 1930-31 por 35 catedráticos y 19 profesores auxiliares; las dos únicas profesoras de Letras eran Joaquina Eguaras y Julia R. Danilevsky, ambas auxiliares. Entre el grupo de catedráticos ya se encontraban Gallego Burín, José Palanco, Almagro Cárdenas, García Gómez, Marín Ocete, Domínguez Berrueta…  Julia fue elegida tesorera de la junta de facultad.

Pocos meses después, el 28 de marzo de 1931, la Universidad instó a la profesora Julia R. Danilevski a solicitar su ingreso en la Orden de Alfonso XII, una distinción real a los estudiantes con mejores expedientes académicos destacadas en los campos de la enseñanza y las letras. La solicitud debió no tramitarse por la proclamación de la II República a los pocos días. El expediente, de existir, debe estar perdido, pues cuando se reanudó posteriormente la vigencia de la Orden, ya nada se supo de ella.

En la Facultad de Letras ya sobresalió en su segundo curso como estudiante. En mayo de 1928 fue elegida por sus compañeros para participar en los actos del IV Centenario de Fray Luis de León, celebrados en el Paraninfo

Durante sus años de estudios empezó a recibir encargos para traducir libros del ruso al castellano. Se le conoce la traducción de “El problema de la significación y el origen de los seis malos usos en Cataluña”, de Vladimir Pirskorsky (1929, Librería Bastinos de José Bosch, Barcelona); “El corazón de las tinieblas”, de Josph Conrad (1931); y “Tratado de cine”, de Th, Hobbes (Calpe). Y en la Facultad publicó algunos de sus trabajos iniciales: “La poesía popular rusa”, en los Anales de Letras; y “Contribución al estudio de Horacio”, en el Boletín de la Facultad.

En la Facultad de Letras ya sobresalió en su segundo curso como estudiante. En mayo de 1928 fue elegida por sus compañeros para participar en los actos del IV Centenario de Fray Luis de León, celebrados en el Paraninfo; Julia leyó el poema Noche Serena, tras los discursos de profesores Soriano Lapresa, Emilio Orozco, Fermín Garrido, Gallego Burín, etc. Al inicio del curso siguiente fue cuando pronunció la conferencia sobre Poesía popular rusa, recogida después en los Anales, en actos organizados por la Agrupación Oficial de Alumnos.

Reseña publicada en El Defensor de Granada, 6 de noviembre de 1928.

El mundillo universitario estaba pendiente de ella, de manera que incluso la revista Reflejos la eligió como una especie de miss Granada y publicó una foto suya a toda página, ataviada con un traje típico ruso. Decía que era una belleza andaluza (sic).

Sin solución de continuidad, la joven profesora intervenía en todo tipo de actos culturales y sociales. La gente parecía disputarse su presencia. En marzo de 1931, el presidente del Centro Artístico e ingeniero jefe de obras públicas, Juan José Santa Cruz, le organizó un homenaje

Sin solución de continuidad, la joven profesora intervenía en todo tipo de actos culturales y sociales. La gente parecía disputarse su presencia. En marzo de 1931, el presidente del Centro Artístico e ingeniero jefe de obras públicas, Juan José Santa Cruz, le organizó un homenaje; el discurso manuscrito que pronunció el presidente se conserva en el archivo de la UGR; está lleno de alabanzas y loas a una mujer que destacaba por su elegancia, trabajo e inteligencia. Le imprimieron una copia en pergamino que Julia se llevó después a Moscú. Comparaba a Julia con María Isidra Guzmán y de la Cerda, la Doctora de Alcalá, primera mujer que obtuvo el grado de doctora en España y académica de la Lengua (en 1784).

Da la sensación, por el tono, que Santa Cruz estuvo perdidamente obnubilado por la joven Julia (El ingeniero tenía 51 años y tenía como pareja a la bailaora Antonia Heredia, una gitana guapísima).

A renglón seguido, también el estamento militar la invitó a ser protagonista en actos culturales que organizaba en su Casino de Clases de Capitanía. En el mismo marzo de 1931, Julia R. Danilevski habló del Cardenal Cisneros, en su aspecto militar. Analizó al religioso en su faceta de continuador del pensamiento de la reina Isabel la Católica y de los métodos expeditivos del regente de Castilla y rey de Aragón Fernando el Católico. Ambos actos tuvieron reflejo en la prensa local; el primero una larga reseña-loa en primera página de El Defensor de Granada; el segundo, una fotonoticia en la Revista Reflejos

Revista Reflejos, número de marzo de 1931. Posa con el Estado Mayor de la 4ª Región Militar.

Julia con Lorca y Doña Gloria Giner

Desde muy al principio de su llegada a Granada, Julia Rodríguez Danilevski empezó a frecuentar como invitada las tertulias literarias de los jóvenes granadinos. El principal grupo se movía en torno al Rinconcillo y la revista Gallo, con Federico García Lorca como personaje más sobresaliente. A pesar de que ya estaba residiendo en Madrid y empezaba a publicar y estrenar.

En aquellos años 1927-29, se registraba en Granada un duelo literario-dialéctico entre los jóvenes renovadores del grupo 'Gallo y los Putrefactos'. Julia fue elegida como madrina del duelo por los segundos contendientes

En aquellos años 1927-29, se registraba en Granada un duelo literario-dialéctico entre los jóvenes renovadores del grupo Gallo y los Putrefactos. Julia fue elegida como madrina del duelo por los segundos contendientes. En el primer grupo intitulado Noche de Gallo militaban Federico García Lorca, Joaquín Amigo, López Banús, Fernández Casado y Gómez Arboleya (el frustrado noviete de Isabel García Lorca). Por el bando Putrefacto (Velada de Brumario) estaban Navarro Pardo, Gallego Burín, Hermenegildo Lanz, Campos Aravaca, Álvarez de Cienfuegos y Julia R. Danilevsky. Los Putrefactos elaboraron el manifiesto Fémina, que venía a reconocer la participación de la mujer en la vida cultural granadina.

Gloria Giner y Fernando de los Ríos, acompañados de su hija Laura y la abuela Fernanda Urruti, en los años veinte.

