Pelotaris en la Alhambra desde 1517
- Quedan vestigios gráficos del campo de pelota que existió en el patio de los Aljibes, al menos en los siglos XVIII y XIX, y las consiguientes apuestas
- Desde principios del XVI y hasta el XX la ciudad contó con varios frontones donde se practicaban las variantes de pelota a mano
El término pelotari se refiere a la persona que practica deporte con pelota de mano. Nació asociado al entorno del País Vasco y zonas limítrofes. Es una palabra de ida y vuelta, pues el euskera la tomó del castellano “pelota” en la edad media y devuelta al DRAE siglos más tarde para definir a quien practica esta actividad. Por supuesto, ni en la Granada del siglo XVI ni en España se generalizó el término pelotari hasta finales del siglo XIX (En literatura castellana y en prensa nacional apareció por primera vez en 1886). No se utilizaban en la Granada del siglo XVI las palabras cancha ni frontón para referirse al lugar cerrado o campo abierto donde se jugaba a las distintas modalidades de pelota. A estos lugares siempre se les llamó “el juego de pelota”. (Muchas calles de pueblos continúan llevando ese nombre).
Los términos pelotari, cancha y frontón son simples licencias literarias que me permito utilizar para referirme a aquel deporte, entretenimiento, competición y apuestas que llegó a Granada con los conquistadores vascos.
La práctica del deporte de pelota a mano, en la infinidad de modalidades, entró a la Península en el siglo XIII procedente de Francia. Es más que probable que a Granada viniese también directamente importada por tropas al mando del Gran Capitán que lo conocieron en sus campañas italianas de finales del XV. Incluso Íñigo López de Mendoza, en su calidad de embajador en Italia y posterior gobernador de Granada, pudo ser el anciano de barba blanca que se menciona dirigiendo este juego en la Alhambra a principios del XVI. Los jóvenes de las clases nobles y burguesas eran aficionados a echarse partidas contra una pared o frontis. Ítem más, el único rey español que murió como consecuencia de un calentón/enfriamiento durante una partida de pelota está enterrado en Granada (Felipe I, el Hermoso). Aunque su porfía, neumonía y fallecimiento tuvo lugar en Burgos unos cuantos años antes.
1517, la partida más antigua de Granada
La noticia más antigua que tenemos documentada sobre un partido de pelota tipo vasca en Granada data de 1517. Nos la da el médico Cristóbal Méndez. Aquel hombre debió nacer en Lepe (Huelva) hacia el año 1500. En 1517, siendo estudiante, se encontraba presente en Granada con motivo del casamiento del Duque de Lesa (Juan Fernández de Híjar), que celebró convite en la Alhambra, aunque la ceremonia religiosa no sabemos en qué iglesia fue. Años después, Méndez, ya siendo un reputado médico, escribió un libro con el título “El exercicio corporal y de sus provechos”, editado en Jaén en 1553. En este texto médico cuenta cómo fue testigo de una partida de pelota de un afamado jugador de la época, con la presencia de importantes próceres de Granada. Cabe deducir que entre los jugadores se encontraba Antonio de Mendoza, hijo y hermano de los dos primeros capitanes generales y gobernadores de la Alhambra, Íñigo y Luis López de Mendoza; Antonio fue practicante de pelota y posterior exportador del juego a las Indias.
Con esta descripción está definiendo perfectamente a Rafa Nadal, digo, al atleta modelo de principios del siglo XVI, que ya debía existir en Granada para competir en aquellos juegos antecedentes del tenis, frontón, pádel, frontenis, trinquete, pelota a codo…
Méndez, en su libro, entabla una digresión consigo mismo y con los expertos granadinos acerca de las condiciones que debe reunir un buen jugador de pelota: debía ser enjuto, no muy alto, con inclinación al deporte, de extremidades largas, cintura delgada, ágil, gran corredor y saltador, poseer poder de concentración mental, gran velocidad en la reacción, cuidar mucho la bebida y la comida. Y, por supuesto, mantener un excelente nivel de entrenamiento. Con esta descripción está definiendo perfectamente a Rafa Nadal, digo, al atleta modelo de principios del siglo XVI, que ya debía existir en Granada para competir en aquellos juegos antecedentes del tenis, frontón, pádel, frontenis, trinquete, pelota a codo… Modalidades que derivaban de las competiciones francesas del jeu de paume (juego de palma) que se venía practicando desde el siglo XIII en París.
