El Privilegio del Vino de Granada (1505-1812) sólo permitía beber caldos del término
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Fernando el Católico concedió en las Cortes de Toro el monopolio de producir y vender en la ciudad sólo el vino cosechado en el entorno de 3 leguas
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Los lagares-bodegas-toneleras cristianas se ubicaban en más de un centenar de caserías de los alrededores de la capital, entre los siglos XVI y XIX
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La Cortes de Cádiz y su Constitución de 1812 eliminaron esta exclusiva que tuvo la Compañía de Vinateros de Granada durante tres siglos
La existencia de parras altas y cepas bajas en época nazarita la atestiguan las crónicas de Hernando del Pulgar; éste escribió que durante las guerras de la Toma (1482-91) fueron muchos los daños causados por los ejércitos cristianos con sus talas de las vides y arbolado
No es cierto que en la Granada musulmana faltase la uva. Los nazaritas la cultivaron mayormente como parrales para consumir como fruta fresca, en forma de pasas y transformada en zumo sin fermentar. Para que no llevase alcohol y no lo prohibiese la ley islámica. Se sabe que también se consumía en privado en forma de vino. La existencia de parras altas y cepas bajas en época nazarita la atestiguan las crónicas de Hernando del Pulgar; éste escribió que durante las guerras de la Toma (1482-91) fueron muchos los daños causados por los ejércitos cristianos con sus talas de las vides y arbolado.
En septiembre de 1500 se constituyó el primer Concejo de Granada (Ayuntamiento). La ciudad había empezado a repoblarse con gente cristiana de aluvión que tenía como costumbre consumir vino en sus tierras de Castilla, Levante y baja Andalucía, de las que procedían. Pero las viñas del entorno de Granada estaban arrasadas y no eran aptas para afrontar la creciente demanda. Aquel primer Concejo cristiano empezó a pedir ayudas y facilidades a los Reyes Católicos para engrandecer y bien poblar la ciudad recién conquistada; lugar convertido en el capricho de sus ojos y elegido como panteón real. Ya en 1504 el regidor consiguió una provisión para construir la Plaza Nueva en terrenos del Hatabín, donde se trasladaría la Real Chancillería de Ciudad Real.
En la ciudad de Toro, durante la celebración de sus Cortes de 1505, fue firmado un decreto fundamental solicitado por la ciudad: el Privilegio del Vino de Granada
En enero de 1505, recién enterrada la reina Isabel I en la Alhambra, fueron convocadas las Cortes en Toro (Zamora). Allí fue declarada heredera al trono de Castilla su hija Juana I (todavía viajando desde Flandes) y regente su padre Fernando V de Aragón, el viudo Católico. A Toro viajó el corregidor de Granada Alonso Enríquez (alcalde desde 1501 a 1508) en calidad de invitado; la ciudad de Granada no incorporaría a sus dos procuradores en Cortes, con plenos derechos, hasta las convocadas en 1506, en Valladolid.
Las Cortes de Toro emitieron una serie de leyes para la reforma de los nuevos reinos de la Península. Permitieron muchas concesiones a casas nobiliarias y grandes burgos. En la ciudad de Toro, durante la celebración de sus Cortes de 1505, fue firmado un decreto fundamental solicitado por la ciudad: el Privilegio del Vino de Granada. El documento oficial lleva fecha de 3 de febrero de 1505, por Fernando V en representación de su hija ausente; sería confirmado por el propio Fernando V en Tudela, el 29 de julio de 1506, cuando acababa de fallecer el rey Felipe I, su yerno y efímero monarca, Juana I había sido inhabilitada y Fernando de Aragón volvía a hacerse cargo de la regencia del Reino de Castilla.
El Privilegio del Vino de Granada consistía en una orden real que confería a la capital del Reino la exclusiva del cultivo de viñas y venta de vino y derivados dentro de su término municipal o alfoz, que se circunscribió a una zona de influencia de tres leguas a la redonda
El Privilegio del Vino de Granada consistía en una orden real que confería a la capital del Reino la exclusiva del cultivo de viñas y venta de vino y derivados dentro de su término municipal o alfoz, que se circunscribió a una zona de influencia de tres leguas a la redonda. Era un monopolio vinícola en toda regla por el cual nadie de otras tierras del Reino de Granada ni de reinos limítrofes, podía entrar a vender sus caldos a la ciudad, sus aldeas y alquerías de su influencia inmediata. Aunque hubo dos excepciones que analizaré más adelante.
La exclusividad en el cultivo y venta del vino tenía como pretexto contribuir a atraer y poblar una ciudad que fue abandonada paulatinamente por la población musulmana y repoblada por cristianos y francos. Todos ellos tenían la costumbre de consumir vino. Era una forma de volver a poner en producción unas tierras que se habían quedado baldías durante la guerra de conquista. También para proteger los vinos locales de los de La Mancha, que llegaban a buen precio y en abundancia. La literatura de siglos posteriores y la tradición oral se encargaron de añadir otro contenido al Privilegio, que no lleva en la letra del escribano real: era un pretexto para incitar a los moros a consumir alcohol y abandonar su fe musulmana.
El gran negocio de los poderosos
Se legisló que las vides debían ser sembradas en tierras endebles y faltas de agua, es decir, las que después se han llamado Vegas Altas. Estos cultivos generarían jornales y atraerían inmigrantes. Al tiempo -pensaban- se fomentaría la agricultura.
En la práctica, aquel Privilegio para los agricultores de la ciudad supuso una oportunidad más de negocio para los nobles que se habían repartido las tierras conquistadas más que para los agricultores que las trabajaban
En la práctica, aquel Privilegio para los agricultores de la ciudad supuso una oportunidad de negocio para los nobles que se habían repartido las tierras conquistadas más que para los agricultores que las trabajaban. El vino estaba libre del pago de alcabalas y gabelas; solamente se les impusieron entre 1601 y 1624 para paliar la quiebra heredada de Felipe II. Corrieron cancioncillas que decían que “los Veinticuatro eran ya los cosecheros y los cosecheros eran ya veinticuatro”; aquello significaba que los Caballeros XXIV, los ediles, copaban el negocio del vino que empezaba a surgir con fuerza en el entorno de la capital del Reino.
