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Controversias sobre el cuerpo de las mujeres (I): El cuerpo como capital erótico

Blog - El Viaje a Ítaca - Ana Gámez - Sábado, 16 de Marzo de 2019

Fue la socióloga Catherine Hakim quien acuñó en 2010 el término “capital erótico”, que aúna la belleza, el atractivo sexual, la vitalidad, el saber vestirse bien, el encanto, el don de gentes y la competencia sexual. Es un conjunto de características que tienen que ver con nuestra apariencia y nuestra forma de relacionarnos con los demás y que hace que resultemos más o menos atractivos, especialmente para las personas del sexo puesto. Se trata de un capital que podemos ejercer en cualquier contexto y que incluye habilidades que pueden aprenderse y cultivarse (porte, estilo), pero también características que vienen dadas de nacimiento (rasgos y constitución física, por ejemplo).

Para esta socióloga, las mujeres tienen más capital erótico que los hombres, que sienten más atracción sexual por las mujeres que estas por ellos, lo cual las ha beneficiado históricamente, y deben utilizar tanto su capital erótico como factor de empoderamiento. Esta sería una de las razones que explica que los hombres hayan separado la mente, la inteligencia, y el cuerpo, la belleza física, a la que han atribuido menos valor. Además, el cristianismo asoció el sexo y la sexualidad con las ideas de impureza y bajos instintos. El capital erótico se convierte de un elemento transgresor que permite actuar a las mujeres en todas las esferas, más allá de limitaciones sociales y económicas, y que complementa a otros atributos como la inteligencia.

Pero quizá el concepto de capital erótico no sea nuevo, sino una versión fina de la vieja idea de 'vende tu cuerpo o al menos utilízalo, sácate partido'.

El filósofo y sociólogo José Luis Moreno Pestaña ha estudiado la relación entre el cuerpo, la enfermedad mental y los trastornos alimentarios, cuestiona la teoría de Hakim partiendo de la idea de que la belleza y el atractivo físico es un concepto cultural que se ha interpretado y gestionado históricamente de distinta manera.

Moreno Pestaña ha estudiado la vinculación entre los trastornos alimentarios y el aumento del valor del capital erótico; el sufrimiento y los daños severos que pueden causar en la salud de las mujeres los trastornos alimentarios. El autor se centra en un campo apenas estudiado, el ámbito laboral, analizando cuáles son las consecuencias de las condiciones laborales en la aparición de los trastornos alimentarios, y las estrategias de las mujeres trabajadoras con distintos niveles de cualificación para cuidar y emplear su capital erótico. Su primera constatación es la aparición a edades cada vez más tempranas de la preocupación por el peso y la apariencia física y sexual.

"Conviene recordar que la anorexia es una de las enfermedades mentales que más muertes ocasiona"

Conviene recordar que la anorexia es una de las enfermedades mentales que más muertes ocasiona. Según el Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos una de cada cinco personas aquejadas de anorexia muere dentro de los primeros 20 años desde que se diagnostica la enfermedad. Entre un 40% y un 50% de las enfermas se recuperará, y en otro 20%, aproximadamente, la anorexia se convierte en una enfermedad crónica. Sufrir anorexia aumenta cinco veces el riesgo de muerte y padecer bulimia lo duplica, según un estudio realizado por investigadores de la Loughborough University, enen Reino Unido, publicado en Archives of General Psychiatry.

Jóvenes y redes sociales

La mujer delgada hipersexuada, gran consumidora de ropa, cosmética, complementos, cirugía, etc. es el símbolo entre las jóvenes de la belleza, de la felicidad y del éxito. Los mensajes que reciben las chicas es que sean chicas modernas y transgresoras, y no interpretan que sus actitudes o comportamientos, por ejemplo cuando usan pantalones tan cortos que muestran el culo, las sitúe bajo el patriarcado más rancio, el de enseñar un cuerpo joven para disfrute de los hombres.

