EL ENIGMA DE ALFRED GUESDON

El primer hombre que vio Granada a vuelo de pájaro, en 1853

Cultura - Gabriel Pozo Felguera - Domingo, 1 de Mayo de 2022
Un fascinante reportaje de Gabriel Pozo Felguera que desvela las primeras vistas áreas de Granada, los métodos para conseguirlas y la ciudad de entonces. No te lo pierdas.
Litografía coloreada de A. Guesdon, desde el Suroeste.
Litografía coloreada de A. Guesdon, desde el Suroeste.
  • La extremada exactitud y realismo de este dibujo hace pensar que pudo utilizar como base la primera fotografía tomada desde un globo

  • El arquitecto francés nunca desveló su técnica; se cree que se sirvió del plano de Dalmau y lo elevó a tres dimensiones en su litografía

El hombre siempre quiso volar. Y ver sus ciudades con ojos de pájaro. Para después plasmarlas en dibujos o mapas lo más exactos posibles. Lo intentaron los renacentistas italianos y algunos ilustradores alemanes en el siglo XVI. Varios de ellos viajaron a Granada por aquella época. Pero ningún dibujante había conseguido tan elevado grado de realismo y precisión como lo hizo Alfred Guesdon en 1853: su litografía de la ciudad desde el Oeste coincide casi milimétricamente con el paisaje urbano de mediados del XIX. El autor murió sin desvelar el sistema ideado para realizar sus vistas a “vuelo de pájaro” de varias ciudades españolas y europeas. Estuvo relacionado con el aeronauta y fotógrafo Charles Clifford, lo que hace pensar que pudo ayudarse de sus fotografías tomadas desde un globo cautivo. Aunque esta tesis presenta muchos inconvenientes. Han pasado casi 170 años desde aquella proeza y el enigma continúa sin ser descifrado por completo.

La imagen de la ciudad de Granada ha quedado plasmada en dibujos más o menos ajustados a la realidad desde principios del siglo XV. Sus autores lo intentaron con las técnicas y conocimientos que tenían en cada momento. El deseo de dibujantes e ilustradores siempre fue conseguir perspectivas lo más elevadas posibles para ofrecer imágenes caballeras, casi tridimensionales. Se subían en montículos o buscaban edificios elevados. Dibujar la ciudad de Granada de manera parcial resultaba bastante fácil, pues dispone de varios montículos y miradores. El problema se presentaba cuando se la quería dibujar desde el Suroeste, desde la llanura de la Vega, para recoger esa visión de una ciudad recostada y trepando por varias colinas.

Los dibujantes desde el siglo XV ya intentaron elevar mentalmente su punto de visión y los puntos de fuga de sus dibujos

Los dibujantes desde el siglo XV ya intentaron elevar mentalmente su punto de visión y los puntos de fuga de sus dibujos.

El primero que lo hizo fue un autor desconocido que debió estar presente en la Batalla de la Higueruela (1431). La escaramuza se desarrolló el 1 de julio de aquel año en la zona próxima a Atarfe-Albolote. El rey Juan II de Castilla midió su acero contra el emir nazarita Mohamad IX. Lo que más nos interesa en este caso es el dibujo que algún artista cristiano realizó de la ciudad amurallada de Granada. El dibujante trazó a grafito una vista de Granada, en cuyos alrededores situó la batalla. El dibujo quedó guardado en Madrid y, en 1587, fue utilizado como base para el gigantesco fresco estampado en El Escorial.

El autor debió ser de origen centroeuropeo, ya que idealizó la Alhambra y las murallas de Granada al estilo románico y gótico de reinos cristianos. A pesar de su idealización, al menos definió una geografía bastante aproximada, con varios montículos, los ríos que parten y bordean Granada, las montañas tras la Alhambra, etc. El dibujante elevó ligeramente su perspectiva, dando a entender que se había situado como observador en una zona o edificio alto. Obviamente, ni el montículo ni el edificio existían en plena Vega.

