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Te ofrecemos un reportaje sobre una extraordinaria iniciativa para afrontar el dolor ante la pérdida de un ser querido

Duelo y palabra se abrazan en "Luna de abril"

Implicados - Raquel Paiz - Domingo, 9 de Junio de 2024
Se trata de una obra colectiva, publicada por Editorial Tleo, en la que colabora el Teléfono de la Esperanza de Granada.
Participantes en el taller para la elaboración del duelo.
R. Paiz
Participantes en el taller para la elaboración del duelo.

Hay un dolor inherente a la vida y que no es otro que el que afrontamos cuando perdemos a un ser querido. Cuando nos visita la muerte, se abre un período de desolación, desconcierto, desasogiego y profunda tristeza. Paradójicamente, no nos enseñan ni a morir ni a relacionarnos con la muerte. Ni a dolernos ante la pérdida del ser querido. Ante el -a veces- insoportable sufrimiento, un grupo de participantes del "Taller para la elaboración de duelo", del Teléfono de la Esperanza, han abrazado su desgarro en un folio en blanco.

Duelo, miedo y tristeza se apoderan de la mente y del corazón ante la pérdida

Duelo, miedo y tristeza se apoderan de la mente y del corazón ante la pérdida. Es la reacción lógica ante la muerte de un ser querido. Y este es el sustento que nutre "Luna de abril", un libro de cartas, versos y prosas en el que participan Bárbara Lázaro Esparcia, Esther Nievas, José María Medina, Juan Vellido, Lourdes Villegas, Paola Rueda Rodríguez y Rosa Martínez Pintor. Todos ellos partícipes de un grupo de duelo dirigido por la psicóloga Cristina Morales del Castillo, del Teléfono de la Esperanza de Granada. 

A modo de kintsugi, como en algunas de las obras de Luz Mari, que, a propósito de la elaboración de este reportaje, visitan los participantes, cada uno de ellos y de ellas han volcado sus emociones y sus sentimientos en un folio en blanco, para tratar de reparar con finísimo hilo de oro, las grietas de su dolor. Palabra y duelo se abrazan en esta “Luna de abril” que tímidamente empieza a brillar.

Escritura terapéutica

Se trata de breves testimonios, textos en prosa y versos, que cada uno de los autores ha dedicado a su familiar fallecido, a modo de terapia creativa y emocional, a la vez, que de un sentido tributo a la gente “a los que tanto quisimos”. Asimismo, el periodista y escritor Juan Vellido, coautor de estos textos, consagra parte de su prosa y poética a cada uno de los familiares homenajeados en este libro de 52 páginas a todo color, que se completa con las fotografías de las personas a las que se rinde homenaje, y se acompaña de una dedicatoria firmada por los siete autores, así como de un prólogo de la psicóloga Cristina Morales del Castillo, del “Teléfono de la Esperanza” de Granada.

Luna de Abril recoge testimonios en prosa y verso que cada autor dedica a su familiar fallecido. R. paiz

 

"Luna de abril" es un libro escrito "por y para nuestros familiares ya ausentes. Para nuestros familiares fallecidos, pero no desparecidos ni lejanos ni ajenos a nuestra existencia o a nuestros anhelos de cada día". En la huella indeleble de estas páginas, la memoria de Antonio Pineda; David Medina; Esther Huertas; Jerónimo Rodríguez; María Jesús de Sande; María del Carmen Rodríguez y Pepi Esparcia. 

Con lágrimas en los ojos y emociones a flor de piel, quien suscribe estas líneas, que también sabe del dolor ante la muerte, escucha la emotiva -y a veces- desgarradora e injusta historia de enfermedad, ausencia y muerte

Con lágrimas en los ojos y emociones a flor de piel, quien suscribe estas líneas, que también sabe del dolor ante la muerte, escucha la emotiva -y a veces- desgarradora e injusta historia de enfermedad, ausencia y muerte. El testimonio de estas personas que, siquiera por un momento, han vaciado su dolor y encontrado refugio en un folio, al que se suma la delicada voz y prosa poética del periodista y escritor Juan Vellido; que en este lacerante viaje, también se duele ante la muerte de su esposa, María Jesús de Sande. 

Todos coinciden en que el “grupo de duelo”, al que hoy llaman “familia”, ha sido un lugar en el que expresar su tormenta emocional y encontrar calma en su desesperación. Para Rosa María Martínez, que llora la ausencia de su marido Jerónimo, “compartir así los sentimientos ha sido un bálsamo”. 