En los años inmediatos al Privilegio de 1505, el alfoz de Granada producía unas 25.000 arrobas de vino que se cultivaban en 4.166 marjales de tierra (220 hectáreas; cada marjal son 528 metros). Se publicaron continuas normativas que favorecían mucho el cultivo de la vid.
El arriero que iba a la Alhambra no podía salirse de las calles Elvira ni Gomérez, ni entablar conversación con nadie, además de no poder permanecer en la ciudad antes ni después de que hubiera sol
Fueron pregonadas una serie de ordenanzas municipales ya desde 1517 que detallaban cómo vender, dónde y demás condiciones; cómo plantar las viñas y los trabajos del viñador; la vigilancia de los guardas (están recopiladas en el libro de las Ordenanzas de 1552). Ejemplos: los taberneros no podían acaparar vino nada más que para dos días; los taberneros no podían acceder a la alhóndiga del vino antes de la plegaria; los arrieros no podían sacar catas de toneles ni pellejos de vino; estaban muy controlados los regatones de vino (comisionistas); el que trajera vino tenía que certificar el lugar y fecha de la cosecha; la Alhóndiga no podía tener tinajas con vino; no se podía vender vino robado ni de contrabando; todas las cargas debían entrar por la Puerta de Elvira para su control; el arriero que iba a la Alhambra no podía salirse de las calles Elvira ni Gomérez, ni entablar conversación con nadie, además de no poder permanecer en la ciudad antes ni después de que hubiera sol; el vino que transitaba de o hacia la Costa, no podía entrar en la ciudad ni detenerse en ningún punto del camino del término de Granada, etc., etc. Las multas a los infractores eran la requisa de las cargas y hasta 2.000 maravedíes de sanción.
Las Ordenanzas de la capital y de pueblos de los alrededores explicaban con todo detalle el gran número de trabajos especializados que precisaban las viñas, la elaboración y conservación de los vinos
Las Ordenanzas de la capital y de pueblos de los alrededores explicaban con todo detalle el gran número de trabajos especializados que precisaban las viñas, la elaboración y conservación de los vinos; desde el arador, el abridor con azada, el sulfatador, el acodador, el injertador, el clareador, el vendimiador, el acarreador, el pisador, el trasegador, los varios escalafones dentro de la bodega, etc. Las vides en secano apenas llegaban a dar una producción de tres kilos por cepa, en tanto que las de regadío podían multiplicar esa cantidad hasta por cuatro.
Los únicos bodegueros que podían entrar a Granada con sus caldos eran los de Alcalá la Real, aunque sólo por los meses de mayo, junio y julio
Para organizar aquel monopolio vinatero de Granada capital surgió una Junta de Cosecheros (con el tiempo también se llamó Compañía de Vinateros). Lo primero que se hizo fue establecer una serie de guardas que vigilaban los caminos y mercados, para evitar que se introdujera vino de contrabando desde otras tierras. Las sanciones fueron durísimas para los infractores.
Solamente había dos excepciones con productores ajenos: Primera. Los únicos bodegueros que podían entrar a Granada con sus caldos eran los de Alcalá la Real, aunque sólo por los meses de mayo, junio y julio, cuando se suponía que ya escaseaba la cosecha local.
En el año 1512, la Junta de Cosecheros de Granada consiguió ampliar su privilegio hasta conseguir que sólo se vendiera el vino de Alcalá a partir de agosto. Y en 1517 sacaron a Carlos V otro mes más, el de septiembre, con lo cual los vinos alcalaínos reducían su entrada a los tres últimos meses del año. Alcalá pleiteó para intentar vender vinos también otros meses, pero no lo consiguió. La Junta de Cosecheros empezaba a ganar potencia. Además de los poderosos Caballeros XXIV, en ella entraron las grandes casas señoriales (que solían copar todos los cargos públicos) y poco a poco se fueron incorporando las abadías y conventos que cultivaban viñas en sus propiedades, provenientes, en su mayoría, de donaciones de fieles.
Se fijó en el recinto de la ciudadela un punto diario de venta de vino al que acudían vinateros de otras procedencias; aquel mercadillo no era otro que la puerta de acceso a la calle Real de la Alhambra, es decir, la Puerta del Vino que ha seguido con ese nombre desde entonces
La segunda excepción en cuanto al monopolio del vino en Granada capital afectó a la Alhambra: la demarcación de la ciudadela y el Generalife, con unos 300 vecinos -más la guarnición militar- tenía plena libertad para adquirir y consumir cualquier vino que le llegara. Esta salvedad pudo ser una atención para con el capitán general de confianza de Fernando V e íntimo amigo, Íñigo López de Mendoza, su familia y sus soldados, todos residentes en los palacios de la Alhambra y encargados de evitar rebeliones de moriscos.
Se fijó en el recinto de la ciudadela un punto diario de venta de vino al que acudían vinateros de otras procedencias; aquel mercadillo no era otro que la puerta de acceso a la calle Real de la Alhambra, es decir, la Puerta del Vino que ha seguido con ese nombre desde entonces.
A la Alhambra subían arrieros con mejores vinos y más baratos. La conclusión es que en la Alhambra siempre se bebió más y mejores vinos
Esa excepción alhambreña se fue convirtiendo con el tiempo en un punto de contrabando de vino; se veía imposible que hubiese tanto consumo de vino por tan pocos habitantes de la Alhambra, pues sus compras multiplicaban varias veces la media del resto de granadinos. Obviamente, se dedicaban a revenderlo o a recibir encargos de conocidos y parientes de la parte baja de la ciudad. Por lo general, a la Alhambra subían arrieros con mejores vinos y más baratos. La conclusión es que en la Alhambra siempre sebebieron más y mejores vinos.
