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ESTAMPAS DE LA PUERTA DE ELVIRA

'Bella Granata vale, multis decorata tropheis' ('Adiós bella Granada, ciudad de mil trofeos')

Cultura - Gabriel Pozo Felguera - Domingo, 9 de Febrero de 2020
Os ofrecemos un extraordinario paseo por el entorno de Elvira, guiado por Gabriel Pozo Felguera, que parte de una placa de mármol que durante 269 años elogiaba las bellezas de Granada. No dejes de leer este reportaje que te descubre la evolución de la fortaleza de la Puerta de Elvira, y su vida rica vida social y comercial, hasta la apertura de la Gran Vía.
Foto anterior a 1879. Al fondo se ve la desaparecida puerta de la Alhacaba. La flecha marca donde estuvo la placa con el poema en latín.
Foto anterior a 1879. Al fondo se ve la desaparecida puerta de la Alhacaba. La flecha marca donde estuvo la placa con el poema en latín.
  • El alcalde mayor dedicó un poema a Granada alabando su belleza y su grandeza cuando marchó destinado a la Universidad de Alcalá

  • La placa de mármol con el epigrama estuvo colocada 269 años en el arco de la Alhacaba, hasta que fue demolido en 1879

  • La desfigurada fortaleza de la Puerta de Elvira llegó a contar con otras tres arcadas dobles menores, demolidas durante el siglo XIX

  • El entorno de la Puerta de Elvira era uno de los principales puntos de atracción social y comercial hasta que se abrió la Gran Vía en el siglo XX

Durante 269 años, una enorme placa de mármol con un poema en latín despedía a quienes abandonaban Granada para siempre. O les informaba de las bellezas que contenía la urbe. Estuvo colocada en una de las puertas interiores de la fortaleza de Elvira, la entrada principal a la ciudad. Fue escrito, grabado y colocado por quien fuera alcalde mayor de Granada entre 1607 y 1610; el poema muestra el enamoramiento que se llevó de esta ciudad por su grandeza y belleza de sus monumentos. La puerta en cuestión era una de las cuatro que formaban el Castillo de Elvira y daba acceso a la Cuesta Alhacaba; fue demolida en 1879. Al menos la enorme lápida se conserva todavía. El entorno de la Puerta de Elvira fue hasta principios del siglo XX un importantísimo foco social y comercial de Granada, con aspectos un tanto desconocidos para el gran público. Aquel epigrama es un símbolo de la impresión que se llevaban los viajeros tras conocer las bellezas de Granada durante los primeros siglos de la etapa cristiana.

Los corregidores y alcaldes mayores de las ciudades más importantes eran enviados por el rey hasta el primer tercio del siglo XIX. Solían ser altos funcionarios extraídos de entre la judicatura, la universidad, la iglesia o la nobleza y permanecer en el cargo unos cuatro años de media. En 1607 fue enviado a Granada el jurista Pedro de Antequera y Arteaga (1575?-1642), procedente de la universidad de Alcalá de Henares. Llegó para ayudar en el gobierno de la ciudad al corregidor Mosén Rubí de Bracamonte y Dávila.

Por este motivo, el famoso epigrama puede entenderse como doble motivo: la congoja personal de Pedro de Antequera por abandonar la que era por entonces una de las grandes y bellas ciudades del Reino; y, por otro lado, la amargura de dos millares de granadinos de toda la vida al ser arrancados de sus raíces ancestrales

El momento que les tocó vivir a los dos fue sumamente delicado, pues en enero de 1610 tuvieron que encargarse de la expulsión de España de 2.026 moriscos que residían en Granada. Eran ya realmente pocos, pues la gran mayoría habían sido extrañados a Andalucía y Castilla al final de la guerra de las Alpujarras (1569-71). Por este motivo, el famoso epigrama puede entenderse como doble motivo: la congoja personal de Pedro de Antequera por abandonar la que era por entonces una de las grandes y bellas ciudades del Reino; y, por otro lado, la amargura de dos millares de granadinos de toda la vida al ser arrancados de sus raíces ancestrales.

Placa conservada en estancias interiores del Museo Arqueológico de Granada. (Pidiendo ser repuesta en alguna plaza, junto a su traducción).

