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RETRATO DE LA GRANADA QUE VISITÓ EN 1878

Ulises S. Grant, el presidente de EEUU que recorrió Granada de incógnito

Cultura - Gabriel Pozo Felguera - Domingo, 26 de Diciembre de 2021
Mucho antes de que Bill Clinton y su mujer, Hillary, -exactamente, 119 años-, visitaran Granada para ver la 'mejor puesta del sol del mundo', otro mandatario norteamericano recorrió la ciudad junto a su esposa, aunque sin querer llamar la atención, pese a ser un personaje sobradamente conocido, el General Grant, aquel que ganó para la Unión su guerra civil. ¿Lo sabías? Esta es la historia de su visita, pese a que apenas él mismo dejó testimonio escrito de ella, la Granada que encontró y su inventado regreso a la ciudad, por una equivocación no resuelta, que nos ofrece en un espectacular reportaje el maestro del Periodismo Gabriel Pozo Felguera. Te gustará esta mirada al pasado de la ciudad.
Albayzín en noviembre de 1878. Se ven grandes zonas sin construir bajo el Mirador de San Nicolás y por encima del Carril de San Agustín También aparece el campo de almendros donde fue levantado el Bermúdez de Castro y la placeta dejada al demoler el Convento de la Victoria.
CARL CURMAN.
Albayzín en noviembre de 1878. Se ven grandes zonas sin construir bajo el Mirador de San Nicolás y por encima del Carril de San Agustín También aparece el campo de almendros donde fue levantado el Bermúdez de Castro y la placeta dejada al demoler el Convento de la Victoria.
  • Estuvo visitando la ciudad durante tres días; en sus memorias apenas dedicó dos líneas a hablar de esta ciudad: “Hace frío y es bella”

  • Durante su estancia en Granada conoció que las potencias europeas barajaban su nombre para proponerlo como rey de Bulgaria

  • El “Defensor de Granada” y el alcalde de la ciudad recibieron a otro Grant cuatro años después pensando que había regresado el héroe de la guerra americana

Que levante la mano quien no haya visto al General Grant en alguna de las cientos de películas y series del Oeste. Es el que ganó la guerra de secesión de Estados Unidos entre unionistas y confederados; al que se rindió el general Lee. El mismo que encerró a los indios en reservas y casi los exterminó; el de la fiebre del oro; el de la época dorada de los Colt y Winchester en el saloon, y que unió el Pacífico y el Atlántico por tren. Fue presidente de Norteamérica entre 1869 y 1877. Pero acabó tan quemado por escándalos y corrupciones, que dedicó dos años y medio a dar la vuelta al mundo. Y en su periplo recaló en España durante algo más de un mes (octubre-diciembre de 1878), tres días viendo Granada prácticamente de incógnito. A esta ciudad apenas le prestó importancia en sus memorias, sólo una frase: “Encontrarás que hace frío en Granada, pero es muy bella, sin duda”. De España en general se llevó bastante mala opinión, aunque venía predispuesto. Cuatro años más tarde, supuestamente, regresó a Granada y fue agasajado por el Ayuntamiento, pero…  se trató de una pifia periodística en la que cayó hasta el alcalde; la confusión no ha sido corregida hasta este momento.

Washington Irving y Richard Ford fueron quienes con sus escritos y sus dibujos pusieron de moda la Alhambra y Granada en el mundo anglosajón. A partir de mediados del siglo XIX empezó a llegar un incipiente turismo desde Estados Unidos e Inglaterra, deseosos de ver en persona lo que habían leído y visto en sus libros. La mejor “estadística” de aquellos visitantes está contenida en los libros de firmas que se conservan en la Alhambra, precisamente una costumbre que inició el autor de Cuentos de la Alhambra. En aquellos años solían registrarse tres o cuatro visitas diarias, a lo sumo, a los palacios y la alcazaba nazaríes; todos ellos dejaban estampados sus nombres e impresiones del monumento. Granada estaba empezando a estar de moda como destino turístico exótico para cualquier americano que visitara España.

