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Descubrimos algunos secretos del imponente cuadro del maestro Pradilla que se muestra en el Senado

Un catedrático dio vida a Boabdil en el cuadro la 'Rendición de Granada'

Cultura - Gabriel Pozo Felguera - Viernes, 21 de Abril de 2017
El periodista y escritor Gabriel Pozo Felguera, en una nueva entrega de sus especiales que nos ayudan a conocer mejor la historia oculta de Granada, nos descubre algunos de los secretos del famoso cuadro de Francisco Pradilla, 'La rendición de Granada', que se muestra en el Senado.
Cuadro Rendición de Granada. Panorámica de la Rendición de Granada, cuyo original se expone en el Senado como obra más sobresaliente. Mide 5,42 x 3,52 metros. Fue pintado por Francisco Pradilla entre Granada y Roma (1879-82).
Francisco Padrilla
Cuadro Rendición de Granada. Panorámica de la Rendición de Granada, cuyo original se expone en el Senado como obra más sobresaliente. Mide 5,42 x 3,52 metros. Fue pintado por Francisco Pradilla entre Granada y Roma (1879-82).
  • El Dr. Hernando Espinosa es el personaje con más fuerza del lienzo, que representa al Rey Chico entregando las llaves a los Reyes Católicos

  • El pintor Francisco Pradilla montó un escenario junto al Genil, donde compuso el boceto de su magna obra, con paisajes, armas, ropas y joyas sacadas de la Capilla Real y Catedral

El imponente lienzo 'La rendición de Granada (1879-82)' es el mejor cuadro de la colección del Senado. Y quizás una de las mejores y más copiadas obras de la pintura del XIX. Es obra del maestro Francisco Pradilla y Ortiz. La preparación y diseño del cuadro estuvo rodeada de una serie de anécdotas un tanto desconocidas para el público en general: la primera de ellas, que el único personaje real granadino que aparece en el cuadro es el que representa a Boabdil. Pradilla estuvo en Granada durante casi seis meses estudiando la composición y detalles. Montó un verdadero escenario junto a la ermita de San Sebastián, adonde llevó caballos, ropajes, figurantes, armas… El boceto se lo llevó casi ultimado de Granada, pero lo plasmó durante los tres años siguientes en Roma.

Francisco Pradilla había alcanzado fama mundial con su cuadro sobre 'Juana la Loca', en el año 1877. El Senado decidió encargarle una magna obra que representara la unidad de España; sería un cuadro de carácter histórico para adornar la sala de conferencias de lo que fue Colegio de Dª María de Aragón. Y qué mejor motivo que representar aquella unidad con la conquista de Granada. El Estado destinó 25.000 pesetas a esta tarea.

Francisco Pradilla había alcanzado fama mundial con su cuadro sobre 'Juana la Loca', en el año 1877. El Senado decidió encargarle una magna obra que representara la unidad de España

Pradilla deambulaba por Roma, donde era director del Instituto de España, y exponiendo en París. La primera noticia que encontramos del encargo está en el Diario de Zaragoza de 13 de agosto de 1878, ya que el pintor era aragonés  se le seguía en aquella región. Se titularía 'El adiós de Boabdil' y se pretendía que fuese el punto de partida de la grande y unida España que arrancaba tras la restauración borbónica y el fin de las guerras carlistas.

Medio año estudiando Granada

El maestro Pradilla, todo ilusionado, partió inmediatamente de Roma y a finales de julio del 79 ya estaba en Granada para iniciar sus estudios. En nuestra ciudad llevó a cabo una frenética actividad de la mano del doctor Juan Creus, que le había sido recomendado como contacto. En Granada se dedicó a tomar apuntes, pintar acuarelas con paisajes, pintar lienzos con diversas vistas de la Alhambra. Pero, sobre todo, a documentarse del lugar donde fue la entrega, los personajes que estuvieron presentes, las ropas que llevaban, las armas que portaron, la luz que había aquel día, etc.

Analizó retratos de los Reyes Católicos, del cardenal Cisneros, del Gran Capitán que hay en la Capilla Real y en la Catedral. También observó uno de Boabdil pintado por Juan de Sevilla. Buscaba caras lo más parecidas a las representadas en los cuadros pintados a finales del XV o principios del XVI por quienes conocieron a los personajes de la época.

Mientras que a Isabel, Fernando, el Gran Capitán y Cisneros los tuvo claros a través de esculturas y pinturas (especialmente de Felipe de Vigarny y de Alonso de Mena que existen en el complejo catedralicio), no le ocurría lo mismo con la figura de Boabdil.