El poema está escrito en latín sobre una losa de mármol blanco de 191 cm. de alta por 63,5 de ancha. Su traducción es la siguiente:

“A la florentísima y muy nombrada ciudad de Granada, el doctor Pedro de Antequera y Arteaga, complutense, corregidor de la propia ciudad. Año 1610.

EPIGRAMA

Adiós bella Granada, ciudad de mil trofeos/

Ornamento de España, adiós Granada, adiós!/

Adiós bella Granada, que brillas por tu Alhambra:/

Morigerada y docta, bella Granada, adiós/

Adiós bella Granada, la del sagrado monte/

la de nevadas sierras, bella Granada, adiós!/

Adiós bella Granada: adiós ¡Oh Real Audiencia!/

capitanes famosos, bella Granada, adiós/

Adiós bella Granada, adiós sacros conventos/

Clero ilustrado y pío; bella Granada, adiós!/

Adiós bella Granada; salud Cabildo ilustre:/

salud vecinos todos, bella Granada, adiós!/

Adiós bella Granada: adiós, y con mis versos/

mi eterno amor recibe: adiós Granada, adiós!

Texto latino del epigrama.

El alcalde mayor vivió la Granada que inauguró aquel año la Abadía del Sacromonte, veía multiplicarse iglesias y conventos, la Catedral tenía muy avanzada su construcción, la Universidad empezaba a consolidarse, la Real Chancillería estaba casi acabada e impartiendo justicia del Tajo para abajo, la Alhambra era un importante centro militar y de gobierno de la región. Era una ciudad musulmana que se transformaba poco a poco en renacentista y cristiana. Ya había finalizado la destrucción de la mezquita mayor, todas las mezquitas estaban reconvertidas en iglesias, las murallas de la parte baja empezaban a desaparecer para que la ciudad creciera y la mayoría de la nobleza castellana se construía casas y palacios. En 1610 se puede decir que Granada estaba en su apogeo.

El epigrama de la Puerta de Elvira era el primero de los varios poemas de elogio dedicados a Granada. Ya impresa en un librito, Pedro de Antequera dejó sus sensaciones de la ciudad en otras 33 octavas, más un soneto acróstico (cada verso comienza con una letra que, todas juntas leídas en vertical forman la frase: Es bella Granada). El librito lleva por título Excelencias de Granada. Este es el soneto acróstico:

El compendiar grandezas de Granada

Ser un gran imposible ha parecido

Bien este escrito docto, tan lucido

Explica con su lira tan templada

Los blasones porque es tan celebrada

Las glorias, que en España ha conseguido:

Autor, aunque se oculta, es conocido,

Granjea aplausos a su Patria amada

Raras demuestra las prerrogativas

Amphión dulce canta sus honores,

No usa lisonjas exagerativas

Al margen cita nobles escritores

Donde conste, que son nada excesivas

Aquestas expresiones de loores.

Pedro de Antequera y Arteaga era doctor por la Universidad de Alcalá de Henares. A ella regresó tras su corta estancia en Granada. Pertenecía a la nobleza alcalaína; llegó a ser catedrático y decano de Cánones, y racionero de la Iglesia de San Justo y Pastor de Alcalá. Estuvo casado cuatro veces y con todas sus esposas dejó una abundante descendencia.

La desaparecida Puerta de la Cuesta

El Castillo de Elvira estuvo conformado al menos por cuatro puertas: el gran arco de acceso que se conserva en la actualidad; una puerta doble unos cinco metros más adelante, de menor altura; una segunda puerta doble que daba inicio a la calle Elvira; y la cuarta puerta situada al fondo, llamada de la Cuesta, de la Alhacaba o de la Merced por dar entrada a la parte extramuros. Estuvo situada justo entre la esquina del bar Al Sur de Granada y la muralla, cerrando la calle actual Horno de la Merced.

El epigrama sobre la placa de mármol estuvo situado justo a la derecha del cargo, según se entraba a la ciudad. Esta puerta de la Cuesta fue demolida en 1879, junto con todo el paño de muralla que la sujetaba y enlazaba con la otra puerta e inicio de la muralla doble que bajaba por la Cuesta de Abarqueros desde la Alcazaba Cadima

El epigrama sobre la placa de mármol estuvo situado justo a la derecha del arco, según se entraba a la ciudad. Esta puerta de la Cuesta fue demolida en 1879, junto con todo el paño de muralla que la sujetaba y enlazaba con la otra puerta e inicio de la muralla doble que bajaba por la Cuesta de Abarqueros desde la Alcazaba Cadima.