El general U. S. Grant, en 1864, en plena guerra de secesión de EEUU.

Tras la inestabilidad de las guerras carlistas y el sexenio revolucionario, la restauración borbónica trajo cierta tranquilidad y confianza para el regreso de turistas extranjeros. Uno de ellos fue precisamente el General Grant. El hombre había acabado muy quemado de ocho años de presidencia en USA, un periodo en el que tuvo que coser el desgarro de la guerra civil entre el norte industrial y el sur agrícola y esclavista. Le tocó lo peor de la restauración nacional. Algo parecido era lo que pretendía hacer Alfonso XII en España.

Ulises Simpson Grant dejó la presidencia de EE UU en un ambiente tenso. Quiso poner tierra de por medio yéndose unos meses a Europa. Pensaba visitar Gran Bretaña, Francia, Alemania y Rusia

Ulises Simpson Grant dejó la presidencia de EE UU en un ambiente tenso. Quiso poner tierra de por medio yéndose unos meses a Europa. Pensaba visitar Gran Bretaña, Francia, Alemania y Rusia. Pero poco a poco su viaje se fue ampliando en el tiempo y el espacio, para prolongarse a los dos años y medio y dar la vuelta al mundo.

Por España y Portugal

Las relaciones de Estados Unidos y España no habían sido nada cordiales durante el reinado de Isabel II; los norteamericanos siempre tuvieron los ojos puestos en las colonias españolas, no ocultaban sus deseos de hacerse con la isla Española (asociada todavía con España), y las colonias de Puerto Rico y Cuba. El sexenio democrático español, o revolucionario (1868-74) contó con mayores simpatías por parte del presidente U. S. Grant. Su hostilidad hacia España fue ostensible, de manera que no quiso abrir embajada ni suscribir ningún tratado comercial. De hecho, tampoco le caían bien los regímenes monárquicos (excepto Gran Bretaña).

A pesar de todo, deseó conocer Europa. Si al militar y político no le caían bien las familias reales europeas, no le ocurría lo mismo a su esposa Julia. La mujer se pirraba por relacionarse con la sangre azul. Durante todo su periplo por el mundo se dedicó a llevarse fotos personales, dedicadas, de los reyes y reinas que abundaban por entonces. Desde Gran Bretaña a Egipto, desde Rusia a Portugal, sin olvidar las innumerables monarquías del lejano oriente.

Es muy probable que la decisión de visitar España se debiera al interés humano por visitar al joven monarca Alfonso XII, que se había quedado viudo a los cinco meses de casarse con su prima María de las Mercedes

En los planes iniciales del expresidente Grant no figuraba hacer una visita a España. Nunca se supo a qué se debió el cambio, aunque hubo infinidad de modificaciones de planes a lo largo de su periplo mundial. Es muy probable que la decisión de visitar España se debiera al interés humano por visitar al joven monarca Alfonso XII, que se había quedado viudo a los cinco meses de casarse con su prima María de las Mercedes. Aquella prematura muerte causó sensación en toda Europa. De hecho, el matrimonio Grant fue a Sevilla a dar el pésame al Duque de Montpensier (Antonio de Orleans, padre de la reina muerta en plena juventud).

Julia y U. S. Grant, en su parada en Egipto, principios de 1879.

El recorrido de la comitiva del General Grant por España empezó el 15 de octubre de 1878, donde pasó revista junto a Alfonso XII a las tropas españolas que estaban de maniobra en Vitoria. Alabó la disciplina y orden del ejército de tierra español, en fase de reorganización tras la última guerra carlista. Después se desplazaron a Madrid, donde se interesaron mucho por las costumbres españolas; en las crónicas de prensa que iban mandando a los diarios de Nueva York dejaron constancia de la belleza de las mujeres españolas, del gusto de la aristocracia madrileña por pasear por el Prado, de las tabernas, de las guitarras, las navajas en la cintura o en las ligas, de la afición por beber, de los toros, etc. No hubo tópico ni nombre de tasca o comida en el que no se fijaran.