Lo que no especificó Cristóbal Méndez fue el lugar exacto de la Alhambra dónde se ubicaba aquella cancha o frontón en el año 1517.
Las fuentes escritas no especifican si aquel juego de pelota de las primeras generaciones cristianas asentadas en Granada era practicado a mano desnuda, con guante, a chistera, raqueta o pala
Es seguro que la introducción del juego de pelota en Granada, especialmente en la Alhambra aristocrática, fue traída por la nobleza castellana y vasca. Sus raíces se hunden en tierra de la pelota vasca, muy practicada en la mitad norte de la Península ya para el siglo XVI. Rara es la población norteña que no cuenta con una pared o dos paredes en ángulo recto a modo de frontón. Las fuentes escritas no especifican si aquel juego de pelota de las primeras generaciones cristianas asentadas en Granada era practicado a mano desnuda, con guante, a chistera, raqueta o pala. Tampoco si era solamente contra un muro liso, a modo de frontón, o se hacía por contrincantes enfrentados a ambos lados de una cuerda o red. Tampoco si se utilizaba una pelota dura y reforzada de tripa o de aire. No conocemos las reglas, los sistemas de puntuación ni las dimensiones del campo de juego. Todo son incógnitas, aunque todas las modalidades de su práctica caben en nuestras suposiciones.
Apuestas y altercados entre aficionados
Y donde hay deporte de competición también suele haber porfías y apuestas por el ganador. Por supuesto, al lado de la pista solían colocarse bancos y sillas para contemplar el espectáculo y vocear por nuestros colores. Sí sabemos que los jugadores de pelota se distinguían con colores diferentes anudados en una faja a la cintura, al igual que lo hicieron los corredores de cuadrigas romanas; la gente apostaba por su color favorito.
La documentación conservada en la Alhambra nos permite conocer que en 1622 se organizaban competiciones de pelota en una estancia junto al Cuarto de los Leones
La documentación conservada en la Alhambra nos permite conocer que en 1622 se organizaban competiciones de pelota en una estancia junto al Cuarto de los Leones; hay varias minutas de arreglo del lugar por unos albañiles. No sabemos con exactitud a qué estancia concreta se refiere. Hay una referencia escrita más que indica que en 1693 todavía existía la ubicación del juego de pelota a continuación del Cuarto de los Leones, en la zona más próxima al Palacio del Marqués (suponemos que se refiere al Palacio de los Mondéjar, en el Partal). También conocemos que, en los jardines del Alcázar de Sevilla, en el Retiro de Madrid y en los jardines del Alcázar de Madrid existieron canchas de juego de pelota, a la que era muy aficionado el monarca Felipe III a principios del XVII.
El cambio de dinastía, con la llegada del Borbón Felipe V, contribuyó a acrecentar el juego de pelota entre la nobleza española, ya que el recién llegado traía esa costumbre. Cuando Felipe V estuvo residiendo brevemente en la Alhambra (1730) no dejó referencias de que practicara en el Cuarto de los Leones; en primer lugar, porque ya estaba madurito para el ejercicio físico; en segundo, porque para esa fecha es más que probable que ya se hubiese habilitado el nuevo campo de juego de pelota de la ciudadela. Pero en esta ocasión el lugar elegido fue el Patio de los Aljibes, justo en el lateral paralelo al adarve que linda con la Alcazaba, al pie de las torres Quebrada y del Homenaje, justo sobre los aljibes. En este lugar concreto tuvo su máximo esplendor la cancha de pelota durante casi todo el siglo XVIII y hasta por lo menos la mitad del siglo XIX. Entre los arrendadores conocidos del campo en la explanada de los Aljibes se encontraba la familia de Pedro de Urquízar (La tuvo contratada entre 1784 y 1793).
Durante el primer tercio del siglo XIX hay algunas evidencias escritas acerca del juego de pelota que se desarrollaba en el Patio de los Aljibes de la Alhambra
Durante el primer tercio del siglo XIX hay algunas evidencias escritas acerca del juego de pelota que se desarrollaba en el Patio de los Aljibes de la Alhambra. En la relación de bienes que pertenecían al Real Patronato de Fernando VII, en su acta de posesión en 1814, se incluye como bien “el sitio del juego de pelota, los magníficos aljibes…”
Washington Irving, durante su estancia de 1829, se refiere al oficio que desempeñaba un habitante de una casucha cercana, empleado como “marcador de un juego de pelota que había al pie de una de las torres”. No sabemos a qué se refería con marcador, pero seguramente estaría para auxiliar a los jugadores que iban a competir y a los muchos apostantes que allí se daban cita. Y donde había apuestas, también solía haber dinero, mujeres de préstamo, vino y alguna que otra trifulca. Por eso se ve más de una prohibición y/o multas para quienes infringieran las reglas del buen ciudadano. Porque jugar a pelota siempre se permitió, pero apostar estaba prohibido, incluso desde tiempo de los Reyes Católicos (Precisamente por una ley promulgada cuando residían en la Alhambra en 1499). Su nieto Carlos V fue un poco más laxo en las sanciones a los tahúres, pues permitió que se apostara en los frontones, pero hasta un tope de 30 ducados por apostante (un fortunón para entonces).