El motivo de la demolición no fue tanto la ruina de la obra como la moda de ensanchar los espacios urbanos a base de eliminar murallas y otros edificios que se consideraban inútiles. Un par de años antes de su demolición, en 1877, el erudito Manuel Gómez-Moreno, tuvo la precaución de situarse en el campo del Triunfo y hacer una pintura de los dos arcos que sobrevivían por entonces. También hizo un dibujo a plumilla que después utilizó en su Guía de Granada (1892).

Óleo de Manuel Gómez Moreno, hacia 1877, una estampa muy similar a la recogida por la fotografía más antigua que se conserva de esta puerta. Archivo Gómez-Moreno.

De aquella puerta de la Cuesta también nos han llegado dos imágenes más. La primera es un dibujo realizado por el arquitecto danés Ferdinand Meldahl en su viaje a Granada (1860); este dibujo de la puerta de la Alhacaba lo hizo desde la parte interior, de manera que se esbozan al fondo una jamba y el arranque del arco exterior y las casas de la Acera del Triunfo. En el dibujo se ve claramente uno de los dos pilares romanos que por entonces permanecían en su sitio, tras haber sido recolocados allí a principios del siglo XVI.

Dibujo de la puerta de la Cuesta, de Ferdinand Meldahl (1860), visto desde el interior. La jamba derecha era una columna de origen romano.

La otra imagen es una fotografía efectuada antes de su demolición (con la que iniciamos este artículo). Aunque no es de muy buena calidad, se aprecia perfectamente el estado de avanzado deterioro que presentaba el monumento, con el revoco del calicanto desprendido y las almenas desmochadas. Al fondo también se ve muy deteriorada la puerta Monaita. En el rincón se ve colgando el farol que iluminaba la pintura de María Santísima de las Mercedes, mandada colocar por la Reina Católica en 1495, aunque la capilla fue construida también en 1610 por orden del alcalde mayor. Justo en un arco de enfrente hubo ubicado otro cuadro de los Santos Justo y Pastor y San Diego de Alcalá. Nuevamente vuelvo a sospechar que fueron colocados durante el mandato de Pedro de Antequera, ya que eran los santos de su ciudad natal complutense.

Al ser desmontada la puerta de la Cuesta y abierto el hueco de la calle Horno de la Merced, la placa fue recogida por la Comisión de Monumentos y guardada en su almacén de convento de Santa Cruz; fue pasando después por todos los almacenes y edificios que precedieron al Museo Arqueológico provincial hasta recalar en la actual sede de la Carrera del Darro

Al ser desmontada la puerta de la Cuesta y abierto el hueco de la calle Horno de la Merced, la placa fue recogida por la Comisión de Monumentos y guardada en su almacén de convento de Santa Cruz; fue pasando después por todos los almacenes y edificios que precedieron al Museo Arqueológico provincial hasta recalar en la actual sede de la Carrera del Darro. El mármol fue colocado en una pared de estancias interiores hace ya bastantes años.

Existen algunas referencias escritas al origen del epigrama. La primera vez que se le menciona en una publicación fue en Paseos por Granada del padre Echeverría (1764). Después también es mencionada por Giménez Serrano en su Manual del Artista y del viajero (1846).

El mejor documento para conocer la inscripción, su traducción y el origen fue recogido en la Memoria de actividades de la Comisión Monumentos publicado en 1868 y referido a sus trabajos de los dos años anteriores. No podían imaginarse que a aquella puerta de la Alhacaba le quedaban sólo once años de existencia.

Una fortaleza muy modificada

En 1492 la puerta de Elvira era una verdadera fortaleza, además de principal entrada a la ciudad amurallada de Granada. Tenía su guarnición militar y su alcaide. Se había ido conformando desde el siglo XI, con el inicio del reinado zirí, hasta la etapa final de la dominación nazarita en el siglo XV. Hoy sólo queda el gran arco exterior, una parte del adarve y arcadas ciegas del lateral izquierdo, además de algunos muros de estancias externas. Poco a poco ha ido desapareciendo a pedazos, unas veces por la presión de los vecinos, otras por cuestiones militares.

