Granada, una habitación propia para Federico García Lorca
Nació poeta. Y lo sabía. “Yo he nacido poeta y artista como el que nace cojo, como el que nace ciego, como el que nace guapo. Dejadme las alas en su sitio, que yo os respondo que volaré bien”, escribía un Federico García Lorca que, en 1919, empezaba a abrir sus alas en la Residencia de Estudiantes de Madrid. “Como un pez que necesita aire, el aire en que en su Granada le faltaba por todas partes, por muchas ventanas que abriese”, recoge Francisco Cuenca, vicepresidente del Consorcio Centro Federico García Lorca, y alcalde del consistorio granadino.
Casi un siglo ha tenido que pasar para que el legado del poeta empiece a llegar a nuestra Granada, en una primera exposición que apenas vislumbra cuanto está por llegar. El legado del poeta. “Una habitación propia. Federico García Lorca en la Residencia de Estudiantes. 1919-1936”, comisariada por Andrés Soria Olmedo, recoge infinidad de manuscritos, impresos, fotografías, dibujos, obra plástica y objetos, procedentes de la Fundación Federico García Lorca, de la Residencia de Estudiantes y del Museo Nacional de Arte Reina Sofía.
La exposición se podrá visitar hasta el 24 de junio en el Centro Lorca. raquel marín
La exposición ofrece una muy amplia perspectiva de la particular idiosincrasia creativa de la Residencia; del paso del poeta como residente y su necesidad de disponer de una "habitación propia" o del nacimiento de la revista "Residencia" en 1926
Un recorrido por el universo de emociones y experiencias vividas por el poeta a su paso por la Residencia, organizada en cuatro secciones, que ofrecen una muy amplia perspectiva de la particular idiosincrasia creativa de la Residencia; del paso del poeta como residente y su necesidad de disponer de una “habitación propia” o del nacimiento de la revista “Residencia” en 1926. Buena fe da también la muestra del período comprendido entre 1929 y 1936, en el que, ya fuera de la Residencia universitaria, Lorca mantiene un muy fuerte vínculo con la cultura de vanguardia de aquellos años con numerosas intervenciones y conferencias, con ensayos y, sobre todo, con el nacimiento de La Barraca, el teatro universitario que permanece en la memoria colectiva. Aquella compañía, La Barraca, conformada por estudiantes que, en palabras del comisario de la exposición, Andrés Soria Olmedo, “acabarían dando vida a un sindicato democrático, contra la dictadura de Primo de Rivera”. Aquellos estudiantes encontrarían en Lorca el perfecto director de la compañía.
'Una habitación propia' constituye la avanzadilla del legado del poeta. raquel marín
Fueron los años en que Lorca, el poeta de incuestionable valía, tropezaría en su desafortunado estreno de “El maleficio de la mariposa”, un 22 de marzo. “La obra no gustó. Todos coinciden en que Lorca es un gran poeta”, copia su hermano Francisco de un telegrama remitido a casa de sus padres. “La obra no gustó”. Y aun así, en medio de tan ingrata respuesta, Federico implora la comprensión paterna, en una cuidadosa misiva, fechada el 10 de abril de 1920, y en la que describe su mismísimo proyecto vital, a la par que defiende una habitación propia (en la Residencia…)
“¿Qué hago yo ahora en Granada? Escuchar muchas tonterías, muchas discusiones, muchas envidias y muchas canalladas (esto naturalmente no les pasa más que a los hombres que tienen talento) […] Aquí escribo, trabajo, leo, estudio. Este ambiente es maravilloso. Casi no salgo. […] Pero lo más principal para no poder marcharme no son mis libros (que ya tiene su peso), sino que es una casa de Estudiantes. ¡Que no es una fonda! [Yo, por esto más que por otra cosa, te suplico que me dejes aquí. […] A mí, ya no me podéis cambiar. Yo he nacido poeta y artista […]”.
La exposición, que ya estuvo instalada en la Residencia de Estudiantes, reúne 200 piezas. raquel marín
Libertad creativa
En la Residencia de Estudiantes, Lorca encontró aire creativo para sus alas de poeta y un estímulo permanente para su creatividad artística. Las fotografías, manuscritos, obras plásticas y el sinfín de documentos que conforman el legado del poeta dan buena cuenta de las muchas vivencias de Lorca a su paso por la Residencia y que hicieron posible que “jóvenes como Federico ingresaran siendo estudiantes y finalizaran su estancia ya preparados a convertirse en los máximos exponentes de la cultura contemporánea española”, escribe Miguel Ángel Vázquez, presidente del consorcio Lorca en el libro, editado con motivo de la muestra “Una habitación propia. Federico García Lorca en la Residencia de Estudiantes. 1919-1936”, organizada por la Fundación García Lorca y la Residencia de Estudiantes, con el Centro Federico García Lorca de Granada.
La muestra quedó inaugurada el pasado 23 de marzo. raquel marín
Llegarían en un corto período comprendido entre 1926 y 1928, los anaglifos y los putrefactos. Alguno de Pepín Bello. De Dalí, por supuesto, de quien, además, se exhiben ahora, los óleos que el propio Federico contempló en su habitación… Los muy fructíferos años de Mariana Pineda, de Canciones y, sobre todo, del Romancero gitano; en una tercera sección que se cierra con la conferencia sobre las nanas infantiles que García Lorca ofreció acompañado de su piano, aquel 13 de diciembre de 1928, en la Residencia.
Andrés Soria Olmedo es el comisario de la exposición. raquel marín
“[…] Desde el año 1918, que ingresé en la Residencia de Estudiantes de Madrid, hasta el 1928, en que la abandoné […] he oído en aquel refinado salón, donde acudía para corregir su frivolidad de playa francesa la vieja aristocracia española, cerca de mil conferencias”, escribe irónicamente el poeta para referirse y sumarse a la muy prestigiosa lista de conferenciantes en la Residencia madrileña. En aquel momento, 1933, Lorca no solo había oído conferencias. Él mismo había dado dos, en 1927, 1928; y una tercera, en 1933, en un abarrotadísimo “salón refinado”.
Laura García Lorca con sus hermanas Gloria e Isabel el día de la inauguración de la muestra. Foto: Raquel Marín
En 1928, el poeta abandona la Residencia. Otra vez, cosa del destino, casi un siglo más tarde, Lorca vuelve a dejar la Residencia, de vuelta a Granada. “Así es el tiempo de curioso, de caprichoso”, afirma Francisco Cuenca. Si bien, y en palabras de Laura García Lorca “la llegada (de Lorca) a Granada con ‘Una habituación propia’ no es una vuelta, sino un principio”.