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TRAS LOS RASTROS DE LA DINASTÍA NAZARITA (1237-1492)

¿Dónde están los descendientes de los emires del Reino de Granada?

Cultura - Gabriel Pozo Felguera - Domingo, 1 de Octubre de 2017
¿Quiénes y dónde están los descendientes de los reyes de Granada? A esa pregunta responde el periodista y escritor Gabriel Pozo Felguera en este espectacular reportaje, fruto de sus propias investigaciones que incluye un árbol genealógico que complementa este extraordinaria trabajo. Imprescindible, para saber más de nuestra historia.
Sala de los Reyes. Pintura en el techo de la Sala de los Reyes de la Alhambra (lateral del Patio de los Leones), donde se ven representados los diez primeros reyes de la dinastía nazarita (También se apunta que en realidad eran personajes notables).
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Sala de los Reyes. Pintura en el techo de la Sala de los Reyes de la Alhambra (lateral del Patio de los Leones), donde se ven representados los diez primeros reyes de la dinastía nazarita (También se apunta que en realidad eran personajes notables).
  • Los dos últimos reyes –Al-Zagal y Boabil- no renunciaron a su fe y se autoexiliaron a Argelia y Marruecos, donde existe un vago recuerdo de ellos

  • En el norte de España se quedaron los descendientes cristianos directos de Muley Hacén, que se diluyeron antes de acabar el siglo XVI

  • Los monarcas cristianos los mantuvieron estrechamente controlados y vigilados pare evitar que capitanearan rebeliones, ayudados por turcos y berberiscos

Aún es probable que deambulen por el mundo algunos descendientes de sangre de los reyes nazaritas de Granada. Principalmente en Marruecos, España e Italia. Al menos, así lo aseguraban algunas personas hasta hace unas décadas. El Reino musulmán de Granada dejó de existir en 1492, aunque como división administrativa estuvo vigente hasta 1833, en que fue sustituido por las actuales provincias. Ninguno de aquellos descendientes de sangre de la dinastía nazarita tendría derechos sucesorios –en el hipotético e improbable caso de que alguien desempolvara un Reino de Granada al estilo de Cataluña-, pues tanto los descendientes musulmanes como los que se cristianizaron habían renunciado previamente a sus derechos. Si bien, lo hicieron obligados por condiciones de vencidos en una guerra. ¿Quiénes y dónde están los descendientes de los reyes de Granada?

El Reino de Granada, desde su fundación en 1013 tras la descomposición del Califato de Córdoba, es el que más dinastías ha tenido de todos los primitivos reinos hispánicos: ziríes, almorávides, almohades, nazaritas, trastamaras, austrias, saboyas y borbones. Los nazaritas fueron depuestos por Isabel I de Castilla y Fernando de Aragón; los tresvúltimos reyes de su dinastía (Muley Hacén, Boabdil y Al-Zagal) dejaron descendientes: varios de ellos exiliados en  África y otros cristianizados permanecieron en España. Vamos a analizar el destino de las principales ramas de emires nazaritas.

 

Rama de Al-Zagal

Al-Zagal (Muhammad XIII) gobernó parte del Reino de Granada entre los años 1485-86, en  continuas guerras civiles y treguas con su sobrino Boabdil. Sucedió a su hermano Muley Hacén a su muerte en 1485 y fue feroz contrincante de los reyes cristianos, sobre todo en las zonas de Málaga, Baza, Guadix y Almería. Hacia 1490 entendió que había pocas posibilidades de mantener el pie el Reino y pactó su rendición; recibió ciertas prebendas y propiedades que, poco tiempo después, acabó vendiendo y exiliándose a Tlemecen, actual Argelia. No conocemos con exactitud los descendientes que tuvo. Jamás renunció a su condición de musulmán.

Sobre Al-Zagal y sus descendientes han quedado dos pistas. La primera nos la da el escritor Al-Makkari (1575-1632) al narrar cómo en Tlemecen, su pueblo de nacimiento, vivió un antiguo rey de Granada. Menciona concretamente a Al-Zagal de la siguiente manera: “Cuando El Zagal supo de las victorias alcanzadas por el rey de Castilla, se apresuró a pasar el mar, dirigiéndose a la costa de África, llegando a Orán, y de aquí a Tlemecen, donde se estableció, y aún viven sus descendientes”.