En su mejor momento, en el siglo XV, del castillo de Elvira partía hacia el norte el tramo de muralla que rodeaba el barrio de la Xarea o de las Eras (actual Barrichuelo) e iba a enlazar con la Cerca de Don Gonzalo

En su mejor momento, en el siglo XV, del castillo de Elvira partía hacia el norte el tramo de muralla que rodeaba el barrio de la Xarea o de las Eras (actual Barrichuelo) e iba a enlazar con la Cerca de Don Gonzalo. Hacia la zona baja partía la cerca que iba hacia la puerta del Boquerón y la Rambla. Internamente, desde Elvira subían dos murallas paralelas que la unían con la puerta Monaita; la anchura de este pasillo interior era de 7-8 metros; todavía hoy son visibles algunos tramos de esta muralla doble. La fila de casas que asciende por la Cuesta de Abarqueros hasta el postigo del Zenete está montada, en parte, sobre restos de este corredor doble.

Torreones cuadrados a ambos lados. Estas dos ilustraciones de la muralla de Granada coinciden en marcar la Puerta de Elvira flanqueada por dos torreones defensivos de forma cuadrada. El de arriba es un fragmento de la Batalla de la Higueruela (que el autor de la grisalla original debió pintar en 1431, aunque fue plasmado en El Escorial en 1587). El de abajo es parte de la tabla flamenca Virgen de Granada, pintado entre 1507 y 1530.

En el caso del tramo que bajaba por la Acera del Triunfo hacia el Boquerón, la fila de casas de esta fachada fueron montadas en su parte trasera sobre la muralla, según proyecto de 1614. Incluso en el bar del rincón que pega al Arco de Elvira todavía hay restos. Curiosamente, la estructura de aquellas doce casas permanece muy similar desde hace cuatro siglos, si bien con algunos de los tejados reconvertidos en terrazas cubiertas de feas chapas.

El tramo que ascendía por la actual Acera de San Ildefonso fue demolido en los primeros años del siglo XVI para dar acceso a la Cuesta Alhacaba, construir el Convento de Mercedarios y la iglesia de San Ildefonso. Parte de una de sus puertas (quizá la puerta de las Armas) fue visible en el bar el Túnel hasta su destrucción en 1978 para construir la actual residencia estudiantil

El tramo que ascendía por la actual Acera de San Ildefonso fue demolido en los primeros años del siglo XVI para dar acceso a la Cuesta Alhacaba, construir el Convento de Mercedarios y la iglesia de San Ildefonso. Parte de una de sus puertas (quizá la puerta de las Armas) fue visible en el bar el Túnel hasta su destrucción en 1978 para construir la actual residencia estudiantil.

En cuanto a la estructura del castillejo en sí, en el siglo XVII fueron demolidas las estancias auxiliares que ocupaban el solar vallado actual. En este lugar fueron levantadas varias casas y establecimientos comerciales. En la cara interior de la muralla fueron pegados también un mesón y el horno del Carmen (que en el siglo XVIII pasó a llamarse horno de la Merced).

Todas estas construcciones de esta etapa cristiana fueron horadando y comiéndose paños de la muralla.

Este grabado de Heylan (hacia 1612) dibuja una puerta de Elvira que debió ser la interior, la que enfilaba lateralmente hacia la calle Elvira, al menos eso deducimos por su escaso tamaño. La dibujó como si estuviese construida en piedra almohadillada y ladrillos de barro. HISTORIA ECLESIÁSTICA DE GRANADA.

1810, al inicio de la dominación francesa, fue demolida la parte de la puerta doble que daba acceso a la calle Elvira, así como también los arcos situados en el frontal a los tres arcos ciegos que quedan enteros. No conocemos con exactitud el momento en que desapareció la puerta doble que había inmediatamente después del gran arco, a unos 5-6 metros de la entrada. Es en el que la tradición cuenta que Boabdil rompió su lanza cuando salía a guerrear; aquello fue interpretado como mal augurio para futuro del Reino de Granada.