Imagen que se llevaron de la mujer española. La navaja en la liga no se le ve. De su libro de viaje alrededor del mundo.

Grant y su esposa se enteraron del tumulto organizado desde su privilegiada vista del balcón del hotel que ocupaban al comienzo de la calle Alcalá

Aunque la visita no era oficial, los políticos españoles se cuidaron de halagarle en todo lo que pudieron. Tanto Cánovas en el gobierno, como Sagasta en la oposición. Grant y la legación de EE UU en Madrid se vieron obligados a corresponder a los españoles con una comida y recepción; fue el 22 de octubre; asistieron el presidente del Gobierno de España y los ministros de Justicia, Hacienda y Fomento; también el gobernador civil y el capitán general de Madrid. Desde Madrid se interesó por visitar El Escorial y Toledo, especialmente la sinagoga judía, religión a la que estaba próximo.

El 25 de octubre, cuando Alfonso XII regresaba a Madrid de su recorrido por el Norte, fue objeto de un atentado con pistola en la calle Mayor. Grant y su esposa se enteraron del tumulto organizado desde su privilegiada vista del balcón del hotel que ocupaban al comienzo de la calle Alcalá. El 27 de octubre partieron en tren a visitar Lisboa y cumplimentar a la familia real lusa.

Retrato de Alfonso XII, recién enviudado, dedicado a Julia de Grant. FERNANDO DEBAS

Por Andalucía y Granada

El 4 de noviembre estaban de regreso en España, concretamente entraron por tren hasta Córdoba. Hasta el 12 de noviembre repartieron su agenda entre Córdoba, Sevilla y Cádiz. A la estancia en estas tres ciudades es a la que tanto Grant en sus memorias como su periodista de cabecera, John Russel Young, dedicaron mayor espacio en sus escritos. Russell era corresponsal del New York Herald, iba enviando crónicas diarias a este periódico norteamericano. Más tarde fueron convertidas en libros.

El siete de noviembre ya estaba en Cádiz; aquí se interesó mucho por visitar la Batería, el puerto y las defensas. Se asombró de la belleza y la alegría de las gaditanas, algunas de ellas fumando puros habanos

De Córdoba recordaba que todas las autoridades estaban avisadas de su llegada y le esperaban en la estación de tren. Precisamente fue la estación nueva lo que más le llamó la atención, en comparación con la vejez y antigüedad del resto del caserío. Recorrió calles, ruinas romanas, barrios de moros, calles tortuosas. Visitó la Mezquita-Catedral, donde le explicaron la sucesión de culturas que habían ido dejando su impronta en esas tierras del Sur. Muy pronto partió hacia Sevilla, donde ya se cansó de recibir a autoridades y sólo se reunió con el Duque de Montpensier. El siete de noviembre ya estaba en Cádiz; aquí se interesó mucho por visitar la Batería, el puerto y las defensas. Se asombró de la belleza y la alegría de las gaditanas, algunas de ellas fumando puros habanos.

Ilustración de una corrida de toros en Sevilla incluida en su libro del viaje.

Entre el 12 y el 18 se fue a Gibraltar. En el Peñón permaneció tantos días como entre Córdoba, Sevilla y Cádiz; muestra inequívoca del inmenso interés por los británicos y la frialdad por lo español.  Ahí, nuevamente, debió cambiar de planes, ya que, en vez de dirigirse directamente a Málaga a embarcar en su puerto en dirección a Francia, decidió acercarse a visitar Granada.