La siguiente imagen de Granada corresponde a una especie de vista esquemática publicada por Pedro de Medina en su libro Grandezas y cosas memorables de España (1549). Es de pequeño tamaño. Un dibujo muy básico y sin ninguna precisión. Quizás su autor ni siquiera estuvo en Granada. Pero sí captó varios conceptos de aquella ciudad que se reconvertía en cristiana: estaba completamente amurallada; disponía de un montículo poblado a la izquierda (Albayzín) y una ciudadela amurallada a la derecha (Alhambra); la ciudad la partía un río, en cuyo centro había ya una plaza embovedada con una fuente (Plaza Nueva), convertida en centro de trasiego social; otro río que la bordeaba (el Genil), que tenía un puente junto al que desembocaba el Darro; puso alminares musulmanes y torres reconvertidas en campanarios de iglesias; y una puerta principal (Elvira) en la que confluían los principales caminos desde el Oeste y Norte.

El autor intentó ofrecer un punto de vista como si fuese un pájaro que sobrevolaba por lo menos a quinientos metros de altura. Evidentemente, no lo consiguió.

Fueron dibujantes holandeses y alemanes los que, ya atravesada la mitad de la centuria del XVI, recorrieron España dibujando sus principales ciudades. En el caso de Joris Hoefnagel lo hizo como viajero e ilustrador de una magna obra que se tituló Civitates Orbis Terrarum. Levantó varias vistas de la ciudad de Granada situándose en puntos altos de los cerros que la circundan. Pero no tuvo más remedio que ubicarse en la Vega para recoger la visión de Granada que mira al sol de la tarde. En ese caso, no elevó su punto de vista como si estuviese volando; simuló que estaba a unos tres o cuatro kilómetros de la ciudad, en la ladera de un montículo inexistente. De haber contado con un buen catalejo, podría pensarse que se situó en la ladera de Montevive y desde allí hizo un “zoom” para dibujar la ciudad.

La estancia de Hoefnagel en Granada está datada en 1565. Recoge detalles bastante interesantes sobre la forma de vestir de las comunidades morisca y cristiana, la construcción de la Catedral (con la capilla mayor recién cerrada), Santa María de la Alhambra en obras...

La estancia de Hoefnagel en Granada está datada en 1565. Recoge detalles bastante interesantes sobre la forma de vestir de las comunidades morisca y cristiana, la construcción de la Catedral (con la capilla mayor recién cerrada), Santa María de la Alhambra en obras, los claustros San Jerónimo todavía a medio levantar, los cerros del Albayzín y Aceituno con un abigarrado caserío, etc. El encargado de dar color en imprenta, ubicada en Centroeuropa, le aplicó colores muy llamativos e inexistentes en Granada. Por ejemplo, le puso color teja de pizarra a muchos edificios.

Por época muy próxima (1567) también estuvo en Granada el dibujante Anton Van der Wyngaerde. En este caso por encargo de Felipe II. Levantó una perspectiva de la ciudad muy del estilo de su colega anterior, aunque infinitamente más abundante en detalles. Este enorme dibujo no fue impreso en color ni preparado para ninguna tirada masiva de ejemplares.

Este dibujo mide más de tres metros de largo y es preciso verlo presencialmente para hacerse una idea de su calidad

Este dibujo mide más de tres metros de largo y es preciso verlo presencialmente para hacerse una idea de su calidad. Es bastante más preciso que el de Hoefnagel, prolijo en detalles. Wyngaerde simuló estar sobrevolando la Vega de Granada, prácticamente de manera paralela al cauce del río Genil, para ofrecernos una especie de diaporama de toda la ciudad. En esta ocasión sí elevó su punto de vista para situarse, aproximadamente, a la altura de los montículos que coronan Granada, unos 100-150 metros. Fue la perspectiva “aérea” más conseguida hasta entonces.

Hasta que llegó Guesdon a mediados del XIX

Finales del XVIII y primera mitad del XIX, con el romanticismo imperante, son épocas repletas de dibujos, óleos, grabados y litografías que falsearon e idealizaron la realidad urbana. Plasmaron lugares inexistentes, trasladaron elementos de sitio; llevaron a sus clientes una ciudad idealizada y mentirosa. Son épocas nada fiables para conocer la realidad urbanística y paisajística exacta. David Roberts fue el mayor exponente de esta idealización de una Granada imaginada.

Ya para principios de la década de 1840 habían comenzado algunos editores europeos a comercializar carpetas de dibujos de los monumentos españoles, infinitamente más realistas que los de sus antecesores románticos

Ya para principios de la década de 1840 habían comenzado algunos editores europeos a comercializar carpetas de dibujos de los monumentos españoles, infinitamente más realistas que los de sus antecesores románticos. Una de las principales iniciativas en este aspecto fue España artística y monumental, de Genaro Pérez Villamil, en 1842-44 (Cuyos dibujantes no llegaron a Granada).

