El testamento quebrantado de la mujer más rica de Granada: María de Zayas
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De familia con muchos blasones y dinero, se fugó de su casa, con sólo 19 años, para casarse por amor en Almería; no fue feliz en su matrimonio
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Su inmenso patrimonio en casas y fincas por tres provincias fue destinado a una Fundación que llevara los nombres de su madre y su padre
Quedé absorto el día que, mediados los ochenta, me llevaron a ver una casa con entrada principal por la plaza de San Agustín, 3, cochera por Santa Paula y jardines a calle Candiota
Quedé absorto el día que, mediados los ochenta, me llevaron a ver una casa con entrada principal por la plaza de San Agustín, 3, cochera por Santa Paula y jardines a calle Candiota. Me pareció el palacete más añejo, con más arte y más recuerdos acumulados por familias nobiliarias desde tiempo inmemorial. Vi cuadros, oro y plata; imaginé infinidad de cofres con tesoros escondidos por suelos y alacenas disimulados. Había capilla y un jardín bucólico en el corazón de Granada. También pensé que sus dueños tendrían extensas dehesas con ganados, caballerías y grandes olivares y viñedos. Y algún que otro palacete por pueblos y alquerías. Tanto blasón por todos sitios me hizo pensar que quienes allí vivieron habían formado parte importante de la historia de Granada, quizás de España.
Había muerto unos cuantos años atrás y en vez de dejar su inmensa fortuna a parientes más o menos cercanos, decidió legarlo todo a una Fundación para que hicieran obras de caridad con ancianos y ancianas necesitados
En realidad, yo había ido allí con un amigo para ver tres coches de época que iban a subastar. Estaba interesado en quedarse con alguno de ellos. Eran verdaderas joyas de principios del siglo XX, parecían estar en muy buen uso. Resultó que la casa ya no tenía vida, había muerto sin descendencia su última propietaria de la familia noble que la levantó. Con ella se agotó el linaje por línea directa. La difunta, última propietaria, se llamó María de Zayas y Ossorio-Calvache (1885-1979). Había muerto unos cuantos años atrás y en vez de dejar su inmensa fortuna a parientes más o menos cercanos, decidió legarlo todo a una Fundación para que hicieran obras de caridad con ancianos y ancianas necesitados.
Me interesé por la vida de esta mujer tan misteriosa cuando empecé a leer relatos parciales de su vida y a contemplar absorto cómo sus albaceas, primero, y políticos después y ahora se repartían la túnica de la difunta
Nunca hasta entonces había oído yo hablar de doña María de Zayas, ni sabía que fue una de las mujeres más ricas de la Granada de mediados del siglo XX y que un tercio de su vida decidió vivirla recluida y casi como una pordiosera. Encerrada en su casa, viendo pasar el mundo por la ventana, desconfiando de casi todos, dando algunas limosnas y sólo saliendo a misas de iglesias y conventos más cercanos. Me interesé por la vida de esta mujer tan misteriosa cuando empecé a leer relatos parciales de su vida y a contemplar absorto cómo sus albaceas, primero, y políticos después y ahora se repartían la túnica de la difunta. Y se mataban en los tribunales por sus arcones de joyas y la infinidad de casas y fincas que poseyó en media Andalucía.
Seguro que si María de Zayas levantara la cabeza no tardaría un segundo en coger el látigo y expulsar a los mercaderes de su templo
Hasta que no hace mucho tiempo cayó en mis manos una investigación rigurosa y documentada que arroja mucha luz sobre la vida, obra y testamento de María de Zayas.[i] Tras leerlo queda bien claro que desde el mismo momento de su muerte empezaron a incumplir, trocar y distorsionar sus disposiciones testamentarias. Seguro que si María de Zayas levantara la cabeza no tardaría un segundo en coger el látigo y expulsar a los mercaderes de su templo.
Ocho apellidos andaluces de Doña María
María Antonia Isabel Francisca de Paula de Zayas -Fernández de Córdoba y Ossorio Calvache Delgado y Contreras de la Vega Zea y Martín de Medina y Aranda nació el 24 de mayo de 1885 en la calle San Antón de Granada. Hija de dos familias de rancio abolengo andaluz, con ancestros que se remontan al siglo XIV. Tenían posesiones en las provincias de Sevilla, Córdoba, Jaén, Granada y Almería. En su árbol genealógico aparecen los apellidos Zayas, Fernández de Córdoba, Atienza, Pérez de Andrade, Contreras de la Vega, Martín de Medina, Aranda, etc. Dos de sus antepasados, uno de ellos su propio abuelo paterno, fueron alcaldes de Granada: Mariano de Zayas de la Vega (1854. 1856-58) y Mariano de Zayas y Madrid (1881-84, 1885-87); también entre ellos hubo diputados y senadores. Por supuesto, la mayoría poseedores del hábito de la Orden de Santiago y varios títulos nobiliarios. Incluso su sangre les emparenta con El Gran Capitán (Gonzalo Fernández de Córdoba).