Incluso en algunos de los libros que recogen aquella vuelta al mundo obvian por completo que estuvieron recorriendo Granada, Málaga y varias ciudades del litoral mediterráneo

A partir de su abandono de Gibraltar, ni Grant en su diario ni su periodista de cabecera dedicaron apenas unas líneas a glosar lo vivido y oído. Incluso en algunos de los libros que recogen aquella vuelta al mundo obvian por completo que estuvieron recorriendo Granada, Málaga y varias ciudades del litoral mediterráneo. Solamente en una de las cartas que escribió Grant mencionó la palabra Granada, ni tan siquiera Alhambra. No obstante, con una sola frase sobre Granada dijo más que sobre otras ciudades españolas en varias páginas. Escribió: “You will find it could at Granada but very beautiful no doubt” (Encontrarás que hace frío en Granada, pero es muy bella, sin duda).

¿Qué Granada vio Grant en 1878?

El expresidente Grant llegó a Granada en el tren de la noche del 19 de noviembre, procedente de Bobadilla; salieron de la estación malagueña a las 18,30 y llegaron a la estación del Sur a las 22,39 horas; los billetes en primera clase les costaron 77 reales por persona. Se alojaron en el hotel Washington Irving, que por entonces estaba prácticamente nuevo y era el elegido por todos los pudientes que venían a la ciudad. A la mañana siguiente visitaron la Alhambra, donde todos dejaron estampadas sus firmas en el libro de visitas. No añadieron ninguna impresión sobre lo que habían visto en el monumento. Solamente se quejaron del frío que impregnaba la soleada mañana, 2,8 grados al salir el sol por Sierra Nevada, 16º de máxima a las dos de la tarde en la Estación Meteorológica universitaria. El día anterior estaban junto al mar y notaron el drástico contraste térmico.

Firmas de U. S. Grant, su mujer Julia Dent Gant, Russell Young y resto de acompañantes del expresidente en libro de la Alhambra, 20 noviembre de 1878.

Durante los días 20, 21 y mañana del 22 se dedicaron a visitar la Alhambra, Capilla Real, Catedral, zona centro, la Cartuja y Albayzín-Sacromonte. Es bastante probable que Ulises S. Grant fuese el primer presidente de Estados Unidos que vio la Alhambra y Sierra Nevada desde el Mirador de San Nicolás. 119 años antes de que hiciera lo mismo Bill Clinton. Sólo dejaron referencia que estuvieron comiendo una sola vez en el restaurante de Francisco Simancas en la calle San Matías, que los domingos ponía paella y servía comidas a domicilio. Así se lo había recomendado James Russell Lowell, ministro plenipontenciario de EE UU que había visitado este restaurante unas semanas antes, junto con varios embajadores.

Les extrañó que llevasen sombrero hasta los niños pequeños; nadie les dijo que esta ciudad era una potencia en la industria sombrerera, con más de una docena de fábricas que incluso exportaban a su país y a media Europa

La ciudad de Granada estaba patas arriba, padecía infinidad de obras de reforma en plazas y paseos, consecuencia de los derribos de iglesias y conventos exclaustrados. También se alineaban calles. Les extrañó que llevasen sombrero hasta los niños pequeños; nadie les dijo que esta ciudad era una potencia en la industria sombrerera, con más de una docena de fábricas que incluso exportaban a su país y a media Europa. El embovedado del río Darro estaba en su plenitud, se habían cubierto casi todos los tramos de la calle que se empezaba a llamar Méndez Núñez; se colocaban farolas de gas entre Plaza Nueva y calle de la Sierpe. Aún quedaba por tapar el tramo de la Plaza de Santa Ana y se veían en su lecho las tinajas de los tintoreros. La Alcaicería empezaba a recuperarse tras el incendio de años atrás, pero ya no tenía nada que ver con la medieval.

Retrato de Julia Dent Grant de 1880, con su firma debajo.

En el Teatro Isabel la Católica cantaban tres sesiones de zarzuela a diario (Los dos cazadores, La voz pública y Para una modista un sastre). El rector López Argüeta daba las gracias públicamente por la ayuda del vecindario en apagar el fuego surgido en el Paraninfo. La noticia más importante era el debate abierto sobre el proyecto de construcción de la plaza de toros del Triunfo, una vez que la Maestranza parecía no tener capacidad para reconstruir la suya tras el incendio de dos años atrás.