Fue, en cierto modo, un antecedente remoto de la demarcación/denominación de origen actual, con enorme poder de veto y monopolio
La contención de éste y otros muchos intentos de contrabandear con el vino de fuera del alfoz de Granada correspondía al cuerpo de guardas que se apostaron en los caminos para efectuar requisas y denuncias. En el Archivo Histórico Municipal existen denuncias a montones de aquellas requisas, la mayoría procedentes de la Alpujarra y Córdoba. No así de juicios en los juzgados de la Real Chancillería; eso se debió a que en 1629 la Junta de Cosecheros obtuvo de Felipe IV una ampliación del Privilegio de 1505; mediante la aportación de 4.000 ducados para financiar las guerras de Flandes consiguieron tener jueces propios que entendían en las denuncias y pleitos por disputas relacionadas con el vino y su tráfico. Además, crearon un cuerpo de comisarios al estilo del Tribunal de Aguas que funcionaba al margen de la justicia ordinaria. Esto supuso en la práctica la inhibición de los jueces de la Chancillería. Y, para mayor gloria de los cosecheros, fue la primera vez que se fijó claramente en tres leguas (quince kilómetros) el perímetro protegido donde cultivar sus vides y vender su vino en exclusiva en Granada capital. Fue, en cierto modo, un antecedente remoto de la demarcación/denominación de origen actual, con enorme poder de veto y monopolio.
El negocio de los vinateros de la capital iba viento en popa ya en la segunda década del siglo XVI. Se plantaban viñas continuamente
El negocio de los vinateros de la capital iba viento en popa ya en la segunda década del siglo XVI. Se plantaban viñas continuamente. Se roturaron todas las Vegas Altas de secano y se empezó a sembrar cepas también en la Vega Baja (por debajo de la cota de la Acequia Gorda). El Concejo reaccionó en 1521 prohibiendo dedicar buenas tierras a sembrar viñas, su cultivo debía ceñirse a las tierras endebles; lo contrario provocaba escasez de trigo y verduras. Pero como los regidores que legislaban eran los mismos cosecheros, la práctica fue que también las zonas de regadío empezaron a llenarse de viñedos. En este caso, con mayor producción por cepa. Los viñedos de Granada se habían multiplicado por ocho a finales del siglo XVI. Eso queda bien patente en la Plataforma de Vico (1611), donde se ven cepas y parrales pegadas a las tapias de la ciudad.
La bonanza propiciada por el Privilegio hizo que a finales del XVII ya se alcanzaran los 34.000 marjales (1.795 hectáreas) sembrados en los alrededores de Granada.
El Cabildo de la Ciudad y la Junta de Cosecheros se encargaron de que cada nuevo monarca ratificara y renovara la vigencia del Privilegio de 1505. Era preciso reafirmar este derecho de la ciudad, aunque el texto original de Fernando el Católico ya especificaba que lo establecía con duración “para siempre jamás”. El libro de privilegios de la ciudad de Granada conserva la transcripción de cada una de las escrituras de confirmaciones reales, hasta 1758 por Carlos III.
La bonanza propiciada por el Privilegio hizo que a finales del XVII ya se alcanzaran los 34.000 marjales (1.795 hectáreas) sembrados en los alrededores de Granada. Fueron de los mejores momentos desde que se creó la Compañía Vinatera Granadina.
El vino en las crónicas de Jorquera
La abundancia de viñas y la existencia del Privilegio en Granada no pasaron desapercibidas para el cronista más notable de finales del XVI (1588) y primera mitad del siglo XVII (1646), Henríquez de Jorquera. Menciona bastantes veces la existencia de buen número de vinas y el consumo abundante de vinos, así como las vicisitudes que atravesaba por sus malas cosechas. Al hablar de la fertilidad de Granada, escribió la siguiente descripción: “La cosecha de vino es tanta, si le acude solo de su vega, que para que se gaste tiene ganada cédula real y merced propia de los reyes los herederos (que así se llaman a los señores de las heredades) que no puede entrar vino de fuera parte, aunque sea en los lugares de la jurisdicción, sino fuera vecino de Granada y ha de ser de los lugares de la vega. Sólo Alcalá la Real tiene privilegio para entrar con vino tres meses en el año: que son junio, julio y agosto y esto sin tener tabernas y esto por arrobas y medias en el Alhóndiga del Trigo; y me acuerdo que por falta de dos años uno tras otro, que se helaron las viñas, fue menester que la Chancillería, a pedimento de los vecinos por la grande falta y bien público, decretase que se abriese puerta a la entrada del vino por aquella vez hasta la cosecha nueva y fue menester que la ciudad viniese en ello”.
Las grandes catástrofes que arruinaron las cosechas de vino fueron por la gran helada que menciona sin concretar año; por una tormenta caída el 5 de agosto de 1611, por la cual se hizo el Voto de la Virgen de las Nieves; y el 21 de septiembre de 1614 llovió torrencialmente en las laderas de Alfacar
Las grandes catástrofes que arruinaron las cosechas de vino fueron por la gran helada que menciona sin concretar año; por una tormenta caída el 5 de agosto de 1611, por la cual se hizo el Voto de la Virgen de las Nieves; y el 21 de septiembre de 1614 llovió torrencialmente en las laderas de Alfacar, de manera que descubrió las raíces de las cepas y arruinó las viñas.
Al describir las alquerías de Maracena y Peligros, Jorquera dijo que “… en cuyo territorio se coge mucho vino”. En Albolote también constata que es… “abundante en todo y en particular de vino por sus grandes heredades”. Del pueblo donde habitó Jorquera, Alfacar, también constató que en sus tierras quebradas se criaban viñas… “en la llanura de las Viñas, cerca de la Fuente Grande”.
XVII: Lagares en quinterías/caserías vinateras
La quintería es el término que define un cortijo o casa de labor en la zona de La Mancha, alejado de las poblaciones, donde se trasladaban las familias en épocas de trabajos agrícolas. Suelen estar rodeadas, mayormente, de grandes extensiones de viñedo y algún olivar. Muchas de ellas contienen en su interior lagares y bodegas para prensar la uva y almacenar sus vinos en tinajas. Se enterraban las tinajas de barro en el suelo tratando de evitar las grandes oscilaciones de temperatura del invierno y el verano.