Ambos también pertenecientes a la nobleza andaluza y con capital engrosado considerablemente a raíz de las compras de edificios y fincas procedentes de las desamortizaciones de 1836 y 1850
Los padres de María fueron Francisco Zayas Delgado (1857-1933) y Fernanda Ossorio-Calvache Contreras (1855-1932). Ambos también pertenecientes a la nobleza andaluza y con capital engrosado considerablemente a raíz de las compras de edificios y fincas procedentes de las desamortizaciones de 1836 y 1850. Por tanto, formaban una familia que vivía de administrar las enormes rentas que le producían sus bienes. Nobles de sangre y burgueses modernos por sus abundantes bienes y ganancias amasadas. Propietarios de palcos en teatros, primeros clientes de los cinematógrafos, asistentes primaverales al Hipódromo de los Llanos, suscritos a las mejores revistas de moda, clientes de las mejores tiendas de moda de Madrid y Málaga… y de los primeros en tener automóvil en Granada: un Hispano Suiza matrícula GR-60.
María de Zayas fue la única hija que tuvo el matrimonio. Pronto empezaron a educarla con institutrices particulares y maestros de música. Hasta que entre los diez y catorce años la internaron en el Colegio de la Compañía de María de Santa Fe. Allí iban a verla sus padres todas las semanas y a llevarle abundantes regalos, también a las monjas que lo regentaban.
A los catorce años, tras abandonar el colegio de Santa Fe, la educación de la niña prosiguió a base de institutrices españolas y francesas en la residencia paterna. También con profesores de piano y canto que acudían por las tardes
A los catorce años, tras abandonar el colegio de Santa Fe, la educación de la niña prosiguió a base de institutrices españolas y francesas en la residencia paterna. También con profesores de piano y canto que acudían por las tardes. Clases de urbanidad, costura y buenas costumbres la estaban preparando para que María fuese un buen partido para algún hijo de ricohombre de Granada o Andalucía, como había sido norma en su familia desde siglos atrás. El pretendiente debería acumular muchos blasones y presentar una bolsa bien llena de doblones de oro.
La familia por entonces alternó su residencia en casas situadas en la Carrera del Darro, 79, y un poco más arriba, en el Puente de Castañeda, 1. Los estíos solían pasarlos en una finca de verano con inmensos jardines y abundante agua en el pueblo de Nigüelas. Y algunas fechas de invierno iban a su principal finca de olivar y monte, a supervisar a la colecta de aceituna y a monterías: el cortijo de Faucena de Iznalloz. La administración meticulosa del inmenso patrimonio familiar la llevaba personalmente el padre, aunque contaba con dos administradores-mayordomos, uno en Granada y otro en Nigüelas.
Tocata y fuga de la niña
La activa y alegre vida social de la joven María de Zayas la hizo entrar en contacto con lo mejor de la sociedad granadina del momento. En la primavera de 1904, con diecinueve años recién cumplidos, solía coincidir en su palco del teatro con un grupo de estudiantes universitarios que ocupaban el de al lado. Allí contactó con un estudiante de Derecho de origen almeriense. No venía cargado de blasones ni de doblones como los padres de María hubiesen deseado, pero la conquistó pronto y empezaron a verse en secreto.
Al fin y al cabo, sólo era hijo de un abogado, catedrático del instituto y el alcalde de Almería (1905-6), llamado Francisco Láynez Leal de Ibarra, pero sin título nobiliario.
Los progenitores de María de Zayas se opusieron radicalmente a aquellas relaciones, pero la joven debía estar tan enamorada de Laynez que no dudó un instante en fugarse con él a Almería y casarse por amor
El novio se llamaba Francisco Laynez Fernández, era de Almería y tenía veinticuatro años. Era huérfano de madre, pero pertenecía a una familia de posición de clase holgada. Los progenitores de María de Zayas se opusieron radicalmente a aquellas relaciones, pero la joven debía estar tan enamorada de Laynez que no dudó un instante en fugarse con él a Almería y casarse por amor. Fugarse era algo habitual en clases sociales bajas cuando los padres se oponían, pero no entre la aristocracia y la burguesía granadinas.
A finales de noviembre de 1904 se recibió en la Basílica de las Angustias una petición de boda formulada desde la iglesia de San Pedro de Almería. La dispensa o autorización debían firmarla los padres de María de Zayas. No se opusieron a que su hija se casara en Almería con un joven licenciado en Derecho, le firmaron el consentimiento por ser todavía menor de edad. Pero se negaron a asistir a la boda. María de Zayas Ossorio-Calvache y Francisco Laynez Fernández se casaron en Almería el 5 de diciembre de 1904 en la más absoluta ausencia por parte de la novia.
