Soleá Morente y Miriam Toukan cierran el Parapanda Folk en una noche para borrar fronteras
La música como lenguaje universal, como sanadora de almas, como agitadora de conciencias. La música como vehículo para la paz. Y es que no podía haber tenido mejor cierre el 33º Festival Parapanda Folk de Íllora que el que anoche regalaron con sus voces la cantante palestina Miriam Toukan y la granadina Soleá Morente, dos mujeres fuertes y poderosas que pusieron en pie al público que se dio cita en el anfiteatro que lleva el nombre del padre de esta última para unir a través de la música cada rincón del mar Mediterráneo y para cantarle al lema de esta edición del festival: ‘Diálogo, paz y justicia’ (Alhiwar, walsalam, waleadala).
Abrió la noche el hechizo de la cantante, abogada y activista palestina Miriam Toukan. Comprometida con sus orígenes y con la tierra que la vio nacer, esta intérprete afincada en Córdoba desde hace unos años cantó desde el alma para intentar sanar todo el dolor que le produce aquello cuanto está sucediendo en su hogar
Toukan comenzó su recital con todo un alegato de intenciones: ‘Alma valiente’, un tema escrito para las mujeres de su tierra que cada día luchan por la vida y por la paz. Es la suya una voz que cuenta, que ahonda en los sentimientos, que nada en su propia vida para llegar directa a quien la escucha, arropada por percusiones, flauta, teclados y hang.
La música del maestro Joaquín Rodrigo del ‘Concierto de Aranjuez’ fue el punto de partida de ‘Li Beirut’, una deliciosa canción que la intérprete quiso dedicar a la parte de su familia que aguarda en Beirut el fin de la guerra. Para sus compatriotas fueron dirigidas ‘Mi casa’, un tema que recuerda cómo era Palestina antes del horror para confrontarla a lo que es hoy, y ‘Tras la puerta de la mezquita’, con una melodía compuesta e interpretada al hang por su sobrino, Víctor Urbano.
Pero el cierre de la edición estaba reservado para una granadina de apellido universal que ha heredado de su padre, el cantaor Enrique Morente, ese genio creativo que no conoce del miedo por la innovación y por explorar nuevos caminos artísticos. La pequeña de la saga llegaba a Íllora con buena parte de las canciones que se reúnen en su álbum ‘Aurora y Enrique’, un trabajo vertebrado por la enorme figura de sus padres y que abrió su concierto. Primero ‘Enrique’, ese quejío al dolor y al poso incrédulo que nos deja la muerte de quien más amamos, y a su vera, muy de cerca, ‘Aurora’, un canto en mayúsculas al amor más sincero.
Miriam Toukan y Soleá Morente, en la interpretación de 'La Estrella', de Enrique Morente. Prensa Parapanda Folk.
Morente recorrió su cancionero a través de ‘Ayer’, ‘Yo y la que fui’, ‘Polvo y arena’, ‘El pañuelo de Estrella’ o ‘Sembré una esperanza’, por las que se cuelan caprichosos el flamenco y el pop
Morente recorrió su cancionero a través de ‘Ayer’, ‘Yo y la que fui’, ‘Polvo y arena’, ‘El pañuelo de Estrella’ o ‘Sembré una esperanza’, por las que se cuelan caprichosos el flamenco y el pop, dejando a su paso una estela larga de matices y colores que supo crear el clima perfecto para la preciosa versión que se pudo escuchar de ‘La estrella’ de Enrique Morente, que unió para la historia del Parapanda a Soleá y a Miriam Toukan. La fusión de sus voces, en español y en árabe, demostró una vez más lo universal de la música y lo fácil que resulta el entendimiento si se aparcan las diferencias y se canta a todo aquello que nos une.
La artista granadina continuó el repaso por su ya extensa discografía recordando esas ‘Cosas buenas’ y hasta se atrevió con el ‘Quisiera esta tarde’ de Paco Ibáñez para casi terminar brindando con el público por las cosas bonitas con ‘Vamos a olvidar’, las coreadas ‘Cariño’ y ‘Ducati’ de su álbum ‘Lo que te falta’, la sobrecogedora adaptación de la seguiriya ‘Mírame a los ojos’ de su padre y que Soleá dedicó “a todos los niños de la guerra” y esa versión de Raffaella Carrà que le produjo Guille Milkyway titulada ‘No pensar en ti’.
Con ella se cerró por todo lo alto la 33ª edición del Parapanda Folk de Íllora. Un festival para reivindicar a través de buena música lo mucho que nos une a los diferentes pueblos, para cantar a la diversidad y para regalar una oportunidad a la paz y al entendimiento. El verano que viene, más.