El complejo defensivo del castillejo de Elvira estuvo adscrito a la administración de la Alhambra al considerársele zona militar. Fue sometido a ligeras reparaciones a lo largo del tiempo, no suficientes para frenar su deterioro

El complejo defensivo del castillejo de Elvira estuvo adscrito a la administración de la Alhambra al considerársele zona militar. Fue sometido a ligeras reparaciones a lo largo del tiempo, no suficientes para frenar su deterioro. La primera reforma cristiana ocurrió en 1526, con motivo de la estancia de la corte de Carlos I en Granada; de aquella fecha es el resto de enfoscado a lo renacentista que todavía se aprecia en su fachada frontal y en el costado norte. Consistió en un revoco y pintado de la fachada tratando de simular un almohadillado en sillares de arenisca, muy similares al Palacio de Carlos V.

Esta foto de finales del siglo XX nos ofrece varias curiosidades: los dos hombres de primer plano están vestidos con el traje típico granadino de fiesta y cubiertos con el catite; parece tratarse de arrieros con sus borricos. Pegado a la fachada existía el kiosco donde solían venderse las entradas a los toros. En la esquina hay carteles informativos pegados. Un poco por encima del kiosco se ve un desconchado semiesférico: es el lugar donde estuvo colocada la placa de proclamación de la I República entre los años 1873-74. Las doce casillas estrechas de la derecha permanecían inalteradas desde su construcción en 1614, apoyadas en la muralla. AHPGR.
En esta foto de 1885 se ve la parte trasera de las doce casillas idénticas montadas sobre la muralla, que había sido rebajada hasta el nivel del primer piso.

En el tercio final del siglo XX fueron demolidas las casas anexas por la parte norte y descubiertos algunos restos del recinto y el empedrado original. Una valla los protege. Se le han hecho reparaciones a principios del siglo XX y en 1957. En 1992 se hizo una importante obra para consolidar revocos, pinturas y corregir humedades. Es la imagen que ofrece hoy lo que queda de aquel viejo castillo medieval.

Croquis de lo que debió ser la trama del castillejo de Elvira a principios del siglo XIX. En negro, los restos actuales; en gris, las partes desaparecidas, según estudio de A. Orihuela, A. Almagro y C. Vílchez. Revista AQ, 1992.

Las aguas del entorno de Elvira

El castillo de Elvira contó con un ramal de suministro de agua que le llegaba desde la Acequia Aynadamar. La cañería bajaba por la cara externa de la muralla de la Alhacaba; tras dar agua a los huertos de la Cuesta, descendía hasta el aljibe de la Rábita Hauro o del Casar. Era llamada así por haber sido mandada construir por Abú Yafar Ahmad al-Qassar. Estuvo situada en la esquina de lo que hoy es el inicio de los números pares de la Alhacaba con Horno de la Merced.

Este barrio empezó pronto a ganar población tras el derribo del tramo de muralla que permitió construir la Merced y San Ildefonso. El lavadero del Horno de la Merced estuvo activo hasta comienzos del siglo XX. Aún hoy quedan encastrados en los edificios de la esquina cinco de los pilares cuadrados que lo sostenían, labrados en piedra de Sierra Elvira. Incluso debajo de las casas números 10 y 12 hay restos de una especie de alberca

La pequeña rábita fue eliminada por los cristianos al inicio del siglo XVI y en su lugar fue construido un lavadero público. Este barrio empezó pronto a ganar población tras el derribo del tramo de muralla que permitió construir la Merced y San Ildefonso. El lavadero del Horno de la Merced estuvo activo hasta comienzos del siglo XX. Aún hoy quedan encastrados en los edificios de la esquina cinco de los pilares cuadrados que lo sostenían, labrados en piedra de Sierra Elvira. Incluso debajo de las casas números 10 y 12 hay restos de una especie de alberca.

La cuenca pluvial de la Cuesta Alhacaba suele recoger bastante agua procedente de las laderas de la muralla antigua y el Barrichuelo; desde Plaza Larga y San Cristóbal toda el agua de lluvia baja por la Alhacaba. Ese agua en banda se topaba con la muralla en época nazarita, con lo cual se registraría un embalsamiento y consiguiente anegación de la puerta de Elvira.

Tras derribar la muralla norte y parte del castillo (Acera de San Ildefonso), su lugar fue ocupado por casas de tres plantas que seguían la línea de la antigua cerca. Bajo ellas pasaba el cacarro-acequia que recogía las aguas bajantes de la Cuesta Alhacaba y las vertía al campo del Triunfo. AHPGR.