Aquel pequeño escándalo en Granada fue muy comentado. Se rumoreó que los padres la habían repudiado y desheredado
Aquel pequeño escándalo en Granada fue muy comentado. Se rumoreó que los padres la habían repudiado y desheredado. Pero no, fue totalmente incierto, ya que pocas semanas después los padres acudieron al notario y testaron a favor de su hija María como única heredera universal de sus bienes.
Muy pronto el joven matrimonio empezó a vivir con los padres en el domicilio de la calle Puente de Castañeda. Incluso quedó el recuerdo en Granada de que el suegro y yerno congeniaban perfectamente. Laynez intentó ejercer como abogado, pero debió desistir pronto porque ya desde el principio se le ve con un sueldo asignado por su suegro y encargado de la administración y gestión del inmenso patrimonio familiar. Siempre en calidad de empleado del suegro, no de titular. Incluso en 1910, la familia adquirió uno de los primeros automóviles que llegaron a Granada, un Hispano Suiza matrícula GR-60. En las fotos que nos han llegado siempre se ve al yerno sentado al volante haciendo de choufeur. Paseando por el Hipódromo de Armilla y las alamedas del Salón a su esposa, su suegra y la dama de compañía.
También tenemos fotos de Laynez montado a caballo, en plan señorito andaluz, y recorriendo su inmensa finca de Faucena (1.800 hectáreas) en compañía de los guardeses y ante la admiración de su mujer. A medida que sus suegros fueron avanzando en edad, la implicación en la gestión del patrimonio familiar fue cada vez mayor por parte de María de Zayas y su marido. Incluso en tiempos de la II República los documentos y las referencias de prensa dejan claro que Laynez era el absoluto administrador y negociante con autoridades, jornaleros y sindicatos. Más de un problema tuvo con ellos por discrepancias en salarios. También hay que hacer constar que en la II República fue cuando fallecieron los suegros: Fernanda Ossorio-Calvache en 1932 y Francisco de Zayas y Delgado, en 1933.
Para esa fecha, tanto los padres como María y Laynez llevaban muchos años residiendo en la casona de la Plaza de San Agustín. La habían heredado de la abuela y dos tíos maternos, solteros: Isabel Contreras y Aranda
Para esa fecha, tanto los padres como María y Laynez llevaban muchos años residiendo en la casona de la Plaza de San Agustín. La habían heredado de la abuela y dos tíos maternos, solteros: Isabel Contreras y Aranda. Esta mujer procedía de Martos, donde tenía grandes propiedades y pertenecía al Vizcondado de Begíjar. Era la propietaria del cortijo de Faucena y se decía que poseía varios arcones llenos de joyas. Falleció en 1907, donde vivía con sus hijos solteros Manuel y Emilio. Isabel Contreras, antes de fallecer, tuvo la desgracia de ver cómo en poco tiempo se le habían muerto tres de sus cuatro hijos, entre 1904 y 1906. Por este motivo la casa de San Agustín estaba vacía en 1907 y fue ocupada por los Zayas-Ossorio. Era una construcción que empezó a levantar el marido de Isabel Contreras (Fernando Ossorio-Calvache y Zea, natural de Priego), un poco antes de que falleciera repentinamente en 1854; la construcción la concluyó la viuda Isabel Contreras, abuela materna de María de Zayas.
En resumen, María de Zayas y su esposo Francisco Laynez vivieron ya siempre en la Plaza de San Agustín, a partir de 1908 y hasta sus respectivas muertes.
La vida sonrió mucho a esta familia acaudalada, que no cesaba de incrementar su patrimonio y recibir herencias de los muchos apellidos de abolengo de los que procedía ella por ambas ramas consanguíneas
La vida sonrió mucho a esta familia acaudalada, que no cesaba de incrementar su patrimonio y recibir herencias de los muchos apellidos de abolengo de los que procedía ella por ambas ramas consanguíneas. Su existencia debió ser una belle époque y unos muy felices años veinte. María de Zayas estuvo muy unida a sus padres, hacía vida como las demás granadinas ricas de su época, de tertulia a teatros, viajes de compras a Madrid, veraneos costeros y en la finca de Nigüelas, mucha misa y poco más.
Una muestra de que la vida les iba estupendamente la apunta la compra de un segundo coche en 1926 para jubilar al Hispano Suiza de 1910. El segundo vehículo fue un Packard de importación, con capota de invierno y otra para el verano, matriculado GR-1377. Y unos años más tarde (1935), María de Zayas decidió completar su colección con otro Buick de color café con leche, matrícula GR-3883. Este último estaba prácticamente de estreno cuando surgió el alzamiento del 18 de julio. La familia lo puso a disposición de los militares alzados en Granada; el vehículo hizo toda la guerra recorriendo la provincia de Granada y, milagrosamente, acabó el conflicto en relativamente buen estado. Fue restaurado y vuelto a poner en funcionamiento durante las décadas siguientes.