Ropas, armas, joyas, ropas… La espada de ceremonia de Boabdil, el estoque de mandoble de Fernando, la corona de Isabel, los ropajes, los cetros… todos los instrumentos los tomó de los existentes en la Capilla Real, Catedral, Ayuntamiento de Granada y armería de Toledo para que fueran exactos. (compárese los detalles de las empuñadoras de las espadas)







Igual ocurre con las figuras de los Reyes Católicos, copiadas de los bajorrelieves de F. Vigarny y Alonso de Mena en la Capilla Real.
Hasta que en una ocasión el doctor Jaun Creus le presentó a otro doctor amigos suyo. Se llamaba Benito Hernando Espinosa, era catedrático de Medicina, director del Hospital de San Juan de Dios y de San Lázaro. A Pradilla se le debieron encender los ojos: aquel hombre de barba puntiaguda era su ideal de Boabdil. Sería su modelo.  Y comenzó a hacerle bocetos.
 


Detalle comparativo. Fotografía del Dr. Hernando Espinosa (hacia 1879) y detalle de su figura representando a Boabdil en el cuadro de Pradilla. Fue el único retrato de granadino que se llevó acabado el maestro Pradilla de su estancia en Granada.

A los pocos días del dorado otoño granadino, Pradilla había pintado un óleo sin personajes junto al lado de la ermita de San Sebastián; en aquel punto exacto era donde quería fijar a los personajes

A los pocos días del dorado otoño granadino, Pradilla había pintado un óleo sin personajes junto al lado de la ermita de San Sebastián (edificio que aparece en una esquina); en aquel punto exacto era donde él quería fijar el círculo en torno al cual se situarían los personajes musulmanes y cristianos que tomaron parte en la entrega de las llaves de Granada el lejano día 2 de enero de 1492.




El paisaje exacto en 1879. Pradilla dibujó un cuadro, sin gente, para situar el punto exacto donde ubicaría el círculo de la entrega. Lo hizo junto a la Ermita de San Sebastián, que aparece a la izquierda. Se ve el puente del Genil, las alamedas, las últimas casas de la Acera del Darro (que en el cuadro final sustituyó por murallas). Todo el paisaje urbano es exactamente el que vio el pintor en el verano de 1879. La imagen inferior está tomada desde la escalinata del Palacio de Congresos, a pocos metros a la derecha de done se montó la escena. Nada queda ya de aquel paisaje de 1879.

Una aparatosa escenografía

Pradilla montó una escenografía a base de caballetes, telas y ramajes. También colocó a figurantes ataviados con ropas que él mismo cortó y cosió como el más experto modisto. Subió en un caballete a su Boabdil y empezó a dibujarlo. También encajó volúmenes en un inmenso bastidor de 5,5 por 3,5 metros. No hizo fondos con detalle, porque ya los había tomado en el lienzo sin personajes pintado unas semanas antes. Pero la perspectiva era exacta: el puente romano en primer término, las arboledas marcando la línea del Genil, las últimas casas de lo que hoy  es acera del Darro, la ladera de la Antequeruela, Torres Bermejas, Puerta del Pescado y la Alhambra presidiéndolo todo al fondo.

Allí, a la actual zona del Palacio de Congresos, se llevó dalmáticas de la Capilla Real, pendones y estandartes del Ayuntamiento e incluso mazas y armas simuladas. Lo más espectacular fueron los caballos de la antigua ganadería árabe de Zapata. Pero no debieron prestarse dócilmente a posar o no le gustó su estampa. Con posterioridad buscó modelos en Madrid, que tampoco consiguió, y finalmente acabó hallándolos en Roma.





Caballos. Estudio de cabeza de caballo de la yeguada granadina Zapata y estudio de caballo completo realizada con un pura sangre árabe en Roma.

A primeros de noviembre de 1879 enrolló su boceto. Decidió regresar a Madrid para encaminarse a Roma y comenzar realmente a pintar sobre tela. No obstante, en sus escritos dejó claro que cuando salió de Granada ya tenía el cuadro hecho. Ahora sólo le quedaba plasmarlo. La única cara que tenía completamente segura (aunque después fue la última en retocar) era la de Boabdil. Las demás figuras y detalles los llevaba esbozados en infinidad de estudios iniciados en Granada, pero que perfeccionaría en Roma durante los tres años siguientes.

¿Quién fue Benito Hernando Espinosa?