Los acequieros de la época idearon un sistema de canales que recogían las aguas bajantes y no las dejaban embalsarse ante la muralla ni buscar salida por la puerta de Elvira. Para ello construyeron un cacarro y una alberca de decantación pegando al castillejo. Un cacarro era una especie de imbornal o sumidero, con rejilla para impedir el paso de personas o atoramientos, que se construía por debajo de la muralla y así dar salida a las aguas de lluvia.

El cacarro de la Alhacaba iba a desembocar al lado de un torreón que había en el ángulo norte del castillejo (la casa número 3 de Horno de la Merced está montada sobre sus restos). El cacarro desaguaba en una cisterna de decantación que había por dentro de la muralla y volvía a salir mediante una acequia al campo del Triunfo. En el siglo XVIII esta acequia que empantanaba el Triunfo fue canalizada hasta la zona que hoy ocupa el Instituto Padre Suárez, donde siempre solía haber encharcamientos en época de lluvias. Cuando se iniciaron los cimientos del Instituto (1904) hubo que hacer un aljibe bajo el edificio y dar salida a las aguas de esta acequia a través de la calle San Juan de Dios.

En esta fotografía aérea de la zona hemos marcado en trazos rojos discontinuos el lugar por donde bajaba la muralla doble desde el postigo del Zenete hasta el castillo de Elvira; algunos de ellos son visibles todavía, tanto en fachada como en la parte trasera de las casas. En amarillo (3), restos del torreón noreste que cerraba el complejo (en el interior la casa número 3 de Horno de la Merced). En rosa (1), cisterna de decantación del cacarro que recogía las aguas de lluvia que bajaban por la Alhacaba, que atravesaba las casas y la muralla de modo subterráneo. La flecha verde marca el canal de desagüe que llevaba al imbornal y acequia (bajo edificio donde estuvo Rodich), con desembocadura en el campo del Triunfo. Y en azul (2) lugar que acogió la Rábita Hauro y posteriormente el lavadero del barrio.
Restos del lavadero del Horno de la Merced. Aún se pueden ver cuatro pilares cuadrados que lo sustentaron hasta principios del siglo XX. A la vuelta de la esquina hay uno más. Sobre el antiguo pilar fueron construidas tres pequeñas casillas, las números 12, 14 y 16 de esta calle.
En esta foto de finales del siglo XIX se ve a un grupo de mujeres que han tendido sus ropas recién lavadas en la fachada soleada de la Iglesia de la Merced, situada justo enfrente del lavadero.

El cacarro-imbornal de la Alhacaba fue reconvertido con el tiempo en un enorme sumidero que absorbe las aguas de bajada de la Alhacaba. No obstante, el edificio donde estuvo Repuestos Rodich hasta hace dos décadas padece de grandes humedades como consecuencia del paso de agua de aquella milenaria acequia que discurría bajo el edificio.

Se hizo una importante obra de canalización para dar salida a las aguas al campo del Triunfo; entre todos ellos tuvieron que abonar 239 maravedíes por las obras. La cisterna de decantación permanece todavía bajo las casas construidas a ambos lados de la muralla

Hay alguna referencia a los problemas que causaban los desbordamientos y humedades de aquel cacarro en las casas anejas a la muralla en tiempos cristianos. El horno del Carmen y un mesón estuvieron situados precisamente muy próximos al imbornal. En el año 1695, el vecino Francisco Puga promovió una queja ante el Concejo para que se corrigiesen esas humedades. Se hizo una importante obra de canalización para dar salida a las aguas al campo del Triunfo; entre todos ellos tuvieron que abonar 239 maravedíes por las obras. La cisterna de decantación permanece todavía bajo las casas construidas a ambos lados de la muralla.

Importante zona vital y comercial

La puerta de Elvira fue el principal acceso a Granada desde su construcción en el siglo XI hasta inicios del siglo XX, cuando fue abierta la Gran Vía y casi la dejó en desuso. En su entorno externo e interno se daban cita las actividades sociales y comerciales más importantes de la ciudad. Este era el lugar donde el Concejo salía a recibir y despedir visitas ilustres; aquí tenía lugar un importante zoco comercial, especialmente de animales y cereales; en este lugar eran colgados los cadáveres de ajusticiados para dar ejemplo; se ponían las pizarras con los precios y turnos de riegos; era el sitio de las paradas militares; también lugar de ejecuciones públicas (Mariana Pineda, entre otros muchos); lugar de grandes actos religiosos en torno a la columna del Triunfo.

