No soy culpable
¿Alguien está igual de harto que yo de que le culpen de todos los males del mundo? Si hay cambio climático es por mi inconsciencia, si el medio ambiente se va al garete es por mi descuido, si sigue habiendo pandemia es por mi insolidaridad y si hay paro es porque yo tengo dos trabajos. Es insoportable la presión que los verdaderos poderes fácticos nos vuelcan, como si fuera basura, pese a que son ellos mismos los que nos abocan a discurrir por un camino concreto para luego echárnoslo en cara.
Esta semana hemos conocido que las autovías españolas van a dejar de ser gratuitas en 2023. Ahora que muchas autopistas dejarán de cobrar, el Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, lo que antes era Fomento, trata de establecer un sistema de ingresos para cubrir los gastos de la red viaria y ha desarrollado un dossier en el que se propone pagar una viñeta anual para usar autopistas y autovías como un paso previo a lo que sucederá en 2025: el pago por uso. De nuevo, los ciudadanos de a pie nos veremos obligados a gastar de nuestros cada vez más recortados ingresos para viajar. Posiblemente, este incremento del coste puede hacer que los ciudadanos se planteen dos veces si desplazarse por ocio desde Andalucía hasta Galicia o viceversa, mientras los alemanes o británicos cuentan con chollos espectaculares de vuelos a Canarias o a Palma de Mallorca, pero no es eso lo que más me preocupa. A lo que el Gobierno alude es al famoso “quien contamina paga”. Y lo siento en el alma, pero me parece una desfachatez fuera de todo rango.
Decir que quien contamina paga cuando es evidente que para no hacerlo es necesario ganar más dinero llega a un punto de cinismo que raya en la crueldad.
Encantados estaríamos los españolitos de a pie, los mileuristas, de poder adquirir un vehículo eléctrico, que no contamine, cuyo coste en el mercado es superior al de los de gasolina o gasoil. Decir que quien contamina paga cuando es evidente que para no hacerlo es necesario ganar más dinero llega a un punto de cinismo que raya en la crueldad.
El pago de las autovías por uso va a mermar aún más los ya recortados sueldos de aquellos que se tienen que desplazar diariamente para trabajar y a quienes no va a influir en absoluto es a quienes disponen de una flota de vehículos de alta gama en su garaje porque seguirán haciendo la misma vida y con el mismo escaso cargo de conciencia.
Ocurrió lo mismo con las bolsas de plástico. ¿Lo recuerdan? Nos lanzaron discursos que nos convertían en culpables de haber llenado los océanos de ese contaminante material. Y la solución llegó de la misma forma de siempre: cobrando las bolsas
Ocurrió lo mismo con las bolsas de plástico. ¿Lo recuerdan? Nos lanzaron discursos que nos convertían en culpables de haber llenado los océanos de ese contaminante material. Y la solución llegó de la misma forma de siempre: cobrando las bolsas. Así, los dueños de esas flotas de vehículos en el garaje ni se inmutaron, ni trataron de cambiar ningún hábito, ni falta que les hacía, porque para eso estaba el sufrido ciudadano, que ha sido el escogido para reciclar dichas bolsas y buscar alternativas. Y desgraciadamente no parece que la medida haya servido para reducir en exceso la cantidad, quizás porque las grandes superficies comerciales han considerado la medida como una forma de aumentar beneficios. Por eso, ya no solo se cobran las bolsas de plástico en los establecimientos sino también las de papel; por eso, cada vez que vamos al supermercado seguimos asistiendo a un derroche de plástico en los diversos productos empaquetados, como si fuera menos grave que ellos lo empleen a que lo hagamos nosotros. Es decir, nos obligan a comprar lechugas, tomates o uvas envasadas y luego nos culpan por contaminar con ese plástico. Totalmente surrealista.
Cuando uno tiene conciencia social y trata de que el planeta no se vaya a la mierda sigue todas las instrucciones creyendo que realmente son las pautas más adecuadas para evitar seguir degradándolo; sin embargo, llega un momento en que recapacita y se harta porque no entiende que los esfuerzos los tengamos que hacer siempre los mismos.
Llega un momento en que recapacita y se harta porque no entiende que los esfuerzos los tengamos que hacer siempre los mismos
Ya está bien de recibir las broncas de quienes verdaderamente están arruinando La Tierra, de que nos conciencien de la importancia del reciclaje, pese a que muchas veces esos residuos acaben mezclados, que nos culpen de la esclavitud animal cuando la mayoría carece de recursos suficientes para acceder a un pollo de corral, que nos hagan pagar más impuestos mientras que las grandes fortunas del país tributan en Panamá o la Fiscalía prepara el cierre de las tres causas abiertas a Juan Carlos I, que nos hagan comulgar con ruedas de molino como si fuéramos estúpidos.
Lo que no tiene ningún sentido es que cada vez haya más formas de estrangular a las clases menos pudientes a través de gastos que tenemos que asumir todos al mismo precio pese a que para algunos suponga la ruina y a otros no les afecte, como la subida de la luz
Que conste que siempre he estado a favor del pago de impuestos, no me importaría dar la mitad de lo que cobro al mes si ganara 6.000 euros, como ocurre en Dinamarca, a cambio de recibir los mismos beneficios que ellos. Lo que no tiene ningún sentido es que cada vez haya más formas de estrangular a las clases menos pudientes a través de gastos que tenemos que asumir todos al mismo precio pese a que para algunos suponga la ruina y a otros no les afecte, como la subida de la luz que a muchas personas les impedirá encender la calefacción aunque se mueran literalmente de frío o les abocará a cerrar ese negocio de toda la vida al que le han dedicado tanto esfuerzo y para otros será una mera anécdota.
Como siempre ocurre, el Gobierno acaba de lanzar la noticia de que se cobrarán las autovías y autopistas de tapadillo, sin bombo ni platillo, con el fin de que nos vayamos haciendo a la idea porque tengan ustedes claro que ocurrirá, sí o sí, gane quien gane las próximas elecciones, la medida es demasiado golosa como para olvidarse de ella. Y que no tenga nadie duda de que el motivo que esgrimirán nuestros representantes será que estamos contaminando el país nosotros y nadie más que nosotros, con nuestro vehículo particular, ese que no se nos permite cambiar porque las alternativas están muy lejos del alcance de nuestros bolsillos.