Es probable que Al-Zagal dejara descendientes, pues para 1490, cuando se exilió, contaba pocos más de 35 años. (Era el más joven de los hermanos de Muley Hacén; el tercero fue Yusuf, nacido en 1450 y fallecido por peste en 1467, según una lápida de la Alhambra).

Existe otra noticia de Al-Zagal, esta vez de finales del siglo XIX. Está escrita en una placa sepulcral hallada en 1860, durante la demolición de una casa a la entrada del cementerio de Tlemecen. Esta placa fue traducida en 1876 por el arabista Broselard. Durante mucho tiempo se pensó que se trataba de la tumba de Boadbil, pero posteriormente se ha concluido que se refiere de Al-Zagal, quien también llevaba Boabdil entre su largo patronímico. Además, el mármol fecha la muerte de Al-Zagal en mayo de 1494, cuando no había cumplido los cuarenta años. Por el contrario, Boabdil, el Rey Chico, nunca fue a Tlemecen y las crónicas de la época fijan su muerte a edad provecta y en Fez (actual Marruecos).

Por tanto, la línea de sangre descendiente de Al-Zagal se perdió en territorio de la actual Argelia.

Línea Muley Hacén-Aixa-Boabdil

Muhammad XII, Boabdil, o el Rey Chico (1459-1533). Hijo mayor de Muley Hacén y, por tanto, sobrino de Al-Zagal. Fue el último emir del Reino de Granada. Gobernó, aunque compitiendo con su tío y su padre, entre 1482 y 1492 en que entregó sus tierras a los futuros Reyes Católicos.  Fue uno de los dos hijos musulmanes de Muley Hacén, del matrimonio con Cetti Marien (Aixa), hacia 1458. El hermano menor de Boabdil, Yusuf, murió asesinado en Almería.

Boabdil tuvo dos hijos con Moraima cuando era rey de Granada. Estuvieron prisioneros de los cristianos durante varios años de la guerra. Tras la entrega del Reino, los Reyes Católicos se los devolvieron. Se llamaron Ahmed y Yusuf. Los dos abandonaron España en el verano de1493 junto a su padre y un numeroso grupo de andalusíes; las crónicas los sitúan asentados en la ciudad de Fez (parte de aquella expedición se dirigió a refundar Tetuán).

Las crónicas ubican a Boabdil en Fez a partir de 1493, al servicio del monarca de aquel reino. Todas coinciden en que murió ya anciano, con más de 70 años. Pero en lo que no hay coincidencia es en cómo acabó sus días

Las crónicas ubican a Boabdil en Fez a partir de 1493, al servicio del monarca de aquel reino. Todas coinciden en que murió ya anciano, con más de 70 años. Pero en lo que no hay coincidencia es en cómo acabó sus días: una historia narra que murió en batalla; otra cuenta que hizo un palacio  parecido a la Alhambra y murió tranquilamente rodeado de su familia; y una tercera lo dibuja como un mendigo pidiendo limosna por las calles de Fez.

En cuanto a sus hijos, no existe la total seguridad de que Ahmed y Yusuf pasasen a África. La falta de mención del uno de ellos en el funeral de Moraima en Mondújar (Granada) en el verano de 1493 ha hecho pensar que podría haber muerto durante el cautiverio cristiano o nada más ser liberado.



Grabado que representa a Boabdil, último emir de la dinastía granadina de los Nazaritas.

Tampoco hay referencias a si Boabdil tuvo más descendencia de otra mujer en su exilio marroquí. Cosa que no es descartable debido a que enviudó muy joven.

A principios del siglo XX, eruditos y periodistas comenzaron a preguntarse por el destino del último rey moro de Granada. Por entonces existía el convencimiento de que la placa mortuoria de Tlemecen indicaba que Boabdil había sido enterrado allí. Pero la cosa no estaba tan clara.

Uno de los primeros buscadores de Boadbil y sus descendientes fue Blas Infante. El protoandalucista creyó haber hallado a alguno de sus descendientes

Uno de los primeros buscadores de Boadbil y sus descendientes fue Blas Infante. El protoandalucista creyó haber hallado a alguno de sus descendientes. En Tetuán dio con un maestro llamado Othman Ben Lahmar y su hermano Nordine. Ambos tenían conciencia de descender a antiguos reyes de Granada, pero sin saber exactamente de cuál de ellos. Quizás de un primo de Boabdil, pero no podían asegurarlo porque ya habían perdido su árbol genealógico. El apellido Lahmar era muy común en Marruecos; es una derivación de Al Hamar. Y Alhamares salieron a cientos desde Granada hacia Marruecos antes, durante y después de la toma de 1492.