Se puso de moda levantar vistas de pájaro de las principales ciudades europeas; donde había montículos o miradores naturales no presentaba problemas. Lo difícil era hacerlo en ciudades llanas o costeras. Y ahí apareció Alfred Guesdon (Nantes, 1808-76). El hombre era dibujante, arquitecto, impresor, escritor y varias cosas más. Había colaborado con Genaro Pérez Villamil, pero a partir de 1851 se dedicó a recorrer las ciudades españolas durante el siguiente lustro. En Madrid conoció y colaboró con el aerostato y fotógrafo inglés Richard Clifford. Durante su periplo levantó 24 vistas de ciudades españolas mediante el novedoso sistema de “vuelo de pájaro”.

Hay que hacer constar que Alfred Guesdon las dibujaba con un lápiz finísimo y no se encargaba de colorearlas

A la ciudad de Granada le dedicó dos. Una de ellas no presenta problema alguno de interpretación; se situó en la esquina noroccidental del Castillo de Santa Elena y reprodujo con toda exactitud lo que tenía a la vista, con un detalle y una minuciosidad que la fotografía posterior casi no ha conseguido mejorar. Incluso esbozó las manchas de sombra que proyectaban las nubecillas de primavera. Porque debió ser en plena primavera o principios de verano de 1853 cuando estuvo en Granada. Al menos eso se cree por la abundante vegetación y colorido que incluyó el impresor parisino a las primeras ediciones comerciales de sus litografías a color. No obstante, hay que hacer constar que Alfred Guesdon las dibujaba con un lápiz finísimo y no se encargaba de colorearlas.

Esta vista desde la Silla del Moro lleva su firma en la tapia izquierda, ángulo inferior.

En este dibujo, la perspectiva se corresponde exactamente con la realidad. Cada edificio, campanario, torre y casa están en su punto topográfico real. No hay nada falseado… a excepción de la corriente del Darro, con un cauce de agua que no le corresponde (Quizás porque quien lo coloreó en la imprenta de París se pasó con el azul).

El realismo llega a ser tanto, que incluso dibujó gente jugando a la pelota en la Plaza de los Aljibes

El realismo llega a ser tanto, que incluso dibujó gente jugando a la pelota en la Plaza de los Aljibes, destacó el terraplén desarbolado que dejó el hundimiento de la muralla de la Alhambra entre las torres de las Damas y el Partal; el Convento de los Mínimos aparece intacto; todavía estaban en pie las iglesias de San Gil y la Magdalena, la torre de San Antón. Uno de los pocos “fallos” que tiene la litografía se achaca también al encargado de colorear las iglesias: algunas de las que estaban encaladas del Albayzín las reconvirtieron en piedra o ladrillo desnudo. 

La enigmática vista desde el Suroeste

Lo que yo llamo “enigma Guesdon” se centra en saber cómo se las ingenió para dibujar una vista de Granada desde la zona de San Juan de Letrán, a vuelo de pájaro y a una altura aproximada a 100-200 metros. En 1853 era un campo abierto, sin ningún edificio superior a dos plantas. Concurren en el caso granadino los mismos interrogantes que en otros dibujos de Guesdon tomados de manera similar en Córdoba, Sevilla, Madrid, Barcelona, Alicante y Cádiz; estos tres casos aún más complicados, pues los “vuelos del pájaro” miran desde el mar hacia estas ciudades. De haber utilizado un globo, dentro del mar debía estar anclado a un barco que se zarandeaba.