Pero María de Zayas se fue sumiendo cada vez más en la tristeza. A medida que avanzaba su vida se veía rica entre las ricas, tenía todo lo material, pero no conseguía quedarse embarazada y tener descendencia para su apellido
Pero María de Zayas se fue sumiendo cada vez más en la tristeza. A medida que avanzaba su vida se veía rica entre las ricas, tenía todo lo material, pero no conseguía quedarse embarazada y tener descendencia para su apellido. Francisco Laynez era hombre de baja estatura y complexión física apocada (en las fotos se le ve que apenas llega a los pedales del coche). Pero pronto cobró fama de picaflores y mujeriego; le apodaron Milhombres como contrapunto a su menguado físico. Los médicos que estudiaron la imposibilidad de María de Zayas para engendrar descendencia llegaron a la conclusión que el problema no era ella, sino muy posiblemente causa de su marido.
El 4 de julio de 1916 no tuvo empacho en descerrajarle dos tiros a un hombre llamado Leopoldo Espinosa por no dejar de mirar al palco del teatro Cervantes que ocupaba su esposa
Milhombres, a pesar de su pequeña estatura, fue un corajudo. El 4 de julio de 1916 no tuvo empacho en descerrajarle dos tiros a un hombre llamado Leopoldo Espinosa por no dejar de mirar descaradamente al palco del teatro Cervantes que ocupaba su esposa María de Zayas con unas amigas. Laynez, harto del mirón, se bajó del palco y fue al pasillo a pedirle explicaciones con un arma Smith 7mm. en la mano. Sin mediar mucho diálogo, el herido recibió uno de los disparos en el esternón; tardó en curar catorce días. En el juicio le pidieron seis meses de cárcel.
En tiempos de la II República descubrió una conjura de dos de sus empleadas para envenenar a María de Zayas. La mañana del Día de la Virgen de las Angustias notó que el chocolate del desayuno desprendía mal olor
Francisco Laynez ejerció como concejal del Ayuntamiento de la capital entre noviembre de 1926 y 1928 nombrado por el dictador Primo de Rivera.
En tiempos de la II República descubrió una conjura de dos de sus empleadas para envenenar a María de Zayas. La mañana del Día de la Virgen de las Angustias notó que el chocolate del desayuno desprendía mal olor. Impidió que lo tomara el ama de la casa como era su costumbre; lo mandó analizar en un laboratorio y se comprobó que dos sirvientas le habían vertido matarratas. El paquete fue encontrado recién abierto en la despensa.
Las malas lenguas decían que la promiscuidad de Laynez con infinidad de amantes no había conseguido dejar embarazada a ninguna de ellas, como solía ser habitual entre los señoritos de la época, que iban dejando regueros de hijos naturales por sus cortijos
Las malas lenguas decían que la promiscuidad de Laynez con infinidad de amantes no había conseguido dejar embarazada a ninguna de ellas, como solía ser habitual entre los señoritos de la época, que iban dejando regueros de hijos naturales por sus cortijos. Otro rumor que se cernía sobre el matrimonio Zayas-Laynez apuntaba que doña María, conocedora de la afición de su marido por husmear faldas de criadas, le obligaba a descargar sobre ella sus ímpetus antes de emprender viajes a sus cortijos. Así pues, no debió ser ella la que tuvo dificultades para engendrar descendencia.
Una vida de soledad y retiro
Francisco Laynez, Milhombres, falleció el 13 de enero de 1945. Dejaba viuda y sin descendencia a María de Zayas Ossorio-Calvache. Se convertía, con 60 años, en una de las viudas más deseadas de Granada y Andalucía. Todavía guardaba cierto atractivo físico porque se había cuidado mucho y vestía bien. Aunque era chaparrita de figura y tirando gordita. Al pasar el año de luto, tuvo varios pretendientes. Pero ella jamás volvió a mirar a otro hombre, a pesar de que comentó infinidad de veces que no había sido feliz en su matrimonio.
No pasó mucho tiempo en recoger velas en una sociedad granadina que atravesaba momentos dificilísimos de posguerra, con hambre y miseria por todos los rincones
No pasó mucho tiempo en recoger velas en una sociedad granadina que atravesaba momentos dificilísimos de posguerra, con hambre y miseria por todos los rincones. Decidió asumir personalmente las riendas de la gestión de su patrimonio, si bien rodeada de los tradicionales administradores y mayordomos. Se recluyó en su casa de Plaza de San Agustín, en tres habitaciones de la segunda planta, cerró la mayoría de las estancias del palacete, clausuró su garaje con sus tres vistosos coches dentro y prometió dedicarse a honrar la memoria de sus antepasados, hacer beneficencia y vivir una especie de exilio interior.