A Blas Infante le seguirían otros muchos investigadores. Uno de los primeros fue el periodista Vicente Sánchez Ocaña, por entonces redactor-jefe de la revista ilustrada La Estampa (1928-38). Se desplazó a Tetuán y allí encontró a un hombre que decía ser descendiente de Boabdil. El hijo de Boabdil debía ser hombre de pocas palabras y escasos conocimientos; aquel último descendiente, como tituló la revista La Estampa, sólo alcanzó a decir que se llamaba Ben Al-Ahman, había nacido en un pueblo cercano llamado Mencal, empezó de agricultor y acabó de panadero con el dinero que le tocó en la lotería española (entonces era Protectorado Español). A él le decían que descendía de reyes de Granada, pero no mostró gran interés por su historia. Quien realmente la sabía era un tío suyo, más ilustrado; la pena es que lo había matado la bomba de un avión español. Tenía tres hijos que asegurarían su estirpe.

El resto de periodistas que investigaron el tema durante el siglo XX se movieron en los mismos  o parecidos círculos en torno a estas familias de Tetuán y Fez que llevan el apellido Ahman, Lahman o Ahmar.





El último descendiente de Boabdil. Ilustraciones de un artículo de la revista Estampa (noviembre de 1931), en el que se presentaba al supuesto descendiente de los reyes nazaritas de Granada. Era un panadero de Tetúan.

Línea Muley Hacén-Isabel de Solís

Hacia 1478-80, el emir Muley Hacén repudió a su esposa Aixa y casó con la esclava cristiana Isabel de Solís. Ella abrazó el islam y adoptó el nombre de Zoraya. Le dio dos hijos llamados Saad ben Alí y Nsar ben Alí. Ambos eran muy pequeños cuando falleció su padre, quizás en Mondújar y Almuñécar (1485).

La viuda de Muley Hacén fue recristianizada a partir de 1492 y sus hijos, bautizados en fe católica. En ese momento, los Reyes Católicos iniciaron una política de alejamiento físico y mental de los descendientes de la familia real nazarita que había gobernado Granada desde 1237: la rama de Al-Zagal había comenzado a diluirse en tierras de Tlemecen; la de Boabdil hacía otro tanto en el reino meriní de Marruecos

La viuda de Muley Hacén fue recristianizada a partir de 1492 y sus hijos, bautizados en fe católica. En ese momento, los Reyes Católicos iniciaron una política de alejamiento físico y mental de los descendientes de la familia real nazarita que había gobernado Granada desde 1237: la rama de Al-Zagal había comenzado a diluirse en tierras de Tlemecen; la de Boabdil hacía otro tanto en el reino meriní de Marruecos. Ahora tocaba el turno a las ramas principal y secundaria que habían quedado en España, aceptando en principio su plena incorporación a los deseos castellanos.

Para comenzar, Isabel de Solís entró a formar parte de la Corte como dama de honor de la reina Isabel I. Junto a ella se mantuvo, con sus hijos, hasta el fallecimiento de la monarca. Tanto Juana I, Fernando de Aragón, Carlos I, como Felipe II mantuvieron la misma política de alejamiento. Los hijos de Muley Hacén y Zoraya fueron bautizados como príncipes Fernando y Juan de Granada. Al principio, les colmaron de prebendas y posesiones. Pero todas ellas lo más alejadas posible de Granada. Les dieron un señorío en tierras de León, casi en la linde con Galicia: castillo de Monleón. El servicio de vigilancia y espionaje de la Corte les buscó mujeres de la nobleza castellana para contraer matrimonio. Hay muy escasas referencias a quienes fueron los infantes de Granada, pero sabemos que se movieron siempre junto a la Corte hacia Barcelona, Segovia, Salamanca y Valladolid. Nunca regresaron a Granada en los tres viajes que hicieron los reyes entre 1492 y 1501.