Aparte de aquel breve flirteo literario de Julia en el entorno Lorquiano, sí tuvo mayor continuidad su participación como actriz en el grupo aficionado que montó Gloria Giner de los Ríos. Al grupo se incorporaron su propia hija, Laura, y parece que esporádicamente Isabel García Lorca. Doña Gloria era profesora en la Escuela de Magisterio, pero tenía una presencia muy importante en la Facultad Literaria donde su marido, Fernando de los Ríos, era el personaje más destacado. Gloria captó a varias estudiantes de Letras para su grupo, entre las que destacaron Julia R. Danilevski y Manuela Manzanares López. Muchos años después, Manuela recordaba cómo tuvo que convencer a su madre para que la dejara salir a pueblos a representar algunas obras. La avaló Fernando de los Ríos en persona.

Sus representaciones dejaron algunas referencias documentales en la época. Se sabe que Julia representó el papel protagonista en al menos dos obras

El grupo teatral de Doña Gloria representó algunos autos sacramentales, redescubiertos por la Generación del 27. Pero sin duda lo que más gustaba a las clases populares eran las comedias. Sus representaciones dejaron algunas referencias documentales en la época. Se sabe que Julia representó el papel protagonista en al menos dos obras; una fue un montaje teatral, a beneficio del Hospital Clínico de la Facultad de Medicina, enero de 1929, en el Coliseo Olympia. Hacía el papel protagonista de la obra "La pluma", de Muñoz Seca. En febrero de 1930, también a beneficio de la Facultad de Medicina, representó papel protagonista de "El nido", de los hermanos Álvarez Quintero.

Tras ellos, en los años siguientes, también se marcharon a la capital todas las protagonistas de este artículo

No tengo más referencias teatrales de aquel pequeño grupo. Ni tampoco si llegaron a poner en escena alguna obra de Federico García Lorca. En el cartel de Mariana Pineda, estrenada en el Teatro Cervantes (mayo de 1929), figura una Julia en el elenco de Margarita Xirgú, pero no pone su apellido. El grupo de teatro de Doña Gloria dejó de funcionar cuando Fernando de los Ríos sacó cátedra en Madrid, en 1930, y la familia se marchó de Granada. Tras ellos, en los años siguientes, también se marcharon a la capital todas las protagonistas de este artículo.

Isabel García Lorca y Laura de los Ríos se sumaron a La Barraca tras regresar del crucero. En esta foto aparecen ataviadas con el mono característico en Santander. Federico es el segundo por la derecha.

Julia marcha a Madrid, la guerra, el exilio sin retorno

El matrimonio José Rodríguez y Alejandra Danilevsky permaneció destinado en Capitanía de Granada hasta el 3 de junio de 1931. La llegada de la República llevó al nuevo ministro de Guerra, Manuel Azaña, a acometer una profunda reorganización de los ejércitos. El teniente coronel José Rodríguez había sido amigo del golpista Miguel Primo de Rivera, pero no compartía sus ideas desde el pronunciamiento de 1923. Quizás aquel hecho le frenó su carrera hacia el generalato. Azaña removió a la mayoría de jefes de Estado Mayor; a José Rodríguez lo ascendió a coronel y se lo llevó a Madrid en comisión de servicio, a disposición del nuevo capitán general de la segunda región militar. El 31 de agosto de 1931 fue nombrado delegado en la Conferencia permanente de desarme en Ginebra, donde permaneció hasta bien entrado 1932. A su regreso se le encargó la preparación de unas aparatosas maniobras militares en Castilla la Vieja. Fue prácticamente su último servicio al Ejército, pues enfermó y falleció en Madrid el 2 de febrero de 1933.

Sus hijas Julia y Elena se quedaron en Granada. La primera en su puesto de “catedrática” sustituta en Letras. La segunda, todavía como estudiante en esa misma facultad granadina

Sus hijas Julia y Elena se quedaron en Granada. La primera en su puesto de “catedrática” sustituta en Letras. La segunda, todavía como estudiante en esa misma facultad granadina.

Pero a la afamada Julia le quedaba poco tiempo de permanencia en Granada. Su mentor Fernando de los Ríos fue elegido ministro de Justicia en los dos primeros gobiernos que se formaron durante el primer año de la República, bajo las presidencias de Alcalá Zamora y Manuel Azaña. Durante todo el año 1932 y hasta el 12 de junio de 1933, Fernando pasó a ser titular de la cartera de Instrucción Pública y Bellas Artes.

Esa fue la ocasión que aprovechó para “tirar” de Julia R. Danilevsky a su servicio. El ministro lo estuvo intentando prácticamente desde el primer día en que tomó posesión del cargo ministerial en Madrid. Necesitaba una persona de confianza que conociera perfectamente el idioma ruso; él había estado en Rusia en 1921, era un admirador del cambio producido en los soviets, deseaba mantener buenas relaciones con Stalin. Por eso insistió una y otra vez en llevarse a su fiel Julia a su lado, a Madrid. El subsecretario del Ministerio de Instrucción (Francisco Barnés) escribió varias veces al rector y al decano de Julia preguntando si causaría mucho estropicio si se llevaban a Julia. Al final, la UGR condescendió y permitió que el 31 de marzo de 1933 se publicara una orden ministerial por la cual Julia R. Danilevski era nombrada traductora de la secretaría técnica del Ministerio de Instrucción Pública, con el doble de sueldo que en la Universidad de Granada (6.000 pesetas).

Julia marchó a vivir a Madrid junto con su hermana Elena. La primera, a trabajar en el Ministerio, la segunda ya realizaba su doctorado en la Universidad Central de Madrid y preparar oposiciones a profesora de instituto

Julia marchó a vivir a Madrid junto con su hermana Elena. La primera, a trabajar en el Ministerio, la segunda ya realizaba su doctorado en la Universidad Central de Madrid y preparar oposiciones a profesora de instituto.

Fernando de los Ríos dejó de ser ministro a mediados de 1933, pero continuó siendo uno de los referentes del republicanismo y del socialismo español. Además de diputado por Granada en las elecciones de 1933 y 1936. Estalló la guerra civil y le sorprendió en Ginebra; después fue designado embajador en Estados Unidos, en septiembre de 1936. Los caminos del padrino y de la joven traductora Julia se separaron para siempre.

Se sabe que en Madrid se reagruparon las tres “rusas”. Se pusieron muy pronto al servicio del dirigente comunista Julián Azcárate y de los comisarios políticos comunistas enviados a España por Stalin

A partir del comienzo de la guerra civil española empieza una época de oscuridad a la hora de reconstruir la biografía de Julia Rodríguez Danilevsky. Lo poco que se conoce es gracias a una casualidad: en Moscú coincidieron las Danilevsky (Alejandra y sus hijas Julia y Elena) viviendo en el mismo bloque (calle Arbat, 45, zona céntrica residencial para gente importante) donde alojaron un dirigente comunista asturiano. Convivieron durante muchos años y llegaron a ser casi familia. Pero con los años fueron perdiendo la pista entre ellos.