Hacia 1832 también frecuentó la Alhambra el político y catedrático de la Universidad Antonio Benavides y Fernández Navarrete. En la guía que publicó del monumento años más tarde, al referirse a la zona de los Aljibes, dice que existen “unas malas casuchas y un juego de pelota que ocupa una de sus bandas”. Se refería al lateral del adarve de la Alcazaba, con fondo en la pared que lindaba con la rampa donde está la placa del inválido Juan García.
Es la zona que justo por aquellos mismos años midieron, dibujaron y dejaron reflejada en un clarificador mapa y un grabado los arquitectos Owen Jones y Jules Goury (Estuvieron entre 1834 y 1837 dibujando la Alhambra y posteriormente publicaron láminas en Inglaterra). Su lámina I dibuja con exactitud la ubicación y disposición del Juego de Pelota.
Otros dos dibujantes que reflejaron el campo de juego de pelota en la explanada de los Aljibes fueron John Frederick Lewis (1835) y Andred Guesdon (1850)
Otros dos dibujantes que reflejaron el campo de juego de pelota en la explanada de los Aljibes fueron John Frederick Lewis (1835) y Andred Guesdon (1850). En el dibujo de Lewis incluso se ve una especie de red sujetada por dos palos por encima del frontón, para evitar que la pelota se perdiera por encima de las casuchas.
Durante la estancia de estos artistas en la Alhambra estaba a pleno rendimiento el campo de juego de pelota. Arrendada su explotación a un particular. Precisamente la venta de agua del aljibe y los ingresos del frontón fueron objeto de una acusación contra el alcaide Francisco de Sales Serna; el gobierno de Madrid decidió cesarlo en 1835 bajo la acusación de que se apropiaba del dinero recaudado por estos dos conceptos. Al año siguiente fue adjudicada su explotación por 120 reales; el nuevo contrato llevaba aparejada la reparación del frontón por cuenta del arrendador. En este último periodo en que estuvo funcionando el frontón de los Aljibes se organizaron al menos cuatro torneos con motivo de otras tantas fiestas de la ciudad.
Con la consolidación de la era liberal que trajo el reinado de Isabel II, la Alhambra aumentó su pintoresquismo con la concentración de tabernas, aguadores a cargar en los aljibes, busconas, jugadores de pelota y sus inseparables apostantes. La situación empezaba a desmadrarse, de manera que los sucesivos alcaides empezaron a combatir la existencia del frontón para rebajar el nivel de altercados. El empresario que explotaba la cancha en subasta no era capaz de garantizar la tranquilidad de la ciudadela. Lugar que, por otra parte, continuaba albergando a un centenar de presos en la Alcazaba, a más de un millar de inquilinos por todos los recovecos e infinidad de viajeros románticos que empezaban a llegar. En 1830, en época del rey felón, el alcaide había intentado clausurar el campo de pelota, en el marco en que se prohibieron casi todo tipo de espectáculos públicos. Aun así, el frontón continuó funcionando todavía unos años, especialmente en épocas de buena climatología. Pero su destino final estaba escrito desde el momento en que los gobiernos liberales autorizaron en la ciudad la apertura de teatros a mansalva, el circo gallístico y ¡cómo no!, varios locales de juegos de pelota promovidos por particulares. El grabado de Alfred Guesdón de 1850 atestigua perfectamente la pervivencia del muro del frontón y un numeroso grupo de personas delante de él.
Un juego llegado con los cristianos
No han quedado referencias de que la sociedad musulmana granadina practicase juegos de pelota al estilo francés. Para el siglo XVI estas modalidades de entretenimiento, deporte y apuestas estaban extendidas por el País Vasco, Navarra, Rioja y norte de Castilla. Abundaban las paredes lisas en edificios o construidas ex profeso para su práctica. Lo más probable es que casi desde los primeros días de la ocupación de Granada por los cristianos ya fuese practicado el juego de pelota. No hay que olvidar que en Granada se asentó una importante colonia de jóvenes militares y empezó a ser poblada con cristianos viejos montañeses norteños.