Mercado de verduras de San Agustín durante la II República. En 1878 estaba recién construido. AHMGR
Lonja de la Pescadería, en los años treinta del siglo pasado. AHMGR.

El kilo de trigo se cotizaba en la Alhóndiga a 2,90 pesetas, el arroz a 0,50, el litro de vino a 0,80, el aceite a 1,30 la carne de cordero a 1,60 el kg. y la ternera a 2,50

El kilo de trigo se cotizaba en la Alhóndiga a 0,29 pesetas, el arroz a 0,50, el litro de vino a 0,80, el aceite a 1,30 la carne de cordero a 1,60 el kg. y la ternera a 2,50. El Gimnasio Higiénico empezaba a funcionar en la Plaza de los Campos, el Dr. Borrell ofrecía sus cápsulas peruvianas para combatir las epidemias de piojos, Singer ofrecía sus máquinas para dejar de coser a mano. Celedonia Calderón y Francisca Segura, con leche fresca en sus pechos, se ofrecían a amamantar a niños recién nacidos. La mejor zapatería era La Sevillana, en Zacatín 60, donde había que ver sus ofertas antes de decidir comprar calzado. Y Á la Villa de París, en Zacatín y Méndez Núñez, era la tienda más grande de tejidos. Los aficionados a las peleas de gallos disponían todos los domingos del Circo Gallístico, en el Rastro de la Carrera, que montaba Antonio García con varias docenas de los pollos de afilados espolones.

Sólo había un periódico de tirada local para contarlo, El Universal, diario de Granada.

El ofrecimiento de rey de Bulgaria

Y la oficina de telégrafos de Granada se había aupado como la decimoquinta con más tráfico de todas las españolas. Tenía nada menos que 7 empleados y dos máquinas para trasmitir y recibir textos. Cada uno de sus empleados trasmitía una media de 2.100 telegramas por año. Se notaba que ya tenían cogido el tranquillo al telégrafo eléctrico, pues había sido inaugurado el 12 de noviembre de 1857. Granada llevaba, pues, más de veinte años bien comunicada con el mundo a través del telégrafo. Sus mensajes solían ser muy cortos, de ahí que las noticias que reproducían los periódicos fuesen tan escuetas en aquellos primeros años.

Durante su estancia en Granada, por aquel telégrafo primitivo, recibió una importantísima noticia: Su nombre era barajado entre los negociadores del Tratado de Berlín (1878) para convertirlo en rey de Bulgaria

Por aquel moderno invento enviaba cada día sus crónicas a Nueva York el periodista John Russell Young. Y por el mismo medio estaba informado el General Grant de lo que ocurría en su país o de los mensajes oficiales que recibía. Durante su estancia en Granada, por aquel telégrafo primitivo, recibió una importantísima noticia: Su nombre era barajado entre los negociadores del Tratado de Berlín (1878) para convertirlo en rey de Bulgaria. Gran Bretaña, Francia, Prusia y Rusia se repartían los restos del antiguo imperio otomano. Acordaron convertir Bulgaria en un principado y colocar en él a alguien de confianza. El General Grant había estado reunido meses atrás con los jefes de gobierno de las potencias europeas del momento; de ahí que su nombre fuese puesto sobre la mesa. El telegrama que llegó a Granada comunicando el rumor sobre el trono búlgaro para Grant lo enviaron desde Filípolis (actual Plovdiv) a la redacción del periódico London Standard, que tenía fama de ser serio. Grant, en sus memorias, reconoció que no le llegó la propuesta de manera formal. Al final se impuso el criterio del zar de Rusia, que colocó como príncipe de Bulgaria a su sobrino Alejandro I.