Los alrededores de la capital y pueblos ubicados en la comarca entonces conocida como Vegas Altas estuvieron repletos de quinterías o caserías, que es el nombre con el que han llegado a nuestros días
Ese modelo de quintería apareció en Granada a finales del siglo XVI y tendría su auge en los siguientes. Los alrededores de la capital y pueblos ubicados en la comarca entonces conocida como Vegas Altas estuvieron repletos de quinterías o caserías, que es el nombre con el que han llegado a nuestros días. Aún hoy quedan algunas en estado más o menos ruinoso. Por comarca Vegas Altas entendemos las tierras situadas por encima de la línea que regaban las acequias de la Vega húmeda, superiores a la Gorda, Arabuleila y Canal de Deifonfes. Proliferaron, grosso modo, al norte del Camino de Maracena y hasta bordear las laderas de la Sierra de la Alfaguara. Aunque en algunas zonas también contaron con aportes de agua de riego de las acequias La Madraza, Fuente Chica de Alfacar, Güevéjar y Macatea. También le llegaban los restos de un ramal de Aynadamar cuando sobraba al Monasterio de Cartuja. Se trata de tierras en piedemonte, de peor calidad, de arenas arcillosas y con poca humedad, menos aptas para hortalizas y frutales que precisen regadío.
Esas quinterías se componían de casa del propietario y varias viviendas anejas para guarda y algún bracero más. Casi todas tenían un patio interior porticado, probable reminiscencia de las almunias nazaritas o incluso de las villaes romanas. Los cultivos fundamentales fueron el viñedo y algo de olivar, compartido con cereal de secano. Aquí se ubicaron los lagares granadinos de los siglos XVI hasta mediados del XX, así como sus bodegas. Por eso, contrariamente a lo que ocurre en otras zonas vinícolas, en el casco urbano de la ciudad no se localizaba prácticamente ningún molino de uva de época cristiana; el vino se hacía en caserías campestres.
Ha sido tradicional hasta mediado el siglo XX que cada una de aquellas caserías tuviesen puntos concretos en la capital para la venta de sus vinos
Ha sido tradicional hasta mediado el siglo XX que cada una de aquellas caserías tuviesen puntos concretos en la capital para la venta de sus vinos. Era habitual ver en las bodegas, botillerías, colmados, tascas y otros puntos de venta del casco antiguo carteles en las tinajas indicando “Vino mosto de la Quintería tal” o “Blanco pasto de…” (El pasto era de pequeños artesanos vinateros).
A mediados del siglo XVII se empieza a ver una concentración o traspaso de propiedades de quinterías y sus viñedos a manos de las órdenes religiosas, la mayoría por donaciones testamentarias
A las quinterías empezaron a darle personalidad los cristianos en el repartimiento de tierras recibidas a finales del siglo XV. Hay referencias a algunas ya en el periodo nazarita (siglos XIV y XV, como por ejemplo la Andaraxemel). Lógicamente, los cristianos más favorecidos fueron poderosos que habían sido militares o servidores de los reyes y grandes casas señoriales. Poco a poco se fueron conformando aquellas cortijadas en medio de extensiones de viñas. A mediados del siglo XVII se empieza a ver una concentración o traspaso de propiedades de quinterías y sus viñedos a manos de las órdenes religiosas, la mayoría por donaciones testamentarias.
A partir de mediados del siglo XIX, con el inicio de las desamortizaciones, las antiguas propiedades monacales empezaron a trocearse y a pasar a manos de incipientes burgueses y profesionales adinerados
A partir de mediados del siglo XIX, con el inicio de las desamortizaciones, las antiguas propiedades monacales empezaron a trocearse y a pasar a manos de incipientes burgueses y profesionales adinerados. Mantuvieron más o menos la estructura de las residencias de campo y los cultivos. En el levantamiento topográfico que se hizo a partir de 1893 aparecen, en este triángulo de tierra desde la carretera de Maracena a las laderas de la Cartuja, infinidad de quinterías: La Virgencica, San Luis, San Francisco, Merced Alta y Baja, Cújar, Montijo, los Cipreses, Santa Elisa, Los Peces, del Nogal, San Rafael, San Nicolás, La Terrona, Fonseca (hoy destinada a residencia de ancianos), Cerrajero, del Cerro, la Encina, las Cañadas, Calvache, Álamo Hueco, la Noria, Buenavista, Florida, la Rosa, Palomino, los Maños, Aguirre, el Fiscal, Monguillera, Santo Domingo, los Jardines, Ventorrillo de la Caleta, San Cayetano, la Trinidad, la Concepción … Eran casas con viña, lagar y bodega que nacían en las tapias de casco antiguo de Granada y se prolongaban hacia Maracena, Peligros, Pulianas, Albolote, etc.
El convento de la Merced y el monasterio de Cartuja se encontraron entre los mayores cultivadores de viñedos en las afueras de la ciudad
El convento de la Merced y el monasterio de Cartuja se encontraron entre los mayores cultivadores de viñedos en las afueras de la ciudad; el primero, entre los caminos de Maracena y Jaén, en los pagos de Merced Alta y Baja; el segundo en las laderas de los cercados Alto y Bajo. La Cartuja todavía mantiene el espacio de su primera bodega en el sótano bajo el refectorio. También los hermanos hospitalarios de San Juan de Dios cultivaron viñas y produjeron su vino en las huertas de Fuentenueva; su bodega estuvo en el tercer patio, con entrada por la calle Rector López Argüeta, destruido para construir la Facultad de Medicina en 1884. Incluso el Hospital de la Tiña era propietario de un viñedo en el término de Maracena.
Debajo, dibujo de cómo era el complejo monacal de la Cartuja antes de la desamortización del XIX. Se ven varios campos de viñedos plantados en lo que es Campus Universitario. En torno a la portada de acceso al complejo (hoy trasladada unos metros más arriba) se encontraban el segundo inmenso lagar que tuvo (1) y la bodega (2). Había viñas plantadas por todos sitios (V). Los cartujos no sólo hacían vino, también sus famosos licores de hierbas inventados por sus colegas franceses. Todas estas edificaciones fueron demolidas en los años setenta del pasado siglo para abrir la rotonda y la carretera de acceso a la Facultad de CC. Educación. ORTO GRANATENSIS/CHARTREUSE DE GRENADE (1919)
Algo parecido ocurría con la Abadía del Sacromonte, que tenía una pequeña bodega para almacenar vino de sus viñas de Deifontes e Iznalloz
Algo parecido ocurría con la Abadía del Sacromonte, que tenía una pequeña bodega para almacenar vino de sus viñas de Deifontes e Iznalloz. El monasterio de jesuitas de Jesús del Valle poseía algunas viñas en el cortijo de Cortes y almacenaba sus vinos en pequeñas bodegas en las zonas más frescas de sus instalaciones abaciales. Resumiendo, todas las abadías y monasterios granadinos, además de varios conventos, dispusieron de viñas o al menos pequeñas bodegas para autoconsumo entre los siglos XVI y XIX.