Prometió no volver a pasear por la Gran Vía ni comprar ropas de lujo. Viviría casi como una pordiosera, viendo la vida a través de la ventana de la segunda planta de su casa; asistiendo a misas en el convento de Santa Paula y en San Justo y Pastor
Desapareció casi por completo para la sociedad granadina aquella mujer que paseaba en sus lujosos coches descapotables por el Hipódromo, los paseos del Salón, Reyes Católicos y la Gran Vía. Prometió no volver a pasear por la Gran Vía ni comprar ropas de lujo. Viviría casi como una pordiosera, viendo la vida a través de la ventana de la segunda planta de su casa; asistiendo a misas en el convento de Santa Paula y en San Justo y Pastor. Y amasando más y más fortuna con los alquileres de sus inmuebles y las rentas de sus tierras. Solamente confiaba en una familia de amigos y en su administrador, Manuel Salud Ester, a quien recibía cada noche para tratar de negocios y le comunicaba con el mundo. Solamente mantenía correspondencia con la familia almeriense de su difunto marido, que también solían hacerle visitas, pero rechazaba irse con ellos a la costa. Decían que había adoptado una vida monjil, siguiendo el ejemplo de su prima la beata María Emilia Riquelme Zayas.
María de Zayas se hizo invisible para las generaciones de granadinos surgidas a partir de 1945
María de Zayas se hizo invisible para las generaciones de granadinos surgidas a partir de 1945.
Cuando cumplió 80 años, en 1965, ya empezó a delegar las riendas de sus negocios en manos de su administrador Manuel Salud. Fue cuando tanteó la posibilidad de constituir una fundación para dejar todo su patrimonio en beneficio de beneficencia. Sus familiares lejanos se quedarían in albis. El modelo lo conocía por los antecedentes establecidos por su tío el general José Luis Riquelme, que había hecho lo propio a finales del siglo XIX para beneficiar a huérfanas de militares con otra considerable fortuna.
En La Salud le habilitaron una especie de apartamento, en la zona de primera categoría, con una terraza a la que salía a tomar el sol. Allí le atendían continuamente enfermeras y médicos que se alternaban sin faltar de su lado
El 15 de septiembre de 1971 empezó a sentirse enferma. Tomó papel y bolígrafo y redactó un detallado testamento ológrafo. Dejaba prácticamente atados todos los cabos sobre su fortuna y las condiciones para gestionarla indefinidamente en el futuro. A mediados de 1976 su corazón empezó a fallar. Decidió que no podía continuar sola en su casa y se fue a vivir a la Clínica de la Salud para que la asistieran de día y de noche; tenía medios más que suficientes para poder pagárselo. En La Salud le habilitaron una especie de apartamento, en la zona de primera categoría, con una terraza a la que salía a tomar el sol. Allí le atendían continuamente enfermeras y médicos que se alternaban sin faltar de su lado. No permitió más visitas que la diaria de su administrador, con quien despachaba por las noches y la acompañaba en sus sueños como si fuese el hijo que nunca tuvo. También solía recibir periódicamente a su administrador de Nigüelas, Bonifacio López Rica.
Fue enterrada en el panteón 88 del Cementerio de Granada, una especie de capilla neogótica que había encargado mucho antes para depositar los restos de sus antepasados y el de ella
Su estancia en la Clínica-Residencia La Salud finalizó con su muerte el día 4 de enero de 1979, a punto de cumplir los 94 años. Toda Granada se enteró de su óbito por las esquelas de una página completa que se publicó en la prensa local. María de Zayas fue enterrada en el panteón 88 del Cementerio de Granada, una especie de capilla neogótica que había encargado mucho antes para depositar los restos de sus antepasados y el de ella misma.
Una de las mayores fortunas de Granada
No era del todo un secreto que aquella mujer recluida en la segunda planta de la casona que hacía rincón en la Plaza de San Agustín era poseedora de una gran fortuna. Pero nadie imaginaba que era tanta. El inventario de fincas rústica y urbanas consiguió acabarse más de un año después de su fallecimiento, en mayo de 1980. El listado comprendía 204 escrituras de propiedad repartidas por las provincias de Granada, Córdoba y Málaga.
Para empezar, en Granada capital tenía el palacete de Plaza de San Agustín, el edificio de mayor valor; dos cármenes en el Albayzín; una casa en la Plaza de Santa Ana; y varios pisos y casas más repartidos la calle Agua, Ancha de Capuchinos, Candiota y Camino de Ronda
Para empezar, en Granada capital tenía el palacete de Plaza de San Agustín, el edificio de mayor valor; dos cármenes en el Albayzín; una casa en la Plaza de Santa Ana; y varios pisos y casas más repartidos la calle Agua, Ancha de Capuchinos, Candiota y Camino de Ronda. En el término de Granada tenía el Haza del Cañaveral y terrenos en Cartuja. En las mejores huertas de Belicena, Santa Fe y Purchil sumaba 36 hazas de cultivo. También poseía una enorme cortijada en Peligros (Calzada de Ureña); dos caserías en la vega de Huétor Tájar y ocho hazas de huerta. Pero sin duda era en el término de Iznalloz donde estaba, y está, su mayor finca: Faucena, como algo más de 1.800 hectáreas de olivar, tierra calma y algo de monte. En Baza era propietaria del cortijo del Monte. En Lanjarón añadía dos hazas. En terrenos de Benamaurel sumaba 41 fincas; 16 en el término municipal de Pitres, 6 en término de Trevélez. En Nigüelas, además de su casa-palacio con jardines de recreo, acumulaba otras 36 fincas. En Maracena, a falta de terrenos, sus inversiones las tenía en dos pisos en la calle General Mola.