Ahora se empieza a analizar las influencias en jóvenes y adolescentesde este modelo y de valores como la belleza, la delgadez o el éxito social.

"Más de la mitad de las niñas de trece años se siente insatisfecha con su cuerpo, e inician dietas para perder peso, su ideal es ser modernas y sexis"

Los actuales cánones estéticos, que ponen el acento en los rasgos sexuales de las mujeres, junto con la cultura de las imágenes y las redes sociales han creado el llamado "proyecto del cuerpo" de las mujeres. Hace un siglo las chicas rara vez hacían mención de su cuerpo, mientras que ahora el cuerpo ha devenido en el “proyecto” de las chicas, que viven inmersas en una sociedad consumista que las induce a pensar que el cuerpo y la sexualidad son sus dos proyectos vitales más importantes. Ha crecido el número de mujeres insatisfechas con su apariencia física, las operaciones de cirugía estética, los trastornos alimenticios, etc. Más de la mitad de las niñas de trece años se siente insatisfecha con su cuerpo, e inician dietas para perder peso, su ideal es ser modernas y sexis. Las jóvenes se han liberado del corsé, pero viven la tiranía del cuerpo, sufren de "fiebre del mal cuerpo", una crítica interna continua del propio cuerpo.

Con el auge de las redes sociales y las plataformas como Youtube o Instagram se está consolidando un nuevo paradigma de mujeres, que aprovechan el interés que suscitan sus atractivos cuerpos para impulsar sus negocios o sus carreras profesionales. Las redes han normalizado la idea de comercializar nuestro cuerpo o sexualidad, podemos encontrar en ellas cientos de páginas web de encuentros, chicas que suben sus fotos desnudas o semidesnudas y videos eróticos, el sexting, con la idea de que el cuerpo es el camino más rápido de conseguir éxito y popularidad.

Abundan las jóvenes que utilizan en las redes sociales su cuerpo como reclamo para promocionarse o tener muchos seguidores, inundan las redes con actualizaciones diarias, con sus selfies, fotos bien elegidas o vídeos, no hacen nada, no tienen profesión, transmiten la idea de que viven para alimentar sus cuentas sociales; abundan también las modelos que comparten a diario fotografías en diferentes contextos y escenarios, siempre con poca ropa, enseñando o insinuando sus pechos, moldeados con silicona, sus labios, rellenos con bótox, o sus glúteos, y que tienen millones de seguidores.

El cuerpo femenino ha sido siempre un recurso publicitario. La novedad radica ahora en que Internet permite que sean las propias mujeres quienes se promocionen utilizando su cuerpo.

Cabe preguntarse si cuando las jóvenes o las mujeres muestran su cuerpo en las redes sociales o en medios de comunicación, publicidad, etc. somos libres, porque aunque pensemos o digamos que nos sentimos libres, y que utilizamos los desnudos precisamente para reivindicar nuestra libertad, quizá estemos respondiendo a lo que quiere el mercado. Hay mujeres que ganan mucho dinero por desnudarse o contar su vida sexual; se interpreta como una ventaja que puedan mercantilizar y sacar provecho de su cuerpo, que las mujeres, si obtienen dinero por ello, hacen bien en capitalizar lo que tienen; ello no ayuda a la libertad de las mujeres como colectivo, pero sí a cosificarlas.

Es falaz hablar de libre elección o de autonomía en una sociedad donde todo tiene un precio, y donde el valor que se da a las mujeres sigue estando en función de sus cuerpos y no de su capacidad profesional.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Imagen de Ana Gámez

Ana Gámez Tapias, nació en Lanteira (Granada) en 1962, un pueblo del Marquesado, es licenciada en Filología Clásica por la Universidad de Granada. Desde 1986 es profesora de Griego de Enseñanza Secundaria. Se ha interesado también por la actual cultura y la lengua de Grecia. Ha sido delegada provincial de Educación y Cultura de la Junta de Andalucía. Y senadora del PSOE por Granada.