Lourdes Villegas se duele ante la muerte de su marido Antonio. Acudió al “grupo de duelo” del Teléfono de la Esperanza porque, después de casi 3 años, se seguía sintiendo hundida. "Aunque he tenido que lidiar con muchos sentimientos, ha merecido la pena: me siento más aliviada y muy agradecida por haber conocido a un maravilloso grupo de personas", afirma. 

Algunas de las personas implicadas en el proyecto. cedida

Bárbara Lázaro que, en palabras de Vellido, "ama, como su madre, el mar, las montañas, los animales, los árboles y las flores", llora a su madre Pepi Esparcia. Gracias a su participación en el taller, ha encontrado comprensión y acompañamiento, tras días de desolación, en los que se sentía "desorientada e incapaz de retomar mi vida".  Tal y como afirman los participantes, gracias a la escritura han encontrado una forma de comprender y soltar emociones que, en el caso de Bárbara, además, la ha ayudado a "sentirse más cerca de mi madre". 

Gracias al Teléfono de la Esperanza, quienes se enfrentan al dolor de la pérdida, pueden participar tanto en un grupo de ayuda mutua en el duelo, en el que abiertamente se habla de la muerte y del dolor por la pérdida, con personas que se enfrentan a una misma situación

Gracias al Teléfono de la Esperanza, quienes se enfrentan al dolor de la pérdida, pueden participar tanto en un grupo de ayuda mutua en el duelo, en el que abiertamente se habla de la muerte y del dolor por la pérdida, con personas que se enfrentan a una misma situación; como en el taller para la elaboración de duelos. Facilitado voluntariamente por la psicóloga Cristina Morales del Castillo -autora del prólogo del libro-, Esther Nievas, que se enfrenta al terrible sufrimiento por la muerte de su hija, supo de estas iniciativas por su hermana. "Gracias al Teléfono de la Esperanza, me he sentido escuchada, comprendida y reconfortada", tras experimentar días y días de bloqueo y desasosiego en los que "no podía reaccionar".

Carmen Rodríguez murió en 2023. Es la madre de Paola Rueda Rodríguez que, a pesar de sus miedos y de sus dudas, gracias al taller pudo conectar con esa nueva familia nacida en las raíces del duelo. Un taller que enseña a vivir y que muestra un camino "de cómo va a ser tu vida en adelante sin tu ser querido". Aunque ha sido una de las experiencias más difíciles, a la par que bonitas, Paola ha podido escribir acerca de su ser querido, sabiendo que "es complicado, se mezclan sentimientos de alegría, orgullo, ternura y a la vez sentimientos de pena, melancolía y dolor".

Encuentro del Teléfono de la Esperanza. cedida

Para José María Medina que sigue doliéndose por la muerte de su hermano David, "Luna de abril" es un "homenaje a esas personas que hemos perdido" y que han hecho "imperecederas al reflejar algo de su existencia: sus nombres, su foto y algo del amor que los que nos quedamos en el mundo de los vivos, las personas que los quisimos, que los queremos, que nunca los olvidaremos".

Todos los participantes coinciden en que esta bella iniciativa se debe "al calor de Juan Vellido, de su ímpetu, de su ánimo a que sigamos siempre hacia adelante", tal y como afirma Medina que dice haber "dejado un instante de nuestra vida en las páginas del libro. Juan Vellido lo ha hecho literatura".

Conmocionado por la muerte de su esposa, María Jesús de Sande, el periodista y escritor Juan Vellido, artífice literario de esta "Luna de abril", acudió al Teléfono de la Esperanza para acompañar a su amigo José María Medina, que, "como todos los que hemos pasado por este trance, buscaba ayuda por aquellos días". "Yo no creía mucho en estas cosas -afirma- pero pronto advertí que estaba equivocado. Tuvimos la suerte de dar con Cristina Morales del Castillo, la psicóloga que nos mostró el camino y aunó nuestros anhelos sin que apenas nos diéramos cuenta. Su valía profesional y su categoría humana han hecho milagros con este grupo. Pronto fuimos una piña. Una familia capaz de compartir, más allá del compañerismo, confidencias y lágrimas y dolor". "El libro vino rodado, como experimento terapéutico, como experiencia curativa. Y creo que nos ha servido a todos por igual. Literatura y emoción van de la mano", concluye Vellido.

No es fácil mirar a los ojos a la muerte. Ni llorar la ausencia del ser querido. Ni desgarrarse en la tinta indeleble de un folio en blanco. De sobra lo sabe quien suscribe estas líneas y que, un tanto sui géneris, se refleja también en este caudal luminoso que aflora en "Luna de abril", un libro escrito con el alma y en las delicadísimas líneas de hilo de oro que, siquiera por un instante, parecen querer acercarnos a nuestros seres amados. 

Un reportaje de Raquel Paiz