En la provincia de Córdoba, procedentes del apellido Ossorio-Calvache, tenían hazas y olivares que había que dedicar varios días para recorrerlos: En Priego estaba la casa solariega de sus antepasados y dos grandes olivares; y en Martos sumaban veinte olivares. En Antequera también tenían dos pequeñas propiedades.
En total, todas esas propiedades estaban tasadas, según valoración de Hacienda, en 579 millones de pesetas, siempre a efectos de pagos de contribución. No obstante, su valor había que multiplicarlo varias veces como se pudo comprobar cuando se empezaron a vender o subastar
En su garaje conservaba, en estado de desuso, los tres coches que habían comprado su padre y su marido a lo largo de su existencia. Para 1980 se habían convertido ya en verdaderas piezas de museo.
En total, todas esas propiedades estaban tasadas, según valoración de Hacienda, en 579 millones de pesetas, siempre a efectos de pagos de contribución. No obstante, su valor había que multiplicarlo varias veces como se pudo comprobar cuando se empezaron a vender o subastar. Tan solo el palacete de San Agustín, tasado en 60 millones a efectos fiscales, superó los 200 en la subasta; y el coche de 1910, tasado en 3 millones, fue adjudicado en 13,5. En resumen, aquella tasación de 579 millones de los años setenta bien pudiera multiplicarse por 15/20 en la actualidad.
No obstante, todavía faltaba por tasar la importante colección de joyas, cuadros, obras de arte y mobiliario que tenía acumulados en sus casas
No obstante, todavía faltaba por tasar la importante colección de joyas, cuadros, obras de arte y mobiliario que tenía acumulados en sus casas. Más el dinero en cuentas corrientes y participaciones en acciones, bonos del Estado, renta fija, papel de Estado, etc. Había joyeros, cajones y cajas fuertes a mansalva. El inventario de todas estas joyas, que María de Zayas ya había anexado a su testamento, se compone de varias páginas a base de cadenas, collares, cruces, alfileres, botones, gemelos, medallas, pendientes, zarcillos, pulseras, relojes, rosarios, sortijas, esencieros, broches… todo con oro, perlas, diamantes, corindones, plata, esmeraldas, lapislázuli, etc.
La lista era asombrosa y prácticamente inabarcable
También dejó una colección de 50 abanicos, mantones de Manila, encajes, mantillas. El palacete acumulaba una colección de muebles procedentes de los siglos XVIII y XIX, más varios armarios de ropas de lujo.
La lista era asombrosa y prácticamente inabarcable.
El testamento y la Fundación para necesitados
El destino de todos los bienes materiales anteriores quiso María de Zayas que quedaran perfectamente regulados en cuanto a su destino futuro. Lo hizo en su testamento de 1971. De su texto y su deseo destacan dos asuntos por encima de todo: el primero, que todas sus pertenencias quedaran tal como ella las entregaba, sin modificar ni vender nada. La segunda, que las rentas que produjesen sus fincas y alquileres de edificios se destinaran a socorrer a gente necesitada, especialmente a ancianas y ancianos. Se debería hacer a través de la Fundación que dejaba ordenada constituir con el nombre de “San Fernando Rey de España y San Francisco de Asís”. Eligió estos nombres por ser los de sus padres, Fernanda y Francisco.
María de Zayas quiso dejarlo todo bien atado para el buen funcionamiento futuro de su Fundación, con el fin de hacerla duradera y evitar manipulaciones, fraudes y torceduras en el destino
María de Zayas quiso dejarlo todo bien atado para el buen funcionamiento futuro de su Fundación, con el fin de hacerla duradera y evitar manipulaciones, fraudes y torceduras en el destino. Voy a destacar sus especiales mandatos:
1. La Fundación radicaría “forzosamente”, a perpetuidad en su casa de la Plaza de San Agustín.
2. Bajo ningún concepto sería desmontada o modificada su casa y sus jardines. No se podrían tocar las estancias, muebles ni ropas que ella dejaba, tanto en San Agustín como en la de Nigüelas. Solamente se podrían utilizar para la Fundación las estancias secundarias de la casa. “No podrá instalarse dentro de mi casa nada que no sea exclusivamente de la Fundación, y conservar el jardín tal como está, no pudiendo hacer edificaciones de ninguna clase dentro del jardín, ni aun para mejorar”.
3. La Fundación sostendría a igual número de ancianas que de ancianos.
4. Todas las alhajas serán destinadas para hacer una custodia, en la que se exponga al Señor en mi oratorio, no pudiendo ser fundidas, sino desmontadas.