Hay defensores y detractores para todas estas posibilidades. Lo único cierto es que, lo hiciese con uno u otro método –que se llevó a la tumba– el resultado es de una fidelidad elevadísima

¿Se sirvió Alfred Guesdon de uno de los primeros globos aerostatos? ¿Utilizó alguna fotografía como referencia? ¿Empleó algún plano o mapa y lo transformó en tres dimensiones? ¿Utilizó una colección de fotografías estáticas para cada edificio? ¿Fue todo producto de su prodigiosa imaginación? Hay defensores y detractores para todas estas posibilidades. Lo único cierto es que, lo hiciese con uno u otro método –que se llevó a la tumba– el resultado es de una fidelidad elevadísima. No sólo ubicó cada uno de los grandes edificios en su lugar y proporciones; también descendió a detallar las fachadas, se introdujo en los claustros y en el interior de los edificios para plasmarlos tal como eran. Guesdon hizo un trabajo tan minucioso que pareciera que estuvo viviendo en Granada muchos años. Al igual que debería haber hecho en el resto de ciudades. Pero no fue así; a lo sumo pasó dos o tres meses en cada una de las ciudades que dibujó. Otra posibilidad es que él fuese cabeza de un equipo de personas, en el que habría otros ayudantes para desarrollar detalles o fotógrafos que se llevaran perspectivas de edificios, que luego utilizó en el desarrollo de sus obras.

Vamos a analizar las principales teorías sobre sus probables formas de conseguir estas vistas a vuelo de pájaro:

  1. 1. Elevación con globo. En Granada se conoce la primera elevación de un aerostato no tripulado, prisionero de una cuerda, alzado en el Soto de Roma hacia 1803-5 por el ingeniero hidráulico Agustín de Betancourt y Molina. El hombre estaba encauzando los ríos Genil y Cubillas para el valido Manuel Godoy. Fue un globo poco mayor de dos metros de diámetro, muy similar a los que había alzado en Madrid desde 1783.

De haber sido así, Clifford habría tomado algunas fotografías desde su globo como referencias para el posterior dibujo de Guesdon

El segundo globo que se habría visto en Granada sería el de Charles Clifford (1820-63) y James Goulston (aunque Goulston había fallecido en accidente de globo en junio de 1852); pero en este caso, habría venido acompañando a Alfred Guesdon en su viaje por Andalucía.

De haber sido así, Clifford habría tomado algunas fotografías desde su globo como referencias para el posterior dibujo de Guesdon. Esta hipótesis presenta varios inconvenientes: el primero es que no existe ni una sola referencia en la prensa de la época a que Clifford llevase su globo a ninguna de las 15 ciudades españolas retratadas a “vuelo de pájaro”; eso ya es extraño, cuando sí dejó huella su única ascensión en Madrid, en 1851. (En 1853, cuando estuvo Guesdon en Granada, sólo se publicaban esporádicamente los periódicos La Constancia y El Granadino. Ninguno dice nada de un globo por la ciudad)

Dibujo y noticia de la ascensión que protagonizó Clifford con su globo en Madrid el 17 de enero de 1851 y sus intenciones de hacer reproducciones (¿fotográficas?) desde las alturas. Ese mismo año sufrió un accidente y se cree que ya no volvió a subirse más en un aerostato.

Otro inconveniente es que la técnica fotográfica de 1853 era todavía muy primitiva; Clifford estaba evolucionando del daguerrotipo al calotipo. Pero ninguna de las dos tecnologías permitía tomar una foto desde un globo: la razón era que precisaban de exposiciones de varios minutos, algo impensable para un inestable aerostato, por muy calmado que estuviese el viento del día elegido. No obstante, a Clifford se le apodaba daguerrotipo veloz por asegurar que tenía un método de hacer fotos con exposiciones de pocos segundos.

Noticia de 1850 (El Clamor Público), que desvelaba el secreto de la rapidez fotográfica alcanzada por Clifford y Goulston.

Otra posibilidad, en este caso, podría haber sido tomar calotipos un tanto movidos para que a Guesdon le sirvieran de referencia en su perspectiva caballera. Como si él hubiese estado personalmente sobre la canastilla del globo tomando apuntes básicos durante unos minutos de balanceo.

No cabe imaginar en este caso un enorme globo, con un peso considerable, viajando en diligencia por España (no existía todavía la red de ferrocarriles), para poder hacer tanto trabajo en sólo los años 1853-54 en que dibujó la serie española

No cabe imaginar en este caso un enorme globo, con un peso considerable, viajando en diligencia por España (no existía todavía la red de ferrocarriles), para poder hacer tanto trabajo en sólo los años 1853-54 en que dibujó la serie española. Además, en Granada no existía todavía ninguna fábrica de gas con el que hinchar el globo.

De haber existido un sistema de fotografía aérea ideada por Clifford, lo más normal es que nos hubiese quedado alguna para la posteridad. No ha sido así. Aunque, insisto, es tal la perfección de la litografía que es difícil pensar que no utilizó una fotografía como base.