El caso singular de Peligros, tierra de viñas
Un caso muy especial lo supuso el campo de viñedo que se extendió desde los pagos de la Merced hasta pasado Peligros, pueblo vinatero por excelencia. A la vera del Camino de Madrid fueron proliferando desde finales del XVI una docena de caserías de órdenes religiosas y de poderosos de la capital. De todas ellas, solamente una ha llegado a nuestros días con estructura reconocible; es la Casería de San Agustín, una isla ruinosa entre tantas naves industriales (ubicada a la altura del km. 121 de la autovía A-44 Bailén-Granada. Este complejo fue levantado por el Convento de Agustinos Descalzos, ubicado junto a la iglesia del Salvador del Albayzín. Como todas sus caserías linderas, poseía viñedos, lagar, bodega y tonelera; en esos cortijos de labor de Peligros siempre vivieron varias familias en régimen de aparceros o jornaleros.
En un tramo de carretera de poco más de cinco kilómetros al Suroeste de Peligros existieron las siguientes quinterías vinateras desde finales del siglo XVI: de Antonio Vélez; de Chacón; la de la Inquisición, ya citada en documentos desde 1566; huerta de Vélez (el solar de la gran chatarrería de Asegra); de Mariano de Rojas, con 429 marjales de uva Pedro Ximénez; la De Nicolás Méndez; Casería Peralada, de 47 marjales; Cortijo de José Zárate y Mora. Cortijo de Tejútor, que fue de Hernando de Zafra y su sobrina Catalina de los Cobos, el conquistador que mayor concesión de agua acumuló. La Casería Castañeda de finales del siglo XIX, propiedad de Juan de Castañeda (donde ahora está la ITV de Albolote), fue de las primeras de Granada en empezar a embotellar vino que traía de Valdepeñas; tenía una destilería para elaborar anises y otros licores; fue el origen de las posteriores y actuales Bodegas Castañeda. Tenía un viñedo de los más extensos, de 550 marjales.
La mayor parte de estos viñedos del pago Río Juncaril empezaron a vender sus uvas a principios del siglo XX a la Vinícola Zurita, en la Casería de Fonseca o de la Jura, en un cortijo que se nombra ya en 1650 y tenía estructura de palacete con patio renacentista
La mayor parte de estos viñedos del pago Río Juncaril empezaron a vender sus uvas a principios del siglo XX a la Vinícola Zurita, en la Casería de Fonseca o de la Jura, en un cortijo que se nombra ya en 1650 y tenía estructura de palacete con patio renacentista. Fue la bodega más grande e importante de la comarca a principios del siglo XX (más adelante me extenderé sobre ella).
Todas estas quinterías han ido desapareciendo cuando atravesó el ferrocarril el pago de Juncaril, se hizo la estación de Albolote y empezó a industrializarse la zona. La casa de Fonseca despareció debajo de la urbanización donde está la Residencia. Hasta hace cuarenta años se podía ver su patio porticado, su capilla y la bodega subterránea repleta de botellas abandonadas de Zurita. También quedaban restos de las tinajas más antiguas.
XVIII: Romper el Privilegio y supresión en 1812
Cuando el Privilegio del Vino de Granada cumplía dos siglos y medio de vigencia, la situación se había tornado sumamente tensa por tanta denuncia, queja y monopolio. Empezaban a soplar nuevos aires que anunciaban el triunfo del liberalismo económico practicado por Inglaterra, Holanda y Francia. Los vinos de la Alpujarra -que estaban vetados en la capital y era la mayor comarca productora de la provincia- se exportaban a través de sus costas hacia reinos próximos, pero seguían proliferando denuncias y pleitos intentando llegar a los consumidores de Granada. Algo parecido ocurría con otras importantes comarcas vinícolas de los alrededores. Una parte de la solución fue recurrir a quemar vino destinándolo a producción de aguardientes para enviarlos a Jerez y Montilla. Los ilustrados que empezaron a copar la administración a partir de Carlos III se pronunciaban abiertamente por reformar el arcaico sistema económico y hacendístico del antiguo régimen. Y eso incluía la supresión del monopolio del vino de Granada.
A mediados del XVIII se recrudeció el escándalo en torno al comercio del vino, se acusaba a la Compañía Vinatera de hacer contrabando con vinos de los alrededores, ya que era imposible que sus viñas produjeran tanto como vendían
La Sociedad Económica de Amigos del País de Granada abrió el debate, tímido, pero fue creando conciencia a favor del libre comercio. Los ilustrados y afrancesados aducían que, lejos de ser un acicate para el fomento económico en el XVI, se había conseguido todo lo contrario: el empobrecimiento del Reino de Granada. A mediados del XVIII se recrudeció el escándalo en torno al comercio del vino, se acusaba a la Compañía Vinatera de hacer contrabando con vinos de los alrededores, ya que era imposible que sus viñas produjeran tanto como vendían. Además, adquirían vino barato de la Alpujarra y ellos también lo quemaban para hacer aguardiente o convertirlo en vinagre. El fraude se generalizó. Los granadinos se empezaban a inclinar cada vez más por consumir vinos prohibidos de fuera, que solían ser de mayor calidad y a precios más bajos.
A finales del siglo XVIII se contabilizaban 92 bodegas (también llamadas toneleras) en caserías del término de las 3 leguas; en 1805 habían aumentado a 112. Tenían repartidas sus existencias del siguiente modo: un tercio en establecimientos de la capital y los otros dos en los lagares (En los puntos de venta de la ciudad había 76.086 arrobas de vino, más 18.306 de vinagre; en tanto que en los lagares de quinterías a las afueras almacenaban la mayor parte,180.000 arrobas de vino y 50.000 de vinagre).