Se sabe que en Madrid se reagruparon las tres “rusas”. Se pusieron muy pronto al servicio del dirigente comunista Julián Azcárate y de los comisarios políticos comunistas enviados a España por Stalin. Los pocos archivos documentales rusos consultados apuntan que actuaron como traductoras, enlaces y espías para Rusia. Tanto en España como posteriormente en Francia y Alemania, durante la II Guerra Mundial. Al menos por el buen trato y el nivel de vida que les dispensaban los hombres Stalin hacen pensar en ello. Es prácticamente seguro que trabajaron al servicio de la NKDV (Comisariado del Pueblo para Servicios Internos), una especie de ministerio del interior de la Unión Soviética, antecedente de la KGB actual.

Julia conoció a un periodista francés que cubría la guerra civil española. Se llamaba George Soria (1914-91). Era comunista y trabajaba para L’Humanité, órgano del Partido Comunista Francés. Acabaron casándose en Moscú en 1941; al año siguiente, Julia y George tuvieron a su hija Jacqueline. En 1943 ya se localiza a George participando en actividades al servicio de la NKDV. Toda la familia Danilevski se movía en el entorno de países comunistas y mundo árabe. Si bien utilizando nombres falsos. Se las relaciona incluso con atentados e intentos de asesinatos políticos. El apodo de Ivanova aparecido en varios libros de espionaje ruso se refiere a las Danilevski.

Se asentaron en la capital francesa hacia 1952, donde él fundó una agencia literaria y artística con Louis Aragon. Él continuó trabajando en el mundo del periodismo, como historiador y dramaturgo (publicó una historia de la guerra civil española en cinco tomos) y ella consiguió un trabajo en la ONU (Unesco)

El devenir de Julia R. Danilevski, además de sumamente oscuro, le lleva muy pronto a París, de la mano de su esposo George. Se asentaron en la capital francesa hacia 1952, donde él fundó una agencia literaria y artística con Louis Aragon. Él continuó trabajando en el mundo del periodismo, como historiador y dramaturgo (publicó una historia de la guerra civil española en cinco tomos) y ella consiguió un trabajo en la ONU (Unesco). No se tiene conocimiento de que Julia regresara a España, o a Granada; si lo hizo, fue sin llamar la atención.

Julia Rodríguez Danilevsky estuvo viviendo en Francia hasta su fallecimiento en 1997. Está enterrada en el cementerio parisino de Pere Lachaise, en la misma tumba que su marido.

Su madre quedó en Moscú. Falleció en 1967 y fue enterrada en el cementerio moscovita de Golovinskoe. Su hermana Elena solía visitarla por navidades en Francia. Tras la muerte de Franco en 1975 comenzó otra historia para ella.

Allí quedó olvidada para la comunidad universitaria granadina la “rusa” Julia, una de las mujeres que tuvieron mejor expediente académico, truncado por la política, la guerra y el exilio.

Elena R. Danilevsky, la “remera” del Volga y espía

Isabel García Lorca, en sus Memorias, dice que Julia era “magnífica estudiante y compañera nuestra en el instituto”. La madre era guapísima. Recordaba que a sus hermanos no les caían bien las niñas, pero sí la madre. Pero cuando escribió sus memorias, Isabel confundió las personalidades de las hermanas, así como el nombre de la madre, a la que llamó Olga. En cambio, Manuela Manzanares describía a Elena ­­-compañera suya de promoción en Letras-, como una verdadera “remera” del Volga: fortachona, valerosa y con una nariz hacia adentro. Por las fotografías que se conservan de ella no se puede deducir que fuese hombruna; más bien parecen celos de mujeres. Manuela falleció creyendo que a Julia, la mayor, la habían fusilado los fascistas en las primeras semanas de la guerra civil. Craso error que pervive en algunos textos.

Carnet de estudiante de Elena Rodríguez Danilevsky al entrar en la UGR en 1928. ARCHIVO UGR.

Elena Rodríguez Danilevsky nació en la calle Almagro, 15, de Madrid, el 12 de abril de 1911. Así que cuando llegó a Granada ya tenía catorce años. Inició el bachiller en el Instituto de Mahón y lo acabó en el de Granada. Un poco menos brillante que su hermana Julia, pero también sacó doce sobresalientes con premio extraordinario (de 15 asignaturas). Sólo se le resistió la gimnasia, con un aprobado. Además de los idiomas maternos, estudiaba alemán en una academia y en el instituto.

La licenciatura en la Facultad de Letras la cursó siguiendo los pasos de su hermana, entre los años 1928 y 1932. Lo sacó todo sobresaliente, más once premios extraordinarios.

Expediente universitario de Elena, donde abundan los sobresalientes y matrículas de honor. ARCHIVO UGR.

Una vez licenciada en la Universidad de Granada, se dirigió a Madrid para iniciar el doctorado y preparar oposiciones a profesora. Allí volvió a reencontrarse con Isabel García Lorca y Laura de los Ríos, que habían dado el salto un curso antes, aún sin acabar sus licenciaturas en Granada. Vivieron juntas el crucero didáctico por el Mediterráneo que promovió Fernando de los Ríos en el verano de 1933.

En noviembre de 1933, Elena empezó a trabajar como profesora encargada de Latín en la Facultad de Letras de Madrid. En el curso de 1935 consiguió la cátedra de Latín en el instituto de El Escorial, que practicaba un tipo de enseñanza inspirada en la Institución Libre de Enseñanza (ILE). Durante la guerra civil fue elevada al escalafón de catedráticos de instituto.. Allí, también como profesor, se encontraba quien después sería su marido: Felipe Requejo Carrió. Este hombre era asturiano, hijo del director del periódico El Comercio. Era de clase pudiente y había estudiado en varios países. No obstante, era afiliado a Acción Republicana y a la Federación de Enseñanza de UGT.