  1. 2. A partir de un plano. La segunda posibilidad es que Guesdon, como arquitecto y buen dibujante que era, desarrollase una técnica de levantar la ciudad en tres dimensiones a partir de un plano detallado preexistente. Coincide que las ciudades que dibujó “a vuelo de pájaro” contaban por entonces con mapas de bastante calidad.

En el caso de Granada, debió basarse en la Plataforma de Dalmau, edición actualizada y corregida en 1831. A partir de este plano, simuló situarse en un punto muy próximo a la ermita de San Juan de Letrán, elevó el punto de mira hasta entre 100-200 metros y dibujó Granada. El resultado es de una precisión, exactitud y detalle asombrosos. Sólo hay pequeñas incongruencias si se compara con la trama actual, pero casi coincidentes con los mismos fallos que presenta el plano de Dalmau. Hay unos cuantos edificios corridos unos metros de su posición; también aparecen torrecillas de iglesias que se suponen eran las de San Juan de los Reyes o San Pedro, cosa imposible de ver desde San Juan de Letrán y desde ese punto de vista.

En cambio, aparecen perfectamente alineadas las demás iglesias y sus torres; el tramo del Darro descubierto cerca ya del Genil, y los puentes de Castañeda y la Virgen están en su lugar

En cambio, aparecen perfectamente alineadas las demás iglesias y sus torres; el tramo del Darro descubierto cerca ya del Genil, y los puentes de Castañeda y la Virgen están en su lugar. Todo, absolutamente todo, está detallado tal como era entonces.

Esta posibilidad es la que cuenta con más apoyo, sin que se descarte una combinación con la anterior. Sobre todo, porque A. Guesdon levantó vistas de pájaro de ciudades en las que nunca estuvo, lo hizo a partir de un plano y dibujos/fotos parciales que le enviaron (caso de Sebastopol, por ejemplo).

  1. 3. Explicación de un colega. Era habitual que las editoriales que vendían aquellas colecciones de estampas se jactasen de disponer de la tecnología más avanzada para el momento. También mantenían en el más absoluto secreto sus métodos de impresión. El sistema de fotoimpresión todavía no se había generalizado, les era imposible llevar a la imprenta una foto; lo que hacían era pasar a línea, calcar, cada una de las fotografías que deseaban imprimir.

Alfred Guesdon murió sin desvelar el secreto de su forma de trabajar

Alfred Guesdon murió sin desvelar el secreto de su forma de trabajar. En 1876, en su necrológica de despedida, su colega Charles Marjonneau dio algunas pistas de su metodología de dibujo. Al respecto, escribió lo siguiente: “Con la ayuda de un plano geométrico de rigurosa exactitud, y que transformaba en perspectiva elevando mucho la línea de horizonte, el artista lleva a trazar en su tablero la elevación de las casas y de los monumentos y de las casas de la ciudad, suponiendo que subía en un globo, o se encontraba en un punto muy elevado; esto le permitía adentrarse con la mirada en las calles, los jardines y los patios, y representar no sólo la vista general y topográfica de una ciudad, sino también todos sus edificios y barrios. De ahí sus vistas denominadas caballeras, o mejor a vista de pájaro”.

Fragmento de la necrológica de A. Guesdon, en Revue de Bretagne e Vendee, abril de 1876.

Un original, una “foto” y muchas litografías

Esta perspectiva de Granada desde el Suroeste es una de las más conseguidas de las 24 de ciudades españolas. En otros casos (Madrid, por ejemplo) difuminó las zonas más lejanas. Pero en Granada desciende hasta el más ínfimo detalle en todos los barrios, estén en primer término o muy alejados.

De este dibujo aéreo elaborado por Alfred Guesdon en 1853 han llegado a nuestros días varias versiones, que vamos a comentar individualmente:

─ Original de 1853. Este es el primer dibujo original, pintado por su autor con trazos de un fino lápiz graso. Las fachadas a las que daba el sol del atardecer las dejó en blanco, mientras que utilizó un sombreado para el resto y para la abundante vegetación que rodeaba la ciudad, sobre todo en la explanada del Triunfo, las contiguas huertas de Capuchinos y el entorno de Fuentenueva. Por lo poblado de los árboles y los restos de nieve en la Sierra, cabe calcular que el dibujo fue hecho entre finales de mayo y julio de 1853. El tamaño del papel es de 285x440 milímetros. Este original va firmado por A. Guesdon y la fecha de 1853, en una inscripción situada en la tapia del ángulo inferior izquierdo. Esta reliquia es propiedad particular de un coleccionista granadino. La foto es de poca calidad debido a que está tomada sobre el marco acristalado, colgada en una pared.