Los precios que figuraban en las pizarras de las bodegas oscilaban entre 16 y 32 reales/arroba; el precio medio era de 24 reales
Esas cantidades se consideraban más de las que eran necesarias para abastecer a la ciudad. Los precios que figuraban en las pizarras de las bodegas oscilaban entre 16 y 32 reales/arroba; el precio medio era de 24 reales. También había muchas quejas por la proliferación de vinos aguados o rancios. Asimismo, se mencionan vinos de mucha calidad, madres de hasta 20, 40, 60 y 120 años. La reserva más famosa que tuvo Granada fue la del Marqués de Campotéjar en el Generalife, que fue traslada a Génova en 1921 y todavía tiene sin abrir algunas botellas de las 1.200 que se llevó de añadas entre 1803 y 1890; estos vinos se cultivaban en las huertas del monumento nazarí. (En las excavaciones practicadas durante la dirección de Mar Villafranca aparecieron raíces de viñedo en lo que hoy son jardines y huertas del Generalife y Alixares).
Muchos de aquellos vinos gran reserva no solían destinarse al consumo ordinario sino a encabezar caldos jóvenes o “dar calidad a los endebles”. Nos podemos imaginar los mejunjes que debieron abundar por aquellos años bajo la etiqueta “vino del país”.
Cuando se empezó a hablar abiertamente de suprimir el Privilegio de 1505, la Junta de Cosecheros entró en cólera y amenazó con hambre para miles de jornaleros que trabajaban sus cepas, ya que habría que arrancar las viñas
Cuando se empezó a hablar abiertamente de suprimir el Privilegio de 1505, la Junta de Cosecheros entró en cólera y amenazó con hambre para miles de jornaleros que trabajaban sus cepas, ya que habría que arrancar las viñas. Uno de los mayores defensores de la supresión del vetusto privilegio fue el alto funcionario alpujarreño Justo José Banqueri Romero, 1772-1847, (Ocupó el alto cargo de responsable de Aranceles de la Hacienda con Carlos IV y diputado en el Trienio Liberal posterior). Se pronunció repetidamente por la supresión de privilegios, unificar la recaudación de todos los reinos de España y quitar las aduanas interiores. Además, hizo cálculos de lo que estaba dejando de recaudar la Hacienda Real, la opresión que suponía el Privilegio para los granadinos condenados a beber vinos locales a precios superiores. Todo ello estaba impidiendo el progreso de la agricultura granadina, ya que había cultivos más rentables y paliativos de las hambrunas periódicas. Abrir el comercio local del vino supondría elevar su calidad, su competencia, abaratar precios y, de paso, contribuir a que el tráfico de carros obligase a mejorar caminos y abrir canales de comunicación. Todo ventajas, según el político.
Para apuntalar sus argumentos, próceres ilustrados de finales del XVIII desvelaron que de los 92 miembros que formaban la Junta de Cosecheros y, por tanto, beneficiarios del Privilegio de 1505, justo la mitad no eran agricultores: había oficinistas, abogados, frailes, confiteros
Para apuntalar sus argumentos, próceres ilustrados de finales del XVIII desvelaron que de los 92 miembros que formaban la Junta de Cosecheros y, por tanto, beneficiarios del Privilegio de 1505, justo la mitad no eran agricultores: había oficinistas, abogados, frailes, confiteros, etc. Aparte, contaron otros 450 pequeños agricultores que no estaban asociados que sí trabajaban sus propias viñas, pero no solían tener lagar ni bodega; su uva la vendían obligatoriamente a los junteros, a precios abusivos.
El debate del Privilegio del Vino de Granada saltó en 1805 a los periódicos de Madrid. El presidente de la Compañía de Vinateros de Granada era el Conde de Teba, que trataba de defender su continuidad con argumentos del siglo XVI. Pero los aires de liberalización eran imparables en la España de principios del XIX; los ilustrados habían iniciado ya las desamortizaciones con Manuel Godoy y la liberalización de ciertos sectores comerciales era imparable.
El último censo o apeo de viñas que se hizo para actualizar la producción del Privilegio real fue en los años 1807-8. Lo ordenó elaborar la Junta de Cosecheros siendo comisario-tesorero Manuel Ruiz, presidente Manuel Vicente Palacios y comisario-vigilante Manuel Montero. El apeo se actualizó a efectos del cobro de cuotas para el mantenimiento de la asociación de vinateros; cada asociado pagaría un real por marjal de viña. Se conserva la mayor parte del censo, con la que podemos conocer los terrenos dedicados en ese momento en la mayoría de los términos comprendidos en el radio de 3 leguas.
A finales del año 1808 existían en las Vegas Altas un total de 17.670 marjales en producción (932 hectáreas), que se repartían del siguiente modo: 6.939 en el término municipal de la capital; 9.752 entre los de Peligros, Atarfe, Pulianas, Pulianillas, Jun y Albolote
A finales del año 1808 existían en las Vegas Altas un total de 17.670 marjales en producción (932 hectáreas), que se repartían del siguiente modo: 6.939 en el término municipal de la capital; 9.752 entre los de Peligros, Atarfe, Pulianas, Pulianillas, Jun y Albolote; 979 sumaban los de Híjar, Cúllar (Vega), Gójar, Dílar y Ogíjares. Se echan de menos las cuentas de Alfacar, Huétor Vega, Monachil, La Zubia, Ogíjares, Alhendín, Nívar, Güevéjar, parte de Pinos Puente, etc. que en sus secanos cultivaban viñedo. También una parte de vega de regadío de Santa Fe y Chauchina que tenían viñas de regadío.
Hasta que el 7 de junio de 1810, con los franceses adueñados de Granada, el delegado regio del francés de José Bonaparte I publicó un decreto que permitía la libre circulación, fabricación y venta de aguardiente y vinagre. Esto empezó por favorecer, a corto plazo, también a los vinos. Durante los dos años y medio que duró la ocupación francesa de Granada hubo libertad y desorden total en la venta y consumo de vinos en Granada. A los gabachos sólo les preocupaba beberse los mejores caldos, que las bodegas cerraran pronto y el vino no fuese causa de revueltas.