Para el personaje con más fuerza del cuadro, Boabdil, el maestro Pradilla utilizó la cara y el cuerpo de Benito Hernando Espinosa (1846-1916). Nacido y muerto en Guadalajara, paisano por tanto del Dr. Juan Creus. Antes de estudiar Medicina y Ciencias se había interesado por el teatro. Fue enviado a vivir con un tío cura en Madrid, donde cursó los estudios Física-Química; se licenció en 1867. Después estudió Medicina hasta doctorarse en 1870. Fue alumno  estudioso y brillante, de manera que en 1972 ganó la cátedra de Terapéutica en la Facultad de Medicina de Granada, con muy pocos años de experiencia.



En la UGR y la ciudad de Granada se le siguen los pasos en años posteriores, siempre a la sombra de su paisano Juan Creus. Durante un tiempo breve dirigió el Hospital de San Juan de Dios y el lazareto. En esa época fue cuando pasó por Granada el pintor Francisco Pradilla y se encaprichó de su figura “moruna” para tomarlo como modelo de Boabdil.

Benito Hernando, cuya imagen que acompaña este texto data de últimos años de su vida, en su retiro de Guadalajara, tuvo una notable actuación como médico durante la gran epidemia de cólera que asoló Andalucía en 1885.  Dos años después, en 1887, consiguió la misma cátedra en Madrid, donde coincidió con Santiago Ramón y Cajal y Francisco Letamendi.A partir de 1893 y hasta su muerte se mantuvo como académico de número de la Real Academia Nacional de Medicina. Si bien su delicada salud, su excesivo tabaquismo y sus achaques le llevaron a retirarse anticipadamente a su pueblo natal, donde falleció tras varios años de invalidez.

Enormes gastos en Granada

En la compra de ropajes, armado del escenario, forillos, confecciones, etc. se había gastado nada menos que el 40% del presupuesto que le anticipó el Senado. Todos los detalles paisajísticos, de ropajes, de armas… absolutamente todos, existen. Bien en la Capilla Real de Granada, en el museo de armas de Toledo o en El Escorial, adonde se dirigió a acabar su documentación.

El cuadro de la Rendición de Granada fue todo un éxito internacional. La crítica dijo que era una vista de Granada de una exactitud perfecta. El personaje de Boabdil era un tipo árabe de un vigor extraordinario. Los detalles de los ropajes eran exactos. Había jugado con los cipreses oscuros para resaltar del delicado tocado claro de la Reina

No obstante, se tomó algunas licencias a la hora de efectuar la composición de la escena. La más sobresaliente fue incluir a la reina Isabel en la estampa, porque la realidad es que no estuvo presente el 2 de enero de 1942. Otra fue colocar a la izquierda a las tropas musulmanas, dando las grupas a las arboledas del Genil, ya que entendió que los cristianos no iban a ser tan incautos como para adoptar aquella posición si se producía una emboscada.

La corona de Isabel es la misma que hay en la Capilla Real; el cetro de Fernando también; sus ropajes son calcados de los existentes; la espada de ceremonia de Fernando es la misma que se guarda en Toledo; la espada de ceremonia de Boabdil es la que se conoce como más lujosa del último rey nazarita.

Y las caras de los Reyes Católicos son calcados (aunque un tanto humanizados con rasgos de romanos) de los relieves existentes en la Capilla Real, obras de Vigarny y Alonso de Mena.

Entre diciembre de 1879 y junio de 1880, en Roma, ultimó los bocetos. Y ya siguió casi de manera ininterrumpida hasta el 28 de mayo en que retocó la cara de Boabdil. El 3 de junio de 1882 enrolló el lienzo y lo envió para España.

El cuadro de la Rendición de Granada fue todo un éxito internacional. La crítica dijo que era una vista de Granada de una exactitud perfecta. El personaje de Boabdil era un tipo árabe de un vigor extraordinario. Los detalles de los ropajes eran exactos. Había jugado con los cipreses oscuros para resaltar del delicado tocado claro de la Reina. Aunque, como buen aragonés, había puesto a su rey Fernando en el centro, en vez de a Isabel como correspondía. La marlota que porta Boabdil se la había prestado la marquesa de Viana, que la tenía desde el cautiverio del Rey Chico en Lucena al inicio de la guerra de Granada.

El resultado final fue un cuadro de 5,42 por 3,52, que le fue pagado por el doble de lo contratado, 50.000 pesetas, y premiado con la dirección del Museo del Prado.