Nada menos que doce horas para enlazar Granada con Málaga. De allí partieron en barco hacia Barcelona, camino de Francia

Grant y su séquito abandonaron Granada el día 22 de noviembre, en el tren de las 11,30. Empalmaron en Bobadilla con el mixto que bajaba de Córdoba, a las 18,30 y llegaron a Málaga a las 23,40. Nada menos que doce horas para enlazar Granada con Málaga. De allí partieron en barco hacia Barcelona, camino de Francia. Pararon en Almería, pero Grant no desembarcó; también en Alicante y Barcelona. Desde aquí regresaron por tierra a París. La lentitud del sistema ferroviario español fue de lo más criticado por el expresidente americano de lo que percibió en España.

En ninguna de las memorias, diarios o narraciones de aquel viaje de Grant se incluyeron dibujos o fotografías tomadas durante su estancia en Granada. Se percibe claramente que, exceptuando la relación con Alfonso XII, deseaba pasar desapercibido. O de incógnito. Y en Granada lo consiguió, pues ninguna autoridad se percató de su estancia. Si lo sabían, respetaron su intimidad y callaron hasta que se alejaron. Solamente se supo que habían estado varios días recorriendo la ciudad porque el único periódico del momento:  El Universal publicó una breve nota cuando ya estaban en Málaga.

Es una pena que no quedara ningún rastro gráfico de aquella ilustre estancia

Es una pena que no quedara ningún rastro gráfico de aquella ilustre estancia. En Granada había establecidos varios estudios fotográficos, prácticamente dedicados al retrato en estudio (José Camino se anunciaba como fotógrafo de cámara de Su Majestad, en Puerta Real, 9). Pero por aquellos mismos días se movían por la ciudad el catedrático y fotógrafo sueco Carl Curman y su esposa Calla Lundstrom; la pareja estaba pasando su luna de miel y realizó varias docenas de fotografías de monumentos, de personas y de ellos mismos en varios puntos de Granada. Al menos el sueco dejó constancia de los paisajes más sobresalientes de la ciudad en el otoño de 1878. Debieron hacer y ver exactamente el mismo programa que el General Grant y sus acompañantes norteamericanos.

Grupo de gitanas, guitarra en mano, al inicio de la subida a la Alhambra. CARL CURMAN
Gitano en el Sacromonte. CARL CURMAN
Calla Lundstrom, acompañada de dos desconocidos, en un rincón de la Alhambra. CARL CURMAN
Calla, en el Patio de los Leones. CARL CURMAN
Paseo de los Tristes, inicio de la Cuesta de los Chinos. La arboleda tapaba la Alhambra. CARL CURMAN.
La ciudad desde la Torre de la Vela. La iglesia de San Gil había desaparecido, en su lugar había ya varios bloques de pisos y un solar para otra casa más. CARL CURMAN
Santo Domingo, las Angustias al fondo y las arboledas que abundaban en lo que hoy es el Zaidín y Camino de Armilla. CARL CURMAN
Torre de Siete Suelos en primer término. Al fondo se ven construcciones y tapia del Carmen de Calderón (los Mártires). CARL CURMAN.

La visita del falso presidente de EE UU

Cuatro años exactos más tarde, a primeros de noviembre de 1882, el General Grant “regresaba” de visita a España. También a Granada. Al menos eso publicaron varios periódicos de Madrid y El Defensor de Granada. Venía presidiendo una delegación de empresarios de Filadelfia y Nueva York. Incluso en Madrid se publicó que “ha ocupado por dos veces la magistratura suprema de su país, tiene sesenta y un años de edad, no denota su varonil figura decaimientos de la vejez; antes bien, parece fuerte y vigoroso; su aspecto es frío; pero su mirada inteligente revela las cualidades del caudillo y del autor de la Historia Militar, obra, por cierto, poco conocida”. Y ya daba pie para que los periódicos se explayaran reproduciendo su extensa biografía como militar y presidente de los USA.

Pocos días después, 12 de noviembre, se le había visto en Jaén, de paso a Granada, donde tenía previsto visitar los principales monumentos y continuar por otras ciudades de Andalucía. Concretamente, su siguiente parada sería en el hotel Alameda de Málaga.