Las Cortes de Cádiz acometieron una profunda reforma de la hacienda pública y de los impuestos; pagarían todos los españoles, sin excepción ni privilegios
El fin del Privilegio del Vino de Granada estaba muy cercano. Las Cortes de Cádiz de 1810-12 estudiaron éste y otros privilegios ancestrales concedidos por las monarquías; se dispusieron a dar la puntilla a un monopolio que se había quedado obsoleto y que, de hecho, el rey Carlos IV ya no había confirmado para la ciudad de Granada. Las Cortes de Cádiz acometieron una profunda reforma de la hacienda pública y de los impuestos; pagarían todos los españoles, sin excepción ni privilegios. El Privilegio dejó de existir para siempre el 19 de marzo de 1812, cuando fue aprobada La Pepa: lo dejaba bien claro el capítulo de restricciones al Rey, en su artículo 172.9: “No puede el Rey conceder privilegio exclusivo a persona ni corporación alguna”.
XIX: Expansión y palo de la filoxera
Pudiera pensarse que la supresión del privilegio del vino de Granada por la Constitución de 1812 iba a suponer un duro revés a la producción vinícola de la capital y sus tres leguas alrededor. Empezaron a entrar libremente los vinos de la Alpujarra y Costa, cercanos, y también los de La Mancha.
El aumento de la población de Granada propició también el incremento de plantaciones de viñedos
Aunque ocurrió todo lo contrario de la catástrofe que se esperaba: el aumento de la población de Granada propició también el incremento de plantaciones de viñedos, ahora ya abiertamente en terrenos de las Vegas Bajas de regadío, los llanos de los ríos Genil, Cubillas y Salado. Fueron vides y parrales mucho más productivos en cantidad. Pero de menor graduación que los de la Vega Alta, con hasta 18 grados.
Quedó demostrado que el Privilegio había supuesto más un freno al cultivo, consumo y exportación de vinos que beneficio
La extensión de viñedo en todas las comarcas de Granada -hasta 1812 segregadas por el Privilegio- se multiplicó hacia 1850 a unas 24.000 hectáreas y se mantuvo con tendencia a aumentar en las décadas siguientes. En el amillaramiento de 1875 ya había 25.376 hectáreas en la provincia (a Granada y su radio de 3 leguas le correspondían 1.490 has., 312 en secano y 1.178 en regadío). Quedó demostrado que el Privilegio había supuesto más un freno al cultivo, consumo y exportación de vinos que beneficio. Bien es cierto que buena parte de los caldos era quemada para producir aguardientes y licores en las destilerías que empezaban a surgir con carácter industrial.
SUPERFICIE DE VIÑEDO EN LAS COMARCAS DE GRANADA (1875)
Partido judicial |
Total hectáreas |
De secano |
De regadío |
Granada |
1490,50 |
312,50 |
1178,00 |
Albuñol |
6820,00 |
6820,00 |
- |
Alhama |
- (1) |
- |
- |
Baza |
934,52 |
- |
934,52 |
Guadix |
849,93 |
113,68 |
736,25 |
Huéscar |
578,45 |
60,00 |
518,45 |
Iznalloz |
224,50 |
224,50 |
- |
Loja-Montefrío |
649,92 |
649,92 |
- |
Motril |
5613,66 |
5613,66 (2) |
- |
Órgiva |
2530,26 |
1803,26 |
727,00 |
Santa Fe |
1909,50 |
1244,00 |
665,50 |
Ugíjar |
3755,50 |
3775,50 |
- |
TOTALES |
25376,74 |
20617,02 |
4759,72 |
(1) A la Comarca de Alhama se le calcula que debía tener una superficie aproximada a 2.700 hectáreas, ya que, en el censo de 1892, en la que sí figura, toda la provincia sumaba 28.030 hectáreas.
(2) 1.567 has. eran para uva pasa.
FUENTE: Francisco Antequera Luengo.
Conocemos con exactitud que para 1883, cuando entró de lleno la plaga de filoxera en las Vegas Baja y Alta de Granada, el censo de viñas había subido a 1.890 hectáreas. El pulgón de la filoxera afectó prácticamente a toda la Alpujarra y Costa, en tanto que las Vegas recibieron un palo algo menor, pero muy significativo (en el recuento de 1892 se cuantificaban las hectáreas invadidas por el pulgón en 337 y las destruidas por completo en 443).
¿Se puede calificar a Granada como tierra de vinos con esas 28.030 hectáreas de viñedo que llegó a sumar en 1892?
¿Se puede calificar a Granada como tierra de vinos con esas 28.030 hectáreas de viñedo que llegó a sumar en 1892? Las cifras de siglos pasados no se pueden mirar con ojos de hoy. Pero, por comparar, veamos números: en la actualidad la D. O. Rioja abarca 41.507 has.; el marco de Jerez, unas 7.000; Valdepeñas, 22.000; la provincia de Valladolid, 22.680; la D. O. Mancha, con parte de varias provincias, 459.000 hectáreas. Que cada cual saque su conclusión.
XX: Resurgimiento, explosión urbanística y punto final
La filoxera acabó con muchos viñedos para siempre. En los años siguientes se continuó replantando viñas en las zonas afectadas, ya con pies americanos más resistentes, pero ya nunca se llegarían a alcanzar las cifras prefiloxéricas.
Uno de los últimos grandes empresarios que creyó en el futuro del vino de Granada fue el hostelero Francisco Zurita Barrionuevo (fundador del hotel Alameda)
Uno de los últimos grandes empresarios que creyó en el futuro del vino de Granada fue el hostelero Francisco Zurita Barrionuevo (fundador del hotel Alameda). En 1897 empezó a plantar viñedo en unas tierras suyas de la zona Peligros-Albolote sobre esquejes americanos. Y a levantar la que fue la mayor y más moderna bodega del primer tercio del siglo XX: Casa Vinatera Zurita o Bodega Nuestra Señora del Pilar, en la Casería Fonseca de Peligros. Hacia 1915 ya habían entrado en plena producción sus vides americanas; editó un curioso folleto por el cual podemos conocer que en 1924 prensaba uva cosechada en 1.921hectáreas (36.000 marjales de viñedo en la Vega Alta, en los terrenos que contienen más carbonato cálcico, chinos y poca arcilla, con poco humus; uvas de muchos grados y sol).