Elena poco antes de contraer matrimonio en 1935. BLOG DE EKATERINA DEEVA
La sonada boda de Elena. Elena y Felipe se casaron también por el rito católico, ya que así lo impuso la familia de él, que era muy religiosa. El enlace tuvo lugar el 9 de diciembre de 1935 en la iglesia de la Concepción de Madrid. Asistió una nutrida representación de militares, políticos españoles y de la colona rusa. Tras la misa, pasaron a firmar como testigos más de treinta personas. A la boda asistieron Millán Astray, compañero de milicia de José Rodríguez, y el general Rafael Rodríguez Ramírez, tío de la novia (fue su padrino). La madrina fue la madre del novio, Presentación Carrió. Este enlace tuvo repercusión en las crónicas de sociedad de la prensa madrileña. Sabemos por ella que firmaron como testigos, entre otros, Fernando de los Ríos; Rubén Landa (director del Instituto de El Escorial); el general Millán Astray; y varios catedráticos de institutos de Cabra, Lucena y El Escorial. Se fueron de luna de miel a Baleares. 

Elena y Felipe se casaron en El Escorial en 1935. Y allí asistió, como invitado y testigo, Fernando de los Ríos, junto a varios diputados y políticos republicanos. Sin solución de continuidad, Elena se presentó, y aprobó, las oposiciones de profesora de enseñanza secundaria, en 1936. Justo en la misma convocatoria en la que también las aprobó Isabel García Lorca.Cuando apenas llevaba un curso como propietaria de la cátedra, estalló la guerra civil. Elena no pudo iniciar peor su carrera profesional en su nuevo instituto de la capital madrileña. 

Elena, su madre y su hermana Julia hicieron la guerra en la zona republicana española. Sus actividades por entonces son un absoluto misterio

Elena, su madre y su hermana Julia hicieron la guerra en la zona republicana española. Sus actividades por entonces son un absoluto misterio. Isabel García Lorca, cuando se reencontraron cuarenta años más tarde en Madrid, la recordaba de la siguiente manera: “Después, sus hijas Elena y Julia tuvieron una significación importante en el Partido Comunista. El año 1975 me volví a encontrar con Julia (la confundió con Elena, y el año fue posterior), que había sido cursillista como yo y había ganado las oposiciones a instituto el año 1936. Después de haber estado más de cuarenta años sin saber nada la una de la otra coincidimos en el mismo instituto, el Pardo Bazán. Poco pude sacarle de su vida en Moscú, donde se ocupó de las clases de español en la universidad y escribió una pequeña gramática. Supe que había sido colaboradora de Manolo Azcárate, que pasaba una temporada en París todas las Navidades y que veraneaba en Crimea, lo cual quiere decir que Julia [Elena] Rodríguez Danilevski fue un pez gordo en el Partido Comunista. La pobre murió después de un ataque al corazón. Se tomaba muy en serio las clases y vivía en un buen piso que, desde luego, sólo con su sueldo de profesora no podía pagar. Se supo bandear bastante bien, pero las cosas lo le fueron fáciles tampoco a ella. Se casó con un español durante la guerra, pero se separaron“.

Felipe decidió quedarse en España al finalizar el conflicto, mientras Elena y su familia se encaminaron a Rusia. Felipe fue detenido y encarcelado en la prisión provincial de Jaén bajo la acusación de haber guerreado en el bando republicano

Hay bastantes certezas en las memorias de Isabel G. L., pero también algunos errores. El primero –insisto– es en cuanto al nombre. Efectivamente, Elena y Felipe fueron separados por el destino de la guerra civil; parece que fue el Partido Comunista el que la alejó de su marido por no ser él militante afín a los métodos estalinistas. Felipe decidió quedarse en España al finalizar el conflicto, mientras Elena y su familia se encaminaron a Rusia. Felipe fue detenido y encarcelado en la prisión provincial de Jaén bajo la acusación de haber guerreado en el bando republicano; en Jaén compartió destino con el granadino Roberto Gómez Hurtado, militante socialista. Allí iba a verlo su hermana Eloísa Gómez Hurtado con un niño pequeño; era viuda del periodista de El Defensor de Granada y socialista (aunque acabó de falangista) Francisco Oriol Catena, que había fallecido en 1938. Entabló relaciones con ella y convivieron juntos en su piso de Granada hasta el año 1949. Las actividades políticas clandestinas de Eloísa en torno a AFARE y la dudosa moral de vivir amancebada con Felipe le obligaron a poner tierra de por medio y autoexiliarse a Inglaterra en 1949. Felipe, por su parte, consiguió viajar a principios de los años sesenta a varios países árabes. Aunque había vuelto a casarse con otra mujer, nunca dejó de buscar a Elena Rodríguez Danilevski.

Y la encontró en Moscú en el año 1963. Allí la visitó varias veces, en la misma casa en que vivía el dirigente comunista asturiano. Los pocos datos y las fotos de aquellos años en Moscú son los que acumuló esta familia asturiana.

Hasta que un día Elena desapareció de su piso de Madrid. Parecía que se la había tragado la tierra. Nada más supieron de ella. Quizás Isabel García Lorca llevase razón al insinuar que había regresado a España a hacer algo más que dar clases en el instituto donde ella era catedrática desde su reposición en 1975

El dirgente comunista asturiano regresó a Asturias en 1970 y perdieron el contacto con Elena. Pero a partir de 1976, cuando Elena regresó a España, volvieron a tratarse. Hasta que un día Elena desapareció de su piso de Madrid. Parecía que se la había tragado la tierra. Nada más supieron de ella. Quizás Isabel García Lorca llevase razón al insinuar que había regresado a España a hacer algo más que dar clases en el instituto donde ella era catedrática desde su reposición en 1975. En el libro escrito por Lev Vasilevskiy (periodista de Pravda y espía de NKVD) sobre la guerra civil española, habla de Elena como perteneciente a su grupo de espías y activistas guerrilleros. Dice de ella lo siguiente: “Mujer joven, acostumbrada a la comodidad de una gran ciudad europea, sin quejarse soportó una vida dura en nuestro grupo, compartiendo con todos nosotros los peligros de la contienda. Ella era nuestra compañera humilde y sensible, atenta, tranquila, paciente e incansablemente trabajadora”.

El instituto Pardo Bazán de la calle Santa Brígida también desapareció en el año 2002 por falta de alumnos. No he logrado dar con sus archivos para conocer el tiempo y las clases que impartió Elena allí durante la Transición.

La estancia de Elena en el instituto madrileño no se prolongó mucho, pues falleció el 28 de febrero de 1979 y fue enterrada dos días más tarde en el cementerio de la Almudena. Su cadáver fue sepultado en la tumba de su padre, que las Danilevski adquirieron a perpetuidad en el Cuartel 17N, manzana 10, B.