El acto deportivo fue tolerado, aunque molesto para una parte del vecindario; lo que se perseguía era el entorno de apuestas y porfías
Jugar a pelota contra una pared o dos personas frente a frente debió ser un entretenimiento habitual durante el siglo XVI en Granada. Acompañado de apuestas. El acto deportivo fue tolerado, aunque molesto para una parte del vecindario; lo que se perseguía era el entorno de apuestas y porfías. Ya conocemos las sucesivas trabas reales que se ponían al exceso de apuestas, amén de cobro de impuestos; pero debió ser tan grande el sistema de “quinielas” que el arzobispo Pedro Guerrero se vio obligado a ordenar a los religiosos la prohibición de participar en los juegos de pelota. En las Constituciones Sinodales que publicó el 4 de octubre 1572 se dice taxativamente: “Ningún clérigo de orden sacro, de cualquier dignidad o preeminencia que sea, juegue a pelota ni bola en calle, plaza ni lugar público… ni apueste”. Esto indica que la ciudad de Granada tenía repartidas varias canchas o frontones por sus rincones en el momento en que fueron dispersados los moriscos.
Al clero le molestaba sobremanera que los atrios o fachadas de sus iglesias se convirtiesen en paredes de frontón
Al clero le molestaba sobremanera que los atrios o fachadas de sus iglesias se convirtiesen en paredes de frontón. En los Anales de Henríquez de Jorquera (primer tercio del siglo XVII) se contiene otra mención sobre la existencia de un juego de pelota en la zona alta del Campo del Príncipe, aunque no especifica el lugar exacto de ubicación. Sólo habla de que “su mayor concurso (concurrencia) es por la tarde por su juego de pelota”. Cabe pensar que se está refiriendo a que la fachadas delantera y/o lateral de la iglesia de San Cecilio se prestaban a ser utilizadas como frontón.
Tenemos otra referencia, en este caso del año 1625, mediante la cual conocemos que el entorno del Mirador de San Nicolás estaba convertido en una pista de juego de pelota
Tenemos otra referencia, en este caso del año 1625, mediante la cual conocemos que el entorno del Mirador de San Nicolás estaba convertido en una pista de juego de pelota. Las paredes de la iglesia hacían de frontón. Su beneficiado titular, Francisco Velázquez, estaba harto de que la explanada terriza se utilizara como pista de tenis primitivo, bolos y bolas. Aquel atrio parroquial estaba convertido en “terreno de juramentos falsos, pendencias, homicidios y enemistades”. El cura llevaba 29 años ejerciendo el sacerdocio en San Nicolás; había bregado para eliminar los continuos escándalos a la puerta de su iglesia, mediante la retirada de redes, rotura de paletas y llamando continuamente a los alguaciles. Pero poco resultado le había dado su método. Hasta que en la cuaresma de 1625 pidió dinero al administrador de la Diócesis, llamado Menes Piquero, para empedrar el entorno de la iglesia. Consiguió 368 reales para el empiedro del atrio, de manera que la cancha terriza desapareció para la Semana Santa de aquel año. El atrio dejó de ser campo de pelota a partir de entonces debido a la dureza y dificultad que presentaban los cantos del suelo.
La atracción del juego y las apuestas de pelota debieron ser tan importantes en Granada, y molestas al vecindario de los lugares donde se practicaban, que llevó al alcalde de 1821 –Francisco de Paula Martínez– a publicar un bando municipal prohibiendo jugar pelota en lugares donde se incomode al público, así como contra las paredes de los edificios públicos. La multa para los infractores era de cuatro reales por participante en la partida.
El primer “empresario” granadino del que tenemos referencia que montó un frontón o juego de pelota se llamó Francisco Martínez; habilitó su campo de juego en la calle Escudo del Carmen
A raíz de los impedimentos que ya se ponían a las canchas de pelota en la Alhambra a partir de la década de 1830-40, sumado a los bandos municipales anteriores, surgió la iniciativa de “privatizar”, regular el deporte y las apuestas en espacios acotados y con permiso de la autoridad competente. El primer “empresario” granadino del que tenemos referencia que montó un frontón o juego de pelota se llamó Francisco Martínez; habilitó su campo de juego en la calle Escudo del Carmen, con licencia municipal fechada en 1844, pero sin que conozcamos el lugar exacto de ubicación.