─ Litografía en blanco y negro, 1857. Esta es una primera edición que se hizo solamente en blanco y negro, con ligerísimas variantes con relación a la copia original. Las dimensiones de la plancha litográfica son todas iguales a partir de ésta, que debieron utilizar como base. En este caso, el autor estampó su firma en la misma tapia que la anterior, pero más a la izquierda del árbol que aparece. En cambio, la fecha de ejecución fue de 1857, que figura impresa en la pared de una casa próxima. Fue una edición en francés y castellano; impresa en París por Francois Delarue con el título “Granada. Vista tomada desde encima de la Plaza de Toros”. Se especifica que está dibujada del natural y litografiada por A. Guesdon, con oficina en la calle de la Universidad, 7. París. Es de una fineza de trazo y de una meticulosidad pasmosa.

─ Litografía en colores, 1857. Esta litografía corresponde a la primera edición ya coloreada en varias tintas. La hicieron a partir del original anterior, con prácticamente la misma definición. A partir de esta edición en color se imprimieron infinidad a lo largo del siglo XIX. Se vendió como lámina suelta dentro de la colección general L’Espagne a vol de l’oiseau. Uno de los mejores originales está en una colección particular de Granada; fue utilizada hace tres décadas por el Ayuntamiento de Granada para hacer una impresión de felicitación protocolaria.

─ “Fotografía” de 1859. Esta ilustración está contenida al inicio del libro An autum tour in Spain in the year 1859; fue publicado en Londres, en 1860, tras un viaje por España del reverendo Richards Roberts. Tiene buena parte de la culpa de las dudas creadas acerca de si se utilizó una fotografía como base para que Guesdon hiciera su dibujo. El motivo es el preámbulo del libro, donde su autor da las gracias a su paisano Charles Clifford por haberle facilitado las “fotografías” con las que ilustró su edición. En realidad, se trata de dibujos a plumilla o calcados, supuestamente, de fotografías fijas o de una de las anteriores litografías (en el caso de Granada) que debía vender el fotógrafo en tu tienda madrileña (incluso dice que la obtuvo en la calle Infantas, 13). La realidad es que por aquellos años las revistas/libros utilizaban fotos pasadas a dibujos para poder imprimirlas. El reverendo debería haber hecho constar que era un dibujo a partir de una litografía o fotografía. En esta edición, el copista de la litografía para el libro eliminó la firma de Guesdon y la fecha de la fachada de la casa. El dibujo presenta algunas diferencias con los originales anteriores, sobre todo en la gente que rodea la plaza de toros y la disposición de algunos árboles del ángulo inferior derecho. No tiene demasiada calidad ni nitidez al haber sido reducida para incluirla, apaisada, en las páginas de un libro de pequeño tamaño.

Comparativa entre plano de Dalmau y litografía de Guesdon: Edificios movidos ligeramente de lugar

Una básica proyección cónica del dibujo de Guesdon nos lleva a ubicar su hipotético punto de vista un poco por detrás de la iglesia de San Juan de Letrán, en la torre del inicio de la calle Doctor Olóriz. El tracista abrió su ángulo de visión aproximadamente en 66 grados; trasladado a la traza urbana, nos limita por la margen izquierda el cerro del Aceytuno y por la derecha el último edificio es el claustro del Monasterio de San Jerónimo. En esos aproximadamente 66º de ángulo de visión está comprendida toda la ciudad por él dibujada.

La conclusión es clara: bastantes edificios están movidos varios metros de su lugar real.

A pesar de la perfección y el detalle de cada uno de los edificios, cuando trazamos líneas que parten del supuesto punto de vista del dibujante hacia edificios en la lejanía, y los trasladamos al plano de Dalmau en dos dimensiones, la conclusión es clara: bastantes edificios están movidos varios metros de su lugar real.