De su actividad al servicio de gobierno de Stalin y posteriores presidentes de la URSS nada se puede concretar, más allá de apariciones en investigaciones literarias sobre actividades de los servicios secretos rusos hasta la disgregación de la unión de repúblicas socialistas soviéticas

De su actividad al servicio de gobierno de Stalin y posteriores presidentes de la URSS nada se puede concretar, más allá de apariciones en investigaciones literarias sobre actividades de los servicios secretos rusos hasta la disgregación de la unión de repúblicas socialistas soviéticas. Elena dejó escritos varios libros de texto de los que utilizó en sus clases en las universidades populares de la URSS. 

A eso se reduce todo el recuerdo aprendido por otra de las mejores alumnas que pasaron por la Facultad de Letras de Granada en los años finales de la década de los veinte y principios de los treinta. Sin duda, un periodo escrito con letras de plata en Granada y en su Universidad.

Manuela Manzanares: el flechazo por el arabista García Gómez

La vida estudiantil y profesional de Manuela Manzanares López tuvo muchos paralelismos con las hermanas Rodríguez Danilevsky, aunque sus orígenes y sus circunstancias fueron diametralmente opuestos. Lo suyo fue un verdadero flechazo por el flamante catedrático de árabe llegado a Granada cuando ella acababa el segundo curso. Se trataba de Emilio García Gómez (1905-91). Nada más oírle hablar quedó prendada de su manera de explicar una asignatura complicada. Manuela había ido a la Facultad pensando formarse para ser profesora de latín; pero García Gómez le cambió la vida para siempre. De hecho, ya durante toda su vida continuó tomándole como modelo de profesor.

Manuela Manzanares López pasó por Letras con la vitola de ser la alumna más pobre de todos los que estudiaban allí. Aunque no siempre fue así en su familia, hubo momentos mejores

Pero no adelantemos acontecimientos. Manuela Manzanares López pasó por Letras con la vitola de ser la alumna más pobre de todos los que estudiaban allí. Aunque no siempre fue así en su familia, hubo momentos mejores. Había nacido en la Torre de Juan Abad, un pueblo de la comarca del Campo de Montiel (Ciudad Real), el 20 de junio de 1910. Fruto del segundo o tercer parto de Carmen López Madrid y Domingo Manzanares Parra, ella de 21 años y él de 29. La joven pareja procedía de Valdepeñas e Infantes, respectivamente. Se habían asentado en la Torre para trabajar de panadero y repartidor de vinos. Carmen se dedicaba al cuidado de la casa y a criar hijos (a lo largo de su vida tuvo catorce embarazos, de los que le sobrevivieron ocho bebés).

Vinatero a la puerta del Ayuntamiento viejo de la Torre de Juan Abad, a principios del siglo XX. ¿Sería Domingo Manzanares? BIBLIOTECA TORRE DE JUAN ABAD.

Los abuelos paternos procedían de Membrilla (Ciudad Real) y Sevilla, en tanto que los maternos tenían una bodega en Valdepeñas. Los padres de Manuela empezaron a cargarse de hijos muy pronto y apenas eran capaces de mantenerlos. La casucha de la calle Virgen de los Olmos estaba colmada de chiquillos hacia 1916; la pareja tomó la decisión de irse a Valdepeñas, donde la bodega familiar de sus padres y hermanos empezaba a funcionar. Domingo Manzanares aprendió algo del oficio comercial y, ya a finales de 1917, había tomado la decisión de abrir una delegación de vinos de Valdepeñas en Granada.

Manuela, en su ancianidad, recordaba que su padre llegó a tener coche de reparto y manejaba dinero; pero pronto se comprobó que era un espejismo, el hombre no tenía madera de comerciante y pronto se arruinó

Al principio parece que les fue bien el negocio. El matrimonio no paraba de traer niños al mundo, primero en la casa número 1 de la calle Montalbán, donde pusieron el negocio, y más tarde en el número 9 de Cementerio de Santa Escolástica. Manuela, en su ancianidad, recordaba que su padre llegó a tener coche de reparto y manejaba dinero; pero pronto se comprobó que era un espejismo, el hombre no tenía madera de comerciante y pronto se arruinó. La ruina y la pobreza fueron la característica constante de la familia durante toda la década de los años veinte y principios de los treinta.

Escuela de niñas de la Torre, en la década de 1910-20. Quizás entre ellas se encontraba Manuela.  BIBLIOTECA TORRE DE JUAN ABAD.

Carmen López se dio cuenta muy pronto de que su hija Manuela tenía aptitudes e inteligencia para abandonar la pobreza que la rodeaba. Quiso que estudiara para labrarse un futuro mejor. Se lo había aconsejado una profesora del Colegio Calderón al que la llevaron (en la calle Recogidas, precursor del Regina Mundi actual). No se podía desaprovechar aquella mente privilegiada. La niña Manuela coincidió en el Calderón, aunque muy fugazmente, con Isabel García Lorca; también había pasado por allí su hermana Concha García Lorca. Y cuando todas las hijas de clase media saltaron al Instituto, también Manuela quiso seguirlas. Pero ya por aquellos años de instituto la familia de Domingo Manzanares iba dejando rastros de la necesidad económica en que estaba sumida; en la beneficencia municipal se le clasificó como obrero sin medios para mantener a sus hijos.

Declaración del padre sobre la pobreza de la familia. Escritos similares de Domingo y de Manuela abundan en su expediente. ARCHIVO UGR.

Manuela nunca se desligó del Colegio Calderón. Su magnífico expediente académico y su madurez anticipada la mantuvo colaborando en clases de refuerzo a niños pequeños. Algo que volvería a su vida en su etapa madrileña. El bachillerato en el instituto de la Gran Vía lo cursó entre los años 1922 y junio de 1926. Obtuvo diez sobresalientes. Por aquellas fechas la adolescente Manuela Manzanares había entablado amistad con la joven generación de estudiantes de clase media-alta de Granada; les acompañaba a tertulias y actos culturales. Empezó a conocer gente inquieta del mundo literario y universitario.

Quizás por entonces ya había entrado en contacto con las actividades del grupo de teatro de Gloria Giner de los Ríos

Quizás por entonces ya había entrado en contacto con las actividades del grupo de teatro de Gloria Giner de los Ríos. Escribió el historiador manchego Carlos Villar Esparza que “a petición de Gloria de los Ríos se convierte en actriz teatral aficionada, participa en tertulias literarias. Conoce, se relaciona, hace amistad con Isabel García Lorca (que era de su mismo curso), Manolo Banús, Luis Rosales, la esposa de Emilio García Gómez, Francisco José Cirre…”.