La mayoría eran variedades de tipo antiguo y locales, inexistentes en la actualidad
Las variedades de uva que cultivaban por entonces en la comarca Peligros-Albolote eran la Pedro Ximénez (un tercio aproximadamente), tempranilla, temprana blanca y negra, listán (para mesa), Jaén negra y blanca, albillo, verdal, verdeahoja, tinto montúo castellano, Jerez, vigiriega, zurumi, doradilla, rayada, cascabelera, zuearí común y roja, melcocha, pelcocha, corazón de cabrito, Santa Paula, ataubí, teta negra, jamí, albar real, moscatelón, mollar de Granada, mollar zuearí, cinto y nevásea (en homenaje al viticultor José Nieves). Como se ve, la mayoría eran variedades de tipo antiguo y locales, inexistentes en la actualidad.
La Vinatera Zurita fue levantada sobre el lagar antiguo de Juan de Fonseca; construyó al lado otro lagar moderno acorde con los avances tecnológicos. Se ufanaba de competir con los buenos caldos albarizas de Jerez y Sanlúcar. De ser proveedores de la Casa Real y acumular una docena de medallas en exposiciones nacionales e internacionales. En sus instalaciones contó aquella gran bodega con una enorme sala de fermentación en tinajas de barro de varios miles de litros (tenían una de 400.000 litros); poseía una cava de crianza en barricas de roble, donde el vino del tipo reserva reposaba al menos tres años. Luego disponían de una sala de envases que embotellaban de manera manual. Las botellas, por lo general, eran reutilizadas tras un proceso de lavado. Incluso dispuso este gran lagar-bodega de una carpintería para fabricar y ensamblar sus propias cajas; la tenían en el patio porticado del palacete de los Fonseca.
Zurita embotellaba y distribuía su propio vino, más el de otros 40 pequeños viticultores de los alrededores de la Vega Alta. El resultado en el mercado eran variedades de mosto del año y embotellados con solera
Zurita embotellaba y distribuía su propio vino, más el de otros 40 pequeños viticultores de los alrededores de la Vega Alta. El resultado en el mercado eran variedades de mosto del año y embotellados con solera. También patentaron un mosto sin alcohol esterilizado (zumo sin fermentar). Cuando había buenas cosechas, también dedicaba sus vinos a fabricar alcohol vínico y aguardientes. En su publicidad destacaban que fue el primer lagar de Granada en el que ya no había personas descalzas pisando la uva, su trabajo lo hacían con prensas modernas importadas de Lyón (trituradoras Marmoier). Tanto el cultivo de los viñedos como el proceso de producción intentaba imitar la tradición vinatera de Burdeos.
Los viñedos de Zurita desaparecieron al nacer sobre ellos los polígonos industriales de Juncaril y Asegra en los años sesenta y setenta
La bodega Zurita estuvo en auge hasta la guerra civil de 1936-39, fecha en que debió languidecer por la contienda y posteriores años de necesidad. Los viñedos de Zurita desaparecieron al nacer sobre ellos los polígonos industriales de Juncaril y Asegra en los años sesenta y setenta. La zona de Casería Fonseca acoge hoy una urbanización de chalés adosados y una residencia de ancianos -con el nombre de Fonseca- a las afueras de Peligros.
XXI: 5.500 hectáreas en la provincia, ninguna en la capital
En los años sesenta del siglo XX empezaron a crecer como setas los polígonos industriales y de viviendas en los alrededores de Granada y poblaciones limítrofes. Los terrenos agrícolas fueron ocupados por cemento y ladrillos. Los barrios de San Francisco, Chana, Cartuja, Almanjáyar, Casería de Montijo, Albayda y zonas de la carretera de Jaén fueron quinterías hasta hace poco más de medio siglo. Esos barrios y algunas calles conservan nombres originales de las cortijadas vitivinícolas que hubo anteriormente en sus solares.
El crecimiento de la ciudad y de zonas industriales anejas acabó por dar la puntilla a lo que fueron grandes extensiones de viñedo que habían conseguido sobrevivir durante casi cuatro siglos y medio
En resumen, el crecimiento de la ciudad y de zonas industriales anejas acabó por dar la puntilla a lo que fueron grandes extensiones de viñedo que habían conseguido sobrevivir durante casi cuatro siglos y medio. Hoy solamente sobreviven en el entorno de la capital unas pocas hectáreas de viñas en la zona de Los Rebites, en Huétor Vega, y en Beas de Granada, que continúan manteniendo viva la tradición de elaborar y vender para un pequeño mercado local el “vino mosto de Huétor Vega”. Incluso en Los Rebites se llegó a fabricar champagne a principios del siglo XX, por la bodega Cercado de Montoro (con la marca Mondor, cuya etiqueta alardeaba de ser proveedora de la Casa Real).
De aquellas casi 2.000 hectáreas de cultivo de viñedo en la Vega de Granada, que se alcanzó a principios del XX y más de un centenar de caserías-lagares, se puede concluir que la producción vinatera que protegió el Privilegio de 1505, ha quedado reducida a la mínima expresión, a la nada. Aparte de los Rebites, la representación más sobresaliente de vinos a sólo cuatro leguas es la de Bodegas Fontedei, en Deifontes.
El resto de vinos de la Denominación de Origen Protegida Granada se reparten por tierras que no se encuentran dentro del perímetro del antiguo Privilegio del rey Fernando el Católico
El resto de vinos de la Denominación de Origen Protegida Granada se reparten por tierras que no se encuentran dentro del perímetro del antiguo Privilegio del rey Fernando el Católico: lo componen 22 lagares ubicados en la Contraviesa-Alpujarra (subzona), Altiplano, Hoya de Guadix, Valle de Lecrín, Alhamay Deifontes. Se trata de vinos que en su mayoría se crían en altitudes superiores de 1.000 metros, con algo más de 5.500 hectáreas de cepas (unos 35 millones de kilos de uva/año medio). La mayoría, de excelente calidad (con 2.900 a 3.050 horas de sol/año, frente a las 2.680 que recibían a finales del siglo XIX); acumulan varios premios y algunos caldos están muy bien clasificados en las guías especializadas. Pero son caros en los estantes debido a su poca producción y al proceso artesanal que los caracteriza. (ver www.dopvinosdegranada.es).
Y si eres más de cerveza o quieres saber su historia en Granada, otros reportajes de Gabriel Pozo Felguera:
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¿Una cervecita Alhambra Emperador 1526?
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El catalán y el vasco que vinieron a Granada a hacer la mejor cerveza de España