Foto de Laurent, hacia 1890, donde se ven grupos de gente y las vacas lecheras que eran traídas por los ganaderos de la vega a vender su leche ordeñada directamente en la explanada que hoy ocupa la Delegación del Gobierno de la Junta. Los bajos de la izquierda del Arco estaban llenos de cantinas para los abundantes militares, trajinantes y labriegos que coincidían en esta zona durante el siglo XIX.

Pero también era el sitio donde se daban cita los taurinos, ya que en la fachada eran colgados los carteles de corridas a partir de 1767; junto a la puerta hubo un kiosco donde se vendían las entradas para los toros. En sus paredes había siempre pegados los bandos del Concejo y de la Chancillería, además de leerlos el pregonero público. La puerta de Elvira cobijó en sus paredes imágenes de vírgenes y santos, lugar tradicional de rezos y predicaciones. Incluso bajo uno de los antiguos arcos de la guardia fue donde empezó a vender libros Juan Ciudad (futuro San Juan de Dios) y después se le dedicó una ermitilla. Por cierto, aquella minúscula ermita de San Juan de Dios también cayó en el derribo de la puerta de la Cuesta, a la que estaba pegada. Al año siguiente, 1880, el obispo Bienvenido Monzón bendijo la neogótica que hay en la actualidad, sufragada por el noble José María Vasco y Vasco.

Bajo los huecos de las tres arcadas fueron construidas minúsculas tiendecillas-vivienda, que perduraron hasta muy avanzado el siglo XX. En el primer hueco de la derecha estuvo la capilla de Nuestra Señora de las Mercedes desde 1495 hasta principios del siglo XIX. AHPGR

Bajo los tres arcos de la guardia fueron construidas tiendas, que perduraron hasta bien entrado el siglo XX. La calle Elvira fue una calle eminentemente comercial, debido al intenso tránsito de personas y mercancías; casi todo lo que entraba a Granada debía pasar por el fielato allí establecido. La calle Elvira no sólo era la principal y más larga de Granada (720 metros), sino que era la conexión con el Zacatín y la Alcaicería, con tiendas más especializadas en telas, joyas y artículos de lujo.

Postal de 1905. El pilar de las Angustias, con cuadro de la Virgen, se aprecia muy deteriorado, pero no agobiado por las construcciones. Era el abrevadero donde daban agua a los animales que entraban o salían de la ciudad. AHPGR

Como calle principal de entrada y salida, contó (y cuenta) con el pilar y abrevadero obligado junto a toda puerta de importancia. Nada más comenzar la calle Elvira se encuentra el pilar del Triunfo o las Angustias. Todavía está activo, aunque en obras. Era una fuente pública y abrevadero de los muchos animales que a diario deambulaban por el lugar. En su origen estuvo exento, pero con el tiempo le fue anexada una vivienda, cuyos propietarios no pararon de quejarse de las humedades. Su origen es de comienzos del XVII. En el frontal fue construida una hornacina protegida con tejas, pues dentro tiene pintado un cuadro de la Virgen de las Angustias. Y debajo una lápida con la siguiente leyenda: “Granada mandó reedificar este pilar/siendo corregidor D. Diego Salvatierra del Burgo (…) año de 1671”. En 1993 fue restaurada por el pintor Antonio Mérida Moreno y colocada una cerámica de recuerdo; la cerámica ya hace años que fue robada. Le fueron añadidos los tres faroles actuales.

La parroquia que tenía bajo su jurisdicción esta zona del castillo de Elvira, San Andrés, fue entre los siglos XVI y XVIII una de las de mayor número de feligreses a su cargo. Entre San Andrés y Santiago cubrían la parte más poblada de la antigua Medina, un barrio hoy totalmente cambiado al haberlo partido la cala de la Gran Vía.

Foto actual de la puerta de Elvira. La plaza ha sido nivelada con los peldaños, es más llana que antes. Las casillas originarias de 1614 permanecen con una estructura similar, pero algunos de sus tejados han sido reconvertidos en feas terrazas con chapas que afean el conjunto monumental.