A pesar de todo, su madre seguía empeñada en que Manuela abandonara el mundo de miseria en que estaba sumida la familia por falta de éxito profesional de su padre. Consiguió matricularla en la Universidad

La actividad teatral y cultural de Manuela en la década de los veinte debió ser muy parecida a la de Julia R. Danilevsky… pero ella no era hija del gobernador militar ni de físico tan imponente ni su familia tenía dónde caerse muerta. A pesar de todo, su madre seguía empeñada en que Manuela abandonara el mundo de miseria en que estaba sumida la familia por falta de éxito profesional de su padre. Consiguió matricularla en la Universidad. El examen de ingreso se lo hizo Fernando de los Ríos el 29 de septiembre de 1928; tuvo que hablar de Tito Livio, de psicología y hacer una traducción de italiano.

Carnet de estudiante de Manuela Manzanares al entrar en la Facultad de Letras en 1928. ARCHIVO UGR.

Pero como no podían pagar su matrícula, su padre recurrió al Ayuntamiento para que le concedieran los beneficios de familia muy numerosa y padre obrero sin ningún tipo de propiedad ni ingreso. En su expediente y en el Ayuntamiento quedó constancia continua a solicitudes de ayuda al departamento municipal de acción social y emigración. La delegación de Hacienda informaba de que esta familia era pobre de solemnidad. Manuela solicitaba cada curso la concesión de matrícula gratuita. Y la junta de Facultad solía concedérsela, en atención a su pobreza y a los buenos resultados como estudiante.

Se convirtió en una fiel discípula y se pegó a él. Había decidido ser arabista, igual que quien ya consideraba su maestro

Manuela estudió los tres primeros cursos en la Facultad de Letras, entre octubre de 1928 y junio de 1931. En su expediente académico parcial figuran ocho sobresalientes y premio. Se aprecia que cada curso iba mejorando. Su intención inicial de convertirse en profesora de latín dio un vuelco total cuando en 1930 se incorporó como catedrático el joven Emilio García Gómez. Era un hombre que tenía un atractivo didáctico muy especial, incluso gente de fuera de la Universidad solía acudir a escucharle. Manuela quedó absolutamente subyugada por la forma de ser y de enseñar de García Gómez. Se convirtió en una fiel discípula y se pegó a él. Había decidido ser arabista, igual que quien ya consideraba su maestro.

Expediente de los tres primeros cursos de Manuela Manzanares en la Facultad de Letras de Granada, plagado de sobresalientes y premio. ARCHIVO UGR.

El joven catedrático Emilio García Gómez (de sólo 26 años) se ocupó de que su discípula Manuela tuviese una formación más profunda. Le gestionó ayuda para que se trasladase a completar su especialidad como arabista en la Universidad Central. Allí era catedrático de árabe Miguel Asín Palacios, la primera autoridad española del momento en arabismo. El gran maestro de toda la generación de arabistas del primer tercio del siglo XX. Manuela trasladó su expediente a Letras de Madrid para acabar el último curso a la sombra de Asín Palacios. Y también bajo su dirección iba a comenzar, al año siguiente, su doctorado. Eligió como tema “Arabistas españoles en el siglo XIX”.

En la Escuela de Estudios Árabes se encontraba becada a mediados de 1933 cuando fue seleccionada para el crucero didáctico de jóvenes universitarios por el Mediterráneo

Quizás tanto García Gómez como Manuela Manzanares ya conocieran, por boca del entorno de Fernando de los Ríos, que en enero de 1932 el ministro iba a crear las escuelas de Estudios Árabes de Madrid y Granada. Para dirigir la primera fue designado Asín Palacios, para la segunda se eligió a García Gómez (García Gómez heredó la cátedra de Madrid de Asín Palacios en 1935; volvió a reencontrarse con Manuela). Y Manuela estaba a la sombra de Asín para colaborar en la incipiente institución arabista; en ella se matriculó inmediatamente para el doctorado. En la Escuela de Estudios Árabes se encontraba becada a mediados de 1933 cuando fue seleccionada para el crucero didáctico de jóvenes universitarios por el Mediterráneo (ver ampliación al final de este artículo).

Manuela también se había marchado a Madrid pensando que les quitaba una boca a sus padres y que le ayudaría un familiar suyo. Pero no fue así. Solamente le ayudó Francisco José Cirre, de su grupo de amigos de Granada

Manuela también se había marchado a Madrid pensando que les quitaba una boca a sus padres y que le ayudaría un familiar suyo. Pero no fue así. Solamente le ayudó Francisco José Cirre, de su grupo de amigos de Granada, que por entonces había encontrado trabajo, y tiempo después pasó a la revista literaria Cruz y Raya; era gerente a las órdenes de José Bergamín. Además, por mediación de Fernando de los Ríos conoció al subsecretario del Ministerio de Instrucción Pública, Francisco Barnés Salina, y se puso a dar clases particulares a varias de sus hijas. Una de ellas, Ángela Barnés, también entró como estudiante en la Escuela de Estudios Árabe. Con aquellos ingresos y la beca de la Escuela fue como consiguió sobrevivir en el Madrid de la II República.

La amistad de Manuela y Francisco J. Cirre en Granada había sido superficial. Empero, en Madrid la convirtieron en noviazgo y acabaron contrayendo matrimonio en 1935; José Bergamín fue su padrino de boda

La amistad de Manuela y Francisco J. Cirre en Granada había sido superficial. Empero, en Madrid la convirtieron en noviazgo y acabaron contrayendo matrimonio en 1935; José Bergamín fue su padrino de boda. Continuó relacionándose con la familia de Fernando de los Ríos, de manera que por mediación suya entró a trabajar en la Biblioteca Nacional con una beca. En esta institución localizó y tradujo unas cartas inéditas de Américo Vespuccio. También en Madrid mantuvo las relaciones de amistad con la familia García Lorca; visitaban esporádicamente su casa de la calle Alcalá. Manuela recordaba siempre oír a Federico tocando el piano, tanto en su casa de Granada como después en algún lugar de Madrid. Y lo hacía bastante bien. No obstante, la relación de su novio Cirre como de ella era más cercana con Francisco García Lorca.

Ángela Campos, Manuela Manzanares (de luto por la reciente muerte de su padre durante el viaje) y Ángela Barnés, en Estambul.