5. Todos los cuadros, ropas y muebles permanecerán para siempre en el mismo sitio en que están sin que hayan de tocarlos para nada. Tampoco se podría cambiar el sistema de calefacción por agua.
Para la puesta en marcha de la Fundación San Fernando y San Francisco de Asís dejó encargados a una serie de albaceas. En primero de ellos sería su administrador hasta entonces, Manuel Salud Ester; le seguirían otros cuatro más que continuarían la labor a medida que fuese falleciendo el anterior. Estos fueron Eduardo Manzano Núñez, Juan Eduardo Almunia y Roca de Togores, Juan Gutiérrez Padial y Francisco Taboada Camacho. Como vocales de la Fundación dejó nombrados a quienes en cada momento ostentasen la titularidad del Gobierno Civil, la Diputación, la Audiencia Territorial y el Rectorado. Extrañó que una mujer tan religiosa y creyente no incluyese a un representante de la Iglesia.
La figura del administrador la dejó muy bien perfilada: debía ser soltero o viudo, sin cargas familiares, y se le asignaría un sueldo de funcionario para vivir. Debería residir, obligatoriamente, en la casa de la Plaza de San Agustín, sede principal de la Fundación
La figura del administrador la dejó muy bien perfilada: debía ser soltero o viudo, sin cargas familiares, y se le asignaría un sueldo de funcionario para vivir. Debería residir, obligatoriamente, en la casa de la Plaza de San Agustín, sede principal de la Fundación.
El testamento también detallaba cómo debía ser su enterramiento en el panteón 88 que había construido para sus padres y su marido en el cementerio de Granada. También ordenó que fuesen llevados allí los restos de su abuela Isabel si algún día eran extraídos del monasterio de Santa Paula. Incluso si desaparecía alguna vez el cementerio de Granada, que todos esos restos se llevaran bajo la capilla de su casa de San Agustín.
Testamento y voluntad torcidos
La Fundación San Fernando Rey de España y San Francisco de Asís de la Casa Zayas Ossorio-Calvache quedó constituida inicialmente el 10 de mayo de 1980, tal como había ordenado su benefactora (BOP de esa fecha). Continuó su tramitación hasta que en abril de 1983 fue aprobada definitivamente y adscrita al Protectorado Nacional de Fundaciones.
A partir de aquel momento empezaron enfrentamientos continuos entre los albaceas y los vocales de las cuatro administraciones públicas representadas. No había decisión que no acabara en los tribunales y con amagos de hacerlo
A partir de aquel momento empezaron enfrentamientos continuos entre los albaceas y los vocales de las cuatro administraciones públicas representadas. No había decisión que no acabara en los tribunales y con amagos de hacerlo. El desacuerdo y las amenazas eran continuas entre las partes.
Desde luego, el modelo de legado que habían dejado la Reina Isabel la Católica para regir su Capilla Real y su tío el general José Luis Riquelme no le estaban sirviendo de ejemplo en cuato a puridad de cumplimiento del deseo testador. Los más allegados al conflicto pronto empezaron a comentar que se había iniciado la pelea por ver quién se hacía con mayor tajada. No sólo se preocupaban de capitalizar valores, sino de iniciar subastas fuera del mandato de la fundadora.
Una de las primeras decisiones fue empezar a vaciar la casa de joyas y vehículos. En 1986 fue organizada una subasta con los tres coches históricos en puja
Una de las primeras decisiones fue empezar a vaciar la casa de joyas y vehículos. En 1986 fue organizada una subasta con los tres coches históricos en puja. El Hispano Suiza de 1910 (GR-60) fue declarado Bien de Interés Cultural e inexportable por el Gobierno; pujó Patrimonio Nacional para quedárselo por 13,5 millones de pesetas con destino al Museo del Automóvil de Salamanca. Allí continúa en exposición, limpio, pero no restaurado. El Packard (GR-1377) adquirido en 1926 fue adjudicado al meteorólogo Alfonso Medina, quien se lo llevó a su residencia de Alicante. Este coche presentaba la singularidad de que iba equipado con dos tipos de capota, una para invierno y otra para verano. El tercer vehículo matrícula GR-3883 es un Buick, importado en 1935, utilizado durante toda la guerra civil y repintado en color café con leche; fue adquirido por cuatro socios granadinos, encabezados por Luis Curiel Aróstegui, que lo han venido restaurando en los últimos veinticinco años para ponerlo a punto. Está en su colección y de vez en cuando lo sacan de paseo.
Doña María de Zayas seguro que correría a latigazos a sus administradores, albaceas y patronos de la Fundación (que no lleva el nombre que ella le dio en recuerdo de sus padres). Lo haría al ver cómo la siguiente decisión fue demoler por completo la casa que con tanto esfuerzo levantó su abuela, sola y viuda, a mediados del siglo XIX para hacerla casa solariega donde vivió la familia casi toda su vida. El palacete que ella continuó cuidando y el jardín que era un respiro de paz en el centro de la ciudad ha quedado reducido a dos palmeras en medio de una construcción moderna e impersonal.