El príncipe Fernando de Granada falleció antes de cumplir los 30 años, en 1512; era el que concentraba (en caso hipotético) en su persona los derechos al trono de Granada; no tenía descendencia. Fue enterrado en el monasterio de Nuestra Señora del Prado (Valladolid).

Por tanto, los derechos dinásticos nazaríes pasaron a su hermano Juan de Granada. Éste desarrolló una intensa vida administrativa al servicio del Emperador: acompañó con tropas castellanas a Diego Hurtado de Mendoza en la guerra contra los comuneros; fue designado gobernador del reino de Galicia, donde también había heredado posesiones de su hermano.

Juan de Granada tuvo larga vida y descendencia, ya que casó dos veces. De su primera esposa (Beatriz de Sandoval) tuvo dos hijos y dos hijas; el primogénito Juan falleció sin descendencia. No así el segundo (Gerónimo Bernardino), que le dio dos varones. De las dos hijas, una de ellas fue monja; de la otra, Magdalena, no conocemos nada.

Pero esta rama de sangre directa de Muley Hacén también se extinguió al fallecer sin descendencia los dos hijos de Gerónimo Bernardino, llamados Juan y Hernando de Granada y Mendoza.

Pasemos a la rama de la segunda esposa de Juan de Granada (hijo de Muley Hacén). Casó con María de Toledo y Monzón. Seguimos sus pasos residiendo primero en Galicia en calidad de virrey y capitán general; después, cerca de la Corte, con casa solariega en Valladolid y posesiones en Granada, Castilla, León y Galicia. Con su segunda esposa, María de Toledo, tuvo otros dos varones y dos hembras. Juan de Granada falleció cuando los hijos de su segunda esposa eran muy pequeños. De los varones Diego y Pedro tenemos alguna pista; del primero sólo sabemos (por una carta de su hermana María) que fue militar en la batalla de San Quintín y posteriormente también estuvo como capitán en Flandes, donde se gastó su hacienda;  el segundo de ellos acabó con un cargo real de las Indias.

Las dos mujeres también murieron solteras y en la pobreza. De María de Granada conocemos dos cartas suyas dirigidas al rey Felipe III (conservadas en el Archivo Municipal de Madrid, con fechas entre 1599 y 1601) en las que pide le sea eximida su pequeña vivienda en la calle de Alcalá de acoger a funcionario público alguno, tal como había ordenado Felipe II tiempo atrás cuando hizo capital a Madrid y apenas había viviendas para sus servidores. En esas cartas, María de Granada recuerda al rey lo mucho que su familia había servicio a la corona y lo poco recibido de ella, hasta el punto de ser todos pobres. Da a entender que durante el siglo XVI habían ido desapareciendo todos sus familiares en medio de un ambiente de olvido y necesidad. Dice que incluso tuvo que irse a residir con las monjas de La Latina.

En cuanto a su hermana Felipa, sólo sabemos que fue monja y murió en el Convento-Hospital de La Latina, en Madrid.

Es probable que Diego y Pedro de Granada y Toledo dejaran alguna descendencia. Pero no tenemos noticia de ella.

En principio, toda esta rama de nazaritas descendientes de Muley Hacén-Zoraya la podemos dar por prácticamente extinguida.

Rama Cidi Yahya

El príncipe de Almería Cidi Yahya era primo hermano del emir Muley Hacén. Ambos entroncaban en el emir Yusuf IV (1431-32). Pero, en realidad, Cidi Yahya estaba para 1492 muy alejado de la línea directa de sangre de la dinastía. De hecho, un par de años antes de la capitulación de Granada, Cidi Yahya había decidido pasarse al bando cristiano a cambio recibir cuantiosas prebendas por la entrega de Baza y Almería.

Cidi Yahya, su familia y sus sirvientes ya eran cristianos vasallos de los Reyes Católicos antes de acabar la guerra. A cambio, recibieron cuantiosas posesiones y distinciones en el Reino de Granada

Cidi Yahya, su familia y sus sirvientes ya eran cristianos vasallos de los Reyes Católicos antes de acabar la guerra. A cambio, recibieron cuantiosas posesiones y distinciones en el Reino de Granada. Cidi Yahya se bautizó con el nombre de Pedro de Granada Venegas; le sucedió en el mayorazgo su hijo Alonso de Granada. Aquella familia de origen nazarita fue propietaria de los palacios de Cetti Meriem y Casa de los Tiros. Sirvieron a la corona castellana con absoluta fidelidad, tanto en lo militar como en la diplomacia. Incluso unas décadas después se hicieron escribir una genealogía con la que pretendieron entroncar con los primigenios cristianos de la bética romana.