En esta sencilla comparación del plano y el dibujo, las líneas rojas de los extremos limitan los 66º del ángulo que abarca la litografía.

El trazo morado parte desde la torre de la iglesia de San Nicolás. En el plano parte el Convento de la Merced por la mitad y pasa por encima de la columna de la Inmaculada del Triunfo. En cambio, en la litografía está ligeramente desviado por debajo, hasta casi rozar la Plaza de Toros de la Maestranza. Aquí la diferencia es mínima.

La línea azul enlaza la torre de Santa María de la Alhambra con el ojo del dibujante. Tanto en el plano como en la litografía hay práctica coincidencia, pues pasa por debajo de la Puerta de Elvira y toca los toriles de la Plaza de Toros.

El trazo negro parte de la iglesia de San Gil, pasa por debajo de la iglesia de Santiago y pasa por encima del abrevadero de Fuentenueva. En este caso, la exactitud también es casi total.

El trazado amarillo, en la litografía parte de la espadaña de Santo Domingo, pasa por detrás del ábside de la Catedral y por encima del actual edificio de la Delegación de Defensa, en la calle Santa Bárbara. En cambio, en la línea del plano de Dalmau pasa por encima del ábside de la Catedral, parte el Convento de San Agustín y roza la iglesia de San Juan de Dios por su torre norte. Esta área presenta notables diferencias entre el plano y la litografía, pues la iglesia de San Juan de Dios está bastante movida de lugar.

No quiero pasar por alto el detalle que Guesdon captó a la perfección: el Convento de San Agustín existe en el plano de Dalmau, edición de 1831. Pero ya no en 1853, cuando el dibujo de Guesdon había sido demolido (el derribo y apertura de la plaza-mercado ocurrió entre 1836-39). En su lugar se ve perfectamente el clareo que dejó el solar por entonces; el primer mercado de San Agustín no sería levantado hasta 1880 por el arquitecto Cecilio Díaz Losada. Hay algunos añadidos más: al ábside de la iglesia de San Jerónimo pegó una casa que nunca ha existido; en la zona de la calle San Isidro ubica un pequeño campanario que tampoco ha existido.

Finalmente, el trazo verde parte de la iglesia de los Escolapios, pasa delante de las torres de las Angustias, por debajo del castillo de Bibataubín, al lado de la torre de San Antón, atraviesa Bibarrambla por su fachada sur, vuela por encima del Colegio de San Pablo, coincide con el primitivo cimborrio de San Felipe Neri y atraviesa el segundo claustro del Hospital de San Juan de Dios. En este caso aparecen un tanto movidos de sus lugares el Monasterio de San Jerónimo y San Juan de Dios.

Pero, por lo general, existe una elevada coincidencia entre la plataforma de Dalmau y la litografía de Guesdon, de más del 95% del caserío incluido. Y eso teniendo en cuenta que el plano también contiene bastantes errores. También hay que tener en consideración que el punto de vista del dibujante pudo estar movido varias decenas de metros hacia adelante/atrás o a la izquierda o derecha, con relación a nuestros cálculos.

¿Cómo era Granada en 1853?

La Granada que dibujó Guesdon en esta vista desde el Suroeste presentaba un caserío homogéneo y armonioso, con edificios religiosos que destacaban por su altura sobre las viviendas particulares. No había ningún hito ni mamotreto de edificio que sobrepasara las cuatro alturas. Se ven grandes clareos en la ladera del Zenete, el Barrichuelo con sus eras y sus cuevas. Ya había empezado a actuar la piqueta tras las desamortizaciones, pero todavía eran mínimas.

En esta ampliación de la zona céntrica se ven al fondo las arboledas del Salón y el Violón, que adivinan el curso del Genil. A él va a desembocar el Darro de manera perpendicular. A la izquierda, arriba, se ve Santo Domingo (1). Delante de la Catedral aparece Bibarrambla (2). Al fondo, junto a la arboleda de la Carrera están los Escolapios (3); más cerca, las Angustias (4); enfrente, el torreón de Bibataubín y el edificio del Teatro (5). También aparece entera la iglesia de la Magdalena de la calle Mesones (6). Y frente a ella está todavía en pie la torre de San Antón (7). También se ven la iglesia y monasterio de Trinitarios (8) (actual plaza de la Trinidad), con la nueva Magdalena a su derecha (9). La zona arbolada de la derecha era la Plaza de los Lobos (10). En el tercio inferior aparecen, de izquierda a derecha, San Juan de Dios (11), San Justo (12), San Felipe Neri (13), el complejo del hospital de San Juan de Dios (14), con sus tres claustros. Y ya en el cornero inferior derecho, San Jerónimo con sus cuatro patios y su torre desmochada por los franceses (15).

