Huerta de San Vicente, un símbolo lorquiano descuidado en la empresa municipal que gestiona recintos deportivos y aparcamientos

Cuando las puertas de madera verde de la Huerta de San Vicente se abren para acceder a la que fue casa de verano de la familia García Lorca, el visitante se adentra al primer paso en el universo del poeta. Basta con cerrar los ojos para imaginarse a Federico en la casa que un día estuvo en plena Vega y tuvo vistas a Sierra Nevada. Sentado al piano o en el fabuloso escritorio templo de su creación, buscando el cariño de su madre, haciendo confidencias a una de sus hermanas o agasajando a amigos. Al mismo tiempo, resulta inquietante pensar que en aquellas estancias entraron falangistas y pistoleros sembrando terror en los días previos al asesinato del poeta.
Las estancias de la Casa-Museo dedicadas a albergar exposiciones llevan cerradas al público más de cuatro meses, sin propuesta que mostrar
La atmósfera lorquiana que casi se toca y el aluvión de sensaciones, a los que contribuye el personal que guía con gran sensibilidad al visitante por ese maravilloso universo, se cortan de repente al ver un gran cartelón de Gegsa, la empresa municipal Granada Eventos Globales S.A., el cajón de sastre al que el Ayuntamiento de Granada -propietario del inmueble- tiene encomendada la gestión de la Casa-Museo Huerta de San Vicente, la Casa y el Auditorio Falla y que se encarga también del Estadio de los Cármenes, el Palacio de Deportes y hasta aparcamientos públicos.
El fin de ese cartel es cortar el paso a las estancias dedicadas a albergar exposiciones, que llevan más de cuatro meses cerradas al público porque están vacías, sin nada que contemplar, y con el rastro de las obras que colgaron en las paredes aún sin retirar.
La banderola nos sitúa en la realidad de la Casa Museo Huerta de San Vicente, que carece de un plan para que este lugar lorquiano, clave también para la Memoria Histórica aunque no tenga esa consideración, recupere el esplendor que la convirtió en escenario de conciertos de Lou Reed o Patti Smith; que programó exposiciones sobre Rimbaud o Jean Cocteau y colgó obras de Joaquín Peinado o Sean Scully; y que es lugar de culto para escritores y artistas internacionales.
A todo ello se suma un deterioro inexplicable. No solo por ese rastro en las paredes antes citado, visible también con desconchones junto a la escalera que conduce a la planta superior, sino en algunos de los valiosísimos objetos que se conservan, como el extraordinario mantel bordado a mano que cubre la mesa del salón principal, raído y sucio. Son detalles que no pasan desapercibidos en una Casa-Museo que guarda patrimonio excepcional, todo lo escrito, dibujado y tocado por Lorca, pero también obras de Dalí o de Rafael Alberti, celebrando la inauguración de la amistad entre los dos poetas.
Un lugar de peregrinaje diario para amantes de la obra de Federico García-Lorca y también de escolares que descubren su figura a través de su residencia familiar que vuelve a tener deteriorada la carpintería de balcones, tras la odisea que supuso su renovación.
Con este escenario la Casa-Museo Huerta de San Vicente afronta 2025, un año que suma aniversarios destacados. El primero es el centenario de su vinculación a la familia Lorca: la propiedad fue adquirida en 1925 por el padre del poeta, por 32.350 pesetas. El próximo abril se cumplirán 40 años de la compra del inmueble por el Ayuntamiento de Granada, incorporándolo al patrimonio histórico municipal. De otro lado, se cumplirán 30 años de la inauguración de la Casa-Museo.
Cuando se llegó al 25 aniversario, Laura García-Lorca expresó el siguiente deseo: "espero que se siga cuidando este lugar que tiene tanto significado para todos los amantes de la obra de Federico García Lorca".
Mucho antes del auge de los festivales y su posterior saturación, la Huerta de San Vicente organizaba en su placeta, conciertos con estrellas mundiales que, visto ahora con la perspectiva del tiempo, parece un sueño lejano. Pocos recintos del planeta con tanta magia, con una capacidad que entonces apenas alcanzaba las 400 localidades, congregó a un universo de figuras de la música, atraídos por el magnetismo irresistible de la figura de Federico, y su embajadora, Laura García Lorca. Comenzaron en 1996, pero en el Centenario del nacimiento del poeta, 1998, los conciertos de la Huerta alcanzaron relevancia mundial. En aquel año, en pocos meses, -entre junio y octubre-, actuaron Lou Red, Patti Smith, Ben Sidran, que tocó el piano de Lorca que se conserva en la casona, o Paco de Lucía, que se trasladó el Auditorio del Generalife. Las crónicas de entonces revelaban la pasión de los artistas por Federico y su obra. Al año, Vicente Amigo y Bob Dylan, que ofreció su concierto en el Palacio de Congresos. En el año 2000, Suzanne Vega, Eliott Murphy y Sting, que rebosó la Plaza de Toros. Y en 2001, John Cale y David Byrne. En 2002, Marina Heredia, Arcángel y Miguel Poveda, un artista que se emociona y llora al ver las estancias y los objetos que pertenecieron al poeta. Antonio Vega, Tindersticks y Goran Bregovic -en el Palacio de Congresos- en 2003 y Chavela Vargas, en 2004. /J.I.Pérez
La Huerta de San Vicente necesita conservación y una programación de actividades que deslumbre, teniendo en cuenta que por allí han pasado grandes figuras de la música, la literatura y el arte. Citando también palabras de Laura García-Lorca en el 25 aniversario de la Casa-Museo, "nadie jamás dijo que no" cuando se le pidió acudir a este lugar lorquiano.
Exterior del anexo a la Casa-Museo. indegranada
Capitalidad Cultural 2031 y la conexión con el Centro Lorca
En plenos preparativos de la candidatura de Granada a la Capitalidad Cultural Europea 2031 la pregunta es clara: ¿acaso no es la Huerta de San Vicente un patrimonio imprescindible para ese proyecto? El Ayuntamiento de Granada mantiene hasta ahora la misma dinámica que con el Centro Lorca, este gestionado por un consorcio del que forman parte también la Junta y la Diputación, además del Ministerio de Cultura. No le da el protagonismo que merece.
De hecho, especialistas en la figura de Lorca consultados por este diario resaltan la importancia de que Centro Lorca y Huerta de San Vicente confluyan en el camino. No ya en gestión, sino en la programación de actividades y en un intercambio de fondos que permitiera exhibir en la Casa-Museo algunos de los bienes del legado, como documentos o dibujos.