Ahí incluyó tan importante visita como una de las más destacadas hasta el momento. Así lo hemos creído todos los aficionados a escudriñar la prensa antigua y libros viejos de Granada

Hasta que llegó a Granada. El Defensor (24 noviembre) publicó un breve en segunda página con el siguiente texto: Personaje. Anteanoche llegó a Granada el ilustre general Grant, ex presidente de los Estados Unidos de la América del Norte. Le acompaña su distinguida señora y se hospeda en el Hotel Washington Irving”.

Unas líneas más abajo, en la referida página de El Defensor, se añadía otro suelto referente al General Grant: Visita. El general Grant visitó ayer la casa del Municipio, recibiéndole y ofreciéndole atentamente sus respetos el Sr. Alcalde (Mariano de Zayas Madrid). Acompañaba al expresidente de la república Norteamericana, el vicecónsul Don Diego María del Castillo”.

Hasta aquí todo parecía lo habitual en estos casos. Así quedó grabada aquella supuesta segunda visita del ex presidente de EEUU a Granada. El Defensor editó un resumen de las principales noticias que había publicado hasta 1892, durante sus doce primeros años de existencia. Ahí incluyó tan importante visita como una de las más destacadas hasta el momento. Así lo hemos creído todos los aficionados a escudriñar la prensa antigua y libros viejos de Granada.

Firma del General James Grant Wilson, 21 de noviembre de 1882, en el libro de la Alhambra.

Pero al repasar las firmas de visitantes de la Alhambra correspondientes a los años 1878 y 1882 ha aparecido un dato que no cuadraba. Efectivamente, el 20 de noviembre de 1878 están las rúbricas de U. S. Grant (el ex presidente) y sus acompañantes; y otra que pone  Gen Tomas Grant Wilson, en la hoja del 21 de noviembre de 1882. Evidentemente, no se trataba de la misma firma ni de la misma persona. Había algo que no cuadraba.

General James Grant Wilson, recibido por el alcalde de Granada creyéndole ex presidente de EE UU.

La metedura de pata de la prensa madrileña fue corregida por el diario El Debate (11 de noviembre); en un breve perdido por una de sus páginas decía

Un repaso minucioso de la prensa madrileña de la primera quincena del mes de noviembre de 1882 nos ha sacado del tremendo error. El General Tomas Grant Wilson también había sido un héroe de la guerra de secesión americana, al lado de Ulises Simpson Grant. Incluso fue senador, pero nada tenía que ver con quien fuese el primer mandatario de EE UU. El equívoco fue rotundo. Tanto en Madrid como en Granada fue confundido con el expresidente y agasajado como tal. Pero para esa época ya era un simple empresario, editor de libros y periódicos. Lo que no se entiende es cómo él mismo no aclaró el entuerto y se dejó agasajar por el alcalde de Granada.

La metedura de pata de la prensa madrileña fue corregida por el diario El Debate (11 de noviembre); en un breve perdido por una de sus páginas decía: “El general que ha llegado a esta corte, no es, como han dicho algunos periódicos, el expresidente de la república americana, Ulises Grant, sino Wilson Grant, también norteamericano. El general Grant se encuentra en la actualidad en California”.

Una página de la historia granadina escrita con renglones más que torcidos.

POSDATA. Las principales películas en las que aparece el General Grant, con mayor o menor protagonismo, son: Unión Pacific (Cecil B. DeMille, 1939), Murieron con las botas puestas (Raoul Walsh, 1941), Río de plata (Raoul Walsh, 1948), Tambores de guerra (Delmer Daves, 1954), Mision de audaces (John Ford, 1959), La conquista del Oeste (John Ford, Henry Hathaway, George Marshall, Richard Thorpe, 1962), La leyenda del Llanero solitario (Richard A. Fraker, 1981), Lincoln (Steven Spielberg, 2012)… 

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