Este fragmento presenta muchas diferencias con la actualidad. Para empezar, se ven muy poco urbanizados los barrios de San Ildefonso, Barrichuelo, parroquia de San Cristóbal y ladera del cerro de San Miguel (1, 2. 3). El Convento de la Merced (4) ya estaba convertido en cuartel de Infantería, se le había añadido una planta al edificio monacal y habían derribado la torre de la Merced. La arboleda del Triunfo estaba todavía intacta (5), rodeando la columna del Triunfo en su ubicación primitiva; no habían comenzado a surgir más edificios militares. El Hospital Real (6) contaba con varios edificios a su alrededor, anejos al asilo, hospicio, inclusa y casa de locos (Hoy son aparcamiento y jardines). La ladera del Bajo Albayzín aparece muy arbolada (7), con varios emparrados (8) en los límites del Carril de la Lona y muy clareada de construcciones. En cambio, las parroquias consecutivas de San Andrés (9), Santiago (10), Hospitalicos-San Gil (11) se ven muy abigarradas de casuchas. Todavía estaba en pie la torre de Santiago y sin derrumbar San Gil. La Alhambra (12), el Generalife (13) y Torres Bermejas (14) presentan imágenes muy similares a como están hoy. La Antequeruela alta (15) no había trepado, estaba todavía convertida en cuevas y chumberas. También enseñorean San Nicolás (16) y El Salvador (17) en la cima del Albayzín. 

Es probable que Guesdon conociera Granada durante el ajetreo de un día de Corpus. Al menos vivió un día feriado, en el que pudo asistir a una corrida de toros. Plasmó perfectamente la antigua plaza de la Real Maestranza de Caballería en tarde de lidia, ubicada en lo que hoy es el bulevar de la Constitución, cercana a la esquina de Severo Ochoa. Se ve que estaba muy próxima a la acera de abajo. Si se amplía la litografía, se ve perfectamente a un torero con su capa, a dos picadores con caballos sin peto, a una docena de subalternos en el ruedo y los dos tendidos y palcos del coso a rebosar de aficionados. Lo único que no se alcanza a ver son las peinetas de las Manolas. Incluso se ve entrar a la ciudad una diligencia tirada por un tronco de seis mulas; un hombre las espolea con un látigo. Hay un carro de bueyes en la esquina de la casa de abajo y dos carros de dos varales, para una sola mula, en la Acera de Canasteros.

Finales del siglo XX. Esta foto la hizo una avioneta de Paisajes Españoles en 1977. Estaba recién acabado el Hotel Luz. Todavía no habían sido construidas las torres que dan inicio a la Avenida Doctor Olóriz y a Avenida de Andaluces. Ni la Pirámide. La altura de vuelo del aparato fue muy similar al punto imaginario de Alfred Guesdon en 1853, entre 100 y 200 metros. Pero ya había cambiado considerablemente el paisaje urbano. El destrozo de Granada era una realidad palpable, a base de mamotretos de hormigón y hierro. Abajo aparece todavía el barrio de San Lázaro, ya empezado a evacuar. Al fondo se ve sin construir el apiñado caserío que trepó después entre San Ildefonso y Carretera de Murcia, hasta hacer desaparecer el antiguo Carmen de la Palma. Tampoco estaba construida la zona de Carmen de Rolando.

No quiero poner una foto actual tomada casi desde el mismo lugar que la anterior. Con la enorme torre que ha crecido en San Lázaro y demás edificios altos que han acabado por destrozar por completo la panorámica decimonónica. No deseo que los lectores lloren de pena al ver en qué hemos convertido lo que un día no demasiado lejano sobrevoló –quizás sólo con su imaginación posromántica– un genio francés llamado Alfred Guesdon.
Agradecimientos:

A Carlos Sánchez por prestarme ilustraciones de su inmenso archivo y compartir opiniones. Y a Carlos Pascual, experto en fotografía, por su asesoramiento sobre daguerrotipos y calotipos.