Esta rama obtuvo varios títulos nobiliarios, entre ellos los marquesados de Casablanca y Campotéjar. En el siglo XIX incluso se mezclaron con la nobleza italiana. A principios del siglo XX, el IX marqués de Corvera, Alfonso de Bustos y Bustos, se declaró descendiente de Cidi Yahya; solicitó al rey Alfonso XIII la concesión del título de Duque de Cidi Yahya, incluso con categoría de principado.

Por tanto, de esta rama tan antigua de los monarcas nazaritas continúan existiendo descendientes en España e Italia. No obstante, su antepasado musulmán renunció expresamente ante los Reyes Católicos a reclamar cualquier derecho al trono del Reino de Granada.

Los pretendientes moriscos

La política de alejamiento y premios puesta en marcha por los monarcas cristianos en el siglo XVI les dio un magnífico resultado a la hora de diluir a los descendientes de sangre nazarita. Por si esto fuera poco, la maquinaria del espionaje de Felipe II por Europa y norte de África era muy efectiva. El rey prudente sabía perfectamente todos los movimientos de sus enemigos y de quiénes de los nazaritas podrían llegar a serlo en cualquier momento.

Felipe II estuvo siempre perfectamente informado de quiénes eran, dónde estaban y qué pretendían los descendientes argelinos de Al-Zagal, los descendientes marroquíes de Boabdil y, por supuesto, los descendientes de los príncipes de Granada Saad y Nsar ben Alí (los hijos de Isabel de Solís).

Cuando estalló la Guerra de las Alpujarras (1568-71), los moriscos del reino de Granada buscaron a un descendiente de sangre real para poner en marcha su califato islámico

Entre 1540 y 1550 habían nacido en Valladolid los dos únicos bisnietos cristianos de Muley Hacén e Isabel de Solís, llamados Juan y Hernando de Granada y Mendoza. Quedaron huérfanos muy jóvenes; eran hijos de Cecilia Mendoza.

Cuando estalló la Guerra de las Alpujarras (1568-71), los moriscos del reino de Granada buscaron a un descendiente de sangre real para poner en marcha su califato islámico. Barajaron primero el nombre de Alonso de Avis Granada-Venegas, descendiente de la rama de Cidi Yahya y entroncado con la familia real portuguesa. Pero al final fue Fernando de Córdoba  y Válor (invirtió sus apellidos) el que consiguió ser emir efímero, con el nombre de Abén Humeya. Lo había alentado su propio padre, Antonio de Córdoba y Válor, quien decía descender de los califas cordobeses.

Los espías de Felipe II le informaron que Juan de Granada y Mendoza, el vallisoletano, también flirteaba por ser elegido califa de los moriscos. Por eso, en 1568 le había mandado a Milán bajo la estrecha custodia del gobernador en tierras italianas. No obstante el control que tenían sobre él, Juan de Granada y Mendoza protagonizó una rocambolesca huida desde Italia hasta Barcelona; eso ocurrió durante el verano-otoño de 1569 con ayuda del espionaje turco. Su intención era llegar hasta la Alpujarra para iniciar la reconquista con ayuda de turcos y berberiscos. Pero su detención en Barcelona y su confinamiento en Valladolid acabó con sus deseos de ser emir tornadizo.

Los servicios secretos de Felipe II jamás le permitieron salir de Castilla. Falleció al poco tiempo, después de haber estado casado unos cuantos años con Juana de Castilla y Acuña. En Valladolid se extinguió la línea directa de los príncipes de Granada descendientes de Muley Hacén.

Esos mismos espías filipinos se encargaron también de que el padre y hermano de Abén Humeya –Antonio y Francisco de Válor y Córdoba- nunca regresaran a Granada. Tras ser deportados a Galicia tras la Guerra de las Alpujarras, consiguieron huir momentáneamente a Portugal. Nuevamente fueron apresados y condenados a vivir de por vida vigilados en monasterios de Orense y Lugo. Felipe II se aseguró de que habían muerto antes de que él mismo abandonara este mundo, en 1598.