La Plazuela: la moda de Graná, hasta Madrid y más allá
El dúo granadino es el fenómeno de la temporada. Se multiplican sus actuaciones y su demanda y capacidad de convocatoria se están disparando logarítmicamente este verano. Es más, hay quien ya los sitúa para el 2024 conquistando las Américas, del norte y del sur, como hiciera Rosalía. Al tiempo. Más de 2.000 personas prácticamente llenaron el campo de fútbol de Torrenueva para escuchar a El Indio y El Nitro con su banda; escuchar, corear, ovacionar, grabar con sus móviles, y bailar, mucho. Porque en su ‘Roneo Funk Club’ en directo hay mucho que bailar.
A Manuel Hidalgo, 'El Indio', y Luis Abril, 'El Nitro', se les oyó antes de salir a escena, mientras El Indio recitaba los versos de ‘La ida’ caminando hacia los focos a modo de rezo de concentración o llamada de atención
A Manuel Hidalgo, 'El Indio', y Luis Abril, 'El Nitro', se les oyó antes de salir a escena, mientras El Indio recitaba los versos de ‘La ida’ caminando hacia los focos a modo de rezo de concentración o llamada de atención. Ambos se hacen a acompañar por los factores humanos de Nacho Morales, ‘El Lince’ en las guitarras, José Luis Mesa ‘Yogle’ en el bajo y tras la batería se sienta Javi Moreno; el inhumano, que también se apoyan en mucho automatismo, disparos y electrónica surtida, se lo reparten entre todos por turnos. Con una sección de ritmo de tracción manual, bajo y batería, que sustentan con un trabajo hercúleo buena parte de lo escuchado, omnipresente y omnipotente el pellizcado burbujear del bajista, y capaz de emular (¡y ganar!) a una batería programada el percusionista, como demostró la final del concierto.
Los que repitieron tras verlos al arrancar la gira, en La Copera, notarían que el rodaje a presión les ha hecho crecer en seguridad, soltura, dinamismo y buen hacer en el tablero
Los que repitieron tras verlos al arrancar la gira, en La Copera, notarían que el rodaje a presión les ha hecho crecer en seguridad, soltura, dinamismo y buen hacer en el tablero. Llenan el escenario en un continuo ir y venir, quedándoseles corto e improvisando un excitador con una mesa para estar más cerca de la gente. Sus letras, tan vitales y flamencas, arrebatan con su sentido y sentimiento, y aciertan directamente en la emoción compartida, a juzgar por el grado de pasión con que son coreadas: “me vendieron una moto de plata, y ahora llevo cuatro años andando a pata…No me veréis trabajando para vivir, yo trabajo p’a vivir”, por ejemplo cantan en ‘Principios del siglo XX’, esa balada rasgada que termina a ritmo de reggae. La Plazuela es una fiesta cargada de intenciones, en sus mensajes vividos, entonados con sus voces rozadas y enraizadas, pero siempre trotando entre ritmos electrónicos, a veces puro galope, en una amalgama poderosa que incluye tanto el Sonido Caño Roto, como la electrónica más furiosa, el soul blanco de Jamiroquai, la pulsación funk del ‘Apollo’ junto con los Chunguitos, Lorca, Camarón o Daft Punk, para terminar en plena rave de madrugada de la que cuesta recuperarse. La Plazuela es ya la Plaza Mayor del Sur.