Tenía el doctorado encarrilado aquel fatídico 18 de julio de 1936. Manuela y Francisco José Cirre pensaron que el levantamiento no pasaría de una asonada más, similar a la que vivieron en 1923 con Primo de Rivera. Como habían tenido problemas burocráticos para casarse (no le dieron los papeles hasta casi un año después), decidieron aprovechar y marcharse de luna de miel a París. Regresarían cuando la situación se hubiese calmado. Pero no fue así, la situación derivó en una guerra civil con terrible matanza entre españoles; tardaron dieciocho años en regresar a España.

Su pasaporte los delataba como izquierdistas. Decidieron permanecer en París unas semanas. Hasta que consiguieron contactar con Paco García Lorca, que acababa de ser destinado a la embajada de Bruselas. Manuela y Francisco se fueron con él y con su hermana Isabel (que había conseguido salir de España en septiembre de 1936) hasta Bruselas

Ella sí era mujer marcadamente de izquierdas, republicana, con Fernando de los Ríos como modelo político a seguir. Pero su marido era apolítico. No tenían nada que temer… excepto que viajaban al amparo de la tarjeta de intelectuales antifascistas. Se vieron indecisos y perdidos en París, temiéndose que los fusilaran si regresaban a España. Su pasaporte los delataba como izquierdistas. Decidieron permanecer en París unas semanas. Hasta que consiguieron contactar con Paco García Lorca, que acababa de ser destinado a la embajada de Bruselas. Manuela y Francisco se fueron con él y con su hermana Isabel (que había conseguido salir de España en septiembre de 1936) hasta Bruselas. Paco G.L. consiguió un trabajo para Francisco Cirre en la embajada. En Bélgica permaneció el matrimonio durante los tres años de guerra civil; incluso cuando en 1938 Paco G. L. fue movilizado a Barcelona e Isabel viajó a Nueva York a reunirse con la familia de Fernando de los Ríos, que por entonces era embajador en EE UU. Durante su estancia en Bélgica, Manuela trabajó de profesora; incluso participó como ponente en el Congreso de Arabistas Europeos, por mediación del profesor Hernan Abel. Aportó un estudio sobre “Filosofía sufí en ápoca tardía”

Manuela recordaba cómo a las dos horas de conocerse el bando del final de la guerra, radiado por Franco el 1 de abril de 1939, todo el mundo cogió su maleta y abandonó Bruselas precipitadamente. No podían quedarse en Bélgica, Hitler ya tenía los tanques en su frontera para iniciar la invasión de los países bajos.

Larga vida de exiliados en Colombia y EE UU

La segunda etapa del exilio forzoso llevó a la pareja a Sudamérica. Tuvieron ofrecimientos de dar clases en varios países; eligieron Colombia. Durante un periodo se codearon con la sociedad política e intelectual de aquel país, comieron con el presidente Santos y frecuentaron a Neruda. Pero entendieron que su destino estaba en Estados Unidos. Ya para finales de 1946 estaban en el entorno universitario de Michigan. Dieron algunos tumbos hasta acabar en la Universidad de Delaware. Francisco José Cirre no tuvo problema, pero Manuela sí; la sociedad americana todavía respiraba aires machistas. Y eso que él ni era licenciado. Viajaron un par de veces a Nueva York, donde visitaron a los García Lorca y, sobre todo, a Fernando de los Ríos. Pero su mentor ya no la recordaba, había empezado a perder la memoria; no cesaba de preguntar si con su acción y decisión política habría causado dolor y muerte a muchos españoles (Fernando de los Ríos falleció en 1949).

Manuela fue brillante profesora e investigadora en EE UU. Allí obtuvo un segundo doctorado. Siempre dijo que tenía muy presente el modelo de enseñante de su maestro Emilio García Gómez

Manuela tardó varios años en estabilizar su carrera profesional. Continuó con su tesis doctoral, que no acabó hasta 1958. Era la misma que empezó en la Escuela de Estudios Árabes de Madrid: “Arabistas españoles del siglo XIX”. Una síntesis se publicó en inglés y en 1972 se hizo lo mismo en castellano. Manuela fue brillante profesora e investigadora en EE UU. Allí obtuvo un segundo doctorado. Siempre dijo que tenía muy presente el modelo de enseñante de su maestro Emilio García Gómez.

Manuela Manzanares López, en la recta final de su vida. AL-ANDALUS Y LA HISTORIA.

La pareja consiguió sacar de Granada a la abuela, Carmen López, y llevarla a EE UU. Allí falleció a los 93 años. De vez en cuando la traían de vacaciones a la casa que compraron en Fuengirola. La primera vez que regresaron a España fue en 1954; lo hicieron con pasaporte americano, tuvieron que entrar por Gibraltar como turistas. Francisco J. Cirre falleció en Detroit en 1982.

No tengo la menor duda de que esta manchega/granadina hoy ocuparía un escaño de oro como la primera mujer arabista, quizás a la altura de Gayangos, Asín Palacios o García Gómez. Y tendría una placa de recuerdo en la Universidad de Granada y en Torre de Juan Abad

La arabista dejó, además de su tesis, el libro España y los españoles (1970), viajó por medio mundo para dar conferencias sobre el arabismo. Incluso fue declarada en 1978 como mejor profesora de su universidad. En 2003, la Sociedad Española de Estudios Árabes la nombró socia de honor. Se jubiló de la docencia en 1980.

Manuela siempre llevaba en su boca el pueblo donde nació y la ciudad donde se crió: Torre de Juan Abad y Granada. En 1979, la primera corporación democrática esperaba su presencia en el pueblo manchego de sus orígenes. Pero no fue. En este pueblo vivió sus destierros Francisco de Quevedo, de cuyo señorío era titular. Manuela Manzanares de Cirre, como solía firmar (incluso Manuela de Cirre en EE UU) falleció el 29 de abril de 2004 en Southfiel (Michigan). En su lugar de enteramiento quiso que figurase “Born in Torre de Juan Abad, Spain, 1910”.

No tengo la menor duda de que esta manchega/granadina hoy ocuparía un escaño de oro como la primera mujer arabista, quizás a la altura de Gayangos, Asín Palacios o García Gómez. Y tendría una placa de recuerdo en la Universidad de Granada y en Torre de Juan Abad.

Panorámica de Torre de Juan Abad a principios del siglo XX. Por entonces tenía una población algo superior a 2.500 habitantes. BIBLIOTECA TORRE DE JUAN ABAD.

