Formada por los actores Font García, Vito Sanz y el granadino Juan Vinuesa junto al autor y director Chiqui Carabante, la compañía madrileña Club Caníbal llega a Albolotem después de dos años y medio de gira, para reprentar ‘Herederos del ocaso’, segunda parte de su trilogía Crónicas Ibéricas tras la sorprendente 'Desde aquí veo sucia la plaza'.

Si en esta última obra partían de una de las crueles tradiciones de nuestros pueblos, en 'Herederos del ocaso' se centran en el escándalo del fraude de la selección española de baloncesto paralímpico en Sidney 2000, donde se destapó que ganó el oro sin apenas discapacitados en el equipo. Sustituyen el baloncesto por el tenis de mesa para mostrar, desde el humor negro y absurdo, que les es característico, a una serie de corruptos -los tres actores se desdoblan en más de veinte personajes, en divertidos sketches con apoyo sonoro en directo- y su falta de sentido del ridículo por sacar tajada donde nadie se atrevería.

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Una coctelera compuesta por humor negro, neorrealismo con tintes de lo absurdo y surrealista para hablar de nuestro país. Ese en el que llega más rápido el chiste que la mala noticia. Las imágenes de Sirai Tirumph recogen diferentes momentos de esta espléndida obra teatral.

Las entradas, a solo 5 euros, están a la venta en la propia Casa de la Cultura de Albolote.

Una obra inspirada en un caso real

'Herederos del ocaso' parte con Juan Alegría, a quien no le van demasiado bien las cosas. En paro, y padre de un niño, vive de la ayuda que le presta su suegro. Lo único que levanta su autoestima son las pocas clases de ping pong que aún imparte.

Por otro lado, el presidente de la Federación Paralímpica de Tenis de Mesa para personas con Discapacidad Intelectual ve que, con los malos resultados de Pedrito, el actual campeón nacional, el futuro de este deporte peligra. Su mala racha puede acabar con las subvenciones y, por tanto, con la Federación.

Pero el presidente está dispuesto a hacer todo lo posible para evitar esta catástrofe. Incluso a mentir a todo el mundo y colar en las competiciones a un jugador sin discapacidad intelectual. A viajar con Juan Alegría, ese deportista frustrado y en el desempleo, hasta los Juegos Paralímpicos de Sidney fingiendo ser lo que no es.