Unos años más tarde empiezan a aparecer referencias a la existencia de varias canchas más en la zona del Bajo Albayzín. La primera de ellas estuvo situada en la ladera del Zenete, por entonces un erial, donde se jugaba a pelota y a bolas. Quizás de las bolas que se despeñaban ladera abajo hasta parar en Elvira surgiera el nombre de calle Ruedabolas (esta rúa ya es nombrada con este calificativo en 1773, lo cual hace pensar que ya estaría allí el juego).
En 1857 figura en el Archivo Histórico Municipal inscrita una tapia en la calle San Juan de los Reyes, a espaldas de la Audiencia, como frontón de pelota. Este campo de pelota fue denunciado en 1879 por el arquitecto municipal Cecilio Díaz Losada, presentaba amenaza de ruina y era un peligro para los concursantes.
Debía llevar mucha razón el párroco de San Nicolás al referir que los campos de pelota eran lugares de pendencias, blasfemias y homicidios
Debía llevar mucha razón el párroco de San Nicolás al referir que los campos de pelota eran lugares de pendencias, blasfemias y homicidios. Eso fue precisamente lo que ocurrió el 13 de febrero de 1893 en el frontón situado en la Casa de la Moneda, cercana a la Placeta de la Concepción. Aquella tarde se disputaba un partido con varios contendientes que hacían apuestas; surgió una discusión que ni la prensa local ni la nacional explicaron con detalle, pero el resultado fue que uno de los peloteros cogió un sable y mató a otro. A partir de aquella trifulca ya no volvió a abrirse esta cancha. La violencia en Granada por aquellas fechas del Carnaval fue terrible: en sólo tres días hubo nada menos que ocho asesinatos en las calles; este hecho motivó un duro editorial de El Defensor de Granada criticando la ausencia medidas preventivas, el exceso de alcohol por las calles y el que todo el mundo caminase armado de pistola o cuchillo al cinto.
Esporádicamente también surgieron concursos de pelota en lo que fue Rastro de la ciudad, junto a la Carrera de la Virgen, al lado mismo donde estuvo situado el Circo Gallístico. Los apostantes iban tanto a jugar sus dineros por los gallos como por los pelotaris.
Ya a principios del siglo XX, los antiguos juegos de pelota de origen medieval fueron derivando en actividades consideradas puro deporte. Recordemos que el tenis ya fue deporte olímpico en 1896 y la pelota vasca, en 1900. En el mundo anglosajón surgió el tenis con raqueta encordada; en varios países se delimitaron modalidades de pelota con pala; en el norte de España se normalizaron los famosos juegos de pelota vasca, en sus diversas modalidades de mano y cesta, con normativas muy claras. Continuaron el frontenis y el pádel. Pero lo que siguió y sigue acompañando a este deporte-espectáculo fueron las apuestas, en algunos casos bastante elevadas.
En el caso de Granada, a principios del siglo XX desaparecieron los juegos de pelota antiguos, en la modalidad de mano o frontón. Su lugar fue reemplazado poco a poco por el tenis y el balompié
En el caso de Granada, a principios del siglo XX desaparecieron los juegos de pelota antiguos, en la modalidad de mano o frontón. Su lugar fue reemplazado poco a poco por el tenis y el balompié. Las autoridades tuvieron que volver a perseguir a los que lo practicaban en calles y plazas públicas. En algunos pueblos granadinos se mantuvo algún frontón de manera testimonial.
Cuando escriben sobre la historia del juego de pelota en Andalucía siempre se menciona su inicio en las zonas mineras de Almería y Huelva, importado del País Vasco por mineros que vinieron a trabajar en el último tercio del siglo XIX. El dato no es nada exacto, tal como se ha descrito hasta ahora, pues en Granada fue traído por los primeros pobladores cristianos a comienzos del siglo XVI. Es más, en un censo sobre recaudación por apuestas de juego referido al periodo 1861-67 se consigna la actividad recaudatoria en cinco frontones de pelota existentes en Granada.
El penúltimo y muy nombrado frontón que existió en Granada fue el de los Escolapios. Fue habilitado para que jugaran pelota los alumnos de este colegio a partir de 1860 en que se estableció la comunidad educativa en la ciudad. Todavía el lugar lleva el nombre de Patio del Frontón.
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