El crucero de la generación de 1933 por el Mediterráneo

En primavera de 1933 ya se encontraba en Madrid todo el grupo de cinco amigas, conocidas, actrices y compañeras de estudios que se había formado en la Facultad de Letras de Granada: Julia trabajaba de traductora en el Ministerio de Instrucción Pública; Isabel García Lorca y Laura de los Ríos Giner ultimaban estudios la carrera de Letras entre la facultad de la Universidad Central y la Institución Libre de Enseñanza; Elena R. Dinalovsky preparaba doctorado y oposiciones; y Manuela Manzanares había comenzado su doctorado en la Escuela de Estudios Árabes y en la Facultad de Letras, bajo la tutela del arabista Asín Palacios. Julia R. Dinalovsky ya no era estudiante, tenía un cargo de confianza del ministro de Instrucción y Bellas Artes y no pudo embarcarse.

El ministro Fernando de los Ríos propuso al consejo de ministros una novedosa actividad académica para universitarios aventajados. Se trataba de realizar un crucero por el Mediterráneo durante 48 del verano de 1933

El ministro Fernando de los Ríos propuso al consejo de ministros una novedosa actividad académica para universitarios aventajados. Se trataba de realizar un crucero por el Mediterráneo durante 48 días del verano de 1933. Sería como una especie de aula flotante para estudiantes del área de humanidades, en la que se combinarían las clases teóricas y las prácticas visitando todos los países. Se habilitaron 190 plazas en el buque Ciudad de Cádiz, contando alumnos, profesores y algún personal auxiliar. Cada alumno debía aportar 1.600 pesetas; aunque cada universidad tuvo la potestad de seleccionar y becar a sus estudiantes.

La iniciativa suscitó bastantes críticas en la prensa de derechas, opuesta al gobierno republicano de izquierdas. Se sospechaba que el viaje era un pretexto placentero para hijos de los poderosos. La realidad fue que hubo casos de todos, desde el numeroso grupo de catalanes que pagó la Generalitat, a hijos de ministros y poderosos. Del grupo de cinco estudiantes del entorno de Fernando de los Ríos-Gloria Giner obtuvieron plaza cuatro de ellas: Isabel García Lorca, Laura de los Ríos, Elena Rodríguez Donalevsky y Manuela Manzanares. El único caso del que se puede asegurar que fue sólo por méritos académicos fue el de Manuela; su mentor Asín Palacios la seleccionó y pagó las 1.600 pesetas con fondos de la Escuela de Estudios Árabes. En el cupo de esta Escuela también fue seleccionada Ángela Barnés González, hija del subsecretario de Fernando de los Ríos y futuro sucesor en el Ministerio de Instrucción Pública. Años después, Manuela comentó que a todas las alojaron en el mejor camarote de primera (Excepto a Elena, que la pasaron a uno de segunda).

En el grupo de cruceristas se dieron cita profesores y estudiantes que han pasado a la historia de sus respectivas especialidades. Y otros muchos que padecieron en exilio tras la guerra civil por estar alineados con posiciones políticas republicanas

En el grupo de cruceristas se dieron cita profesores y estudiantes que han pasado a la historia de sus respectivas especialidades. Y otros muchos que padecieron en exilio tras la guerra civil por estar alineados con posiciones políticas republicanas. Al viaje asistieron los profesores Emilio García Gómez, Gregorio Marañón, Manuel García Morente (decano de Madrid), Antonio García Bellido y Manuel Gómez-Moreno Martínez (éste se llevó a su hija María Elena). En la escala de Nápoles se les sumó el escritor Ramón María Valle-Inclán.

Entre los nombres de alumnos que luego sonaron más en el mundo cultural español se encontraban Fernando Chueca Goitia, Guillermo Díaz-Plaja, Juana Molina Fajardo, Soledad Ortega Spottorno, Julián Marías Aguilera, Jaume Vicens Vives, etc. De aquel viaje han quedado varios diarios escritos por sus protagonistas, así como centenares de fotografías. Casi todas las personas que aparecen en esas fotografías están identificadas en la actualidad, a excepción de Elena Rodríguez Danilevsky.

Durante el desarrollo de aquel viaje falleció en Granada el padre de Manuela Manzanares.

Un mal presagio para más de un tercio de quienes hicieron el crucero de 1933, ya que tuvieron que emprender camino del exilio tras la guerra civil. O fueron apartados de sus cátedras o sus trabajos

La motonave Ciudad de Cádiz, de la Compañía Transmediterránea, se hizo famosa unos meses después. Fue utilizado en el puerto de Barcelona como buque-prisión para encarcelar a los sublevados de la Generalitat de Cataluña, a partir del 6 de octubre de 1934. Durante la guerra civil de 1936, el barco quedó en poder del banco republicano; fue hundido por el submarino italiano RS Galileo Ferraris II, (14 de agosto de 1937), cuando hacía un viaje por la costa de los Dardanelos.

Un mal presagio para más de un tercio de quienes hicieron el crucero de 1933, ya que tuvieron que emprender camino del exilio tras la guerra civil. O fueron apartados de sus cátedras o sus trabajos.

Laura de los Ríos e Isabel García Lorca, con otras amigas, desembarcando en Egipto.
Grupo de la Facultad de Letras y de la Escuela de Estudios Árabes de Madrid donde iban las cuatro “granadinas”.
Itinerario del crucero pedagógico ideado por Fernando de los Ríos para el verano de 1933.

AGRADECIMIENTOS Y REFERENCIAS

─A José Vallejo Prieto, por sus datos de corrientes literarias en la década de los años veinte, además de por sus contactos.

─A Lourdes Vélez, bibliotecaria municipal de la Torre de Juan Abad, también por sus datos y fotografías.

─Al personal del Archivo Histórico de la UGR por las facilidades en localizar todos los expedientes manejados.

─A la Hemeroteca de la Casa de los Tiros.

─Las “Memorias” de Isabel García Lorca están publicadas por Tusquets en 2002. Dedica las págs. 116-7 a la familia Rodríguez Danilevsky.

─He tomado datos de la tesis doctoral de Mercedes Oriol Vico (El giro ideológico de Francisco Oriol Catena a través de sus artículos en la prensa granadina, 1923-38).

─Para conocer un poco más la vida profesional de Manuela Manzanares de Cirre existe una entrevista con ella que le hizo la profesora Mercedes del Amo en 2003, justo un año antes de su muerte. Está publicada en la revista de la Consejería de Educación de la Embajada de España en Rabat. También se puede encontrar en www.academia.edu. Es la única que existe en castellano.

─Hay algunos datos complementarios sobre la vida de Manuela Manzanares en un artículo publicado por el historiador Carlos Villar Esparza en la revista de fiestas de Torres de Juan Abad (2006).

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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