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NECROLOGÍA

Hasta siempre Fernando García Noguerol

Ciudadanía - G. Pozo - Jueves, 11 de Enero de 2024
Despedimos al carismático dueño del Bar Fernando, del Realejo, una persona amable y servicial,y gran coleccionista de fotos antiguas, algunas de las cuales se podían admirar en el local, primero, ubicado en el Campo del Príncipe, y, posteriormente, en la calle Molinos.
Fernando, en primer término, el día que Antonio Machín visitó su bar en el Campo del Príncipe.
COLECCIÓN F. G. NOGUEROL
Fernando, en primer término, el día que Antonio Machín visitó su bar en el Campo del Príncipe.
  • De su colección de fotos salió la instantánea del grupo de enterradores de Federico García Lorca

Ha muerto Fernando García Noguerol. No fue gran médico ni el alcalde del siglo, tampoco rico hombre de la ciudad ni eclesiástico con plaza fija en el Cielo. Este hombre sencillo, camarero y propietario de un bar del Realejo, era nada más ni nada menos que una persona simpática y servicial, amigo de todo el mundo en el barrio. Pero sobre todo fue el dueño del Bar Fernando, ése al que todos íbamos a ver las fotografías que lo adornaban, y lo siguen adornando todavía, y a que nos enseñara sus últimas adquisiciones. Era uno de los mayores coleccionistas de fotos y cristales antiguos de Granada. Por su bar pasábamos todos los curiosos buscando imágenes antiguas de la ciudad de Granada. Lo que no tuviera Fernando en su colección, no lo tenía casi nadie.

En su Bar Fernando recalaba mucha gente para regalarle fotos antiguas que pensaban no tenían valor, pero él las guardaba y las clasificaba para el futuro. También muchos que buscaban ganarse unas pesetas con fotos exclusivas. Pero lo más normal es que se las regalaran simplemente por su simpatía, a cambio de un simple chato de vino y una buena tapa

A su bar y a su casa íbamos los que buscábamos fotos para ilustrar libros y periódicos. Ahora también para nuestros escritos de internet. En su Bar Fernando recalaba mucha gente para regalarle fotos antiguas que pensaban no tenían valor, pero él las guardaba y las clasificaba para el futuro. También muchos que buscaban ganarse unas pesetas con fotos exclusivas. Pero lo más normal es que se las regalaran simplemente por su simpatía, a cambio de un simple chato de vino y una buena tapa.

Fernando empezó como camarero dando tumbo por varios bares del centro de Granada con la eclosión del turismo de los años sesenta. Pronto se hizo empresario de la hostelería y abrió un bar en el Campo del Príncipe, justo en la parte trasera de la Casa de los Siete Moros. Allí empezó a coleccionar fotografías y ampliarlas como un atractivo para atraer clientela. Recordaba y enseñaba curioso la fotografía que se hizo con el cantante cubano Antonio Machín cuando fue a comer en su bar del Realejo.

Y vendió algunas importantes y únicas; por ejemplo, la del grupo de enterradores de Federico García Lorca en Víznar; se la regaló Manuel Castilla Blanco, el Comunista, un día que le confesó que él había enterado al poeta. Aquella foto acabó comprándola una editorial de Barcelona por cien mil pesetas. Fue la foto mejor pagada de Granada

Obligado por el derribo de la Casa de los Siete Moros, decidió trasladarse a un local de su propiedad al comienzo de la calle Molinos, en el número 8. El famoso y conocido bar Fernando, donde decoró todas las paredes con ampliaciones de las mejores fotos. Allí pasó todos los días de su vida laboral, con extenuantes jornadas de trabajo; sólo iba a su casa, a menos cien metros de allí, para asearse y dormir. En esta casa que él llamaba su palacete moro acumuló miles de fotografías de Granada, de todos los tipos y tamaños. Pronto creció su fama de coleccionista. Compró todo lo que le llamaba la atención y estaba dentro de su presupuesto. Y vendió algunas importantes y únicas; por ejemplo, la del grupo de enterradores de Federico García Lorca en Víznar; se la regaló Manuel Castilla Blanco, el Comunista, un día que le confesó que él había enterado al poeta. Aquella foto acabó comprándola una editorial de Barcelona por cien mil pesetas. Fue la foto mejor pagada de Granada.

Copia de la foto del grupo de enterradores de García Lorca en la colonia de Víznar, en agosto de 1936. COLECCIÓN F. G. NOGUEROL

Su bar Fernando era lugar de obligada parada para todo el que decidiera darse una vuelta por el Realejo. Allí era fijo el cantaor Enrique Morente, con su familia al completo. También se veía por aquí Raúl Alcover y la mayoría de cofrades del Realejo

Fernando fue hombre amable, querido por todo el barrio y muy generoso. Le conocí hace casi cuarenta años; he recurrido a él desde entonces cada vez que he buscado una fotografía o identificar alguna instantánea desconocida. Siempre me ha auxiliado sin exigir ninguna contraprestación a cambio. Todo lo que fuese para editar en Granada y conocer su historia gráfica lo hacía sin ponerle precio para él. En los años noventa del siglo pasado me permitió copiar más de un millar de sus mejores fotos para el coleccionable que edité pera el periódico Ideal con el nombre “La Granada de Gómez-Moreno, un siglo después”. Y lo hizo de manera desinteresada y gustoso. Buena parte de las fotografías de la Granada antigua que circulan por internet proceden de su archivo.

Su bar Fernando era lugar de obligada parada para todo el que decidiera darse una vuelta por el Realejo. Allí era fijo el cantaor Enrique Morente, con su familia al completo. También se veía por aquí Raúl Alcover y la mayoría de cofrades del Realejo.

Tras su jubilación dejó su bar en manos de Paco, quien lo regentó hasta su reciente fallecimiento. El Bar Fernando está ahora cerrado con toda su decoración fotográfica dentro. Fernando García Noguerol hace tiempo que se fue a vivir a un pisillo de la Avenida de Dílar; en el número 33 de esta calle tenía apiladas miles de fotos, cristales y proyectores. Mucho de este material es desconocido. Sin clasificar y un tanto revuelto por el traslado desde el Realejo.

Fernando se ha ido sin haber conseguido dejar catalogadas sus miles de fotos. Al menos han quedado dos tomos de fotografías de Granada que coeditó hace ahora dos décadas con el título “De antaño a hogaño”

Últimamente había tenido problemas de salud, a una edad que superaba ampliamente los ochenta años. No se sentía con fuerzas para clasificar tantas fotografías y cristales. La última vez que le visité el verano pasado se preguntaba y lamentaba qué sería de tanto material, parte de él desconocido. Vendió algunos cristales para ayudar a la exigua pensión que le quedó. Me enseñó unos cristales inéditos del incendio de la Basílica de las Angustias en 1913, en estereoscopia. Preciosos. Le faltaban las fuerzas y temía por el destino de este legado tan valioso desde el punto de vista histórico. No material.

Fernando se ha ido sin haber conseguido dejar catalogadas sus miles de fotos. Al menos han quedado dos tomos de fotografías de Granada que coeditó hace ahora dos décadas con el título “De antaño a hogaño”.

Hasta siempre Fernando. Descansa en paz. (Su entierro será en la mañana de este viernes, 12 de enero, a las 11 horas, en el Cementerio de Granada).