Pero todo, excepto la fachada, se lo llevó la piqueta. Al final, a los inversores para hotel no le salieron las cuentas y vendieron el solar al Colegio de Arquitectos de Andalucía Oriental. Fue convocado un concurso de ideas con casi doscientos proyectos participantes
El palacete de San Agustín lo quiso el Ayuntamiento de Granada para instalar la sede de la Empresa Municipal de Aguas, que nacía por entonces. Pero pujó más una empresa inversora que quería levantar ahí un bloque de ocho alturas para hotel. Empezó el vaciado completo de la edificación, excepto la fachada que la protegió milagrosamente el PGOU de 1985. Se comprobó que la edificación no tenía especial valor constructivo, ni por sus materiales ni por su estética; sólo merece la pena la portada y las jambas de balcones, además de algunas columnas interiores de hierro. Pero todo, excepto la fachada, se lo llevó la piqueta. Al final, a los inversores para hotel no le salieron las cuentas y vendieron el solar al Colegio de Arquitectos de Andalucía Oriental. Fue convocado un concurso de ideas con casi doscientos proyectos participantes.
La obra resultante es la actual, diametralmente opuesta a lo que fue el palacete ajardinado del siglo XIX
La obra resultante es la actual, diametralmente opuesta a lo que fue el palacete ajardinado del siglo XIX. Mejor o peor, pero tal como lo quiso y lo legó su propietaria para el futuro. En el edificio conviven el Colegio de Arquitectos y unas cuantas oficinas de alquiler. Precisamente una de ellas fue alquilada por la Fundación Zayas para poder cumplir con el deseo de la fundadora de radicarse en ese lugar.
A pesar de tanta destrucción y venta de patrimonio, la Fundación Zayas está cumpliendo, más o menos, con una parte de los fines fundacionales que mandató María de Zayas. Aunque no en Granada capital como ella pensó. Y con algunos otros fines más… a precios de mercado. Ha venido adaptándose en las dos últimas décadas a la nueva normativa, actualmente bajo la tutela y supervisión de la Consejería de Asuntos Sociales. Con lo cual, el Gobierno de la Nación no tiene ninguna competencia sobre ella.
En los cenáculos políticos esta fundación tiene fama de haber sido tomada al asalto por los políticos de turno, especialmente los del partido gobernante durante su gestación y consolidación. En torno al 90% sus gestores y patronato son militantes de un mismo partido político
En los cenáculos políticos esta fundación tiene fama de haber sido tomada al asalto por los políticos de turno, especialmente los del partido gobernante durante su gestación y consolidación. En torno al 90% sus gestores y patronato son militantes de un mismo partido político. Es bien sabido que ese partido utiliza la institución como una puerta giratoria para situar a quien se queda descolocado o a quien hay que agradecerle un favor. En su web se puede comprobar que su patronato está repleto de exdiputadas, exdelegados de la Junta, exalcaldesas, exdirectores de CajaGranada, exconcejales, etc. Todos de la misma cuerda: Patronato de la Fundación Zayas.
Los pueblos donde mayores propiedades tenía la familia Zayas-Ossorio-Calvache han quedado al margen de la construcción de alguno de los cuatro centros con los que cuenta la Fundación Zayas para realizar las obras benéficas normalizadas. Disponen de Residencial María Zayas (Belicena), para mayores; Residencial Fuente de la Salud (El Padul), que incluye también centro de día; Centro Frida Luna (Valderrubio), para personas con discapacidad intelectual; y Escuela Infantil la Paloma (también en El Padul). Como se aprecia, dos de los centros no encajan en la manda testamentaria de la fundadora.
La empresa en que han convertido hoy la Fundación Zayas da trabajo a alrededor de 150 personas. Y serán más con proyectos de inversión que tienen en marcha
La empresa en que han convertido hoy la Fundación Zayas da trabajo a alrededor de 150 personas. Y serán más con proyectos de inversión que tienen en marcha, entre ellos Solar Faucena, una sociedad de producción eléctrica fotovoltaica en la que fue mayor finca de la familia.
Los últimos rumores sobre esta Fundación apuntan que no sólo doña María de Zayas -si resucitara- tendría ganas de sacar el látigo por lo que hicieron y hacen con su legado. También desde Sevilla y desde la Diputación de Granada están trenzando la cuerda del zurriago.
Notas:
[i] La inmensa mayoría de datos e ilustraciones para este artículo los he tomado del libro “Linaje y biografía de Doña María de Zayas (1885-1979): la noble granadina que legó su ingente patrimonio para crear una fundación benéfica” (Autoedición. 2022). Su autor es Alfredo Rodríguez Villegas, a quien agradezco enormemente haberme completado información y cedido fotografías históricas.